viernes, 23 de noviembre de 2018

Las potencias intentan limitar el conflicto en Oriente Medio

La nueva crisis mundial asoma desde Arabia Saudita

Mientras Trump intenta frenar la presión internacional sobre Riad por el caso Khashoggi, las inminentes negociaciones sobre Yemen acorralan al reino
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
22 de noviembre de 2018
Eduardo J. Vior
En su conferencia de prensa del martes 20 el presidente Donald Trump intentó desmerecer el informe de la CIA que demuestra que el príncipe heredero saudita, Mohamed bin Salman, estaba perfectamente informado sobre al asesinato del doble espía y periodista Jamal Khashoggi (se pronuncia Jashoqui) en el consulado de su país en Estanbul el pasado 2 de octubre. No obstante, como las evidencias son aplastantes, el reino no podrá resistir una prevista resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que en los próximos días ordenará a las partes en guerra en Yemen iniciar negociaciones de paz, sellando la derrota de la agresión que el país sudarábigo sufre desde hace casi cuatro años. Sin embargo, si el príncipe heredero se ve cercado, estaría tentado a desatar una crisis petrolera y financiera mundial y/o una guerra que incendie el Medio Oriente ampliado. Las grandes potencias tratan de contener el peligro, pero dependen de cómo se resuelva la crísis dinástica dentro del reino.
En un tuit publicado el miércoles 21 Donald Trump insistió en defender su negativa a condenar a los líderes sauditas por el asesinato de Jamal Khashoggi. Hablando con la prensa el día martes el presidente había dicho que EE.UU. quiere seguir siendo un “firme aliado” de Arabia Saudita, aun cuando “puede haber sido” que el príncipe Mohamed bin Salman (MbS) haya sabido del asesinato de Jamal Khashoggi. “En todo caso”, aclaró, “nuestra relación es con el Reino”.
Reforzando su argumentación, el miércoles el presidente festejó los bajos precios de los hidrocarburos: “Los precios del petróleo están bajando. ¡Genial! Es lo mismo que una rebaja de impuestos para los norteamericanos y para el mundo. Muchas gracias Arabia Saudita, pero que bajen aún más de los 54 dólares actuales”, tuiteó. Ya el martes su principal argumento había sido económico: “si cancelamos los contratos para la venta de armas [a Riad], Rusia y China serán los principales beneficiarios,” declaró.
Las declaraciones de Trump sucedieron en pocos días a la publicación el viernes anterior de un informe de la CIA que constataba que MbS fue el autor intelectual del asesinato del periodista y doble espía.
La crisis desatada por el asesinato de Khashoggi traza círculos cada vez más amplios y preocupa a todas las cancillerías. No obstante los riesgos de escalamiento, las presiones diplomáticas sobre los sauditas pueden conducir a la salida de la terrible guerra que azota a Yemen. El martes el enviado especial del secretario general de la ONU, Martin Griffiths, se puso en camino hacia Sana’a, para organizar las negociaciones que deben realizarse próximamente en Suecia. Griffiths pretende que el mes próximo los Hutis y la facción apoyada por los sauditas se sienten a la mesa de negociaciones.
Aunque la semana pasada ambas partes expresaron su beneplácito al envío de la misión y a la realización de negociaciones, fieros combates que estallaron el lunes en el norteño puerto de Hodeida hacen temer por el cronograma. Los choques se concentraron en la parte oriental de la ciudad parcialmente sitiada por la coalición liderada por los sauditas.
En coincidencia con la misión de Griffiths, el lunes Gran Bretaña presentó al Consejo de Seguridad un proyecto de resolución que exige un inmediato alto el fuego en la ciudad de Hodeida cuyo puerto es prácticamente la única vía para el ingreso de ayuda humanitaria. Por su parte, Mohamed Ali al-Huti, líder del Alto Comité Revolucionario, tuiteó el lunes la disposición de su grupo a suspender todas las operaciones militares y el lanzamiento de cohetes hacia Arabia Saudita. También Riad expresó su apoyo a nuevas tratativas. En una reunión con el Consejo de la Shura (asesor de la corona), el rey Salman bin Abdulaziz afirmó el lunes que su gobierno respalda para Yemen una “solución política” y un “diálogo nacional comprehensivo”.
Aunque los países occidentales han condenado los ataques contra la población civil, siguen apoyando la agresión saudita y continúan vendiendo armas a Riad. Por estas razones, es de aplaudir que el debilitamiento internacional de Arabia Saudita esté conduciendo a una salida negociada en Yemen.
No sólo los Estados Unidos, sino también China y Rusia están intentando contener los crecientes daños producidos por el asesinato de Khashoggi. MbS ha amenazado concretamente con tomar medidas de represalia económica, si es incriminado. Se escucha hablar de un boicot petrolero saudita que dejaría a Europa Occidental sin hidrocarburos. Otra amenaza que ha esgrimido es retirar de los bancos europeos y norteamericanos los depósitos de los fondos soberanos del reino. En cualquiera de los casos se desataría una crisis mundial de proporciones. Por ello nadie entre los principales líderes internacionales se atreve todavía a condenar abiertamente al joven príncipe heredero. La alternativa en juego es desplazarlo de la línea sucesoria.
Recientemente algunos funcionarios norteamericanos han indicado que apoyarían la asunción del trono por el príncipe Ahmed bin Abdulaziz. Último hermano vivo del rey Salmán y, como éste, hijo del fundador del reino (1932), Abdulaziz bin Saud. El príncipe Ahmed (76 años) fue viceministro del Interior durante 40 años y este año tuvo que salir en un exilio encubierto, después de que Mohamed bin Salman en noviembre pasado encarceló a 40 príncipes de la casa real y torturó a algunos de ellos, hasta que le entregaron la mitad de sus riquezas. Ahmed volvió significativamente a Riad la semana pasada.
Las fuentes sauditas aseguran que la diplomacia internacional confía en que el príncipe Ahmed no cambiaría ni revertiría ninguna de las reformas sociales o económicas promulgadas por MbS, honraría los contratos de compra de equipamiento militar y mantendría la política internacional saudita, pero restablecería la unidad de la familia real.
Aunque la oposición interna a MbS es fuerte, no todos en la familia están de acuerdo con derrocar al príncipe heredero, como el príncipe Turki bin Faisal, ex embajador en Washington y Londres y también ex jefe de inteligencia señaló: “Mientras más críticas al príncipe heredero hay, más popular es en el reino”. El problema consiste en que el mundo no puede arriesgarse a una crisis económica general y/o a una guerra que incendie el Medio Oriente ampliado, porque el joven príncipe megalómano y paranoico sea popular. Alguien debe hallar la vuelta a la cuadratura del círculo y ese alguien gobierna desde Washington.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Estimad@s lector@s:
Este es un blog moderado. Sus comentarios serán evaluados antes de la publicación, para evitar spam.
Agradezco su atención.
Eduardo J. Vior