Se resquebraja el muro
El
triunfo de Nito Cortizo en la elección presidencial en Panamá sugiere
la posibilidad de que el istmo redefina su posición internacional y
rompa el bloqueo a Venezuela
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
7 de mayo de 2019
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7 de mayo de 2019
El triunfo del Partido Revolucionario
Democrático (PRD) en la elección presidencial panameña del domingo 5
devuelve al poder al bloque agrario contrario al capital financiero
concentrado de la capital y plantea un giro en la política internacional
del país que incluye una actitud más prudente hacia Venezuela. Sin
embargo, ante el cúmulo de obstáculos existentes y sus propias
debilidades, el PRD todavía debe demostrar su capacidad para ejecutar
esta agenda.
Al filo de la medianoche del domingo el
Tribunal Electoral anunció la victoria de Laurentino “Nito” Cortizo. De
este modo el PRD regresa a la presidencia del país centroamericano tras
una década en el llano, pero lo hace por una diferencia mínima. Con casi
el 100% de los votos escrutados, el lunes el candidato perredista
lograba el 33% frente al 31% de Rómulo Roux, de Cambio Democrático (CD),
la formación del expresidente Ricardo Martinelli
(2009-14), quien está preso, mientras se le investiga por un escándalo
de escuchas. En números absolutos logró una ventaja de 37.500 votos. El
tercer candidato, el independiente Ricardo Lombana, alcanzó el 20%.
Finalmente, el oficialista José Isabel Blandón, del Partido Panameñista,
sólo obtuvo el 10%. Si bien se preveía una alta concurrencia a las
urnas, la participación llegó al 70%.
Aunque las encuestas situaban a Cortizo,
empresario de 66 años, como gran favorito para la presidencia del país
centroamericano, de cuatro millones de habitantes, el margen de victoria
es mucho menor de lo augurado. Roux, abogado de 54 años, se le acercó
mucho gracias al gran porcentaje que alcanzó en la capital y el área
metropolitana, imponiendo la capacidad de movilización de su formación
entre las clases populares. Cortizo, por su parte, se impuso con
claridad en las comarcas indígenas y en las provincias rurales, donde
está más asentado su partido (el más grande del país).
“Nito” Cortizo, de 66 años, comenzó su
carrera como empresario en compañías de construcción y ganadería, antes
de ingresar en 1994 en la política como diputado del ya desaparecido
Partido Solidaridad. Desde 2004 milita en el Partido Revolucionario
Democrático (PRD), fundado por el líder revolucionario Omar Torrijos
(1968-81). Cortizo fue ministro de Desarrollo Agropecuario durante la
última administración del PRD (2004-09), con Martín Torrijos como
presidente, pero renunció en 2007 en desacuerdo con el Tratado de Libre
Comercio con EE.UU. Consecuente con esta actitud, tras salir de votar el
domingo pasado, anunció que renegociará el acuerdo, lo mismo que los
tratados con Costa Rica y Nicaragua. Es que él representa a intereses
ganaderos que fueron muy afectados por la apertura de las aduanas.
El ahora presidente electo relató el
domingo también a la prensa que recientemente tuvo una buena
conversación con el embajador de China en Panamá, quien entendió que
“nosotros tenemos una relación estratégica con Estados Unidos, pues es
nuestro principal socio”. No obstante, manifestó su voluntad de
fortalecer los vínculos comerciales con el país asiático.
Aunque ambas naciones recién han establecido relaciones diplomáticas hace dos años, China ya tiene a Panamá entre sus principales objetivos de inversión en América Latina
para los próximos años. Por el Canal pasa el 5% del comercio mundial y
ese país es una plataforma clave a escala global. Sin embargo, como el
10% del comercio exterior norteamericano también atraviesa la misma vía y
supone más de 2/3 de su tráfico anual, el conflicto entre ambas
superpotencias por su influencia sobre Panamá está programado.
El PRD es una de las tres formaciones
políticas mayoritarias en el país centroamericano, junto con el
Panameñista del actual presidente Juan Carlos Varela,
y Cambio Democrático, de Ricardo Martinelli. La formación de Cortizo es
miembro de la Internacional Socialista, pero los partidos panameños
distan de ser ideológicos y el tono general es conservador. Sólo Saúl
Méndez, candidato por el Frente Amplio, se define como de izquierda.
Las elecciones del domingo pasado son
vistas por muchos como un nuevo comienzo en la lucha contra la
corrupción y como un momento de posible viraje político en Panamá.
Fueron los primeros comicios desde la filtración de los Papeles de
Panamá que sacudieron el país hace tres años y que luego se vio afectado
por otros grandes escándalos. Es por ello que el combate a la
corrupción fue uno de los principales temas de la campaña.
Aunque el cambio de gobierno no alterará
el modelo de desarrollo basado en el potencial logístico del Canal y la
atracción de capitales extranjeros mediante importantes incentivos
fiscales, el próximo presidente deberá moderar la inequidad (Panamá es
uno de los cinco países más desiguales del mundo) y combatir la
corrupción. En la última década el país ha crecido a un promedio del 7%
anual, pero el 10% más rico tiene 35 veces más que el 10% más pobre y
mientras la renta per cápita de la capital y la zona de influencia del
Canal crece continuamente, la Panamá rural tiene unas tasas de pobreza
muy similares a las de los países vecinos. Aunque la inflación está
controlada, el precio de los productos básicos ha subido con fuerza en
los últimos años, arañando el poder adquisitivo de los sectores más
pobres de la población.
El otro gran foco de descontento social es la corrupción, cuya percepción ha crecido durante el mandato de Varela. Ahora le toca a Cortizo encarar seriamente el flagelo.
El presidente electo asegura asimismo
que revisará la actuación de su país con respecto a Venezuela, sobre
todo las posiciones que ha adoptado dentro del Grupo de Lima, incluyendo
el reconocimiento a Juan Guaidó como presidente interino, y aseguró que
le duelen las circunstancias por las que atraviesa Venezuela.
Dados el escaso margen de ventaja
obtenido sobre el Centro Democrático, el apoyo que éste sigue teniendo
en sectores urbanos (incluso entre los más pobres), el efecto corruptor
de la economía del Canal, la enorme presión de EE.UU. y la propia
heterogeneidad de su base, no hay garantías de que Cortijo pueda cumplir
su programa. No obstante, cualquier progreso en ese sentido, por
pequeño que sea, romperá el cerco norteamericano a Venezuela. Nuevos
vientos soplan en Nuestra América.
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Eduardo J. Vior