De Buenos Aires a Tel Aviv: Trump busca recuperar el control
Los
más recientes desarrollos en Argentina, Bolivia, Brasil, Israel y
Paraguay están entrelazados por una lucha por el poder dentro del
Imperio que se va a agudizar en los próximos meses
Son
demasiadas coincidencias, como para que el analista internacional no
mire atentamente. Las derivaciones del “caso D’Alessio en Argentina, el
pedido brasileño de extradición del ex presidente paraguayo Horacio
Cartes en una causa conexa con el Lava Jato, la vuelta de la DEA a
Bolivia y el procesamiento del primer ministro israelí Benyamin
Netanyahu por corrupción atruenan por su conexión.
La
causa que se sigue en Dolores a Marcelo D’Alessio por espionaje contra
empresarios y políticos tuvo la semana pasada un giro, cuando el
imputado pidió ser reconocido como “arrepentido” y el canal de noticias
C5N mostró el pasado viernes 22 un diálogo por WhatsApp que evidencia
que el editor de Política de Clarín, Ricardo Roa, apañaba ya a mediados
de 2018 las maniobras del espía, para quebrar una empresa petrolera en
Santa Cruz. Lo curioso de la denuncia es que se haya producido ahora, cuando el sitio web El Destape
ya la había publicado en abril pasado. Entonces trascendió también que
el ex agente de la AFI Hugo Rolando “Rolo” Barreiro en su declaración en
Dolores había identificado como miembros del servicio de inteligencia
israelí a algunos participantes en reuniones celebradas en 2017 en el
Senado.
Para completar el
desnudamiento repentino de la trama sionista en Argentina, en los
últimos días se hizo pública la declaración que el pasado 11 de
septiembre diera ante Ramos Padilla Dov Kilinsky. Se trata de un
empresario israelí, representante de firmas proveedoras de equipos de
seguridad e inteligencia, que estuvo relacionado con Marcelo D’Alessio y
participó en la más arriba mencionada reunión en el despacho del
senador correntino Carlos “Camau” Espínola. Muchos de los equipos que
promociona Kilinsky sólo los pueden comprar organismos de seguridad e
inteligencia y su venta requiere la autorización del Ministerio de
Defensa israelí. En la declaración de Kilinsky quedó claro que él y
D’Alessio conocen bien a Mario Montoto, el presidente de la Cámara de
Comercio Argentino Israelí a la que Kilinksy pertenece. Curiosamente, en
su declaración en Dolores Kilinsky mencionó como contacto con D’Alessio
a Dan Alterson, sobre quien no se sabe nada.
Entre
tanto, en las vísperas del ascenso al gobierno del Frente de Todos, se
multiplican las operaciones de inteligencia y las señales provocativas.
El anuncio del presidente de que la ministra de Seguridad Patricia
Bullrich sería la próxima presidente del PRO no sólo se adelanta al
intento de sus competidores internos por conducir el partido
conservador, sino que avisa que la Gendarmería, y con ella la Mossad,
conducirán a la oposición.
Según el
portal Infobae (de Daniel Haddad y Mario Montoto) del 22-11-19, “Alberto
Fernández comunicó a la embajadora de Israel que analiza derogar el
decreto que declaró a Hezbollah como agrupación terrorista. Fue durante
la reunión que el presidente electo mantuvo con Galit Ronen hace diez
días en su oficina de Puerto Madero.” Conociendo su prudencia y astucia,
es sumamente dudoso que Alberto Fernández haya adelantado ante una
interlocutora tan peligrosa una jugada internacional de estas
dimensiones. Lo más probable es que el trascendido sea parte de la
presión israelí, para arrancar concesiones al futuro presidente.
Todas
las huellas de esta mafia llevan hacia las Tres Fronteras entre
Argentina, Brasil y Paraguay. En julio de 2018 se vendió el Shopping de
Puerto Iguazú, en el corazón de la zona. Se estima que el precio pagado
estuvo por encima de los 10 millones de dólares. Lo más interesante del
centro comercial es que desde Brasil se accede a él antes de pasar por
la aduana argentina. O sea, que allí es posible comprar cualquier
producto, cruzar el puente binacional e ingresarlo al país vecino
evadiendo la aduana, que recién está a 2 km más atrás del límite. En la
compra participaron el ingeniero Carlos De La Fuente (propietario del
edificio Terrazas del Puerto de Posadas) y dos socios porteños: Néstor
Ceida y Mario Montoto.
Como un rayo caído del cielo, mediante el “Operativo Patrón” (nomen is omen)
la Justicia brasileña ordenó el pasado martes 19 de noviembre la
captura del ex presidente paraguayo Horacio Cartes por su presunta
vinculación con una red internacional de lavado de dinero comandada por
el cambista brasileño Dario Messer que blanqueó cerca de 1.600 millones
de dólares. Como la economía brasileña no está dolarizada, los cambistas
tienen allí un papel excepcional en el lavado de capitales. Al mismo
tiempo la Policía Federal brasileña detuvo en São Paulo al cambista
(“doleiro”) Nazun Azario Flato Turner y realizó allanamientos en Rio de
Janeiro y Ponta Porá, en la frontera del Estado de Mato Grosso do Sul
con Paraguay. El nombre del operativo se debió a que Dario Messer se
refería a su amigo Cartes como el “patrón”. A Messer se lo conoce como
el “doleiro de los doleiros”, por comandar desde Paraguay una red
internacional con ramificaciones en decenas de países que lavó unos
1.600 millones de dólares. Heredero de una dinastía judeo-brasileña de
cambistas de más de 100 años, en 2002 estuvo implicado en la quiebra
fraudulenta de Banestado, en São Paulo y desde entonces pagó en Curitiba
a un estudio de abogados, para que se asegurara de la pasividad del
juez federal Sergio Moro, hoy ministro de Justicia de Brasil. Sin
embargo, ya en el poder, éste parece haber cambiado de patrón.
Messer
fue arrestado en julio pasado en São Paulo, luego de estar prófugo en
Paraguay bajo la protección del ex presidente Cartes, que actualmente es
senador vitalicio. La orden de arresto contra Cartes fue impartida por
el juez federal de Rio de Janeiro Marcelo Bretas, a cargo del Lava Jato
en ese estado y uno de los hombres de confianza del ministro Moro. Desde
hace tres décadas el cambista en jefe viene siendo investigado por la
Policía Federal brasileña por traficar a través de las fronteras grandes
sumas de políticos, empresarios y criminales. Al mismo tiempo, ha sido
uno de los principales lobbistas israelíes en Brasil y Paraguay y
apareció varias veces en público junto al ex primer ministro israelí
Benyamin Netanyahu. Era buscado por la Interpol desde mayo de 2018 por
su implicación en el Lava Jato, pero también en Paraguay está imputado
por lavado de dinero junto a otros implicados.
Uno
de los encargados de esconder a Messer durante su fuga fue Antonio
Joaquim da Mota, hacendado y empresario en la frontera entre Brasil y
Paraguay, cuya familia está sospechada de complicidad con el crimen
organizado en la frontera entre Mato Grosso do Sul y Paraguay, sobre el
Alto Paraná. La pista hacia Mota la dio un contrato privado entre una
empresa suya y Sérgio de Arruda Quintaliano, uno de los líderes del PCC
(Primer Comando de la Capital, la gigantesca organización criminal con
centro en São Paulo), que los investigadores encontraron en la
computadora de la mujer del traficante.
En
este contexto, también el golpe en Bolivia contra el presidente Evo
Morales forma parte de este plan (¿de Trump?, ¿del Comando Sur?) para
eliminar competencias en el mercado internacional de la droga. La
reciente decisión del autoproclamado gobierno interino boliviano de
restablecer la cooperación con la DEA libera nuevamente el tráfico a
través de la frontera con Brasil y devuelve a EE.UU. el control de la
producción boliviana de coca. Coincidentemente, Sergio Moro anunció el
sábado 23 que Arturo Murillo, ministro del Interior del gobierno
golpista boliviano, informó que extraditará a narcotraficantes
brasileños hacia Brasil. Serán muy bienvenidos en los presidios
federales de máxima seguridad, donde se reunirán con sus jefes y harán
más sencilla la planificación de las operaciones. Esta decisión es parte
del cumplimiento del pacto que el gobierno brasileño evidentemente hizo
a principios de 2019 con el PCC, para que “pacifique” Brasil, a cambio
de dejarlo traficar tranquilo. Parece que el PCC pagó por adelantado,
porque durante 2019 el número de homicidios en Brasil disminuyó en
7.000.
La ofensiva norteamericana
para la reconquista del mercado de la droga se realiza también en
Israel. Después de que el jueves 21 el fiscal general imputara por
corrupción al primer ministro Benyamin Netanyahu, el domingo el diputado
de Likud Gideon Sa’ar, pidió formalmente al Comité Central partidario
la realización inmediata de elecciones primarias. Israel atravesó este
año ya dos elecciones parlamentarias (en abril y septiembre pasados) que
no arrojaron mayorías claras y, si nadie logra formar un gobierno con
suficiente apoyo parlamentario, en 14 días el presidente convocará a una
inédita tercera elección en menos de un año. Para evitar este extremo,
el desafiante del primer ministro quiere que se adelante la interna,
ganarla y formar un gobierno con mayoría dentro del plazo estipulado. El
liderazgo partidario aceptó llamar a los afiliados a las urnas, pero
recién en seis semanas, por lo que el conflicto dentro del partido
conservador probablemente escale.
Este
político israelí, con formación en la inteligencia militar y origen
argentino por su padre, adhiere a la propuesta de Donald Trump para
formar una confederación jordano-palestina en lugar de la inviable
solución de “dos estados”. Todo parece indicar que, ante la
desestabilización permanente del Medio Oriente por la política
guerrerista de Netanyahu y su necesidad de financiarse recurriendo al
tráfico internacional de drogas y armas, el presidente norteamericano
optó por una solución realista y sacrifica al primer ministro. De paso,
neutraliza los efectos del tráfico internacional de drogas y armas sobre
la política regional.
El
significado de la coincidencia entre las revelaciones de la intromisión
israelí en la política argentina, la reconquista de Bolivia por la DEA,
los allanamientos en Brasil, el pedido de extradición contra Horacio
Cartes y, finalmente, el procesamiento de Benyamin Netanyahu fortalece
la hipótesis de que el presidente Trump está tratando de recuperar el
control de las regiones bajo su hegemonía y regular los lazos entre el
“Estado profundo” y el crimen transnacional organizado. Aunque el
presidente norteamericano y sus generales disienten bastante, por ahora
están coincidiendo en América del Sur y Medio Oriente. No obstante,
EE.UU. ya no está en condiciones de operar durante largo tiempo en
muchos frentes a la vez. El riesgo es grande de que la ofensiva se
desinfle pronto o de que en algún teatro de operaciones la superpotencia
cometa un error que sus adversarios aprovechen. La Historia ha echado a
correr, pero nadie sabe para dónde va.