Dime cómo curas y te diré cómo gobiernas
La
difusión mundial del coronavirus y el estallido de la crisis económica
permiten comparar los modos y actitudes con los que los gobiernos tratan
a sus poblaciones e inferir sus políticas futuras.
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
28 de marzo de 2020
Infobaires24
28 de marzo de 2020
Las imágenes comenzaron a llegar el
sábado 22: largas columnas de M1117 Guardian recorrían las calles de
Manhattan, mientras que en Miami Beach la policía local apaleaba
literalmente a grupos de jóvenes afro- y latinoamericanos, para liberar
los espacios públicos. En el otro extremo del globo, la ciudad de Wuhan
–epicentro de la pandemia en China- puso este miércoles nuevamente en
circulación sus 117 líneas de ómnibus, después de nueve semanas de
clausura. Entre tanto, en Alemania el 23 de marzo gobierno y oposición
se pusieron de acuerdo en limitar la circulación de personas y bienes
para aumentar la distancia social. Tres criterios diferentes para el
tratamiento de la pandemia se aparean con tres modelos para la economía
mundial.
Tras unas sesiones en alza, los principales índices de Wall Street cayeron este viernes en la apertura de la Bolsa: el Dow Jones perdió 951,5 puntos (el 4,22 %), el Nasdaq (valores tecnológicos) cayó 254,67 puntos (el 3,27 %), mientras que el S&P 500
(las 500 empresas más importantes) bajó en 91,21 puntos (el 3,47 %).
Simultáneamente cerca de 3,3 millones de personas solicitaron ayuda por
desempleo en la semana que terminó este jueves 26. Es la cifra más alta
desde 1982.
El desplome se produjo después de que en Estados Unidos se registraran 97.028 infectados, 1.475
de los cuales han resultado letales. El número de casos registrado en
EE.UU. superó así al de China. El estado más afectado por el brote sigue
siendo Nueva York, donde el gobernador del Estado, Andrew Cuomo, ha
anunciado este 27 de marzo que en ese territorio se han contabilizado
7.300 nuevos casos durante las últimas 24 horas y que ya hay 44.635 infectados de los cuales 519 fueron letales.
Entre tanto, este viernes, finalmente, el Congreso de EE.UU. sancionó una ley de estímulo de 2,3 billones de dólares,
para subsidiar a las industrias más afectadas por la pandemia, realizar
pagos directos a las familias estadounidenses, dar préstamos a pequeños
negocios, ayudar por desempleo y 75.000 millones de dólares para
hospitales.
La conjunción de la pandemia y la crisis
continúan asimismo hundiendo el precio del petróleo: el intermedio de
Texas (WTI) cerró este viernes a 21,11 dólares el barril, en tanto el
Brent Crude se cotizó a 27,76 dólares por barril. Esta
brusca baja de las cotizaciones está llevando al desastre a numerosas
empresas del área de petróleos no convencionales y arruinando la
recaudación por exportaciones de muchos países exportadores de petróleo y
gas.
A pesar de la grave crisis sanitaria que
aqueja a EE.UU., el presidente y los gobernadores estaduales continúan
por sendas divergentes: mientras que el mandatario neoyorquino insiste
en aumentar la distancia social, para disminuir el número de casos
mortales, Donald Trump sigue convencido de que el costo de cerrar la
economía nacional supera en mucho a los beneficios. Su círculo más
estrecho sostiene que es más económico mantener liberada la circulación
de personas y bienes, hasta que por selección natural se dé una
“inmunidad de rebaño”, que limitar la movilidad humana, para salvar
vidas. Por ello no intenta proteger ni cuidar a la población, sino
imponerle su fórmula, si es necesario, con violencia.
En el otro extremo del mundo, en tanto,
China registra la normalización del 90% de sus empresas más grandes y
del 60% de las pequeñas y medianas. Si bien al comienzo de la pandemia
el gobierno y el PCCh tardaron en reaccionar, a partir del 12 de enero
dispusieron una masiva prohibición de circulación que en su pico más
alto confinó en sus casas a 930 millones de habitantes. Con severas
restricciones, control de la información y el registro matutino y
vespertino de los datos vitales de toda la población, la curva de
reproducción de la pandemia bajó drásticamente, aun al costo de sufrir
enormes pérdidas económicas, que las primeras estimaciones cifran en 9%
interanual de caída del PBI en el primer bimestre y 13% de la inversión
en capital fijo. La economía china sigue todavía corriendo el severo
riesgo de una segunda ola de infección por la reanudación de los
intercambios con el exterior, pero se calcula que, si todo va bien, su
PBI termine 2020 creciendo entre 3 y 3,5%, la cifra más baja desde 1990.
Por su parte, el presidente de Rusia, Vladímir Putin,
anunció este 25 de marzo su decisión de aplazar la fecha del referendo
constitucional previsto para el próximo 22 de abril. “Nuestra prioridad
absoluta son las vidas, la salud y la seguridad de las personas”,
aseveró el jefe de Estado ruso. Además, el mandatario dispuso
para la próxima semana una licencia generalizada con goce de sueldo
para todos los trabajadores y empleados. No obstante, los servicios
esenciales y el gobierno en todos sus niveles continuarán funcionando.
El presidente dispuso aumentar el pago a
los ciudadanos en situación de desempleo, apoyar a las familias con
niños, renovar automáticamente todas las prestaciones y apoyos sociales,
otorgar moratorias para los préstamos de consumo e hipotecarios, pagar
el salario mínimo hasta fin de año a quienes estén dados de baja por la
enfermedad y adelantar a los primeros días de mayo los pagos a los
veteranos por el 75º aniversario de la victoria de 1945. Rusia registra
cifras de infección muy bajas y apenas unos pocos muertos, pero persiste
en una política de restricción (no prohibición) de la circulación, para
disminuir los riesgos de contagio.
A su vez, en un gesto de firme
gobernanza la Canciller alemana Angela Merkel desestimó ayer reclamos,
para que ya después de Pascua aflojen las restricciones a la movilidad
que tanto le ha costado imponer. “Este no es el momento para hablar de
distensión de las medidas”, declaró en una conferencia de prensa
celebrada por Internet. Las medidas adoptadas el domingo pasado, dijo,
en gran parte del país recién comenzaron a ser aplicadas al día
siguiente. “Es muy temprano todavía para saber si tienen éxito”,
sostuvo. Por eso pidió al pueblo alemán “que tenga paciencia”. La
Canciller se ha recluido por propia voluntad en una cuarentena, después
de que a su médico personal se le diagnosticó Covid19, pero el análisis
le dio negativo.
Después de largas semanas de discusiones
e indecisiones, el Estado federal y los estados federados se pusieron
de acuerdo el domingo pasado en un paquete de medidas que restringen
severamente los contactos sociales y así mantener la capacidad
operatoria del sistema sanitario. De acuerdo a las últimas cifras
informadas por el Instituto Robert Koch, en Alemania había este viernes
43.367 infectados y se había producido un total de 307 muertes.
Paralelamente a las medidas sanitarias,
el Bundestag aprobó el miércoles 25 un paquete de gastos por 156 mil
millones de euros (cerca de la mitad del presupuesto anual del país),
para subsidiar empresas y puestos de trabajo. El Bundesrat, la cámara de
los estados federados, ratificó el proyecto este viernes. De este modo
la República Federal abandonó radicalmente la severa política de
equilibrio fiscal que se había impuesto desde principios de la década de
1990 y a la que había sometido al resto de Europa (recordemos la crisis
griega).
Evidentemente, los diferentes modos de
tratar la pandemia se corresponden con orientaciones político-económicas
divergentes. Ya hoy pueden avizorarse por lo menos tres modelos: la
reversión neofascista norteamericana, el capitalismo social regimentado
euroasiático y el capitalismo estatal semiliberal de Europa Central y
del Norte. Mientras que para el primero es prioritario mantener a toda
costa la actividad económica y no disminuir la tasa de ganancia, la
previsible mortandad en masa que se produzca se evalúa sólo como un dato
estadístico.
En el otro extremo, en el modelo chino
se priorizó la salvación de vidas prohibiendo drásticamente la
circulación de personas y bienes, se controló la vida privada, los
movimientos y los contactos de hasta el último habitante del país y se
toleró el hundimiento de la vida económica en la certeza de que, de ese
modo, la pandemia pasaría rápidamente y China pronto se pondría
nuevamente en marcha. Los “apenas” 3.292 muertos que el país (con 1.300
millones de habitantes) sufrió son muestra del éxito de esta estrategia.
Sobre todo Alemania, pero también
Francia y otros países de Europa Central y Occidental han optado por un
camino intermedio: se han tomado tiempo para discutir ampliamente los
pro y contra de cada opción, dejando que la pandemia avanzase, pero,
cuando se alcanzó el consenso en torno a un progresivo aislamiento y
mayor distancia social, al mismo tiempo abandonaron los dogmas
neoliberales de los últimos 30 años e hicieron que sus estados
intervengan masivamente en el salvataje inmediato de sus economías, pero
también en el régimen de propiedad.
No sabemos cómo será el mundo
post-pandemia, pero seguro que no será como el que teníamos hasta hace
sólo un mes. Las cadenas transnacionales de producción se han roto y es
probable que muchas no se recompongan. Esto llevará a nuevas alianzas y
asociaciones, mucho más si los estados vuelven a intervenir en el
desarrollo económico de los países con agendas sociales y laborales.
Probablemente, el país más dañado sea Estados Unidos por la dimensión
del contagio, de las muertes y del consecuente dislocamiento de la
producción y los servicios. No es para alegrarse y probablemente haya
que pensar en un “Plan Marshall” en la dirección inversa para rescatar
su economía, pero es una oportunidad para aprovechar.