Ninguna locomotora puede tirar de un tren roto
Mientras el coronavirus y la crisis
económica se extienden por el mundo, China retoma su crecimiento, pero
sin el resto del planeta no podrá avanzar mucho.
Por Eduardo J. Vior
Infobaires24
18 de marzo de 2020
Infobaires24
18 de marzo de 2020
El negro lunes 9 de marzo confirmó, no
sólo en Wall Street, lo que muchos temíamos desde hacía un par de años:
llegó la crisis mundial. En tanto la epidemia de coronavirus viene
siendo superada en China, se expande por Irán, Europa, Estados Unidos,
África y pronto se la espera en el resto de Asia. Desde su presidencia pro tempore
del G 20, Arabia Saudita está organizando para los próximos días una
reunión virtual de líderes del bloque, para coordinar el combate contra
la pandemia y la aguda recesión que ya comenzó, pero es difícil que se
puedan poner de acuerdo, a juzgar por las disímiles actitudes ante la
multifacética crisis.
Entre tanto, la economía china parece haber tocado fondo (muy profundo) y estar retomando el camino del crecimiento. Sin embargo, ni China puede sacar adelante un sistema mundial roto
La publicación el lunes 16 de los
primeros datos oficiales sobre la economía de China en enero y febrero
pasados asustó por las dimensiones de la caída: según Goldman Sachs, el PBI se redujo en un 9%,
contra el 2,5% previsto en un informe anterior y para 2020 la previsión
de crecimiento disminuyó del 5,5% al 3%. En el primer bimestre se
hundieron casi todos los sectores de la economía: en relación a 2019 las
ventas minoristas se redujeron en 20,5%; la producción industrial
descendió 13,5% y la inversión en capital fijo, cerca de 25%. La
publicación de los datos coincide con la reducción de la pandemia al
mínimo. Por cuarto día consecutivo, el lunes 16 los casos importados
(20) superaron a los locales (1), por lo cual varias regiones y ciudades
extremaron los controles sobre los viajeros llegados del exterior.
A medida que los contagios remiten, la economía del país va reencendiendo los motores.
A fines de la semana pasada el 95% de las mayores empresas fuera del
epicentro de la provincia de Hubei habían reabierto, al igual que
alrededor del 60% de las pymes. A su vez la ocupación de los trenes
volvió ya a los niveles previos a la eclosión de la enfermedad.
Asimismo, la aviación civil, los puertos y el transporte fluvial
funcionan normalmente.
El índice Dow Jones, que mide el
promedio de la actividad industrial en EE.UU., cayó el lunes un 12,9% y
cerró a 20.188,52. La situación en Europa y Estados Unidos se está
deteriorando aceleradamente. En Italia hay hoy en día 24.000 casos de
coronavirus, en España, 9.000 y Estados Unidos reportó más de 4.660. Por
lo menos 87 personas murieron allí por la enfermedad.
La combinación de pandemia y
crisis económica llevó a Goldman Sachs el lunes a rebajar su previsión
sobre el crecimiento del PBI norteamericano. La investigadora
de mercados prevé una caída de 5% entre abril y junio después de un
crecimiento nulo entre enero y marzo. Para todo 2020 redujo su
pronóstico de 1,2% a 0,4%.
Por primera vez, este lunes el presidente Donald Trump reconoció la gravedad de la crisis,
al referirse ante la prensa a un “enemigo invisible” que puede hundir
la economía y requiere cuarentenas en algunas “áreas calientes”, sino en
todo el país. Según estimó, la pandemia de COVID-19 podría estar
controlada entre julio y agosto. Entre tanto, la economía norteamericana
estaría avanzando hacia la recesión.
Según los expertos, la economía de
EE.UU. se reducirá durante el segundo trimestre en el 8%, igual que en
la crisis de 2008. Como preanuncio, en los últimos días han empeorado
drásticamente las condiciones financieras y se espera que la crisis pronto alcance la economía real. En un mes las acciones de las empresas norteamericanas han perdido en promedio el 27% de su valor.
Por su parte, el gobierno francés ha dado un giro radical y de su neoliberalismo ha retornado al gaullismo de los años 60
Por ejemplo, el ministro de Finanzas,
Bruno Le Maire, declaró este martes que, para salvar a las grandes
empresas en dificultades, el gobierno está hasta dispuesto a
nacionalizarlas, si es necesario. Ya se está aplicando un paquete de medidas por €45 mil millones para ayudar a empresas y trabajadores a soportar la pandemia.
Asimismo, en otra voltereta notable, el
gobierno británico acató este martes las recomendaciones de un comité de
expertos del Imperial College e introdujo diversas medidas para alentar
la distancia social e impedir la proliferación del virus. “Gran Bretaña no tiene tiempo que perder”,
dice el informe, “y debe cambiar sus tácticas, para prevenir que miles
de personas mueran y que el Sistema Nacional de Salud (NHS) sea
rebalsado”. Un sistema, por otra parte, que está completamente en ruinas
después de décadas de desfinanciamiento.
Según el reporte del Imperial College (uno de los consejos científicos que asesoran al gobierno), 250.000 personas podrían morir,
si no se aplican medidas radicales para inducir la distancia social y
retardar la difusión del virus. No obstante, las primeras decisiones
oficiales en ese sentido sólo apelan a la buena voluntad de los
británicos y no tienen carácter obligatorio.
Entre tanto, la Canciller alemana Angela
Merkel anunció también este martes que la Unión Europea cerraría por 30
días sus fronteras exteriores. Al mismo tiempo, el ministro de
Relaciones Exteriores Heiko Maas informó que se estaba poniendo en
marcha una gran operación para llevar de regreso a Alemania a miles de
ciudadanos varados en distintos países. Al igual que sus pares europeos,
también la República Federal se encamina a la recesión.
Este panorama oscurece las posibilidades de recuperación de China.
Su economía está fuertemente internacionalizada y depende de cadenas de
producción transfronterizas. Además, restablecer esos lazos implica
volver a poner en marcha rutas aéreas, navieras y ferroviarias que
también son transmisoras del virus. China no se puede recuperar sola, ni
puede ayudar a la economía mundial a salir de la crisis, si sus socios
y/o sus consumidores no pueden movilizarse ni tienen poder de compra.
El tren de la economía mundial se ha
roto y no hay locomotora que lo pueda sacar adelante, sin cambiar las
vías. El sistema es uno, incluido China y Rusia, y desde fin del siglo
pasado es impulsado por subsidios en reemplazo de las ganancias. Este
ciclo de valorización financiera entre 2000 y 2020 ha hecho implosionar
las instituciones económicas y financieras vigentes desde 1945.
Agotadas las sucesivas burbujas especulativas y ante la imposibilidad de seguir invadiendo países, el “Estado profundo” norteamericano acudió al coronavirus para desatar la crisis mundial y barajar de nuevo
Hoy en día nadie tiene la alternativa
para reorganizar un sistema político y económico mundial fracturado e
irreparable. Sólo el tendido de nuevas vías puede permitir que una o más
locomotoras arrastren el tren de la economía mundial.
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Eduardo J. Vior