Más armas para la guerra
Año 6. Edición número 263. Domingo 2 de junio de 2013
Al Assad recibiría apoyo militar de Moscú.
Mientras en el campo de batalla se afirma la superioridad de Damasco,
los rebeldes anunciaron que no concurrirán a la conferencia de paz
convocada por Estados Unidos y Rusia.
Al mismo tiempo que el embargo sobre los envíos de armas a los
rebeldes sirios caducaba el pasado día 31 por decisión de la Unión
Europea, la oposición siria en el exterior anunciaba que no concurrirá a
la conferencia de paz convocada por Estados Unidos y Rusia para mitad
de junio en Ginebra. De mantenerse esta postura, el gobierno sirio
convalidará en el campo político y diplomático su actual supremacía
militar. La conferencia fracasará y la guerra civil se prolongará, con
el riesgo de que incendie toda la región.
Después de doce horas de sesión sin ponerse de acuerdo, los ministros de relaciones exteriores europeos decidieron el pasado lunes 27 levantar el embargo de los envíos de armas para la oposición siria que caducó entonces el viernes 31. La coalición de Alemania, Francia y Gran Bretaña logró impedir con malabarismos verbales la prórroga del embargo propuesta por Austria, Suecia, Finlandia y la República Checa cuyos delegados afirmaron que los envíos de armas prolongarán y agravarán la guerra.
Mientras tanto, en el campo de batalla se afirma la superioridad del gobierno sirio sobre los rebeldes. Desde mediados de la semana pasada, numerosos yihadistas intentaban entrar en la sitiada Qusair, ciudad situada en la frontera con Líbano, controlada por los rebeldes desde hace un año, para contener la exitosa ofensiva del Ejército sirio y las milicias de Hizbollah. El sitio es estratégico, porque por allí entran al país los suministros de armas y tropas para los opositores. Aunque sólo pocos combatientes están alcanzando la ciudad asediada, la batalla aún se mantiene.
“Teniendo en cuenta el fuerte apoyo de Irán y Rusia al gobierno sirio, hay indicios de que el régimen del Presidente Bashar al-Assad puede vencer en la guerra civil”, afirmó el periodista norteamericano asentado en Beirut Michael Young el pasado jueves en una entrevista en la página del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) en Washington. “En tanto, el gobierno avance en el campo militar, la demanda de la oposición de que renuncie no es realista”, continuó. Este mismo argumento llevó al presidente interino de la Coalición Nacional Siria (CNS), George Sabra, a anunciar el jueves 30 el boicot opositor a la conferencia de paz convocada por Rusia y Esttados Unidos para mitad de mes en Ginebra. “Esta posición dificulta a las potencias europeas y a Estados Unidos justificar el suministro de armas”, comentó Young la decisión,
En este contexto, el gobierno sirio informó el jueves 30 haber recibido de Rusia el primer cargamento de cohetes S300. Ambos países afirman que se trata de armas defensivas para repeler los ataques aéreos y de cohetes israelís, pero, como estos novísimos proyectiles tienen un alcance de 300 km, pueden afectar el espacio aéreo israelí. El primer ministro israelí Benjamin Netanhau reaccionó inmediatamente declarando que Israel debe prepararse para “una nueva era de guerra en el Medio Oriente. El frente interno se ha hecho ahora más accesible para el enemigo”, añadió. Sin embargo, Shaul Shay, investigador senior de la Universidad Bar Ilan, manifestó a CFR que duda que los cohetes ya hayan llegado a Damasco.
Después de ocho días de sesionar en Estanbul los líderes opositores seguían el viernes sin ponerse de acuerdo sobre la elección del presidente y vicepresidente del Consejo Nacional Sirio. Retrucando el fracaso opositor, el presidente Bachar Al Assad anunció el miércoles 29 que en 2014 piensa presentarse a una tercera reelección.
Evidentemente hay poca conexión entre la oposición externa e interna. El CNS percibe que Estados Unidos está evitando involucrarse en el conflicto y que la conferencia avalará la posición rusa de iniciar negociaciones de paz con todas las partes y sin condiciones previas. Aún más fuerte es su sensación de falta de autoridad sobre los combatientes del interior. Éstos, por su parte, le reprochan no consultar a las bases. Es previsible que el país continúe partido en dos por mucho tiempo. Apoyados en la mayoría sunita, los rebeldes quizá mantengan el control del Norte y Este del país, pero el gobierno, sostenido por los alawitas, los shiítas y los cristianos, con claros objetivos y voluntad política y con supremacía militar, seguiría controlando la mayor parte del territorio. La revuelta democrática de hace dos años se ha convertido en una guerra confesional.
Siria no es Libia. Hace dos años el envío de unidades anglofrancesas a Libia decidió la victoria de la coalición anti-Gadafi. Sin embargo, Libia no tiene la importancia geoestratégica de Siria ni el decidido respaldo ruso, iraní y chino con el que Assad cuenta. Las barbaridades cometidas por el régimen contra la población civil pierden relevancia ante las atrocidades cometidas por la facción salafista de los rebeldes. Al triunfar en Qusair, el gobierno controlará la frontera con Líbano, mientras sus apoyos internacionales contrapesan la ayuda occidental para los rebeldes.
Se mantenga o no la decisión opositora de boicotear la conferencia en Ginebra, la superioridad de las fuerzas leales y la división de los opositores permiten prever que el régimen sobrevivirá, aunque la guerra civil continúe por largos años. Es difícil que las potencias occidentales decidan invadir Siria, porque las fuerzas anglofrancesas e israelís deberían combatir junto a los extremistas sunitas. Estados Unidos tampoco intervendrá, al menos durante la presidencia de Obama. Rusia, Irán y China tampoco se quedarían quietos en esa eventualidad. A Assad le conviene amenazar con la internacionalización de la guerra sectaria entre musulmanes, para asustar a Occidente e imponer una paz negociada. Si Esados Unidos y Rusia consiguen evitar que el conflicto interno trascienda las fronteras, éste se prolongará sin vencedores definitivos durante mucho tiempo. Si no lo logran, la guerra va a abarcar todo el Medio Oriente.
Después de doce horas de sesión sin ponerse de acuerdo, los ministros de relaciones exteriores europeos decidieron el pasado lunes 27 levantar el embargo de los envíos de armas para la oposición siria que caducó entonces el viernes 31. La coalición de Alemania, Francia y Gran Bretaña logró impedir con malabarismos verbales la prórroga del embargo propuesta por Austria, Suecia, Finlandia y la República Checa cuyos delegados afirmaron que los envíos de armas prolongarán y agravarán la guerra.
Mientras tanto, en el campo de batalla se afirma la superioridad del gobierno sirio sobre los rebeldes. Desde mediados de la semana pasada, numerosos yihadistas intentaban entrar en la sitiada Qusair, ciudad situada en la frontera con Líbano, controlada por los rebeldes desde hace un año, para contener la exitosa ofensiva del Ejército sirio y las milicias de Hizbollah. El sitio es estratégico, porque por allí entran al país los suministros de armas y tropas para los opositores. Aunque sólo pocos combatientes están alcanzando la ciudad asediada, la batalla aún se mantiene.
“Teniendo en cuenta el fuerte apoyo de Irán y Rusia al gobierno sirio, hay indicios de que el régimen del Presidente Bashar al-Assad puede vencer en la guerra civil”, afirmó el periodista norteamericano asentado en Beirut Michael Young el pasado jueves en una entrevista en la página del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) en Washington. “En tanto, el gobierno avance en el campo militar, la demanda de la oposición de que renuncie no es realista”, continuó. Este mismo argumento llevó al presidente interino de la Coalición Nacional Siria (CNS), George Sabra, a anunciar el jueves 30 el boicot opositor a la conferencia de paz convocada por Rusia y Esttados Unidos para mitad de mes en Ginebra. “Esta posición dificulta a las potencias europeas y a Estados Unidos justificar el suministro de armas”, comentó Young la decisión,
En este contexto, el gobierno sirio informó el jueves 30 haber recibido de Rusia el primer cargamento de cohetes S300. Ambos países afirman que se trata de armas defensivas para repeler los ataques aéreos y de cohetes israelís, pero, como estos novísimos proyectiles tienen un alcance de 300 km, pueden afectar el espacio aéreo israelí. El primer ministro israelí Benjamin Netanhau reaccionó inmediatamente declarando que Israel debe prepararse para “una nueva era de guerra en el Medio Oriente. El frente interno se ha hecho ahora más accesible para el enemigo”, añadió. Sin embargo, Shaul Shay, investigador senior de la Universidad Bar Ilan, manifestó a CFR que duda que los cohetes ya hayan llegado a Damasco.
Después de ocho días de sesionar en Estanbul los líderes opositores seguían el viernes sin ponerse de acuerdo sobre la elección del presidente y vicepresidente del Consejo Nacional Sirio. Retrucando el fracaso opositor, el presidente Bachar Al Assad anunció el miércoles 29 que en 2014 piensa presentarse a una tercera reelección.
Evidentemente hay poca conexión entre la oposición externa e interna. El CNS percibe que Estados Unidos está evitando involucrarse en el conflicto y que la conferencia avalará la posición rusa de iniciar negociaciones de paz con todas las partes y sin condiciones previas. Aún más fuerte es su sensación de falta de autoridad sobre los combatientes del interior. Éstos, por su parte, le reprochan no consultar a las bases. Es previsible que el país continúe partido en dos por mucho tiempo. Apoyados en la mayoría sunita, los rebeldes quizá mantengan el control del Norte y Este del país, pero el gobierno, sostenido por los alawitas, los shiítas y los cristianos, con claros objetivos y voluntad política y con supremacía militar, seguiría controlando la mayor parte del territorio. La revuelta democrática de hace dos años se ha convertido en una guerra confesional.
Siria no es Libia. Hace dos años el envío de unidades anglofrancesas a Libia decidió la victoria de la coalición anti-Gadafi. Sin embargo, Libia no tiene la importancia geoestratégica de Siria ni el decidido respaldo ruso, iraní y chino con el que Assad cuenta. Las barbaridades cometidas por el régimen contra la población civil pierden relevancia ante las atrocidades cometidas por la facción salafista de los rebeldes. Al triunfar en Qusair, el gobierno controlará la frontera con Líbano, mientras sus apoyos internacionales contrapesan la ayuda occidental para los rebeldes.
Se mantenga o no la decisión opositora de boicotear la conferencia en Ginebra, la superioridad de las fuerzas leales y la división de los opositores permiten prever que el régimen sobrevivirá, aunque la guerra civil continúe por largos años. Es difícil que las potencias occidentales decidan invadir Siria, porque las fuerzas anglofrancesas e israelís deberían combatir junto a los extremistas sunitas. Estados Unidos tampoco intervendrá, al menos durante la presidencia de Obama. Rusia, Irán y China tampoco se quedarían quietos en esa eventualidad. A Assad le conviene amenazar con la internacionalización de la guerra sectaria entre musulmanes, para asustar a Occidente e imponer una paz negociada. Si Esados Unidos y Rusia consiguen evitar que el conflicto interno trascienda las fronteras, éste se prolongará sin vencedores definitivos durante mucho tiempo. Si no lo logran, la guerra va a abarcar todo el Medio Oriente.
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Eduardo J. Vior