domingo, 14 de julio de 2013

Colombia asume el espionaje como propio

En pos de los petroleros (2)

Año 6. Edición número 269. Domingo 14 de julio de 2013
La masiva vigilancia electrónica de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por su sigla en inglés) en América latina excedió ampliamente los objetivos de la lucha contra “el narcoterrorismo”, para ocuparse diligentemente de espiar las actividades económicas de los países de la región. Sin embargo, una semana después de las primeras publicaciones de G. Greenwald en O Globo sobre sus entrevistas con Edward Snowden, nadie en el subcontinente aportó datos adicionales sustantivos. Todos los medios, incluso los alternativos, se limitan a comentar lo publicado por el diario carioca y los gobiernos, a dar declaraciones públicas.
Después de Brasil y México, Colombia fue el tercer objetivo del espionaje norteamericano en el continente, informó O Globo. Documentos secretos a los que ese diario tuvo acceso muestran una recolección de información de Colombia en un flujo constante, aunque variable. El gobierno colombiano exigió el pasado martes a la noche “explicaciones” a los Estados Unidos sobre las supuestas actividades de espionaje que habría realizado desde hace varios años la NSA.
De acuerdo con Steve Donehoo, ex oficial de inteligencia militar de Estados Unidos, con mucha experiencia en América latina y hoy con la firma McLarty Associates, su país coopera en materia de inteligencia con casi todos los países del mundo y en una gran variedad de temas que van desde el narcotráfico, el terrorismo y el lavado de activos hasta la trata de personas, tráfico de armas y todo tipo de crimen organizado. Según el experto, el espionaje en Colombia se vio redoblado a partir del año 2003 cuando las FARC secuestraron a tres estadounidenses que fueron rescatados en 2008. De acuerdo con otras fuentes, durante esos años Estados Unidos mantuvo en Colombia a más de 600 agentes, muchos de ellos del NSA, que se dedicaban a recolectar inteligencia humana y técnica que sirviera para ubicar a los secuestrados. 2008 fue uno de los años en que más se espió en Colombia y en países vecinos, como Ecuador y Venezuela, donde Estados Unidos creía que se daba santuario a las FARC. Y fue el año en que se asesinó al líder de las FARC Raúl Reyes en territorio ecuatoriano, lo que generó una grave crisis diplomática con ambos vecinos.
Si bien la NSA no tiene sede en Colombia, sus necesidades se cumplirían a través de la oficina llamada ORA. Una fuente que trabajó de la mano con ORA indicó: “Tienen hombres que trabajan en coordinación con la Armada, la Policía y el Ejército. Antes lo hacían con el DAS (Departamento Administrativo de Seguridad). Oficialmente esta agencia está en el país para asesorar a las direcciones de inteligencia en las investigaciones contra el terrorismo, pero tras esa ayuda monitorean actividades de grupos islamistas. Les preocupa mucho el terrorismo islámico y que desde Suramérica puedan ser víctima de ello. En Colombia, por ejemplo, tienen trabajos en La Guajira y Santa Marta”, explicó la fuente.
Agregó que no tienen plataformas propias de interceptación, sino que usan las salas de la ex plataforma Esperanza, para lo cual se requiere una orden judicial. Sobre la plataforma PUMA, sucesora de la Esperanza, el portal colombiano Infodefensa.com informó el pasado 3 de julio lo siguiente: “Para 2014 Colombia espera poder desarrollar e implementar su Plataforma Única de Monitoreo y Análisis –PUMA–, con la cual interceptar en tiempo real y previa orden judicial todas las comunicaciones que impliquen la transferencia de datos por la red. La nueva plataforma, estaría básicamente diseñada para tener acceso a datos, mensajes y comunicaciones que se realicen a través de redes sociales (Facebook, Instagram, Viber, Twitter, Skype, Linkedin), así como por redes telefónicas.”
“PUMA (versión colombiana de Prisma y evolución de la actual plataforma Esperanza) será operada desde Bogotá y contará con 700 estaciones de monitoreo –300 en la capital y 400 en el resto del país– y podría interceptar hasta 20.000 medios de comunicación diferentes al mismo tiempo. La administración de la misma estará en manos de la Fiscalía General de la Nación, acompañada de la Procuraduría General de la Nación, y tendrá como objetivo principal obtener material probatorio que facilite el desarrollo de investigaciones judiciales. El costo aproximado de la nueva plataforma rondaría los 50 millones de dólares, de los cuales cerca de 29 millones serían invertidos en hardware y software y los restantes 21 millones, en la adquisición de terrenos, adecuaciones, construcciones, licencias e intervenciones. El nuevo sistema será la herramienta técnica clave para la implementación de la Ley de Inteligencia y Contrainteligencia sancionada hace tres meses con la que el Gobierno colombiano pretende regular de manera definitiva todo lo relacionado con la interceptación de comunicaciones –voz y datos– con fines judiciales. Finalmente, por medios locales colombianos ha trascendido que la compañía israelí Comverse Technology sería seleccionada para el desarrollo de PUMA.”
Es llamativa la falta en la red de otras informaciones sobre el espionaje de la NSA. Ningún país latinoamericano o medio de comunicación añadió algún elemento adicional a lo publicado por O Globo. Seguramente Washington está activando todos sus canales diplomáticos, militares y de inteligencia, inclusive con los adversarios, para alcanzar un tratamiento discreto del tema. No obstante, la ofensa a la dignidad de los gobiernos latinoamericanos, sin importar su color, ha sido demasiado grave, como para que éstos puedan mandar el episodio a actas sin más. La noticia sobre la nueva plataforma PUMA en Colombia, además, indica que el espionaje norteamericano se está dando nuevas y más permanentes bases dentro del subcontinente, donde también está introduciendo su lucha particular contra el llamado “terrorismo islámico” de la mano de Israel. El espionaje de la NSA no es un tema del pasado y los principales dirigentes latinoamericanos no lo borrarán rápidamente de sus agendas. Evidentemente esta novela recién comienza. Esperemos el segundo capítulo.

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Eduardo J. Vior