14 de Enero de 2015
La Casa Blanca no participa oficialmente de las negociaciones
Rusia y la Unión Europea buscan zanjar la crisis de Ucrania sin Estados Unidos
Las sanciones contra Moscú impuestas por el bloque afectan a ambas partes. Sectores de Minsk y Washington quieren frenar una solución.
Encuentro - La cumbre Putin-Poroshenko, más Merkel y Hollande, en suspenso.
Mientras
la atención mundial está concentrada en los atentados islamistas en
Francia, Rusia y la Unión Europea tienen prisa enresolverla guerra civil
en Ucrania, para superar las sanciones económicas que afectan a ambas
partes, antes de que la definición del liderazgo sobre la política
exterior norteamericana devuelva al Imperio al escenario principal de la
guerra fría.
El lunes pasado los ministros de relaciones exteriores de Ucrania, Rusia, Francia y Alemania se reunieron en Berlín aunque no lograron allanar el camino hacia una cumbre sobre la crisis ucraniana que cuente con la participación de los jefes de gobierno de los cuatro países. Entre los motivos centrales que minan la cumbre están los enfrentamientos que siguen librando tropas del gobierno y separatistas prorrusos en el este de Ucrania. El importante encuentro había sido anunciado por presidente ucraniano Petro Poroshenko el pasado 29 de diciembre. Desde entonces su principal contendiente interno, el primer ministro ArseniYatseniuk, un furioso nacionalista ligado a la derecha estadounidense, se dedicó a boicotear la idea. Tanto es así que en una reunión con Merkel en Berlín el pasado jueves obtuvo que la líder alemana condicionara su presencia en la cumbre a que allí se discuta exclusivamente cómo implementar los acuerdos de Minsk de septiembre pasado que prevén un alto el fuego inmediato y un proceso de pacificación integral monitoreado por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
La visita de Yatseniuk tuvo un corolario provocativo, ya que al ser entrevistado por la cadena de TV alemana ARD, el jefe del gobierno de Kiev explicó que su país y Alemania "habían sido agredidos por la Unión Soviética [de la que Ucrania formaba parte] en 1941". Ante la inmediata protesta rusa, el vocero de la Cancillería germana declaró que "a Alemania no cabe ninguna duda sobre los crímenes cometidos por el ejército alemán en Rusia durante la Segunda Guerra Mundial". Para dificultar el acuerdo, el político nacionalista procuró crear un conflicto entre Rusia y Alemania y, de paso, manifestó su pensamiento sin tapujos.
El presidente de Francia, François Hollande, afirmó la semana pasada que, si se avanza en resolver el conflicto en Ucrania, deberán levantarse las sanciones occidentales impuestas a Rusia el año pasado a raíz de la anexión de Crimea y el apoyo ruso a los autonomistas del Este de Ucrania. Los líderes europeos están seriamente preocupados porque las sanciones son un arma de doble filo: en Rusia han ayudado a la pérdida de valor del rublo, pero en la Unión Europea están afectando los planes de numerosas empresas que viven del intercambio con el gigante euroasiático (ver recuadro).
Tanto Rusia como la Unión Europea tienen, pues, interés en llegar a un acuerdo para levantar las sanciones recíprocas, antes de que en la puja entre la Casa Blanca y el Senado se decida el curso de la política exterior imperial. Sin embargo, que Estados Unidos no esté participando oficialmente en las negociaciones no indica que su diplomacia y sus corporaciones no estén metiendo la cola tras el telón para agudizar el conflicto. A Washington la polarización le trajo este año que Polonia y los países bálticos intensificaran su acercamiento a la OTAN y un serio debilitamiento del rol alemán en Europa. También sus corporaciones se benefician del clima de guerra entrometiéndose en la política ucraniana para apropiarse del transporte del gas que pasa por su territorio y de los yacimientos frente a la costa de Crimea.
Rusia, Francia, Alemania y Ucrania necesitan llegar a un acuerdo antes de que Estados Unidos vuelva a intervenir en Europa Oriental. Sin embargo, los cuatro líderes enfrentan poderosos adversarios internos que echan nafta sobre el fuego ucraniano. En los próximos días se definirá la capacidad de Europa para decidir sin intromisiones sobre sus propios asuntos. «
El lunes pasado los ministros de relaciones exteriores de Ucrania, Rusia, Francia y Alemania se reunieron en Berlín aunque no lograron allanar el camino hacia una cumbre sobre la crisis ucraniana que cuente con la participación de los jefes de gobierno de los cuatro países. Entre los motivos centrales que minan la cumbre están los enfrentamientos que siguen librando tropas del gobierno y separatistas prorrusos en el este de Ucrania. El importante encuentro había sido anunciado por presidente ucraniano Petro Poroshenko el pasado 29 de diciembre. Desde entonces su principal contendiente interno, el primer ministro ArseniYatseniuk, un furioso nacionalista ligado a la derecha estadounidense, se dedicó a boicotear la idea. Tanto es así que en una reunión con Merkel en Berlín el pasado jueves obtuvo que la líder alemana condicionara su presencia en la cumbre a que allí se discuta exclusivamente cómo implementar los acuerdos de Minsk de septiembre pasado que prevén un alto el fuego inmediato y un proceso de pacificación integral monitoreado por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
La visita de Yatseniuk tuvo un corolario provocativo, ya que al ser entrevistado por la cadena de TV alemana ARD, el jefe del gobierno de Kiev explicó que su país y Alemania "habían sido agredidos por la Unión Soviética [de la que Ucrania formaba parte] en 1941". Ante la inmediata protesta rusa, el vocero de la Cancillería germana declaró que "a Alemania no cabe ninguna duda sobre los crímenes cometidos por el ejército alemán en Rusia durante la Segunda Guerra Mundial". Para dificultar el acuerdo, el político nacionalista procuró crear un conflicto entre Rusia y Alemania y, de paso, manifestó su pensamiento sin tapujos.
El presidente de Francia, François Hollande, afirmó la semana pasada que, si se avanza en resolver el conflicto en Ucrania, deberán levantarse las sanciones occidentales impuestas a Rusia el año pasado a raíz de la anexión de Crimea y el apoyo ruso a los autonomistas del Este de Ucrania. Los líderes europeos están seriamente preocupados porque las sanciones son un arma de doble filo: en Rusia han ayudado a la pérdida de valor del rublo, pero en la Unión Europea están afectando los planes de numerosas empresas que viven del intercambio con el gigante euroasiático (ver recuadro).
Tanto Rusia como la Unión Europea tienen, pues, interés en llegar a un acuerdo para levantar las sanciones recíprocas, antes de que en la puja entre la Casa Blanca y el Senado se decida el curso de la política exterior imperial. Sin embargo, que Estados Unidos no esté participando oficialmente en las negociaciones no indica que su diplomacia y sus corporaciones no estén metiendo la cola tras el telón para agudizar el conflicto. A Washington la polarización le trajo este año que Polonia y los países bálticos intensificaran su acercamiento a la OTAN y un serio debilitamiento del rol alemán en Europa. También sus corporaciones se benefician del clima de guerra entrometiéndose en la política ucraniana para apropiarse del transporte del gas que pasa por su territorio y de los yacimientos frente a la costa de Crimea.
Rusia, Francia, Alemania y Ucrania necesitan llegar a un acuerdo antes de que Estados Unidos vuelva a intervenir en Europa Oriental. Sin embargo, los cuatro líderes enfrentan poderosos adversarios internos que echan nafta sobre el fuego ucraniano. En los próximos días se definirá la capacidad de Europa para decidir sin intromisiones sobre sus propios asuntos. «
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Eduardo J. Vior