martes, 27 de enero de 2015

El nuevo gobierno griego se inspira en el modelo argentino

¿Y ahora qué?

Con un magnífico comentario de Tony Barber titulado "¿Tsipras se va a convertir en Lula o en Chávez?" el Financial Times marca la cancha a la triunfante coalición griega y le aconseja seguir un curso de compromiso con la troika europea (FMI, Comisión Europea y Banco Central Europeo).
En su equivalente alemán, el FrankfurterAllgemeine, TobiasPiller recuerda que el tramo faltante de siete mil millones de euros que Grecia debe recibir en las próximas semanas depende del mantenimiento de la política de austeridad, que las inversiones prometidas por grandes empresas están ligadas a la continuidad de las privatizaciones y que una renovada expansión del Estado repetiría políticas clientelares de antaño.

¿Y ahora qué?
Con un magnífico comentario de Tony Barber titulado "¿Tsipras se va a convertir en Lula o en Chávez?" el Financial Times marca la cancha a la triunfante coalición griega y le aconseja seguir un curso de compromiso con la troika europea (FMI, Comisión Europea y Banco Central Europeo).
En su equivalente alemán, el FrankfurterAllgemeine, TobiasPiller recuerda que el tramo faltante de siete mil millones de euros que Grecia debe recibir en las próximas semanas depende del mantenimiento de la política de austeridad, que las inversiones prometidas por grandes empresas están ligadas a la continuidad de las privatizaciones y que una renovada expansión del Estado repetiría políticas clientelares de antaño.
Jugando "al policía bueno y el policía malo" los centros financieros europeos pretenden obligar a Syriza a abandonar su programa de renegociación de la deuda externa, rescate de las víctimas del neoliberalismo, restablecimiento de la intervención de un Estado fuerte y renovado, fin de las privatizaciones y castigo de los oligarcas culpables del desastre de la década pasada.
Su mayor temor, empero, no se dirige a Grecia, sino al mal ejemplo que ésta pueda dar. Doce países europeos más votan este año sus parlamentos, entre ellos España, Italia, Gran Bretaña y Dinamarca. La gran coalición demócrata cristiana-socialdemócrata que hoy gobierna la Comisión Europea teme quedar atrapada entre el voto democrático y social del sur y el reaccionario y nacionalista del norte. Por eso es que la derecha europeísta oscila entre cerrar la puerta a toda negociación con el nuevo gobierno heleno y tratar de cooptarlo.
La sorpresiva coalición formada ayer entre Syriza y ANEL, un desprendimiento antiintegracionista del conservador Nueva Democracia (ND), empero, ha abierto el juego en varias direcciones: Alexis Tsipras y el líder derechista Panos Kammenos coinciden en reclamar la renegociación de la deuda griega de 412.445 millones de euros (el 175% del PBI), en frenar las privatizaciones y en juzgar a los "oligarcas" que en la década pasada llevaron al país al desastre, pero difieren en casi todos los demás temas. A pesar de ello el joven líder (40 años) se decidió por la fuerza de derecha, porque necesita formar un gran frente nacional para enfrentar a los adversarios internos y negociar unificadamente con los externos. "Recuperar la dignidad de los helenos" es la consigna más escuchada en los actos y en las calles de Grecia. Contra el bloqueo externo y el sabotaje interno, Syriza apela a los hondos sentimientos patrióticos de su pueblo.
ÁRD, el canal público de la TV alemana, se ilusiona: "Grandes esperanzas ante una coalición fuera de lo común" tituló ayer su editorial. La alianza patriótica griega, a la vez que contención para amplias masas de distintas ideologías, está en condiciones de dialogar hacia la derecha y la izquierda para romper el bloque hegemónico en Bruselas e imponer la renegociación de la deuda. Ni de Venezuela ni de Brasil: Alexis Tsipras aprendió de Argentina y lo repite a quien quiera oírlo.

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Eduardo J. Vior