26 de Abril de 2015
Escenario
La crisis política británica puede desbordar
Cabeza a cabeza - El conservador David Cameron (izquierda) en empate técnico don Ed Milliband, laborista.
A
menos de dos semanas de las elecciones generales británicas del 7 de
mayo, todas las encuestas siguen mostrando un empate técnico entre los
dos partidos mayores. Quien gane casi seguro deberá formar un gobierno
de coalición o uno minoritario tolerado desde el Parlamento.
Considerando la conflictividad de la agenda política que se impondrá al
próximo gabinete, nadie le augura que dure los cinco años de su mandato.
A falta de alternativas democráticas viables, empero, las salidas que
se avizoran son siniestras.
En los últimos días dos encuestas dieron al Partido Conservador (CP, según la sigla en inglés) una ventaja de cuatro puntos sobre el Partido Laborista (LP) y otras dos pusieron a este a dos y tres puntos por delante respectivamente. Todos los sondeos ubican a ambas fuerzas en una faja entre 32 y 36 por ciento. Gracias al referendo de 2011, por primera vez se celebran elecciones en un día prefijado por ley con mucha anticipación, quebrando el privilegio gubernamental de sugerir a la reina la fecha de elecciones, pero dificultando también la disolución del Parlamento en caso de ruptura de la coalición de gobierno.
En el sistema electoral vigente, cada uno de los 650 distritos electorales elige un diputado según el sistema de "el primero se lleva todo". Las minorías quedan sin representación y se pierden muchos sufragios, de modo que la distribución de las bancas refleja sólo tendencialmente el resultado electoral. Aunque todos los partidos, excepto los conservadores, demandan que se introduzca la representación proporcional, en otro referendo en 2011 la mayoría se opuso.
Los grandes temas de esta campaña electoral son el déficit presupuestario, el aumento de impuestos a las grandes fortunas, la reforma del sistema de salud y el futuro de las relaciones con Escocia. Significativamente, ni las relaciones con la Unión Europea (UE), ni la inmigración ni la anunciada renovación de la flota de submarinos nucleares estacionados en Escocia han sido materia de discusiones relevantes.
Previsiblemente, ningún partido alcanzará la mayoría absoluta de 326 mandatos, por lo que debería formarse un gabinete de coalición o un gobierno minoritario apoyado desde el Parlamento. Podría continuar el actual gobierno CP-LDP (poco probable) o formarse un gobierno conservador minoritario. Es más difícil que David Cameron acceda a coaligar con el xenófobo Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP), pero otros toriessí aceptarían girar aún más a la derecha. En caso de que Labour forme gobierno, en tanto, podría aliarse con el LDP o formar un gobierno minoritario con el apoyo de los regionalistas y los verdes.
En un escenario tan equilibrado, los conservadores precisan evitar la fuga de votos hacia el UKIP, mientras que los laboristas deben prevenir que los verdes y los nacioanlistas escoceses (SNP)les roben bancas. Aunque los nacionalistas ya han anunciado su apoyo a un eventual gobierno laborista, si estos no son mayoría, no podrán formar gobierno.
Tanto un gobierno minoritario como uno de coalición serán puestos a prueba por la agenda de los próximos años: pertenencia a la Unión Europea, inmigración, renovación de los submarinos nucleares Trident, mayor devolución a Escocia, mayores impuestos sobre las grandes fortunas, etcétera.
La alianza que forjó Thatcher entre un Partido Conservador neoliberal, el capital financiero concentrado, la Corona y la aristocracia militar rechaza toda reforma democrática, para no rendir cuentas. Los laboristas, por su parte, carecen de voluntad política; verdes y regionalistas no son alternativa. La salida más probable, entonces, se hallará hacia la derecha: un golpe de la City, una dura política hacia la UE o guerras importantes que despierten el fanático nacionalismo inglés. "Rule Britannia, rule!"
En los últimos días dos encuestas dieron al Partido Conservador (CP, según la sigla en inglés) una ventaja de cuatro puntos sobre el Partido Laborista (LP) y otras dos pusieron a este a dos y tres puntos por delante respectivamente. Todos los sondeos ubican a ambas fuerzas en una faja entre 32 y 36 por ciento. Gracias al referendo de 2011, por primera vez se celebran elecciones en un día prefijado por ley con mucha anticipación, quebrando el privilegio gubernamental de sugerir a la reina la fecha de elecciones, pero dificultando también la disolución del Parlamento en caso de ruptura de la coalición de gobierno.
En el sistema electoral vigente, cada uno de los 650 distritos electorales elige un diputado según el sistema de "el primero se lleva todo". Las minorías quedan sin representación y se pierden muchos sufragios, de modo que la distribución de las bancas refleja sólo tendencialmente el resultado electoral. Aunque todos los partidos, excepto los conservadores, demandan que se introduzca la representación proporcional, en otro referendo en 2011 la mayoría se opuso.
Los grandes temas de esta campaña electoral son el déficit presupuestario, el aumento de impuestos a las grandes fortunas, la reforma del sistema de salud y el futuro de las relaciones con Escocia. Significativamente, ni las relaciones con la Unión Europea (UE), ni la inmigración ni la anunciada renovación de la flota de submarinos nucleares estacionados en Escocia han sido materia de discusiones relevantes.
Previsiblemente, ningún partido alcanzará la mayoría absoluta de 326 mandatos, por lo que debería formarse un gabinete de coalición o un gobierno minoritario apoyado desde el Parlamento. Podría continuar el actual gobierno CP-LDP (poco probable) o formarse un gobierno conservador minoritario. Es más difícil que David Cameron acceda a coaligar con el xenófobo Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP), pero otros toriessí aceptarían girar aún más a la derecha. En caso de que Labour forme gobierno, en tanto, podría aliarse con el LDP o formar un gobierno minoritario con el apoyo de los regionalistas y los verdes.
En un escenario tan equilibrado, los conservadores precisan evitar la fuga de votos hacia el UKIP, mientras que los laboristas deben prevenir que los verdes y los nacioanlistas escoceses (SNP)les roben bancas. Aunque los nacionalistas ya han anunciado su apoyo a un eventual gobierno laborista, si estos no son mayoría, no podrán formar gobierno.
Tanto un gobierno minoritario como uno de coalición serán puestos a prueba por la agenda de los próximos años: pertenencia a la Unión Europea, inmigración, renovación de los submarinos nucleares Trident, mayor devolución a Escocia, mayores impuestos sobre las grandes fortunas, etcétera.
La alianza que forjó Thatcher entre un Partido Conservador neoliberal, el capital financiero concentrado, la Corona y la aristocracia militar rechaza toda reforma democrática, para no rendir cuentas. Los laboristas, por su parte, carecen de voluntad política; verdes y regionalistas no son alternativa. La salida más probable, entonces, se hallará hacia la derecha: un golpe de la City, una dura política hacia la UE o guerras importantes que despierten el fanático nacionalismo inglés. "Rule Britannia, rule!"
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Eduardo J. Vior