viernes, 26 de febrero de 2016

Contra la mafia Putin controla el segundo banco ruso

Juegos de la muerte


Juegos de la muerte
Por Eduardo J. Vior

Como hombre del poder, Vladimir Vladimirovich Putin sabe aprovechar las vanidades de sus contrincantes para dividirlos, enfrentarlos y dominarlos. Combinando estas artes está utilizando el escándalo por dopaje y corrupción en el atletismo olímpico para tomar el control del segundo banco del país y quebrar la influencia de la mafia olímpica internacional en Rusia. El escándalo por el dopaje de atletas rusos que estalló en noviembre pasado se agudizó en febrero, cuando murieron los ex directivos de la agencia rusa antidopaje (Rusada), Vyacheslav Sinev (2008-11) y Nikita Kamaiev (2011-15). Sinev falleció el 3 de febrero, sin que se supieran las causas, en tanto Kamaiev sufrió el 14 de febrero un mortal infarto, sin afección cardíaca conocida. Ambos habían dimitido en diciembre pasado, después de que la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por su sigla en inglés) acusara a Rusada de ocultar el doping de atletas. Además de ambas renuncias, la federación atlética rusa, Rusada y su laboratorio moscovita fueron suspendidos, en tanto la Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo (IAAF) puso en duda la participación de los atletas rusos en los Juegos de Río de Janeiro. Ya a principios de noviembre la Comisión de Ética del Comité Olímpico Internacional (COI) había denunciado la corrupción en la IAAF y la Justicia francesa abrió un proceso contra el senegalés Lamine Diack, de 82 años, presidente de la federación entre 1999 y junio de 2015. Además de otros sobornos, se le imputa haber recibido un millón y medio de dólares de la federación rusa de atletismo, para ocultar el dopaje. El 10 de noviembre Diack renunció a su cargo honorario en el directorio del COI. En el segundo informe de la WADA del 14 de enero de 2016 Diack fue acusado asimismo de nepotismo y de haber instalado un “gobierno paralelo” de la federación. Dice el informe que en 2012 hubo en Moscú una reunión entre su hijo Papa Massata Diack, el ex funcionario atlético Valentin Balajnichev y un representante de la televisión rusa en la que se acordó pagar a la IAAF seis millones de dólares por la transmisión del Campeonato Mundial de Atletismo de 2013 y prolongar hasta 2015 el contrato para la transmisión en Rusia de eventos internacionales, pero por 25 millones de dólares que pagó el banco estatal ruso VTB. Si bien ambos informes de WADA subrayan la intervención asidua de la Agencia de Seguridad de la Federación Rusa (FSB, por su sigla en ruso), no dan nombres. Aunque la WADA cuestiona severamente a la conducción de la IAAF, rescata a su actual presidente, Sebastian Coe, quien secundó a Lamine Diack hasta junio pasado. Esta aparente paradoja responde a una táctica de Richard “Dick” Pound, responsable por el informe. Campeón olímpico de natación en 1960, Richard Pound hizo una gran carrera en el COI desde 1980 donde ha negociado los derechos de televisión y el sponsoring, mientras ascendía en la universidad McGill de Montreal (Quebec, Canadá), hasta presidirla entre 2001 y 2009. En 1999 fundó la WADA que dirigió hasta 2007. Desde 2013 está a cargo de las trasmisiones olímpicas. O sea que es a la vez gobernante y control del movimiento olímpico mundial. Como defensor del olimpismo comercial y garante de la realización de los Juegos de Río de Janeiro este año, necesita que la Federación Atlética, la mayor de las federaciones olímpicas, llegue intacta. Por eso avala a Lord Coe. Por el informe de la WADA el Banco VTB (el segundo de Rusia) perdió el negocio olímpico. Hasta el actual escándalo financiaba activamente la transmisión de espectáculos deportivos, pero, de repente, en diciembre pasado el Grupo VTB se reorientó hacia Asia, instalando una gerencia en Shanghai y reclutando banqueros en Hong Kong. Asimismo, acordó con el Banco Chino para la Construcción (CCB, por su sigla en inglés) participar en el comercio de metales preciosos. Da la impresión de que el gobierno ruso aprovechó el escándalo por el dopaje para tomar el control directo sobre el banco estatal, sacarlo del negocio deportivo y alinearlo con la estrategia euroasiática del presidente Putin. 

Otra victoria sobre la oligarquía 
El presidente tiene un apoyo del 90 por ciento, pero sigue sin poder mejorar la situación económica, seriamente dañada desde que estalló la crisis del petróleo y se aplicaron las sanciones occidentales en 2014. Cuando Putin llegó al poder en 2000, heredó un sistema controlado por Estados Unidos. Rusia estaba saqueada, miles de millones de dólares fugados al exterior, la industria destruida y una ola de violencia y corrupción azotaba al país. La ex KGB y los oligarcas se aliaron entonces para hacer al país gobernable. Vladimir Putin representa a la primera, Dimitri Medvedev a los segundos. La alternancia en el gobierno aseguró la estabilidad, pero ambos tienen estrategias divergentes: el grupo tras Medvedev es “atlantista”, en tanto el putinismo se orienta hacia Eurasia y el multipolarismo. Desde el inicio Putin avanzó lenta y seguramente sobre la oligarquía. Primero destruyó a Berezovski y Jodorkovski, luego a las mafias locales. El mandatario restauró la verticalidad del poder, pero no pudo reformar el sistema político ni desplazar a los quintacolumnistas que controlan la Jefatura de Gabinete, el Ministerio de Finanzas, el de Desarrollo Económico y el Banco Central, ante todo Dimitri Medvedev. Las crecientes críticas mediáticas a la política económica indican que se avecina una nueva purga. Existe una extendida condena al Banco Central por las devaluaciones y la fuga de capitales. No obstante, el presidente no intervendrá hasta que la crisis se agudice y la opinión pública le pida a gritos una acción enérgica. Para resistir a los oligarcas y occidentales, necesita un apoyo popular sólo posible si la conciencia de la crisis es muy aguda. Indudablemente, asesinados o “suicidados”, Kamaiev y Sinev fueron víctimas del fracaso de los oligarcas enquistados en hacer negocios con la burocracia deportiva internacional a costas del fisco ruso. Una vez que Putin quitó al Ministerio de Finanzas el control del segundo banco del país, se acabó el negocio olímpico y los encubridores del dopaje quedaron desprotegidos. Por eso no importa si se suicidaron o los mataron. Al mismo tiempo, el presidente hizo que la FSB filtrara al vanidoso Richard Pound las carpetas necesarias, para que este funja de custodio de la moral olímpica, aunque sin dañar los negocios del olimpismo. Haciendo honor a su cinturón negro en yudo, Vladimir Vladimirovich Putin ha utilizado a la mafia deportiva mundial y la ambigüedad de Richard Pound para limitar aún más el poder de la oligarquía financiera rusa e independizar a su país un paso más de la influencia occidental.

LISTA DE SANGRE
En 1998 el ex agente Alexander Litvinenko (foto) declara en Moscú que la FSB le ordenó asesinar al oligarca Boris Berezovski. Con el apoyo de este a fines de 2000 huye a Londres, donde consigue asilo político. El 7 de octubre de 2006 la periodista Anna Politkovskaia es asesinada a tiros en su edificio en Moscú. Había informado desde Chechenia sobre violaciones de los derechos humanos. Para investigar el crimen, Litvinenko se reúne el 11 de noviembre siguiente en Londres con agentes de la FSB con quienes toma un té. Intoxicado con plutonio, es internado en un hospital donde muere el 23 de noviembre. En 2014, un tribunal de Moscú condenó a varios años de prisión a cinco hombres por el crimen contra Politkovskaia. Por la muerte de Litvinenko, en tanto, impulsado por la Suprema Corte británica, durante 2015 se realiza un juicio que culmina el 21 de enero de 2016, cuando el juez Robert Owen falla que el presidente Vladimir Putin “probablemente autorizó” en 2006 el asesinato de Alexander Litvinenko. Boris Berezovski: el oligarca ruso fue encontrado sin vida en marzo de 2013 en su casa en Ascot, cerca de Londres. Este enemigo de Putin financiaba a la oposición rusa. La autopsia reveló que murió estrangulado. Un juez declaró en marzo de 2014 que no se podía determinar si se suicidó o fue asesinado. Serguei Magnitski: el abogado fue detenido por delitos fiscales después de acusar de corrupción a algunas autoridades rusas. Gravemente enfermo y quizá torturado, murió en una celda en noviembre de 2009 sin ayuda médica. Nadie fue acusado por su muerte. En 2013, un tribunal lo declaró póstumamente culpable de fraude fiscal. Natalia Estemirova: el cadáver baleado de esta activista por los derechos humanos fue hallado en julio del 2009 en el norte del Cáucaso. La reconocida militante era odiada por los servicios de seguridad por sus informes sobre la desaparición de personas en Chechenia. Boris Némtsov: el ex viceprimer ministro y líder liberal premiado por Margaret Thatcher fue asesinado en una noche de febrero de 2015, cuando caminaba por uno de los puentes sobre el Moscova que conducen a la Plaza Roja. Los indicios más probables apuntan a mercenarios islamistas financiados por neonazis ucranianos que buscan desestabilizar a Rusia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Estimad@s lector@s:
Este es un blog moderado. Sus comentarios serán evaluados antes de la publicación, para evitar spam.
Agradezco su atención.
Eduardo J. Vior