miércoles, 17 de febrero de 2016

Incorporarse a la Alianza Transpacífico es un suicidio

La firma del TPP amenaza el trabajo, la educación y la salud de la región

Por Eduardo J. Vior
Cláusulas del TPP serán confidenciales hasta 2021.
Cláusulas del TPP serán confidenciales hasta 2021.

Al firmar el pasado 4 de febrero el tratado de Asociación Transpacífica (TPP), acordado el pasado octubre, los once países signatarios (Estados Unidos, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam) pusieron en marcha el proceso de ratificación parlamentaria, no obstante lo cual las cláusulas pactadas se mantendrán confidenciales hasta 2021.
Ahora bien, como las disposiciones del tratado afectan toda la vida social en los países miembros y por su peso específico éste modificará la economía mundial, es imprescindible que sea debatido públicamente.
Un capítulo transversal del TPP con influencia sobre muchas áreas es el de la propiedad sobre las patentes, marcas y derechos de autor cuya vigencia se amplía a productos conexos y distintas etapas de elaboración, así como se extiende su vigencia temporal, haciendo muy difícil la innovación parcial y/o el aprovechamiento de los productos y servicios, por ejemplo, para políticas de interés público.
El TPP beneficia también en particular a las grandes farmacéuticas, al impedir que los laboratorios de genéricos puedan vender vacunas y medicamentos contra el VIH y el cáncer. Por esta razón asociaciones de pacientes con cáncer de mamas ya están movilizándose en EE.UU. contra la ratificación del tratado.
Asimismo, actualmente en la mayoría de los países sólo se pena compartir, subir o descargar de internet contenidos sin pagar derecho de autor, si se pretende ganar dinero con ellos. Por el contrario, el TPP lo criminaliza siempre, limitando enormemente las libertades de expresión y de aprendizaje y promoviendo la censura empresaria en las redes sociales.
Para que productos o servicios sean tratados preferencialmente dentro de los acuerdos de libre comercio, deben tener certificaciones verificables de que han sido elaborados dentro de los países signatarios del pacto. Tradicionalmente la verificación era una atribución gubernamental, pero el TPP optó por la autocertificación del productor o el exportador.
Según su artículo 3.2, una mercancía o servicio se considerará como originaria, si está totalmente producida en un país signatario, sea a partir de materiales originarios, o bajo normas de origen específicas por producto fijadas en el Anexo 3 D.
Sin embargo, dado que en nuestras economías muchas veces la empresa exportadora y la importadora son filiales de una misma corporación, la autocertificación puede conducir a muchos fraudes. Al mismo tiempo, en sectores específicos como nuestra industria textil y del vestido, que utiliza ampliamente hilados y tejidos importados de China, las reglas de origen pueden servir para que las empresas norteamericanas monopolicen el mercado.
Todavía no está claro que relación existirá entre este tratado multilateral y los acuerdos bilaterales vigentes. Según los especialistas, para ciertos aspectos el TPP podrá coexistir con ellos, pero en otros casos el nuevo tratado los invalidará total o parcialmente. Falta aún un panorama acabado sobre este vínculo.
De lo expuesto se infiere que, si bien algunas cláusulas del tratado pueden beneficiar a ciertos sectores exportadores argentinos, la mayor parte del texto, tal como se lo conoce, dañaría nuestro desarrollo industrial, las condiciones laborales y medioambientales, así como derechos fundamentales de nuestra Constitución. Tanto más importante es entonces que el gobierno nacional inicie un debate amplio y abierto sobre el tratado. Si con el TPP no se puede trabajar ni educar ni curar, muere la democracia.

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Eduardo J. Vior