Cien cohetes para llevar el conflicto en Siria a una guerra permanente
Una coalición liderada por EE.UU. lanzó un bombardeo un día antes de la llegada de los expertos que deben determinar si se produjo un ataque con armas químicas y quién lo provocó. La publicitada participación de Gran Bretaña y Francia en la agresión realizada por fuera de la ONU ubica de nuevo a los ex imperios coloniales en los territorios del Medio Oriente
por Eduardo J. Vior
Tiempo Argentino
15 de abril de 2018
Tiempo Argentino
15 de abril de 2018
Finalmente, Donald Trump no pudo evitar regalar a los militares
propios, británicos y franceses un justificativo para la guerra
permanente. En la noche argentina del viernes EE UU, el Reino Unido y
Francia lanzaron 103 cohetes contra Siria en respuesta al supuesto
ataque químico llevado a cabo la semana pasada en la ciudad de Duma. No
afectaron ningún objetivo militar, pero impidieron próximos diálogos de
paz sobre Medio Oriente. Quizás era el objetivo ambicionado, para
legitimar el regreso de las potencias coloniales británica y francesa a
la política mundial.
El viernes por la noche el presidente
estadounidense justificó su decisión de atacar el territorio sirio
aclarando, empero, que "los EE UU no buscan una presencia permanente en
Siria", y limitando eventuales expectativas: "Los Estados Unidos serán
un aliado y amigo, pero el destino de la región está en las manos de sus
propios pueblos". Y el sábado usó su cuenta de Twitter para declarar:
"No podía haber tenido un mejor resultado. ¡Misión cumplida!", usando
las mismas palabras elegidas en 2003 por George W. Bush, tras la
invasión a Irak.
Por el contrario, el sábado la primera ministra
británica Theresa May se amparó en la ley humanitaria para fundamentar
los bombardeos.
Por su parte, el presidente ruso Vladimir Putin
declaró que "la escalada actual tiene un impacto devastador en todo el
sistema de relaciones internacionales. La historia ya ha depositado en
Washington una pesada responsabilidad por las masacres de Yugoslavia,
Irak y Libia".
En la mañana del sábado se reunió el Consejo de
Seguridad de la ONU, pero con ocho votos y cuatro abstenciones rechazó
la moción condenatoria presentada por Rusia y apoyada por China y
Bolivia. El borrador de la resolución consideraba que el ataque
representa una violación del derecho internacional y de la Carta de
Naciones Unidas, y pedía a las tres naciones que eviten en el futuro el
uso de la fuerza contra el gobierno de Bashar al-Assad. A cambio, la
representante de EE UU, Nikki Haley, lanzó una agresiva advertencia:
"Estamos preparados para mantener la presión si el régimen sirio es tan
estúpido como para poner a prueba nuestra voluntad". Y fue aún más lejos
al advertir que "si el régimen sirio usa gases venenosos nuevamente, EE
UU está cargado y engatillado".
Según el gobierno sirio, en
tanto, con el bombardeo se buscó impedir el trabajo de los expertos de
la Organización Internacional para la Prohibición de las Armas Químicas
(OPAQ) que, a pesar del riesgo, ayer comenzaron sus investigaciones en
Duma para determinar si el 7 de abril efectivamente se usó gas clorín en
un ataque contra civiles y quién lo utilizó. Ya el viernes, el ministro
de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, se había mostrado
convencido de que el ataque fue "una nueva puesta en escena" y el vocero
de las fuerzas armadas rusas, Igor Konachenkov, fue aun más lejos y
denunció directamente al Reino Unido como autor del mismo.
En
tanto, el presidente de Siria Bashar al-Assad pidió el sábado "que las
potencias occidentales que apoyan al terrorismo reconozcan que han
perdido el control (sobre la situación en Siria)".
De acuerdo al
jefe de operaciones conjuntas en el estado mayor ruso, Serguéi Rudskói,
103 cohetes fueron lanzados hacia el país árabe, pero "71 de ellos
fueron interceptados". "Ningún proyectil entró en la zona de
responsabilidad de Rusia", indicó el militar en rueda de prensa en
Moscú, por lo que "nuestros sistemas antiaéreos no fueron utilizados".
En
el ataque participaron buques y aviones norteamericanos junto con las
fuerzas aéreas británicas y francesas. Fueron afectados un objetivo en
Damasco y dos en la provincia central de Homs. Según el jefe ruso,
fueron bombardeados depósitos abandonados hace tiempo y algunos de esos
puntos resultaron parcialmente destruidos, pero "no había personas ni
equipo en ellos", aseguró. "La OPAQ ya constató que no hay instalaciones
de producción de armas químicas en Siria", acotó Rudskói. Si las
hubiera habido, los gobiernos occidentales habrían incurrido en
complicidad por no haberlas denunciado antes.
En la acción se
dispararon el doble de proyectiles de los que se usaron en una similar
hace un año y se atacaron tres objetivos en lugar de uno, pero Trump se
preocupó por no afectar unidades rusas o iraníes.
A falta de
evidencias objetivas, todo indicaría que el sábado 7 en Guta hubo un
atentado "de falsa bandera" para opacar el triunfo del ejército sirio y
justificar una intervención occidental, arrastrar a Irán a un conflicto
frontal y contener a Rusia y Turquía. No casualmente el supuesto ataque
con armas químicas se produjo poco antes de que el Ejército del Islam
terminara de evacuar la ciudad con un salvoconducto ruso. Trump trató
de limitar la acción para mantener el diálogo con Putin, pero ahora el
líder ruso está compelido a responder. No es de extrañar, entonces, que
se intensifiquen los ataques gubernamentales contra los islamistas en la
norteña provincia de Idlib, que avance la liberación de los territorios
al este del Éufrates bajo ocupación norteamericana y que Hezbolá tenga
vía libre para responder a las provocaciones israelíes. Barack Obama
quería imponer el imperio universal de EE UU y fracasó. Donald Trump,
por el contrario, es un nacionalista realista que quiere salvar lo que
queda del imperio, pero quedó igualmente entrampado en Siria. Si
retrocede ante Rusia, pierde. Si avanza, se enfrasca en una interminable
guerra regional a lo George Bush. Este sábado ya cometió el peor de sus
errores al dar patente de guerra a los viejos imperios coloniales. Gran
Bretaña y Francia sólo pueden arrastrar a EE UU a horrendas aventuras
sin responsabilidad ni capacidad para afrontar las consecuencias. La
debilidad del presidente norteamericano agrava el desorden mundial.
Preocupación del Papa
El
Papa Francisco se mostró "preocupado por Siria", en una conversación
que tuvo ayer con el patriarca ortodoxo de Moscú, Cirilo, en la que
ambos religiosos hablaron de "frenar la guerra" en el país asiático.
"Tuvimos
una conversación con el Papa Francisco en la que compartimos las mismas
preocupaciones por la situación en Siria", aseguró Cirilo en diálogo
con la agencia rusa Tass. Luego el vocero papal Greg Burke confirmó la
llamada.
"Fue un diálogo significativo por la paz. Hablamos
también de cómo los cristianos deberían influenciar el curso de los
eventos con el fin de hacer cesar la violencia, frenar la guerra,
evitando todavía más víctimas", reveló el líder de la más grande de las
Iglesias ortodoxas del mundo.
"Lo hicimos porque los cristianos no
pueden estar a un lado, limitándose sólo a mirar lo que está pasando en
Siria", aseguró el principal líder religioso de Rusia y aliado de
Vladimir Putin.
Francisco y Cirilo se encontraron en febrero de
2016 en Cuba, en una reunión que marcó el fin a casi 1000 años de
distanciamiento entre la Iglesia católica y la principal Iglesia de
Rusia.
Con Kiril al frente, el Patriarcado de Moscú y toda Rusia suman unos 120 de los 200 millones de creyentes ortodoxos. «
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Eduardo J. Vior