Después de la guerra es antes de la guerra
En
Siria se juega no sólo la suerte de Medio Oriente sino la de la
competencia entre EE.UU. y Rusia y la posibilidad de que Gran Bretaña y
Francia vuelvan a primera “A”
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
19 de abril de 2018
Infobaires24
19 de abril de 2018
Después
del bombardeo aliado del sábado pasado la guerra que azota a Siria
desde hace siete años se reanudó con toda su virulencia. Es que las
potencias occidentales y sus aliados en la región no pueden admitir que
el gobierno de Baschar al Assad recupere el control sobre la totalidad
del territorio. Para ello ya están pensando cómo mantener un contingente
en el noreste del país.
Después de
tres días de espera, finalmente, el martes por la mañana los
investigadores de la Organización Internacional para la Prohibición de
las Armas Químicas (OPAQ) pudieron entrar en las áreas de la ciudad de
Duma (al este de Damasco) afectadas el sábado 7 por un ataque con armas
químicas. En el atentado murieron más de 40 civiles. Las potencias
occidentales inmediatamente acusaron al gobierno de Baschar al Assad por
la autoría del mismo, justificando así el bombardeo con cohetes del
sábado 14.
Los inspectores habían
llegado a Damasco el día del bombardeo, pero no pudieron ser
transportados a la región afectada por la subsistencia en la misma de
actividad terrorista. Así, al menos, lo informó la agencia estatal de
noticias SANA. Este retraso fue aprovechado por franceses y
norteamericanos quienes acusaron a los expertos militares rusos de haber
limpiado todas las pruebas de la autoría siria.
Por
su parte, el presidente francés Emmanuel Macron concurrió el martes al
Parlamento Europeo en Estrasburgo donde defendió ardorosamente el
bombardeo del sábado. Sin embargo, admitió que se había tratado más de
una decisión política que económica. “Han intervenido tres países –dijo
el mandatario- y permítanme serles franco: lo hemos hecho sobre todo por
el honor de la comunidad internacional. Estos ataques no resuelven
nada, añadió, pero creo que son muy importantes”.
En
tanto, desde el Ministerio ruso de Relaciones Exteriores han instado a
los países que el sábado bombardearon Siria a no interferir en la
investigación del supuesto incidente químico en Duma. Poco antes su par
francés había asegurado que Rusia y Siria están impidiendo la
investigación de la OPAQ en Duma.
Horas
más tarde, la portavoz de la cancillería rusa, Maria Zajárova,
respondió en cuatro puntos al ataque francés: 1) “Fue Rusia la que apoyó
con más energía la realización de una investigación de la OPAQ lo más
pronto posible”, señaló Zajárova. 2) “Aun no siendo organizadora del
viaje, Rusia ofreció toda la ayuda necesaria y los inspectores ya están
en Duma”, agregó. 3) “El acceso de los inspectores fue obstaculizado por
la permanencia de milicianos en Duma y la ONU quería tener más
seguridad”, siguió. 4) “No queda claro, por qué el Ministerio de
Exteriores de Francia habla en nombre de la OPAQ y de los inspectores.
Si éstos tuvieran problemas, lo habrían manifestado ellos mismos”,
terminó.
Entre tanto, según la
agencia oficial SANA, el mismo martes se firmó en la localidad de Dumeir
un nuevo acuerdo para la evacuación de combatientes del Yaish al Islam
(Ejército del Islam). El acuerdo consiste en la salida de cerca de 1000
combatientes de Dumeir, situada en la región de Qalamun, a unos 50
kilómetros al noreste de la capital siria. Este tipo de acuerdo, llamado
de “reconciliación”, permite el mantenimiento de los rebeldes en el
lugar mediante un alto al fuego. A cambio, las autoridades autorizan la
entrada de ayuda y mercancías. No obstante, los milicianos de Yaish al
Islam deberán trasladarse a Jarablos, un territorio rebelde al noreste
de Alepo.
Se prepara la nueva guerra
Al
mismo tiempo que el Ejército Árabe Sirio (EAS) recupera el control
sobre el centro y sur del país, EE.UU. y Rusia se preparan para una
batalla mayor entre las fuerzas que respectivamente protegen en el este
de Siria. De acuerdo al diario libanés Al-Masdar News, el EAS está
concentrando grandes contingentes en la ribera occidental del Éufrates,
al este de Deir Ezzor, donde ingenieros militares rusos recientemente
construyeron un puente. Si las tropas lo cruzan, estarán muy cerca del
yacimiento petrolífero de Al-‘Umar, el mayor de la región.
Sin
dudas, las milicias árabes sostenidas por Estados Unidos resistirán, lo
que obligará a éstos últimos a intervenir. El presidente Donald Trump
ha vuelto a anunciar que “pronto” comenzará a retirar de Siria a los
2000 efectivos norteamericanos distribuidos entre el noreste, el este y
el sur del país. Para evitar, empero, que los territorios que ahora
ocupa caigan en manos gubernamentales o iraníes, sus funcionarios están
negociando la organización de una fuerza árabe multinacional que
intervenga en Siria contra el gobierno de Assad. El ministro de
Relaciones Exteriores saudita, Adel al-Jubeir, confirmó el dato el
martes y agregó que su reino ha ofrecido enviar fuerzas del bloque de
países sunitas organizado por Saudiarabia.
El
propio John Bolton, Consejero Nacional de Seguridad de Trump, llamó
hace pocos días a Abbas Kamel, jefe de la inteligencia egipcia, para
preguntar si El Cairo estaría dispuesto a colaborar con la empresa, pero
sólo recibió evasivas. Egipto ya está enfrascado en una lucha sin fin
contra el EI en la península de Sinaí y tiene grandes efectivos
comprometidos en el control de la frontera libia, que desde el asesinato
de Gadafi está fracturada entre múltiples bandas y clanes en guerra
permanente.
Una alternativa que se
baraja es que la contratista privada Blackwater se haga cargo, pero el
dueño de ésta, Erik Prince, no quiere meterse en Siria sin el apoyo de
Trump.
Si EE.UU. y sus aliados no
logran hallar pronto un testaferro que se haga cargo de las milicias
árabes y kurdas que ellos prohijaron en el noreste y este de Siria y el
EAS, apoyado por Rusia, sigue su avance, los occidentales pronto se
verán confrontados con los rusos. Éstos son sumamente prudentes y
tratarán de evitar el choque, pero no detendrán a sus aliados sirios e
iraníes. En ese caso, Trump nuevamente será presionado por el Pentágono,
Gran Bretaña y Francia “por una cuestión de honor”. Si cede, se meterá
en una guerra sin fin. Si resiste y retira las tropas, será muy atacado
en casa.
De la suerte de Siria
dependen el control sobre la producción y transporte de los
hidrocarburos de Medio Oriente, el trazado final de la Ruta de la Seda
que está construyendo China y el diseño de las respectivas áreas de
influencia rusa y norteamericana en el Medio Oriente ampliado.
Finalmente, esta guerra decidirá también si Gran Bretaña y Francia
retornan a la primera “A” aprovechando la decadencia estadounidense. Por
el dominio que el Reino Unido, Francia e Israel tienen actualmente
sobre nuestro país y el Atlántico Sur, este último punto nos atañe
directamente. Estamos más comprometidos con la guerra del Medio Oriente
de lo que pensamos.
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Eduardo J. Vior