A pesar de Steve Bannon, Bolsonaro no es Trump
Aunque
el ex asesor presidencial quiere sumar al líder brasileño a su “global
movement”, las diferencias son mayores que las coincidencias
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
17 de octubre de 2018
Infobaires24
17 de octubre de 2018
El
triunfo de Jair Bolsonaro en la primera vuelta de la elección
presidencial brasileña y el apoyo público que recibió del ex asesor
presidencial norteamericano Steve Bannon sugirieron en los medios de
todo el mundo similitudes entre el presidente aupado a la Casa Blanca
por el organizador de la derecha alternativa (“alt right”) y el ex
oficial paracaidista devenido político. The Movement planea expandirse
por Europa, América Latina y Asia, pero va a rebotar contra más de una
realidad nacional.
En una entrevista
mantenida el pasado miércoles 10 en Londres con el editor en jefe de
Bloomberg, John Micklethwait, Steve Bannon sostuvo que los europeos
deben abandonar el euro y elogió a líderes nacionalistas como el húngaro
Viktor Orban a quien calificó de “heroico”. El otrora arquitecto del
triunfo electoral de Donald Trump en 2016 dijo en la entrevista que “The
Movement” tiene por finalidad convertir a la Unión Europea (UE) en “una
colección de naciones soberanas”, en vez de un bloque integrado
política y económicamente.
“Estoy
convencido de que cada uno debe tener el control sobre su propia
moneda”, declaró Bannon. En vistas a la elección del Parlamento Europeo
en mayo próximo el ex asesor presidencial está tratando de coordinar a
los partidos nacionalistas del continente, para alcanzar un tercio de
los más de 700 diputados europeos. Éste sería el primer paso, para luego
extender su movimiento a Brasil y Paquistán, fracturar la Iglesia
Católica con el apoyo de los ultraconservadores y llegar hasta Filipinas
y Argentina. “No se trata sólo de la UE; este movimiento es global por
su propia naturaleza”, concluyó en la entrevista.
Bannon
abrió el mes pasado en Bruselas la oficina de El Movimiento gracias a
la colaboración de Mischael Modrikamen, presidente del pequeño Partido
Popular Belga (PP), e inmediatamente emprendió con éste una gira por
Roma, donde se reunió con su principal adalid, el ministro del Interior
italiano Matteo Salvini, y Belgrado, donde conferenció con el presidente
húngaro Viktor Orban.
Según
Modrikamen, la nueva organización será un “club”, para “recaudar fondos
en América y Europa que aseguren que las ideas ‘populistas’ sean
escuchadas por los ciudadanos europeos”. El Movimiento va a destacar
cuatro temas comunes a los partidos nacionalistas de la UE: el control
de la inmigración, el “islamismo”, el aumento de la “seguridad” y la
transformación de la Unión en “una Europa de naciones soberanas,
orgullosas de sus identidades”.
Sin
embargo, no todas son rosas. El pasado lunes 8, en una rueda conjunta
con Salvini, Marine Le Pen cerró la puerta a futuras colaboraciones
afirmando que “Bannon no es europeo. Es americano. Nosotros y sólo
nosotros daremos forma a la fuerza política que resulte de las europeas
de 2019”. La contundencia de estas declaraciones se vio, empero,
matizada el jueves 11, cuando Bannon y Le Pen se reunieron en la ciudad
francesa de Lille. Tras el encuentro, el vicepresidente de Reagrupación
Nacional, Louis Aliot (que, además, es la pareja de Le Pen), concedió
que su fuerza aceptaba a Bannon, porque “sólo quiere ofrecer
asesoramiento a los partidos euroescépticos”.
El
Movimiento tampoco ha podido hacer pie en Gran Bretaña, donde el
nacionalista UKIP (Partido para la Independencia del Reino Unido) ha
rechazado seguirlo, y donde Bannon aceptó no entrometerse, según
manifestó en la entrevista con Bloomberg.
Entre
tanto, Brasil debería ser el pivote para organizar El Movimiento en
América Latina. Es público que Bannon asesora la campaña electoral de
Jair Bolsonaro. Uno de los hijos del candidato presidencial, Eduardo
(electo diputado federal por São Paulo), se reunió con Bannon en New
York en mayo pasado donde cerraron el acuerdo de colaboración. La
principal evidencia de esta intervención es la estrategia de guerra
psicológica aplicada por la derecha en las redes. Mentiras, insultos y
difamaciones han movilizado el odio de millones de electores contra el
PT y sus candidatos.
Como Salvini ha
elegido a Macron y Merkel como su principal enemigo para las elecciones
europeas, hay quienes en Brasil asimilan este enfrentamiento a la
confrontación entre Bolsonaro y Haddad. Sin embargo, las apariencias
engañan. Mientras que Macron es un banquero de la Rothschild, Haddad es
un profesor de Filosofía, que ha tenido una competente gestión como
alcalde de São Paulo de donde salió sin cargo alguno por corrupción. Al
contrario de Macron, un lobo neoliberal con piel de oveja, Haddad
encarna lo que resta de una izquierda realmente progresista.
El
trumpismo de Bolsonaro (“Tornem o Brasil Grande de Novo!”, “Hagan a
Brasil grande de nuevo”) se asemeja al de Trump (“Make America great
again!”). Sus persistentes apelaciones a la Patria, a la bandera y a las
fuerzas armadas también suenan similares. No obstante, el aventurero
brasileño no tiene interés en defender la industria nacional, los
empleos ni la rica cultura de su país. A diferencia de su modelo
norteamericano también ha avalado la tortura, la dictadura y el
aniquilamiento físico de minorías y opositores. Bolsonaro no es fascista
ni trumpista, sino muy brasileño, como apuntó el domingo el veterano
periodista Mino Carta. “Un capitán del monte”, lo llamó, aludiendo a los
salvajes cazaesclavos que en los siglos XVII y XVIII recorrían las
serranías del Nordeste buscando a quienes habían huido de las
plantaciones de azúcar.
Bolsonaro es
un salvaje sanguinario a quien se ha encomendado la tarea de devolver
al redil a tanto negro, indio y mulato liberado por Lula. Para ello está
dirigido por el capital financiero especulativo concentrado y sostenido
por los militares más reaccionarios. Sin embargo, el peligro es grande
de que el payaso se crea dueño del circo y quiera eliminar a sus dadores
de trabajo. Ni Steve Bannon podrá entonces limitar el caos en el país
más grande de América Latina.
El
ascenso de los nacionalismos en los países capitalistas centrales es
producto de la combinación entre la creciente desigualdad, el desmontaje
del Estado de Bienestar, la crisis de las izquierdas y de los
movimientos obreros, la aparición de elites reaccionarias que ofrecen
una nueva política identitaria y la facilidad de difusión que ofrecen
las redes sociales.
Entre tanto, el Informe de Estabilidad Financiera 2018 del FMI, publicado en la reciente reunión de Singapur, constata
que existe el riesgo concreto de una crisis global. Si se produce esta
anunciada catástrofe, Bannon pretende pescar en río revuelto. No
obstante, como demuestran los ejemplos de Francia y Brasil, las
diferencias nacionales entre los ultraderechistas son más que las
semejanzas.
La única alternativa
posible a El Movimiento retificado, elitista, demagógico y (¡éste sí!)
populista de los acólitos del suprematismo blanco mundial es el
surgimiento de movimientos populares, democráticos, sociales, nacionales
(en serio) e impregnados por una ética humanista y solidaria. Queda
bastante por hacer.
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Eduardo J. Vior