sábado, 27 de octubre de 2018

El triunfo coronelista nos acerca al abismo

Entrevista en el diario "Vanguardia" de Bucaramanga (Colombia)


Brasil se mueve de izquierda a derecha


Brasil está ad portas de elegir al líder que regirá los destinos del gigante suramericano. El eventual triunfo de un ultraconservador inquieta porque sumiría al país en una era incierta.



En vísperas de la segunda vuelta electoral más importante en épocas recientes, Brasil abraza una polarización visceral alimentada por un discurso de odio del gran favorito Jair Bolsonaro, que ha apelado al voto de la desesperación en un país en crisis, hastiado de la corrupción y desencantado con la izquierda. 
No cabe duda, que la elección presidencial de este domingo marcará un antes y un después en la historia del país más grande y poderoso de América Latina, región que observa con profunda incertidumbre y justificados temores este desenlace político.
Con sobradas razones inquieta que el candidato ultraderechista Bolsonaro, vencedor en la primera vuelta con casi 50 millones de votos, es decir el 46%, tenga más chances de ganar frente al líder de izquierda Fernando Haddad, que está obligado a remontar un resultado adverso del 29%.
Es más, de acuerdo con las últimas encuestas, Bolsonaro supera a Haddad por una diferencia de entre 14 y 20% las intenciones de voto.
La prueba de fuego será este 28 de octubre, cuando más de 147 millones de brasileños vayan a las urnas para definir presidente hasta 2023, entre la izquierda o la extrema derecha.
El carácter autoritario personalista del exmilitar Bolsonaro, nostálgico de las dictaduras, es factor de preocupación.
Ha insultado a los pobres, las mujeres, los homosexuales y los negros que son una comunidad muy importante en Brasil. Y si a esto se le suma que reniega de la democracia, esa que irónicamente lo puede llevar al poder, y su promesa de abrir la región amazónica a la explotación comercial, el horizonte no puede ser más oscuro.
Martha Lucía Márquez, directora del Instituto Pensar de la Universidad Javeriana de Bogotá, explica el vertiginoso ascenso de Bolsonaro a factores internos como el descrédito de la izquierda, particularmente del Partido de los Trabajadores (PT) por los sonados escándalos de corrupción.
Destaca la importancia como actor político que están adquiriendo los grupos evangélicos en América Latina que mueven votos desde sus iglesias, y que han reaccionado frente a las políticas liberales y de inclusión de los gobiernos de izquierda, haciendo alusión a grupos Lgtbi o derechos de la mujer.
Además la doctora en Ciencias Sociales y Humanas describe a Bolsonaro como una figura atípica en la medida en que aun cuando ha sido legislador durante muchos años, ha sido poco exitoso porque prácticamente no ha sacado proyectos de ley.
Igualmente identifica que en Brasil no hay un centro político desde hace mucho rato.
“No hay un candidato que logre construir un centro político, en los años 80 después de la transición a la democracia, Brasil ha vivido una competencia entre la izquierda” representada en el PT que gobernó entre 2003 y 2016, y la derecha en el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) que apoya a Bolsonaro, sostiene.
A juicio de la experta en temas de América Latina, lo de Bolsonaro además guarda similitud con la llegada al poder de Trump en Estados Unidos, quien fue elegido con unos 63 millones de votos.
Si bien reconoce que Bolsonaro sí ha tenido cierta trayectoria política a diferencia de Trump, la relación es “justamente en términos de su incapacidad política y su estilo político, es un hombre abiertamente de derecha, que hace comentarios políticamente inadecuados”.
Por su parte, Fabián Gamba, docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de La Salle, estima que después del gran avance de la izquierda en América Latina, vuelven las derechas al poder en varios países como ocurriría en Brasil y “eso implica innegablemente un nuevo mapa político para el subcontinente porque las relaciones entre Estados van a depender de las líneas de acción de los gobiernos y las tendencias políticas de los mismos”.
En ese contexto, le preocupa que un candidato tan extremo en cuanto a sus percepciones sobre temas sensibles como lo exhibe Bolsonaro, “llevaría a un Brasil que se ubicaría en otro terreno diferente y a un retroceso de las políticas en las que Brasil ha avanzado y que lo ha llevado a ser un referente en América Latina, nos va a llevar a un nuevo panorama de lucha y de movilización social”.
Eduardo Vior, analista internacional argentino, interpreta la situación actual brasileña como de extrema polarización y prevé un “ciclo de ingobernabilidad, mucha sectarización y fractura social y política”.
Es más, va más allá, y alerta que “este personaje (Bolsonaro) que es un delirante paranoico mesiánico puede estar tentado a usar las milicias de las iglesias pentecostales y las milicias de los latifundistas en el interior del país para construir una fuerza propia si él intenta imponerse frente al Ejército”.
Será un período complejo porque se va fracturar la relación entre las elites que llegan en una situación económica difícil, enfatiza Vior.
Como dato interesante, agrega el experto, en el último año, aproximadamente 88 mil de las mayores riquezas de Brasil han pedido visa para irse a vivir a otros países.
La razón, según él, “porque saben que van a hacer sus negocios en su país, pero también saben que la situación va a ser desastrosa, por la convulsión social, la inseguridad y la falencia progresiva del Estado en muchas cuestiones”.
No en vano, Brasil es un país cada vez mas asfixiado por la violencia que se palpa en las calles con cerca de 64 mil homicidios en 2017, a la que le cuesta salir de la recesión provocada por el Gobierno de Dilma Rousseff, y del desempleo, que se ha estancado en un 13%.
De otro lado, el analista argentino considera que algo característico de esta campaña ha sido la táctica de Bolsonaro “de esconderse detrás del señor WhastApp”.
El candidato ultraconservador tiene millones de seguidores en redes, rechazó los debates con sus rivales, y dio contadas entrevistas para no comprometerse demasiado o más bien, equivocarse con su discurso incendiario.

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Eduardo J. Vior