Cuando veas las barbas de tu vecino mesar …
El
caos del gobierno de Bolsonaro refleja la impericia de un golpe de
estado inacabado que coloca al régimen oligárquico ante la opción de
profundizarlo o estancarse
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
26 de marzo de 2018
Infobaires24
26 de marzo de 2018
El arresto del expresidente brasileño Michel Temer
el jueves pasado representó un desesperado esfuerzo de los jueces de la
embajada por salir del pantano en el que se está hundiendo
aceleradamente el gobierno resultante del golpe de estado de 2016. Sin
embargo, en la medida en que el desorden actual afecta intereses
corporativos y los “usos y costumbres” de la elite, Brasil se ha vuelto a
poner en camino hacia un golpe de estado. Sólo no hay acuerdo sobre la
manera de realizarlo.
Aunque era
esperada desde que dejó el gobierno el pasado 1º de enero, la prisión
del expresidente Michel Temer el pasado jueves 21 reactivó la crisis que
desde hace cinco años sacude al país y paraliza su economía. Aunque
algunos especularon con que la detención de Temer desviaría el foco de
la atención pública de Bolsonaro, cuya imagen viene cayendo en picada,
el arresto complica la articulación en el Congreso para promulgar la
reforma jubilatoria, uno de los pilares del programa del nuevo gobierno.
Bolsonaro no tiene mayoría propia y necesita tres quintos de los votos
de los diputados y senadores para aprobar el proyecto. Sin embargo, la
detención de Temer fue interpretada por los caciques parlamentarios como
una amenaza del “lava jato” contra la “vieja política”. Como, además de
Temer, la Policía Federal había arrestado el jueves al exministro
Wellington Moreira Franco, suegro postizo del presidente de la Cámara de
Diputados Rodrigo Maia (DEM), éste avisó al ministro de Economía, Paulo
Guedes, que se desentendía de conseguir los votos necesarios para la
reforma. El presidente de Diputados está también enfrentado con el
exjuez Sérgio Moro, ministro de Justicia e iniciador del “lava jato”.
Por esta razón el presidente de los Diputados postergó también sine die el tratamiento de la reforma penal propuesta por el ministro.
La
crispación entre Maia y Bolsonaro fue descrita dentro del equipe
económico como “apocalíptica” y el ministro de Economía Paulo Guedes
teme que se caiga la reforma jubilatoria. Por si fuera poco, Bolsonaro
se hunde aceleradamente en las encuestas. Según Ibope, su aprobación se
desplomó un 16% desde enero.
Entre
tanto, los generales, que ocupan numerosas posiciones en el gobierno,
comienzan a combatir la enorme influencia del astrólogo Olavo de
Carvalho sobre el presidente. “Nunca me interesé por las ideas de ese
señor”, declaró el domingo el general Carlos A. dos Santos Cruz,
secretario general del gobierno, al responder a los ataques de Olavo
contra los militares, especialmente contra el vicepresidente, general
Hamilton Mourão. “Por sus últimas manifestaciones mediáticas es evidente
que se trata de un desequilibrado”, criticó el ministro ante Folha.
Olavo
había declarado que los militares son “cagones”, porque no aceptan que
Brasil se aleje de China y otros socios comerciales. Por su parte,
durante su visita a Estados Unidos, Bolsonaro había ensalzado a Olavo
como “uno de mis grandes inspiradores”.
El
general Santos Cruz criticó asimismo a Steve Bannon, el exasesor de
Donald Trump que también lo es de Bolsonaro. “Sobre este ciudadano
norteamericano sólo puedo decir que para mí nunca tuvo significado”,
dijo el ministro. Y añadió, “de él sólo vi un comentario absolutamente
inconveniente que demuestra falta de preparación política y de noción de
límites”.
A menos de tres meses de
su asunción Bolsonaro se ha convertido en un problema para todas las
fuerzas que lo pusieron en el poder.
En
primer lugar para los terratenientes, que lo encumbraron pensando en
“fusilar a los petistas”, acabar con los controles ambientales y tratar
de “terroristas” a los movimientos sociales. Ahora bien, la Unión
Europea ya avisó que no avanzará en acuerdos comerciales con Brasil,
mientras esté Jair Bolsonaro en el gobierno. Por su parte, presionada
por Estados Unidos, China comprará a éstos la soja que hasta hoy
adquiría en Brasil. A su vez, los países árabes han comenzado a cancelar
sus compras de carne brasileña como represalia por el acercamiento de
Brasilia a Tel Aviv. Bolsonaro se ha convertido así en el mayor
impedimento del agronegocio brasileño.
Tampoco
está sirviendo al sistema financiero, que apostó todas sus cartas a la
reforma jubilatoria que Bolsonaro haría para regalar a los bancos
privados los ahorros públicos. Después del choque entre el presidente de
la República y el de Diputados de este último fin de semana el
mandatario va a desistir de impulsar una reforma tan extremadamente
impopular y que le puede costar el poder.
De
la misma manera defraudó a los medios de comunicación conservadores que
lo apoyaron por miedo a que el PT regulara el mercado de los medios. En
cambio, Bolsonaro redujo la pauta publicitaria oficial, se comunica con
sus seguidores sin mediaciones a través de las redes sociales y tiene a
los conglomerados de la comunicación y a los periodistas entre sus
principales enemigos.
Igualmente el
Congreso perdió poder. La política fue criminalizada, no existen más los
tradicionales acuerdos entre el Ejecutivo y los parlamentarios que lo
apoyan y quien quiere algún cargo público debe negociarlo con el general
Santos Cruz.
Finalmente, los
militares. Se supone que fueron los grandes vencedores, porque ocupan un
sinfín de cargos en el gobierno y la administración pública y se
salvarían de la reforma previsional, pero Brasil nunca estuvo tan
entregado a norteamericanos e israelíes como ahora. Están corriendo un
gran riesgo de que Bolsonaro los arrastre en su caída.
Este
escenario ha hecho que el sistema político, económico y judicial haya
vuelto a funcionar en modo golpe. El sábado pasado Merval Pereira,
principal columnista de Globo, escribió que Bolsonaro carece de realismo
y avisó que han comenzado a moverse las placas tectónicas de la
política. Este martes 26, en tanto, la Federación de la Industria va a
reunir en São Paulo a 500 empresarios con el vicepresidente Hamilton
Mourão. Las empresas industriales están sufriendo fuertemente el
estancamiento económico y temen la agudización de la depresión por la
política neoliberal de Paulo Guedes, así como a la competencia desleal
que la apertura indiscriminada de las fronteras está trayendo.
Es
evidente que la elite ya está buscando cómo librarse de Bolsonaro, que,
a su vez, tratará de apoyarse en Donald Trump para seguir en el
Planalto. Los Estados Unidos son los únicos para quienes Bolsonaro no es
un problema, pero el presidente sabe que después de Michel Temer puede
tocarle a él. Como dice el viejo refrán español, “si ves las barbas de
tu vecino mesar, pon las tuyas a remojar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Estimad@s lector@s:
Este es un blog moderado. Sus comentarios serán evaluados antes de la publicación, para evitar spam.
Agradezco su atención.
Eduardo J. Vior