jueves, 30 de julio de 2020

Bolsonaro y Cartes están rifando la energía de Itaipú

¿Qué busca Netanyahu en la Triple Frontera?

Eduardo J. Vior
Tras el desguace del Lava Jato, la vuelta de Horacio Cartes, junto con el avance del narcotráfico paulista en Paraguay y la intrusión israelí, generan temores sobre el futuro de Itaipú.
Por Eduardo J. Vior
Infobaires24
30 de julio de 2020

Mientras que los escalones más altos de la Justicia, la Fiscalía y la Procuración brasileñas van desarmando la trama golpista del Lava Jato en Paraná, su competencia carioca negocia con Horacio Cartes la partición del poder sobre la Triple Frontera. Recuperada su centralidad en la política paraguaya, el ex presidente paraguayo pretende volver al gobierno en 2023, justo cuando Brasil y Paraguay deben firmar el nuevo tratado binacional de Itaipú. El Lava Jato fue útil para dar el golpe de Estado contra el PT y que el bolsonarismo recolonizara Brasil. Grandes poderes transnacionales pretenden apropiarse del sector energético.

El Procurador General de la República (PGR), Augusto Aras, denunció el miércoles 29 a los fiscales que impulsaron la causa del Lava Jato en Curitiba (Paraná) por armar una red de espionaje ilegal sobre 38 mil personas. Aunque nombrado por Jair Bolsonaro, el procurador Aras ha dado en los últimos meses varias muestras de independencia y, sobre todo, coincide con el presidente en el interés por destruir el equipo armado por el ex juez Sergio Moro en 2014, para derrocar a Dilma Rousseff y encarcelar a Lula.

Previamente, el pasado miércoles 22, nueve personas fueron condenadas en dicho Tribunal Federal de Curitiba (Paraná) por haber participado en un esquema de lavado de dinero en el exterior que comandaba el cambista Alberto Youssef. De los nueve el más conocido para el público argentino es Leonardo Meirelles, quien fue condenado a 40 años de prisión, acusado, entre otros delitos, de haber girado en 2013 medio millón de dólares al ex titular de nuestra Agencia Federal de Inteligencia, Gustavo Arribas, cuando éste operaba desde São Paulo en el tráfico internacional de jugadores de fútbol.

 

Las pruebas aportadas por el mismo Meirelles demostraron que entre 2012 y 2014 actuó bajo las órdenes de Youssef cambiando clandestinamente y girando enormes sumas a paraísos fiscales. No obstante, la condena de 40 años se redujo a cuatro bajo régimen abierto, gracias al acuerdo que suscribió con el Ministerio Público Federal (MPF).

Por su parte, su jefe, el cambista (“doleiro”) Alberto Youssef, ya había recibido la libertad en 2016 beneficiado por el acuerdo de delación premiada que firmó con la PGR. La sentencia actual, que pone a la red de Youssef en una suerte de “libertad vigilada”, coincide con el comienzo de las negociaciones entre Dario Messer, el “amigo del alma” de Horacio Cartes, y el MPF. Messer tiene un poder muy superior al de Youssef y redes internacionales en EE.UU. e Israel mucho más amplias que las del paranaense.

No está establecido qué tipo de relación hay entre Messer y Youssef, pero ambos tenían sus bases (¿tienen?) en la región de las Tres Fronteras. Según relató la esposa de Messer, entre julio de 2018, cuando la Justicia Federal de Rio de Janeiro comenzó a buscar al cambista, y mayo de 2019, cuando se trasladó a São Paulo, éste estuvo refugiado en Pedro Juan Caballero (Amambay, en la frontera –calle por medio- con Ponta Porá, Mato Grosso do Sul), en la casa de la declaradamente mafiosa familia Mota, contrabandistas de tabaco y de drogas, asociados al Primer Comando de la Capital (PCC) de São Paulo, que en esa región tiene una de sus principales bases.

Messer y Youssef tienen en común ser grandes cambistas que operan en la zona de la Triple Frontera, administran dinero del PCC y fueron protegidos por Sergio Moro (a quien previamente financiaron). La única diferencia importante (¿cuán importante?) es que uno es judío y amigo personal de Benyamin Netanyahu y el otro tiene origen libanés, como la mayoría de los 70.000 árabes asentados en esa región.

La estrecha relación de Dario Messer con Netanyahu se transfirió a Horacio Cartes, cuando para su campaña electoral en 2013 éste contrató a Ari Harow y Yechiel Leiter, quienes fundaron en Asunción la consultora 3H Global, desde donde bajaron la línea antes y después del triunfo electoral. Harow fue el principal asesor político de Benjamín Netanyahu, hasta que en 2018 lo procesaron por soborno, fraude, abuso de confianza y lavado de dinero. Estos asesores tuvieron una participación activa y fueron contratados por las empresas privadas del presidente, pero el vínculo recién recibió atención internacional, cuando en mayo de 2018 Cartes decidió trasladar la embajada paraguaya a Jerusalén.

Abdo Benítez, por el contrario, es hijo del secretario privado de Alfredo Stroessner (1954-89). En tanto descendiente de libaneses, Abdo tuvo la ayuda de la comunidad árabe para financiar sus campañas electorales en la interna (2017) del Partido Colorado, primero, y luego en las nacionales de 2018. En septiembre de ese mismo año, apenas asumió como presidente, llevó de vuelta la embajada a Tel Aviv, mientras que su canciller Luis Castiglioni acusaba a Dario Messer de hacer lobby por Israel en Paraguay. Furioso, Netanyahu respondió con el cierre de la embajada de Israel en Asunción. Asustado ante la tormenta desatada, el novato presidente pidió ayuda a Trump y a cambio rompió relaciones con Venezuela.

Poco después, cuando en diciembre de 2018 el gobierno de EE.UU. retiró la visa a Horacio Cartes por las acusaciones criminales contra él, éste envió a Israel a su ex ministro Gustavo Leite, quien obtuvo de Netanyahu que intercediera ante Donald Trump.

Del mismo modo, pocas horas antes de iniciarse el 31 de julio de 2019 el juicio político contra Mario Abdo por su negociación espuria sobre el precio de la energía de Itaipú, en la que favoreció a una empresa de la familia Bolsonaro, Alfredo «Goli» Stroessner, ex senador, nieto del ex dictador y pariente de Abdo Benítez, llamó al embajador de EE.UU. (entonces fuera del país) y le pidió que intercediera ante el embajador israelí en Buenos Aires (cuya representación incluye Paraguay) para que frenara el proceso. Autorizado por el premier israelí, un equipo de la embajada en Buenos Aires llegó a Asunción a las 7,30 hs. del día 1º, fueron recibidos por Cartes a las 9 hs. e inmediatamente Honor Colorado, el movimiento de Cartes, anunció que retiraba su apoyo al impeachment, salvando a Abdo, aunque confundiendo gravemente a los propios parlamentarios cartistas.

Por esa misma época Dario Messer pactó su entrega con el MPF y Cartes se hizo cargo de los negocios comunes. Al haber evitado la deposición de Abdo, se convirtió en su valedor y actualmente está negociando con el Frente Guasú y los liberales, para reformar la Constitución y, aunque ex presidente, poder presentarse a la elección presidencial de 2023.

El pasado domingo 5 de julio Horacio Cartes cumplió 64 años, recibiendo de regalo un video de 18 segundos del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, en el que le puso lo siguiente: “te envío saludos desde Israel por nuestra profunda amistad. Eres un maravilloso amigo de Israel y del pueblo judío. Te deseo muchísimos años más de fructífero esfuerzo y felicidad y salud”. Por eso estaba tan contento, cuando al día siguiente recibió a Mauricio Macri.

Mientras tanto, arrecian los indicios de que el Primer Comando de la Capital (PCC), la “cooperativa” criminal más poderosa de América Latina, está invirtiendo en la plantación de marihuana en terrenos de propiedad indefinida en Paraguay, para luego comercializarla en Brasil. Hace tiempo que el PCC domina las rutas que desde Bolivia y Paraguay llevan la cocaína colombiana a la región paulista. Como otras organizaciones criminales, blanquea sus ganancias a través de las redes de “doleiros” controlados por Dario Messer, y ahora, probablemente, por Horacio Cartes.

 

Entre tanto, este martes 28 de julio el Ministerio brasileño de Economía anunció que, “pasada la fase más crítica de la pandemia de Covid-19” (¿?), se apresta a retomar su agenda de “reformas estructurales” y privatizaciones. Al tope de la lista está la venta (el remate) de Eletrobras, la compañía de electricidad más grande de América Latina, décima en el mundo y cuarta empresa productora de energía limpia del planeta. Eletrobras produce el 40% y transporta el 69% de la energía eléctrica brasileña y el gobierno federal posee el 52% de sus acciones. De ella dependen también la parte brasileña de Itaipú Binacional y Eletronuclear, propietaria de las centrales atómicas del país.

Como proclamadamente el gobierno no prevé privatizar Itaipú ni las centrales atómicas, y la Constitución de 1988 dispone que ambas sean administradas por una empresa estatal, esta semana el Ministerio de Minas y Energía solicitó al Ministerio de Economía 4.000 millones de reales más para su presupuesto de 2021 para así poder crear una nueva empresa estatal administradora de Itaipúy Eletronuclear, cuando Eletrobras sea privatizada.

Aunque los voceros del gobierno de Bolsonaro prometen que la privatización de la energía no afectará Itaipú, porque se trata de una empresa binacional y en 2023 se tiene que firmar un nuevo tratado binacional que remplace al originario de 1973, la política de privatizaciones, las enormes masas de capital legal e ilegal que circulan por las Tres Fronteras, el poder actual de Cartes, su cercanía a Benyamin Netanyahu y la ausencia de resistencia efectiva obligan a temer lo peor. Una vez remplazado el gobierno del PT por el de Bolsonaro, destruida la economía y la sociedad brasileña, diezmada la población y sellada la convivencia entre el Estado y el crimen organizado, la ultraderecha colonial se propone reorganizar las relaciones regionales. En esta etapa EE.UU. parece haber delegado la gestión en el gobierno israelí y sus aliados.

Israel tiene algunas empresas con buena experiencia en la generación de energías limpias, pero ninguna que sepa gerenciar una hidroeléctrica del tamaño de ésta. Probablemente por ahora Brasilia privatice y fragmente Eletrobras, para posteriormente arreglar con Cartes la rifa de Itaipú.

Hace pocos meses nuestro país ha sufrido las consecuencias de la sequía en las fuentes del Paraná y del Uruguay, combinada con el desorden en la gestión de las hidroeléctricas brasileñas. Puede preverse qué sucederá en los ríos, si la privatización de la producción y transporte de energía avanza. ¿Hay en Brasil algún resto de dignidad nacionalista o toda la resistencia será responsabilidad de Argentina?

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Eduardo J. Vior