lunes, 2 de julio de 2012

 Querid@s amig@s y compañer@s:
Comparto con Uds. la nota sobre Brasil que publiqué ayer en Miradas al Sur. Espero sus comentarios.
Cordialmente
Eduardo J. Vior

Dilma esquiva el tema de la inflación

Año 5. Edición número 215. Domingo 1 de julio de 2012


El aumento de la inflación asusta a los tecnócratas brasileños, pero no se entiende por qué Rousseff no obvia esos temores y lleva adelante una política ofensiva de reactivación de la inversión. La respuesta está en las elecciones de octubre.
El gobierno brasileño anunció el miércoles pasado su propósito de gastar 8.400 millones de reales para reactivar la alicaída economía, pero se quedó muy por debajo de las expectativas previas. La motivación electoral es obvia: el próximo 7 de octubre se realizan en todo el país elecciones municipales en las que se juega el control de las mayores ciudades. En la perspectiva de las presidenciales y parlamentarias de 2014 el gobierno necesita ganar sobre todo São Paulo, para frenar a la oposición, pero anda a los tropezones, porque el PT ha perdido los lazos con sus bases sociales. Falta de fuerza política propia, la presidenta teme al fantasma de la inflación agitado por los medios y los especuladores. Por eso, el programa de reactivación acabó en una canilla libre, para que tres ministerios (Educación, Defensa y Desarrollo Urbano) absorban los excedentes de las fábricas de camiones y ómnibus. La mayor parte de los gastos previstos irá para la compra de ocho mil camiones, para acciones contra la sequía y para el reequipamiento de las Fuerzas Armadas. En segundo lugar está la compra de 8.570 ómnibus para escuelas rurales. También se comprarán mobiliario escolar, tractores e implementos agrícolas, motoniveladoras y retroexcavadoras para municipios rurales, ambulancias, motos para la Policía Federal y otras maquinarias de uso municipal. Así no se reactiva la economía y Dilma lo sabe.
Todavía el día anterior el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior Fernando Pimentel anunciaba ufano que “ya hicimos mucho para expandir el consumo. Ahora nos estamos concentrando en la inversión”. Por su parte, el ministro de Hacienda, Guido Mantega, también comunicó el miércoles la reducción de la Tasa de Intereses de Largo Plazo (Tjlp) de 6% a 5,5% anual y nuevas bajas para el futuro.
La timidez de las medidas puede explicarse por los datos dados a conocer el jueves por el Banco Central que redujo su proyección de crecimiento del PBI de 3,5% a 2,5% para el año en curso. Para 2013 también fueron alteradas las previsiones, pasando de 4,25% la semana anterior para 4,20% el jueves. La tasa de inflación estimada por el Banco Central para este año también fue corregida de 4,4% a 4,7%, superando la meta fijada de 4,5%.
Evidentemente, el renovado crecimiento de la inflación asustó a los tecnócratas, pero no se entiende por qué Dilma no obvia esos temores y lleva adelante una política ofensiva de reactivación de la inversión, aun haciéndose cargo de un cierto aumento de la inflación.
La respuesta puede hallarse en las elecciones municipales de octubre próximo y en la pérdida de conexión del PT con su base social. El Partido dos Trabalhadores, surgido en 1980 de la fusión del nuevo movimiento obrero del ABC paulista con grupos de base de la Iglesia Católica e intelectuales de izquierda, ya no es más el partido socialdemócrata apoyado en una fuerte Central Única dos Trabalhadores (CUT) capaz de dirigir y controlar la movilización obrera. Otras centrales sindicales han crecido, el Movimiento de los campesinos Sin Tierra (MST) ha ganado autonomía y, sobre todo, el partido ha perdido a sus mejores cuadros políticos en la devastadora crisis conocida como “Mensalão” (la gran mensualidad) que estalló en 2005. A partir de agosto próximo (para peor) serán juzgados en el Supremo Tribunal Federal (STF).
El llamado “Mensalão” era un gigantesco sistema de desvío de fondos estatales a través de bancos privados, para financiar las campañas electorales del PT y la fidelidad de voto de parlamentarios de los partidos aliados, que estalló en 2005, obligando a renunciar a gran parte de la dirección del PT y a muchos parlamentarios, entre ellos cuadros fundadores del partido.
A partir de ese momento el PT vivió del carisma de Lula. Él fue quien ganó las elecciones de 2006 e impuso exitosamente a la antes desconocida Dilma Rousseff quien, a su vez, tomó la posta en 2010 con un estilo propio que le dio una gran independencia respecto de su mentor. Dilma es más técnica y menos extrovertida, pero igualmente exitosa en su control de los aparatos formales e informales del poder. Junto con Lula cogitó ahora el desembarco del ex-ministro de Educación Fernando Haddad en São Paulo, para disputar la alcaldía a José Serra, el ex candidato presidencial del Psdb.
Aunque el foco de la campaña del PT estará puesto en la capital paulista, dirigentes partidarios consideran que la presencia de Lula será fundamental en por lo menos otras tres capitales (Porto Alegre, Salvador y Recife), pero todo va a depender de la salud del ex presidente. Para éste, en cambio, no tienen tanta importancia. Venciendo a José Serra en São Paulo el partido debilita al Psdb a nivel nacional. En las demás ciudades, el PT tiene aliados importantes que, si ganan, no le crearán problemas.
Consciente de la debilidad de su partido, Dilma cierra acuerdos de elite, mientras se comunica con sus bases por encima de los partidos, pero no se atreve a lanzar programas de inversiones neokeynesianos que podrían empujar la inflación hacia arriba. Sin embargo, si la economía no repunta, no le quedan muchas otras alternativas. En los próximos meses tendrá que decidirse, si quiere ganar las elecciones aun con un partido rengo.

1 comentario:

  1. ¡Felicitaciones por este nuevo espacio! aunque debiera felicitar a la gente de Miradas por haber acertado en convocarte.

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Eduardo J. Vior