Crisis en Italia: con el ruido de los grillos no basta
Año 6. Edición número 251. Domingo 10 de marzo de 2013
La actitud irreverente y antinegociadora del
outsider Beppe Grillo, segundo en las recientes elecciones generales,
hace imposible la formación de un nuevo gobierno. Según los analistas,
la ruidosa protesta de los “grillitos” se asemeja a otros movimientos
antipolítica de las clases medias europeas.
Después de proclamados los resultados oficiales de las elecciones del
24 de febrero, las próximas dos semanas serán decisivas para la
formación de gobierno en Italia. Los analistas tienen visiones
contrapuestas sobre el futuro del proceso. Según el diario La Repubblica,
el Presidente de la República pretende dar al líder del Partido
Demócrata (PD) Pierluigi Bersani el mandato para formar gobierno, pero
si fracasa, Mario Monti continuará como Primer Ministro a cargo hasta la
elección del nuevo Presidente que debe asumir el 15 de mayo. Por el
contrario, otros periodistas ven un abanico de alternativas a
disposición del jefe de Estado: una coalición amplia PD-Verdes
(PV)-Monti, una gran coalición de gobernabilidad PD-PV-Monti-Berlusconi
(PDL), un gobierno de minoría PD-PV tolerado por las demás fuerzas y el
llamado modelo Sicilia de gobierno del PD tolerado por el Movimento 5 Stelle (M5S).
El cronograma que la Constitución y las leyes fijan para la formación de nuevo gobierno es muy apretado: este lunes 11 se entregarán las credenciales a los parlamentarios electos. El 15 de marzo se reúnen las nuevas cámaras, para primero elegir a sus autoridades. Aunque los reglamentos de ambas difieren, se espera que el próximo sábado 16 estén electos los candidatos del PD-PV. Después de que se formen las bancadas, el día 20 estas elegirán sus autoridades. Ésta es la condición, para que el presidente de la República pueda convocar a los presidentes de bloque a consultas sobre la designación del nuevo Primer Ministro. Se espera que el jefe de Estado lo nombre antes del domingo de Pascua (31 de marzo). Esta vez el proceso es especialmente delicado, porque Napolitano finaliza su mandato y ya no puede disolver el Parlamento. En la segunda mitad de abril, finalmente, debe reunirse la Asamblea Parlamentaria con representantes de las regiones, para elegir al nuevo presidente de la República.
Al presidente no le importa el color del gobierno, sino que dure hasta que su heredero se haga cargo y pueda llamar a nuevas elecciones generales. Giorgio Napolitano sabe que después de la tormenta electoral que convirtió al M5S en el mayor partido político italiano, las fuerzas políticas están convulsionadas y confusas. Él presta especial atención a la dinámica interna del Partido Democrático, agitada nuevamente por Matteo Renzi, el alcalde de Florencia de 37 años que en noviembre pasado salió segundo en las elecciones primarias de su partido. El presidente necesita saber con qué apoyos cuenta Bersani en la dirección del PD, pero tampoco desatiende otros escenarios. La gran incógnita es saber si el M5S seguirá sin colaborar en la formación de gobierno o aceptará coaligarse con el PD-PV.
En el primer caso, el presidente tiende a formar un gobierno llamado “constitucional”: un ejecutivo liderado por una personalidad suprapartidaria reconocida, con el mandato de realizar algunas pocas reformas fundamentales, para luego disolverse y dar lugar a nuevas elecciones generales. Sin embargo, escaldado por las reacciones en Italia contra su visita a Berlín a fines de febrero, Napolitano sabe que no puede maniobrar demasiado. Si bien en Alemania defendió el derecho del pueblo italiano a elegir a quien quiera, las explicaciones que dio a la canciller Ángela Merkel hirieron la hipersensibilidad anti-alemana de sus compatriotas. Por ello urge a los partidos para que comiencen rápido las consultas sobre la formación de gobierno.
El constitucionalista Paolo Armaroli no cree que el actual Presidente disuelva las cámaras ni que el próximo mandatario mande a su casa al mismo Parlamento que acaba de elegirlo. Por consiguiente, afirma, Napolitano deberá negociar hasta el último minuto del 14 de mayo y, considerando su carisma –afirma–, seguramente tendrá éxito. No obstante, no debe darle a Bersani un mandato exploratorio. Si no consigue mayorías o apoyos suficientes, según el profesor, debería convocar al Presidente del Banco de Italia Ignazio Visco o al ex-primer ministro Giulio Amato para formar un gabinete “constitucional”.
Otra posibilidad pendiente es la formación de un gobierno de minoría presidido por Bersani con la tolerancia del M5S, pero si “Beppe” Grillo sigue sin apoyarlo –sostiene el constitucionalista Enzo Chidi– queda la carta de un gobierno de “gran coalición” PD-PDL-Monti sin el M5S. Si esta alternativa también fracasa, se retornaría a la primera opción de gobierno monocolor minoritario del PD-PV, pero con otro candidato. El presidente, afirma el profesor, especula con la presión que los mercados y la prensa internacional, a la que tan atento está Grillo, empezarán a hacer dentro de poco para que Italia tenga gobierno. Por su parte, el constitucionalista Gaetano Azzariti sostiene que “Napolitano va a hacer de todo para hallar una mayoría, cualquiera sea, porque sería gravísimo que dejara a su sucesor la herencia de tener que disolver el Parlamento como única salida a la crisis política”.
Finalmente, el gobernador de la Región de Sicilia, Rosario Crocetta (PD), electo en octubre de 2012 con la tolerancia del M5S, afirma que “los ‘grillitos’ están pensando en extender este ‘modelo Sicilia’ al nivel nacional. “Me parece que es un gesto de responsabilidad, porque fueron electos para gobernar, no para protestar”, arremetió. Crocetta aprecia el ejemplo siciliano, donde –dice– el acuerdo con el M5S está permitiendo introducir reformas fundamentales en la administración del agua y de los residuos, así como la ley sobre el trabajo precario. Al inicio “reinaba una cierta perplejidad, pero luego logramos articular una fuerte mayoría parlamentaria”, dice Crocetta.
Claro que Italia es mucho más compleja que Sicilia y la diversidad aún no consolidada del Movimento 5 Stelle hace imprevisible cómo reaccionaría ante una maniobra de su líder para apoyar un gobierno de la odiada partidocracia. La ruidosa protesta de los “grillitos” recuerda a otros movimientos antipolítica de las clases medias europeas. Los Verdes alemanes, por ejemplo, debieron esperar quince años desde su fundación en 1979 para, luego de haber sido castigados por los votantes en 1989 con la expulsión del Parlamento, retornar al mismo en 1994 completamente adaptados al sistema político que antes combatían. El ruido de los grillos no basta para revolucionar el sistema político italiano.
El cronograma que la Constitución y las leyes fijan para la formación de nuevo gobierno es muy apretado: este lunes 11 se entregarán las credenciales a los parlamentarios electos. El 15 de marzo se reúnen las nuevas cámaras, para primero elegir a sus autoridades. Aunque los reglamentos de ambas difieren, se espera que el próximo sábado 16 estén electos los candidatos del PD-PV. Después de que se formen las bancadas, el día 20 estas elegirán sus autoridades. Ésta es la condición, para que el presidente de la República pueda convocar a los presidentes de bloque a consultas sobre la designación del nuevo Primer Ministro. Se espera que el jefe de Estado lo nombre antes del domingo de Pascua (31 de marzo). Esta vez el proceso es especialmente delicado, porque Napolitano finaliza su mandato y ya no puede disolver el Parlamento. En la segunda mitad de abril, finalmente, debe reunirse la Asamblea Parlamentaria con representantes de las regiones, para elegir al nuevo presidente de la República.
Al presidente no le importa el color del gobierno, sino que dure hasta que su heredero se haga cargo y pueda llamar a nuevas elecciones generales. Giorgio Napolitano sabe que después de la tormenta electoral que convirtió al M5S en el mayor partido político italiano, las fuerzas políticas están convulsionadas y confusas. Él presta especial atención a la dinámica interna del Partido Democrático, agitada nuevamente por Matteo Renzi, el alcalde de Florencia de 37 años que en noviembre pasado salió segundo en las elecciones primarias de su partido. El presidente necesita saber con qué apoyos cuenta Bersani en la dirección del PD, pero tampoco desatiende otros escenarios. La gran incógnita es saber si el M5S seguirá sin colaborar en la formación de gobierno o aceptará coaligarse con el PD-PV.
En el primer caso, el presidente tiende a formar un gobierno llamado “constitucional”: un ejecutivo liderado por una personalidad suprapartidaria reconocida, con el mandato de realizar algunas pocas reformas fundamentales, para luego disolverse y dar lugar a nuevas elecciones generales. Sin embargo, escaldado por las reacciones en Italia contra su visita a Berlín a fines de febrero, Napolitano sabe que no puede maniobrar demasiado. Si bien en Alemania defendió el derecho del pueblo italiano a elegir a quien quiera, las explicaciones que dio a la canciller Ángela Merkel hirieron la hipersensibilidad anti-alemana de sus compatriotas. Por ello urge a los partidos para que comiencen rápido las consultas sobre la formación de gobierno.
El constitucionalista Paolo Armaroli no cree que el actual Presidente disuelva las cámaras ni que el próximo mandatario mande a su casa al mismo Parlamento que acaba de elegirlo. Por consiguiente, afirma, Napolitano deberá negociar hasta el último minuto del 14 de mayo y, considerando su carisma –afirma–, seguramente tendrá éxito. No obstante, no debe darle a Bersani un mandato exploratorio. Si no consigue mayorías o apoyos suficientes, según el profesor, debería convocar al Presidente del Banco de Italia Ignazio Visco o al ex-primer ministro Giulio Amato para formar un gabinete “constitucional”.
Otra posibilidad pendiente es la formación de un gobierno de minoría presidido por Bersani con la tolerancia del M5S, pero si “Beppe” Grillo sigue sin apoyarlo –sostiene el constitucionalista Enzo Chidi– queda la carta de un gobierno de “gran coalición” PD-PDL-Monti sin el M5S. Si esta alternativa también fracasa, se retornaría a la primera opción de gobierno monocolor minoritario del PD-PV, pero con otro candidato. El presidente, afirma el profesor, especula con la presión que los mercados y la prensa internacional, a la que tan atento está Grillo, empezarán a hacer dentro de poco para que Italia tenga gobierno. Por su parte, el constitucionalista Gaetano Azzariti sostiene que “Napolitano va a hacer de todo para hallar una mayoría, cualquiera sea, porque sería gravísimo que dejara a su sucesor la herencia de tener que disolver el Parlamento como única salida a la crisis política”.
Finalmente, el gobernador de la Región de Sicilia, Rosario Crocetta (PD), electo en octubre de 2012 con la tolerancia del M5S, afirma que “los ‘grillitos’ están pensando en extender este ‘modelo Sicilia’ al nivel nacional. “Me parece que es un gesto de responsabilidad, porque fueron electos para gobernar, no para protestar”, arremetió. Crocetta aprecia el ejemplo siciliano, donde –dice– el acuerdo con el M5S está permitiendo introducir reformas fundamentales en la administración del agua y de los residuos, así como la ley sobre el trabajo precario. Al inicio “reinaba una cierta perplejidad, pero luego logramos articular una fuerte mayoría parlamentaria”, dice Crocetta.
Claro que Italia es mucho más compleja que Sicilia y la diversidad aún no consolidada del Movimento 5 Stelle hace imprevisible cómo reaccionaría ante una maniobra de su líder para apoyar un gobierno de la odiada partidocracia. La ruidosa protesta de los “grillitos” recuerda a otros movimientos antipolítica de las clases medias europeas. Los Verdes alemanes, por ejemplo, debieron esperar quince años desde su fundación en 1979 para, luego de haber sido castigados por los votantes en 1989 con la expulsión del Parlamento, retornar al mismo en 1994 completamente adaptados al sistema político que antes combatían. El ruido de los grillos no basta para revolucionar el sistema político italiano.
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Eduardo J. Vior