Ángela Merkel busca compañía
Año 6. Edición número 280. Domingo 29 de Septiembre de 2013
Alemania.
El triunfo de la canciller no evitó que el oficialismo tenga
dificultades para formar gobierno. Por un lado, los tradicionales
aliados sufrieron un retroceso y, además, los socialdemócratas exige
modificar la economía a cambio de su apoyo.
Después del abrumador triunfo de Ángela Merkel en las elecciones
parlamentarias del domingo pasado, Alemania ha entrado en un período de
inestabilidad que hace imprevisible la política europea. La Canciller
salió victoriosa de la compulsa, pero perdió a su aliado preferido: el
Partido Liberal Democrático (FDP), expulsado del Bundestag por primera
vez desde 1949. Dado que la Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera,
socio regional de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la jefa de
gobierno, rechaza formar coalición con Alianza 90 más Los Verdes y todos
rechazan negociar con La Izquierda, una gran coalición entre la CDU, la
CSU y el Partido Socialdemócrata (SPD) es la alternativa más probable.
Sin embargo, al decidir la convención socialdemócrata el pasado viernes
someter los resultados de las negociaciones con Merkel a un referendo
interno, es difícil que se forme gobierno en el corto plazo. La votación
se realizará antes de la reunión del congreso partidario en Leipzig, el
próximo 14 de noviembre, y será vinculante.
De acuerdo con los resultados oficiales provisorios, la Unión alcanzó en conjunto el 41,5% por ciento de los votos, el SPD obtuvo el 25,7%, tercera salió La Izquierda (Die Linke) con el 8,6% y cuartos Los Verdes con el 8,4%. Afuera del Bundestag quedaron el FDP con el 4,8% de los votos, la Alternativa por Alemania (AfD) con el 4,7% y los Piratas con el 2,2%. La cámara baja del parlamento federal tendrá en los próximos cuatro años 630 diputados. CDU y CSU juntas ocuparán 311 bancas, el SPD, 192 bancas, La Izquierda, 64 y Los Verdes, 63. En un cálculo aritmético SPD, Verdes e Izquierda podrían coaligarse, pero los primeros no quieren compromisos con la izquierda y los verdes no están entusiasmados. Sólo queda como opción la gran coalición de la CDU, más la CSU con el SPD, pero Ángela Merkel deberá atender además a la oposición extraparlamentaria. El sensacional triunfo de la Alternativa por Alemania, el partido euroescéptico fundado apenas en enero pasado, obligará a la Canciller a una retórica de dureza en la política europea, rechazando el tercer paquete de rescate para Grecia y los eurobonos con los que el SPD quiere “europeizar” la deuda pública de los países en mayores dificultades.
Las negociaciones para la formación de gobierno serán duras. Como la Canciller tiene apenas cinco votos menos de la mayoría parlamentaria absoluta, en una gran coalición el SPD perdería perfil y para recuperar imagen, subrayará las diferencias, por ejemplo, en la política impositiva. La CDU y la CSU rechazan cualquier aumento de impuestos, mientras que el SPD quiere subir la tasa más alta del impuesto a los ingresos brutos y reintroducir el impuesto a la riqueza. Sin embargo, no se descarta que CDU/CSU y SPD se pongan de acuerdo en este campo. Del mismo modo podrían introducir el salario mínimo, que en Alemania no existe, para mejorar la situación de los casi dos millones de asalariados cuyos sueldos no cubren el mes. La Unión pretende lograrlo mediante contratos colectivos de trabajo por ramas y zonas, en tanto El SPD y Los Verdes quieren hacerlo por ley. Sin el lastre de la alianza con los liberales, Merkel negociará más cómodamente en esta cuestión.
Más complicadas, en cambio, van a ser las negociaciones sobre política familiar. El SPD está contra el subsidio a la crianza impuesto por la presión de la católica CSU, porque –argumenta– condena a la mujer a quedarse en casa para criar a los niños, y reclama la creación de un subsidio universal para jardines maternales e infantiles. Por el contrario, el primer ministro bávaro Horst Seehofer, que obtuvo casi el 50% de los votos en la elección regional del mismo domingo 22, se opone para resaltar su perfil conservador.
También en la equiparación de las uniones homosexuales con las heterosexuales y la regulación de la cuota femenina por ley chocan conservadores y socialdemócratas. Al contrario, podrían acordar la suba progresiva de la edad jubilatoria hasta los 67 años. Lo contrario sucederá en la política de salud, en la que los socialdemócratas y los verdes quieren sustituir las cajas de seguros públicas y privadas por un seguro universal que pagarían todos los habitantes. Asimismo chocan en la política energética y climática, ya que, aunque todos coinciden en el abandono de la energía atómica, Los Verdes exigen también que se deje de usar el carbón como combustible hasta 2020.
Según encuestas de la semana pasada, la mitad de los alemanes desea una gran coalición, pero, como los desacuerdos entre la CDU/CSU y el SPD son más que los acuerdos, será difícil que alcancen un compromiso. Ante la actual polarización de la sociedad alemana el Partido Socialdemócrata (SPD) no puede retroceder más. La insistencia de la nueva conducción verde en una reforma impositiva progresiva dificulta también la formación de gobierno. Ángela Merkel puede presionar a los socialdemócratas hasta que cedan, pero no puede hacerles concesiones en la política europea por temor a la Alternativa por Alemania (AfD). A su vez, si el SPD se rinde y asegura la gobernabilidad, su espacio político será ocupado a la vez por La Izquierda y por los nacionalistas de AfD. La Canciller puede entonces hacer fracasar las negociaciones y especular con alcanzar la mayoría absoluta en nuevas elecciones, pero dejaría al país sin gobierno representativo por tres meses más y a Europa sin poder tomar decisiones para manejar la crisis.
Alemania se ha hecho imprevisible. La crisis parlamentaria puede resolverse en pocos días o durar meses. El futuro próximo pondrá a prueba la solidez de las instituciones, pero también la habilidad de sus líderes para recrear el consenso republicano. Rara vez tanto dependió en Europa y el mundo de la destreza y serenidad de tan pocos.
De acuerdo con los resultados oficiales provisorios, la Unión alcanzó en conjunto el 41,5% por ciento de los votos, el SPD obtuvo el 25,7%, tercera salió La Izquierda (Die Linke) con el 8,6% y cuartos Los Verdes con el 8,4%. Afuera del Bundestag quedaron el FDP con el 4,8% de los votos, la Alternativa por Alemania (AfD) con el 4,7% y los Piratas con el 2,2%. La cámara baja del parlamento federal tendrá en los próximos cuatro años 630 diputados. CDU y CSU juntas ocuparán 311 bancas, el SPD, 192 bancas, La Izquierda, 64 y Los Verdes, 63. En un cálculo aritmético SPD, Verdes e Izquierda podrían coaligarse, pero los primeros no quieren compromisos con la izquierda y los verdes no están entusiasmados. Sólo queda como opción la gran coalición de la CDU, más la CSU con el SPD, pero Ángela Merkel deberá atender además a la oposición extraparlamentaria. El sensacional triunfo de la Alternativa por Alemania, el partido euroescéptico fundado apenas en enero pasado, obligará a la Canciller a una retórica de dureza en la política europea, rechazando el tercer paquete de rescate para Grecia y los eurobonos con los que el SPD quiere “europeizar” la deuda pública de los países en mayores dificultades.
Las negociaciones para la formación de gobierno serán duras. Como la Canciller tiene apenas cinco votos menos de la mayoría parlamentaria absoluta, en una gran coalición el SPD perdería perfil y para recuperar imagen, subrayará las diferencias, por ejemplo, en la política impositiva. La CDU y la CSU rechazan cualquier aumento de impuestos, mientras que el SPD quiere subir la tasa más alta del impuesto a los ingresos brutos y reintroducir el impuesto a la riqueza. Sin embargo, no se descarta que CDU/CSU y SPD se pongan de acuerdo en este campo. Del mismo modo podrían introducir el salario mínimo, que en Alemania no existe, para mejorar la situación de los casi dos millones de asalariados cuyos sueldos no cubren el mes. La Unión pretende lograrlo mediante contratos colectivos de trabajo por ramas y zonas, en tanto El SPD y Los Verdes quieren hacerlo por ley. Sin el lastre de la alianza con los liberales, Merkel negociará más cómodamente en esta cuestión.
Más complicadas, en cambio, van a ser las negociaciones sobre política familiar. El SPD está contra el subsidio a la crianza impuesto por la presión de la católica CSU, porque –argumenta– condena a la mujer a quedarse en casa para criar a los niños, y reclama la creación de un subsidio universal para jardines maternales e infantiles. Por el contrario, el primer ministro bávaro Horst Seehofer, que obtuvo casi el 50% de los votos en la elección regional del mismo domingo 22, se opone para resaltar su perfil conservador.
También en la equiparación de las uniones homosexuales con las heterosexuales y la regulación de la cuota femenina por ley chocan conservadores y socialdemócratas. Al contrario, podrían acordar la suba progresiva de la edad jubilatoria hasta los 67 años. Lo contrario sucederá en la política de salud, en la que los socialdemócratas y los verdes quieren sustituir las cajas de seguros públicas y privadas por un seguro universal que pagarían todos los habitantes. Asimismo chocan en la política energética y climática, ya que, aunque todos coinciden en el abandono de la energía atómica, Los Verdes exigen también que se deje de usar el carbón como combustible hasta 2020.
Según encuestas de la semana pasada, la mitad de los alemanes desea una gran coalición, pero, como los desacuerdos entre la CDU/CSU y el SPD son más que los acuerdos, será difícil que alcancen un compromiso. Ante la actual polarización de la sociedad alemana el Partido Socialdemócrata (SPD) no puede retroceder más. La insistencia de la nueva conducción verde en una reforma impositiva progresiva dificulta también la formación de gobierno. Ángela Merkel puede presionar a los socialdemócratas hasta que cedan, pero no puede hacerles concesiones en la política europea por temor a la Alternativa por Alemania (AfD). A su vez, si el SPD se rinde y asegura la gobernabilidad, su espacio político será ocupado a la vez por La Izquierda y por los nacionalistas de AfD. La Canciller puede entonces hacer fracasar las negociaciones y especular con alcanzar la mayoría absoluta en nuevas elecciones, pero dejaría al país sin gobierno representativo por tres meses más y a Europa sin poder tomar decisiones para manejar la crisis.
Alemania se ha hecho imprevisible. La crisis parlamentaria puede resolverse en pocos días o durar meses. El futuro próximo pondrá a prueba la solidez de las instituciones, pero también la habilidad de sus líderes para recrear el consenso republicano. Rara vez tanto dependió en Europa y el mundo de la destreza y serenidad de tan pocos.