Mami Merkel sola no puede
Año 6. Edición número 278. Domingo 15 de Septiembre de 2013
Una semana antes de las elecciones generales en Alemania nadie duda
que Angela Merkel será la próxima Canciller federal, pero la orientación
de su política dependerá de la coalición que logre formar.
Sesenta millones de votantes están convocados a las urnas el próximo 22 de setiembre para elegir el 18° Bundestag desde 1949. Previsiblemente, Angela Merkel seguirá siendo Canciller federal. No obstante, las pequeñas grandes sorpresas que puede deparar el resultado electoral cambiarían la coalición con la que la vieja/nueva Canciller gobernará hasta 2017 y su política interior y exterior. El futuro de Alemania y el de buena parte de la política europea y mundial dependen del humor del dos por ciento de los electores alemanes.
Cada elector tiene dos votos distritales: con el primero elige a su candidato, con el segundo opta entre listas partidarias. La mitad de las bancas del Bundestag se ocupa por el voto directo y la otra, por las listas partidarias. Aprovechando este doble voto los partidos pequeños suelen hacer campaña por el segundo voto, para moderar al socio mayor imponiéndole una coalición. El Partido Liberal Democrático (FDP) usa habitualmente esta opción, para seguir en el parlamento gracias a sufragios democratacristianos prestados, pero a veces lo hace también la Unión Democratacristiana (CDU) de Merkel, para asegurarse el FDP como socio y evitarse coaligar con el Partido Socialdemócrata (SPD). Sin embargo, como el número de bancas a repartir por el segundo voto está fijo, el tamaño de los bloques parlamentarios depende también del número de partidos en el Bundestag. Si entran más, los bloques serán más pequeños. Sólo conociendo estas fintas del sistema político alemán puede entenderse que todos los analistas estén hoy mirando qué pasa con el FDP y con la recién fundada Alternativa por Alemania (AfD).
Una semana antes de las elecciones, todos los institutos de estudios de opinión coinciden en ubicar a la CDU junto con su réplica bávara, la Unión Socialcristiana (CSU), en torno al 40% de la intención de voto. El SPD oscila entre el 25 y el 27%; Los Verdes, entre el 9 y el 12,5%; La Izquierda, entre el 8 y el 10% y el FDP, entre el 5 y el 6,8%. La conservadora y nacionalista AfD, a su vez, varía entre el 3 y el 4% y no entraría al parlamento, pero muchos entrevistados temen manifestarse públicamente por este partido antieuropeo fundado en enero pasado y es incierto cuántos votos obtendrá.
Aparentemente, el centroizquierda y la izquierda (SPD+Verdes+Izquierda) sumados estarían en paridad técnica con la coalición hoy gobernante de CDU/CSU y FDP, pero el SPD y Los Verdes tienen demasiadas diferencias con La Izquierda. Por otra parte, la mala imagen del candidato socialdemócrata Peer Steinbrück impide crecer al SPD. Además, la Canciller le ha quitado la bandera de la justicia social y el SPD tampoco logra ofrecer alternativas a la política europea de Merkel.
No obstante, como la Canciller tiene la reelección asegurada, muchos votantes democratacristianos piensan que su voto ya no es necesario. Merkel teme que esta actitud provoque una alta abstención de votantes de centro y potencie la capacidad movilizadora de los pequeños partidos en ambas márgenes del espectro político. Si el FDP cae debajo del cinco por ciento y la AfD entra al parlamento, Merkel deberá formar gobierno con el SPD y hallará enérgicas oposiciones por izquierda y derecha. Por otra parte, todavía hay un importante número de indecisos.
Al mismo tiempo, el advenimiento de un partido conservador y nacionalista, pero democrático, como la AfD, hizo más imprevisible la política alemana interior y exterior. El rescate que ésta hace de la política de equilibrio europeo de Otto von Bismarck puede alejar a Alemania de la OTAN, poner en cuestión los rescates para el Sur europeo y acercar a Berlín y Moscú. En lo interno, si los votantes democratacristianos decepcionados por la Canciller votan a la AfD, el sistema partidario alemán tendría seis partidos minoritarios con coaliciones potencialmente cambiantes y perdería su estabilidad habitual.
Angela Merkel gobierna ya desde hace ocho años. Su pueblo y sus interlocutores externos están habituados a ella. El 54% del electorado la votaría, si se eligiera directamente al jefe de gobierno, porque la ve confiable, enérgica, simpática y competente, aunque indecisa cuando surgen problemas, hasta que sigue la preferencia de la mayoría de la población. Ella y la CDU van a mantener la política centrista con la que se adaptaron a los enormes cambios recientes en la sociedad alemana y superaron la crisis. A la economía alemana y a la mayoría de sus habitantes les va bastante bien, la deuda pública disminuye, la zona euro sobrevive y las empresas alemanas exportan cada vez más. Claro que la desigualdad social ha aumentado, por el exorbitante aumento de la riqueza concentrada. Pero la mayoría rechaza los impuestos a los altos ingresos y el salario mínimo propuestos por la oposición, aunque se manifiesta apolítica. Por eso, con Merkel siente que “mami se encarga de los problemas”.
La elección del parlamento regional de Baviera que se realiza hoy es un test para la elección federal. El gran estado del Sureste, agrario e hiperindustrial y católico conservador es gobernado desde 1948 por una versión propia de la democracia cristiana, la Unión Socialcristiana (CSU). Su líder actual, Horst Seehofer, ha conducido una enérgica campaña contra los rescates de las economías sureuropeas y por la introducción del peaje en las autopistas alemanas hasta ahora gratuitas. Si la CSU alcanza nuevamente la mayoría absoluta que tuvo hasta 2008 y el FDP no supera la barrera del cinco por ciento, Angela Merkel tendrá problemas para formar gobierno en Berlín.
Si en la elección federal el FDP queda afuera del parlamento y la AfD entra, la CDU/CSU tendrá que coaligar con el SPD repitiendo la “gran coalición” que gobernó entre 2005 y 2009, pero ahora con posiciones encontradas en varios ámbitos.
Después de las elecciones, Alemania seguirá pesando mucho en el mundo, pero quizá con otras prioridades. Muchos electores en todos los partidos están cansados de la UE, del euro y de las intervenciones de la Bundeswehr en escenarios lejanos, pero también muy preocupados por la situación del país. Angela Merkel será la próxima Canciller de Alemania, pero su política dependerá de la coalición que pueda formar y, para mantener la iniciativa, necesita votos. “Mami” sola no puede. Por eso los últimos días de la campaña serán decisivos.
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Eduardo J. Vior