domingo, 22 de septiembre de 2013

Si querés la paz en internet, preparate para la guerra cibernética

Rousseff contraataca en Nueva York

Año 6. Edición número 279. Domingo 22 de Septiembre de 2013
Otros tiempos. Barack Obama y Dilma Rousseff antes del replanteo de la relación bilateral.
 
La presidenta brasileña dio un golpe de efecto. Aprovechó la crisis provocada por el espionaje norteamericano a Petrobras para demostrar que no tira la toalla. Canceló la visita oficial a Estados Unidos y va a la ONU a defender un Internet democrático, neutro y al servicio de la paz. 
 
Las Naciones Unidas no parecen servir para compensar el unilateralismo de los Estados Unidos, pero las reuniones anuales de su Asamblea General siguen ofreciendo buenas cámaras para enviar mensajes al mundo. Herida por la invasión electrónica norteamericana, la presidenta Dilma Rousseff está aprovechando por estos días su doble rol de disparadora de los debates y oradora para marcar distancias y proponer una estrategia alternativa para el orden mundial.
Por primera vez en la historia de la ONU una mujer abrió el miércoles el período de sesiones plenarias de la Asamblea General. Con un discurso programático, la representante brasileña retomó el rol que su país tuvo ya en 1947, cuando su presidente fue el primer orador del debate general. En su discurso, Rousseff abordó la grave crisis financiera mundial, la reforma de la ONU, el cambio climático y el desarrollo sostenible, entre otros temas. “Hoy, más que nunca, el destino del mundo está en las manos de todos sus líderes, sin excepción. Hoy es menos importante decir quién causó los problemas, lo que importa es hallar soluciones colectivas y verdaderas. O nos unimos todos y salimos juntos vencedores o todos seremos derrotados”, subrayó.
“Esta crisis es demasiado seria, como para que sea administrada sólo por unos pocos países”, continuó. Sus gobiernos y bancos centrales se han arrogado la responsabilidad mayor en la conducción del proceso, pero como todos sufrimos las consecuencias de la crisis, todos tenemos el derecho a participar en la búsqueda de soluciones”, continuó. “No es por falta de recursos financieros que los líderes de los países desarrollados aún no hallaron una solución a la crisis, sino por falta de recursos políticos y algunas veces por carecer de ideas claras”, remató.
“Brasil está listo para asumir sus responsabilidades como miembro permanente del Consejo de Seguridad”, anunció. Afirmó, además, que para que no surja el terrorismo donde no existe y para que no comiencen nuevos ciclos de violencia y se multipliquen las víctimas civiles en los conflictos, son esenciales las actuaciones del Consejo de Seguridad que serán más acertadas cuanto más legítimas. En ese sentido, la presidenta brasileña sostuvo que la legitimidad de ese órgano depende cada día más de su reforma.
Con este discurso, la presidenta brasileña abrió el período de sesiones de la Asamblea General. Seguramente, cuando hable el martes próximo en nombre de su propio país como primera oradora del período, no será tan delicada. Después de las denuncias de E. Snowden publicadas por O Globo sobre el espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) a las comunicaciones privadas de la presidenta y a la conducción de Petrobras, el Planalto y el Alto Mando militar brasileño asumen que Brasil fue atacado por una potencia extranjera y se encuentra en una guerra de nuevo tipo, cibernético, como señaló su ministro de Defensa Celso Amorim en una reciente entrevista con Página12.
Para preparar el contraataque y ampliar su apoyo civil, la presidenta reunió el pasado lunes 16 al Comité Gestor de Internet (CGI), entidad mixta para el gobierno de la red que reúne representantes del gobierno, el sector empresarial, la sociedad organizada y la comunidad académica. Aún antes del encuentro, Dilma afirmó ante periodistas que en su discurso ante la ONU denunciará el espionaje norteamericano. Dilma destacó que su discurso va a destacar la necesidad de mantener la neutralidad de la red mundial y la prohibición de usarla para acciones de espionaje. Según declaró, el presidente de los Estados Unidos ya fue informado sobre el tenor del discurso.
La presidenta dio un golpe de efecto. Aprovechó la crisis provocada por el espionaje norteamericano a Petrobras para demostrar que no tira la toalla. Canceló la visita oficial a Estados Unidos planeada para octubre próximo y va a la ONU a defender un internet democrático, neutro y al servicio de la paz. Al cancelar la visita a Obama, ganó autoridad para hablar en el podio de la Asamblea General y plantear una agenda de discusión que seguramente encontrará adeptos entre sus colegas.
Un beneficio secundario, pero importante del enérgico posicionamiento de la presidenta brasileña va a ser el desarrollo de sistemas criptográficos propios para defender la seguridad de las redes. En la época de Lula, los servicios de la presidencia descubrieron que todos los sistemas de seguridad informática usados en el núcleo central del Estado eran norteamericanos. Para protegerse, se desarrolló entonces un sistema propio dentro del proyecto “João de Barro” con la participación de varias entidades gubernamentales (civiles y militares) y universidades. Este proyecto creó una plataforma genuinamente brasileña a la que la NSA no tendría acceso. El desafío, hoy, dicen especialistas que participaron de aquel proyecto, es saber hasta qué punto el “João de Barro” efectivamente se está utilizando y si sigue siendo seguro.
Según estos mismos técnicos, el ministro de Defensa, Celso Amorim, se reveló en la reunión como el más interesado en el tema y se va a reunir nuevamente con el Comité Gestor cuyos especialistas ofrecieron al gobierno propuestas para enfrentar las intromisiones norteamericanas. Así, Dilma transformó una grave afrenta política en un instrumento para reequipar la seguridad del gobierno federal, recuperar legitimidad interna y presentarse mundialmente como la adalid de la defensa de la seguridad informática de las naciones emergentes.
Roberto Amaral, vicepresidente del Partido Socialista Brasileño (PSB) que acaba de abandonar la coalición de gobierno y ex-ministro de Ciencia y Tecnología de Lula (2003-04), constató el pasado miércoles 18 en su blog lo siguiente: “El hecho objetivo es que la guerra ya comenzó y que no estamos preparados para ella, como no lo estábamos en 1914 y 1942, cuando entramos en las guerras mundiales. De acuerdo con testimonios del general Alberto Cardoso, que estuvo a cargo de la inteligencia nacional bajo la presidencia de F. H. Cardoso, ya somos blanco de esta guerra desde 2001. El entonces responsable de la inteligencia brasileña se refería al proyecto ‘Echelon’ –comandado por los Estados Unidos y con la participación del Reino Unido, Canadá y Alemania– que en aquella época ya podía interceptar comunicaciones por e-mail, voz y fax. Por su parte, en declaraciones ante el Congreso brasileño en 2008 el ingeniero electrónico Otávio Carlos Cunha, director del Cepec (Centro de Investigaciones y Desarrollo para la Seguridad de las Informaciones de la Agencia Brasileña de Inteligencia, ABIN), ‘el Echelon intercepta todas las comunicaciones (…), todo lo que está en el aire, en satélites, enlaces de microondas y torres’.”
“Cada vez más, la diplomacia de los Estados Unidos es ejercida por el Departamento de Defensa que conduce una permanente guerra no declarada en la que destacan el papel de las agencias de inteligencia y los ataques cibernéticos a blancos civiles o militares y el asesinato de adversarios seleccionados, sean líderes políticos o científicos. Tampoco existe ninguna razón objetiva para no sospechar que por lo menos China y Rusia, además de la OTAN, estén trabajando con los mismos objetivos y las mismas armas.”
Dilma Rousseff sabe que por ahora es imposible alcanzar la regulación internacional de internet mediante negociaciones multilaterales, pero el que avisa no traiciona. Ante el unilateralismo de las grandes potencias occidentales, Brasil se proclama libre para cooperar bilateralmente con quien quiera para defender sus redes estratégicas. Aceptar que los países emergentes debemos rechazar un nuevo intento conquistador cerrando filas dentro y fuera de las fronteras fortalece el liderazgo de Dilma y la coloca en la primera fila de los países emergentes. Este período de sesiones de la Asamblea General marca el inicio de una nueva confrontación mundial y la presidenta brasileña es la encargada de proclamarlo.

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Eduardo J. Vior