Un francotirador con la mira en la prensa roja y la banca privada
Año 6. Edición número 288. Domingo 24 de Noviembre de 2013
Atentado en Libération.
Desde su detención por la policía, el pasado miércoles 20, Abdelhakim
Dekhar oculta sus motivos para amenazar con su arma a un redactor del
canal de TV BFM el viernes 15 por la mañana, herir el lunes 18 temprano a
un joven asistente de fotografía que ese día comenzaba su trabajo en la
redacción del diario Libération, disparar poco después contra
una de las torres del banco Société Générale en el suburbio de La
Défense y secuestrar a continuación a un automovilista que debió
llevarlo hasta el centro de París, donde desapareció. El sospechoso
sigue bajo custodia policial en un hospital de París, después de haber
sido capturado en su coche en un estacionamiento suburbano, cuando
estaba en coma por ingestión de numerosos medicamentos. Aunque ya
consciente, se niega a declarar.
En los próximos días será sometido a una pericia psiquiátrica. Abdelhakim Dekhar ya es conocido por su complicidad con “la matanza de la Plaza de la Nación” en París, perpetrada por Audry Maupin y Florence Rey el 4 de octubre de 1994, que causó cinco muertes. Él les proveyó un arma y los secundó antes, para quitar las armas a dos policías. A comienzos de los años ’90 estaba activo en los grupos autónomos anarquistas. Sin embargo, cuando fue detenido, se presentó como “un agente secreto argelino” a la pesca de militantes islamistas. La Justicia francesa no le creyó y lo condenó en 1998 a cuatro años de prisión, pero fue liberado por haberlos pasado ya en la prisión preventiva. Vivió desde entonces en Londres, donde trabajó en un restaurante.
A pesar de la intensa pesquisa basada principalmente en las imágenes tomadas por las miles de cámaras instaladas en lugares públicos y estaciones de subte y ferrocarril, fue un hombre que lo había conocido en Londres y lo alojaba en su departamento, cuando iba a París, quien se presentó a una comisaría suburbana, para denunciar que su huésped había regresado el lunes 18 a la casa diciéndoles que había hecho “una enorme boludez”. Los datos del informante ayudaron a la policía a hallar a Dekhar en el interior de un coche en un estacionamiento subterráneo, en el Bosque de Colombes.
Según el diario Le Monde, en su habitación se encontraron “dos cartas vinculando los medios de información y grandes bancos con las guerras civiles en Libia y Siria”. Asimismo, se halló un testamento. En tanto, Christophe Bourseiller, especialista en movimientos de extrema izquierda entrevistado por el canal BFM, opinó que “es el acto individual de un hombre desesperado. Se trata de una acción comparable con los atentados anarquistas de fines del siglo XIX y principios del XX.” Y añadió: “Este tipo de movimiento se observa actualmente en círculos ecologistas radicalizados y en la periferia de grupos antiglobalización”. “Dekhar estaba fascinado por los violentos y llegó al final de un proceso personal”, agregó. “Hace tiempo que estaba solo. Además es más viejo que los actualmente activos. Todavía no se sabe qué hizo en los últimos quince años. Su acción y el testamento tienen connotaciones suicidas”, concluyó.
Por el contrario, Maurice Hauser-Phelizon, abogado de Dekhar en 1994, duda de la tesis de la locura: “Recuerdo que entre ellos había uno muy inteligente, pero con una gran parte de su personalidad en sombras que protegía con su inteligencia. No lo vi como un mitómano”. Por su parte, el escritor Frédéric Couderc, que escribió un libro sobre el asunto Rey-Maupin, describe a un personaje “intrigante y maquiavélico, rechazado por la mayoría de los treintañeros de extrema izquierda y evidentemente marginal”. Gracias a eso probablemente no fue vigilado después de su liberación en 1998.
En el clima previo a las campañas electorales para el Parlamento Europeo en junio próximo y las regionales de octubre siguiente, los disparos del “tirador de París” desataron una polémica sobre las cámaras de seguridad que saturan la región parisiense. Sin embargo, como lo confirma el ataque cibernético (denegación de servicio) que el diario Libération sufrió la misma tarde del lunes, la realidad es más compleja.
¿Puede haber un trasfondo político? ¿Qué relación hay entre el “tirador de París” y el ataque contra Libération? ¿Por qué a un diario de izquierda y al mismo tiempo a un gran banco? Cualquier respuesta posible es escalofriante y el problema no se resuelve con más cámaras y vigilancia en las redacciones. Por el contrario, en la hipótesis del actor aislado cabe preguntarse ¿cuántos delirantes se sienten en Europa tan aterrorizados por el neofascismo, como para elegir sus propios blancos en la “sociedad burguesa”?.
En los próximos días será sometido a una pericia psiquiátrica. Abdelhakim Dekhar ya es conocido por su complicidad con “la matanza de la Plaza de la Nación” en París, perpetrada por Audry Maupin y Florence Rey el 4 de octubre de 1994, que causó cinco muertes. Él les proveyó un arma y los secundó antes, para quitar las armas a dos policías. A comienzos de los años ’90 estaba activo en los grupos autónomos anarquistas. Sin embargo, cuando fue detenido, se presentó como “un agente secreto argelino” a la pesca de militantes islamistas. La Justicia francesa no le creyó y lo condenó en 1998 a cuatro años de prisión, pero fue liberado por haberlos pasado ya en la prisión preventiva. Vivió desde entonces en Londres, donde trabajó en un restaurante.
A pesar de la intensa pesquisa basada principalmente en las imágenes tomadas por las miles de cámaras instaladas en lugares públicos y estaciones de subte y ferrocarril, fue un hombre que lo había conocido en Londres y lo alojaba en su departamento, cuando iba a París, quien se presentó a una comisaría suburbana, para denunciar que su huésped había regresado el lunes 18 a la casa diciéndoles que había hecho “una enorme boludez”. Los datos del informante ayudaron a la policía a hallar a Dekhar en el interior de un coche en un estacionamiento subterráneo, en el Bosque de Colombes.
Según el diario Le Monde, en su habitación se encontraron “dos cartas vinculando los medios de información y grandes bancos con las guerras civiles en Libia y Siria”. Asimismo, se halló un testamento. En tanto, Christophe Bourseiller, especialista en movimientos de extrema izquierda entrevistado por el canal BFM, opinó que “es el acto individual de un hombre desesperado. Se trata de una acción comparable con los atentados anarquistas de fines del siglo XIX y principios del XX.” Y añadió: “Este tipo de movimiento se observa actualmente en círculos ecologistas radicalizados y en la periferia de grupos antiglobalización”. “Dekhar estaba fascinado por los violentos y llegó al final de un proceso personal”, agregó. “Hace tiempo que estaba solo. Además es más viejo que los actualmente activos. Todavía no se sabe qué hizo en los últimos quince años. Su acción y el testamento tienen connotaciones suicidas”, concluyó.
Por el contrario, Maurice Hauser-Phelizon, abogado de Dekhar en 1994, duda de la tesis de la locura: “Recuerdo que entre ellos había uno muy inteligente, pero con una gran parte de su personalidad en sombras que protegía con su inteligencia. No lo vi como un mitómano”. Por su parte, el escritor Frédéric Couderc, que escribió un libro sobre el asunto Rey-Maupin, describe a un personaje “intrigante y maquiavélico, rechazado por la mayoría de los treintañeros de extrema izquierda y evidentemente marginal”. Gracias a eso probablemente no fue vigilado después de su liberación en 1998.
En el clima previo a las campañas electorales para el Parlamento Europeo en junio próximo y las regionales de octubre siguiente, los disparos del “tirador de París” desataron una polémica sobre las cámaras de seguridad que saturan la región parisiense. Sin embargo, como lo confirma el ataque cibernético (denegación de servicio) que el diario Libération sufrió la misma tarde del lunes, la realidad es más compleja.
¿Puede haber un trasfondo político? ¿Qué relación hay entre el “tirador de París” y el ataque contra Libération? ¿Por qué a un diario de izquierda y al mismo tiempo a un gran banco? Cualquier respuesta posible es escalofriante y el problema no se resuelve con más cámaras y vigilancia en las redacciones. Por el contrario, en la hipótesis del actor aislado cabe preguntarse ¿cuántos delirantes se sienten en Europa tan aterrorizados por el neofascismo, como para elegir sus propios blancos en la “sociedad burguesa”?.