El timonel cambia de barco
Año 6. Edición número 287. Domingo 17 de Noviembre de 2013
El Partido Comunista chino decidió combinar la
planificación socialista con la autonomía del mercado.
Xi Jinping ha consolidado su poder para reformar la economía y
coordinar los servicios de seguridad, asegurando que los necesarios
cambios políticos, económicos y militares, no afecten la estabilidad de
su país y del mundo.
Desde que terminó la reunión plenaria de cuatro días del Comité Central del Partido Comunista Chino (PCCh) el pasado martes 12, los observadores internacionales siguen tratando de descifrar sus resultados. El PCCh sólo dio un breve comunicado programático en el que reitera su voluntad de combinar la planificación socialista con la autonomía del mercado. La noticia relevante, sin embargo, parece ser que el presidente Xi Jinping aumentó su control sobre el partido y ahora se dirige a la reforma del Estado.
En el comunicado final se anunció la creación de dos comisiones centrales: una de gestión y control de las reformas administrativas y económicas y otra de seguridad. Wang Yukai, profesor en la Academia China de Gobernanza, señaló las reformas administrativas como imprescindibles para que el Estado regule el mercado sin interferir cotidianamente en él. El núcleo central del documento consiste en “mejorar la relación entre el gobierno y el mercado mediante un buen funcionamiento estatal”. Según Zhang Zhuoyuan, un economista de la Academia China de Ciencias Sociales que participó en la reunión, el comunicado sólo indicó una línea general que las autoridades ahora deben detallar.
El documento es general, pero se espera una pronta reforma del milenario sistema del huku (un registro de los datos de todas las familias) que obliga a todo campesino a solicitar permiso para poder desplazarse a otras regiones. Ante la morosidad de las burocracias, cientos de millones de personas han migrado sin autorización, creando una enorme anarquía en el desarrollo urbano. El comunicado anuncia en cambio que se podrá comerciar la tierra urbana para la construcción, de acuerdo a reglas aún por ser fijadas.
Liu Ligang, economista en jefe en el grupo bancario ANZ, prevé que el proceso de reformas disminuirá el ritmo de crecimiento de la economía china en los próximos dos años, pero en el oficial China Daily del miércoles 13, el economista Wai Haifeng, investigador en la Comisión Nacional para la Reforma y el Desarrollo, declaró que “para la economía global es mejor un crecimiento más lento, pero continuado de la economía china, que uno fluctuante”. Mientras que la meta de crecimiento del PIB para 2013 es del 7,5%, Liu espera que las autoridades la reduzcan para el próximo año al 7%.
En un artículo publicado en Foreign Policy el pasado jueves 14, Arthur Kroeber, de la consultora Gavekal Dragonomics, ve el comunicado del martes 12 sólo como una señal de los cambios venideros. Para el autor el primer año de conducción de Xi demostró que está construyendo la maquinaria burocrática necesaria para superar las resistencias institucionales y alcanzar sus metas. Aunque importante, el comunicado final de la reunión plenaria del Comité Central no es el documento más relevante de este encuentro. Mucho más determinante va a ser la resolución sobre la reforma, un detallado documento político aprobado por el pleno que se haría público en una o dos semanas.
La mayoría de los comentaristas económicos sostiene que los principales problemas de la economía china se deben al exceso de poder de las empresas estatales, que estarían absorbiendo proporciones desmedidas de crédito bancario y otros recursos, pero invirtiendo muy poco. Sin embargo, aunque el problema de las empresas estatales es real, la cuestión de fondo es la crisis de gobernanza que Xi parece estar afrontando seria y razonablemente.
Según el South China Morning Post del miércoles 13 que aparece en Hong Kong, “se establecerá un Comité Nacional de Seguridad para perfeccionar el sistema nacional de seguridad y la estrategia nacional en la materia y salvaguardar la seguridad nacional”.
Los observadores señalan que la nueva agencia seguramente va a incluir representantes de la diplomacia, las fuerzas armadas, los servicios de inteligencia y agencias comerciales estatales, para superar la fragmentación actual de las políticas de seguridad. Según las versiones, el comité estará coordinado subsidiariamente por Wang Huning, un miembro del Buró Político. Además de Xi, las versiones indican que el comité incluirá al jefe de la seguridad Meng Jianzhu, al experimentado asesor Wang Huning y al vicesecretario general del Consejo de Estado Wang Yongqing.
En los últimos años Beijing ha aumentado progresivamente el perfil de su política internacional. Internamente han crecido también el descontento social y los reclamos étnicos en Tibet y Xinjiang. Hasta ahora, el gobierno chino carece de una agencia que coordine el conjunto de sus políticas de seguridad y defensa. Este hueco debe ser cubierto por la nueva comisión.
Con la creación de los dos nuevos comités el presidente Xi Jinping ha fortalecido su poder dentro de la dirigencia china. Se espera que el propio presidente dirija el nuevo comité, obteniendo mayor control sobre la seguridad interior y revalorizando una función que se degradó después del retiro del poderoso ex-jefe de la seguridad Zhu Yongkang en noviembre de 2012.
Según Gu Su, un profesor de Ciencia Política en la Universidad de Nanjing, las crecientes protestas y las repercusiones de la condena por corrupción contra el dirigente Bo Xilai han suscitado el temor de que surjan divisiones facciosas dentro del partido y urgido a Xi a ampliar su base de poder. Todo indica que se aproxima una ofensiva contra los reductos corruptos en empresas estatales y los poderes feudales en el interior del Estado. En los últimos meses, el presidente ha limpiado la cúpula de las principales empresas petroleras estatales y la cabeza de la Comisión de Administración y Supervisión de las Inversiones Estatales, anteriormente controlada por Zhu Yongkang. Sin embargo, Xi todavía no se atreve a desafiar abiertamente a los conservadores. Si bien está liberalizando la economía, mantiene un férreo control sobre la vida política.
Se espera también que el presidente integre el grupo central de coordinación de las reformas económicas y financieras, aunque lo presida el primer ministro Li Keqiang.
Xi ha tomado el poder y se prepara a gobernar. Mao Zedong fue “el gran timonel”, Deng Xiaoping, “el pequeño”. Xi Jinping aspira a entrar en esta saga náutica con perfil propio. Ante las amenazas externas e internas su punto de partida es alto, pero los desafíos son enormes. China siempre fue un país importante, pero nunca como antes dependió de él la suerte del mundo. El barco que Xi pretende llevar a puerto seguro tiene siete mil millones de personas a bordo.
Desde que terminó la reunión plenaria de cuatro días del Comité Central del Partido Comunista Chino (PCCh) el pasado martes 12, los observadores internacionales siguen tratando de descifrar sus resultados. El PCCh sólo dio un breve comunicado programático en el que reitera su voluntad de combinar la planificación socialista con la autonomía del mercado. La noticia relevante, sin embargo, parece ser que el presidente Xi Jinping aumentó su control sobre el partido y ahora se dirige a la reforma del Estado.
En el comunicado final se anunció la creación de dos comisiones centrales: una de gestión y control de las reformas administrativas y económicas y otra de seguridad. Wang Yukai, profesor en la Academia China de Gobernanza, señaló las reformas administrativas como imprescindibles para que el Estado regule el mercado sin interferir cotidianamente en él. El núcleo central del documento consiste en “mejorar la relación entre el gobierno y el mercado mediante un buen funcionamiento estatal”. Según Zhang Zhuoyuan, un economista de la Academia China de Ciencias Sociales que participó en la reunión, el comunicado sólo indicó una línea general que las autoridades ahora deben detallar.
El documento es general, pero se espera una pronta reforma del milenario sistema del huku (un registro de los datos de todas las familias) que obliga a todo campesino a solicitar permiso para poder desplazarse a otras regiones. Ante la morosidad de las burocracias, cientos de millones de personas han migrado sin autorización, creando una enorme anarquía en el desarrollo urbano. El comunicado anuncia en cambio que se podrá comerciar la tierra urbana para la construcción, de acuerdo a reglas aún por ser fijadas.
Liu Ligang, economista en jefe en el grupo bancario ANZ, prevé que el proceso de reformas disminuirá el ritmo de crecimiento de la economía china en los próximos dos años, pero en el oficial China Daily del miércoles 13, el economista Wai Haifeng, investigador en la Comisión Nacional para la Reforma y el Desarrollo, declaró que “para la economía global es mejor un crecimiento más lento, pero continuado de la economía china, que uno fluctuante”. Mientras que la meta de crecimiento del PIB para 2013 es del 7,5%, Liu espera que las autoridades la reduzcan para el próximo año al 7%.
En un artículo publicado en Foreign Policy el pasado jueves 14, Arthur Kroeber, de la consultora Gavekal Dragonomics, ve el comunicado del martes 12 sólo como una señal de los cambios venideros. Para el autor el primer año de conducción de Xi demostró que está construyendo la maquinaria burocrática necesaria para superar las resistencias institucionales y alcanzar sus metas. Aunque importante, el comunicado final de la reunión plenaria del Comité Central no es el documento más relevante de este encuentro. Mucho más determinante va a ser la resolución sobre la reforma, un detallado documento político aprobado por el pleno que se haría público en una o dos semanas.
La mayoría de los comentaristas económicos sostiene que los principales problemas de la economía china se deben al exceso de poder de las empresas estatales, que estarían absorbiendo proporciones desmedidas de crédito bancario y otros recursos, pero invirtiendo muy poco. Sin embargo, aunque el problema de las empresas estatales es real, la cuestión de fondo es la crisis de gobernanza que Xi parece estar afrontando seria y razonablemente.
Según el South China Morning Post del miércoles 13 que aparece en Hong Kong, “se establecerá un Comité Nacional de Seguridad para perfeccionar el sistema nacional de seguridad y la estrategia nacional en la materia y salvaguardar la seguridad nacional”.
Los observadores señalan que la nueva agencia seguramente va a incluir representantes de la diplomacia, las fuerzas armadas, los servicios de inteligencia y agencias comerciales estatales, para superar la fragmentación actual de las políticas de seguridad. Según las versiones, el comité estará coordinado subsidiariamente por Wang Huning, un miembro del Buró Político. Además de Xi, las versiones indican que el comité incluirá al jefe de la seguridad Meng Jianzhu, al experimentado asesor Wang Huning y al vicesecretario general del Consejo de Estado Wang Yongqing.
En los últimos años Beijing ha aumentado progresivamente el perfil de su política internacional. Internamente han crecido también el descontento social y los reclamos étnicos en Tibet y Xinjiang. Hasta ahora, el gobierno chino carece de una agencia que coordine el conjunto de sus políticas de seguridad y defensa. Este hueco debe ser cubierto por la nueva comisión.
Con la creación de los dos nuevos comités el presidente Xi Jinping ha fortalecido su poder dentro de la dirigencia china. Se espera que el propio presidente dirija el nuevo comité, obteniendo mayor control sobre la seguridad interior y revalorizando una función que se degradó después del retiro del poderoso ex-jefe de la seguridad Zhu Yongkang en noviembre de 2012.
Según Gu Su, un profesor de Ciencia Política en la Universidad de Nanjing, las crecientes protestas y las repercusiones de la condena por corrupción contra el dirigente Bo Xilai han suscitado el temor de que surjan divisiones facciosas dentro del partido y urgido a Xi a ampliar su base de poder. Todo indica que se aproxima una ofensiva contra los reductos corruptos en empresas estatales y los poderes feudales en el interior del Estado. En los últimos meses, el presidente ha limpiado la cúpula de las principales empresas petroleras estatales y la cabeza de la Comisión de Administración y Supervisión de las Inversiones Estatales, anteriormente controlada por Zhu Yongkang. Sin embargo, Xi todavía no se atreve a desafiar abiertamente a los conservadores. Si bien está liberalizando la economía, mantiene un férreo control sobre la vida política.
Se espera también que el presidente integre el grupo central de coordinación de las reformas económicas y financieras, aunque lo presida el primer ministro Li Keqiang.
Xi ha tomado el poder y se prepara a gobernar. Mao Zedong fue “el gran timonel”, Deng Xiaoping, “el pequeño”. Xi Jinping aspira a entrar en esta saga náutica con perfil propio. Ante las amenazas externas e internas su punto de partida es alto, pero los desafíos son enormes. China siempre fue un país importante, pero nunca como antes dependió de él la suerte del mundo. El barco que Xi pretende llevar a puerto seguro tiene siete mil millones de personas a bordo.
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Eduardo J. Vior