Xiomara o el partido militar
Año 6. Edición número 288. Domingo 24 de Noviembre de 2013
Las elecciones de hoy, que se realizan en una sola
vuelta, decidirán si la democracia tiene una nueva oportunidad.
Casi cuatro años y medio después del golpe de Estado que derrocó a
José Manuel Mel Zelaya, el movimiento de resistencia popular puede
regresar al poder. Xiomara Castro, candidata por el partido Libertad y
Refundación (Libre) y esposa de Mel, está empatada con el candidato del
derechista Partido Nacional, Juan Orlando Hernández, en una elección que
se decide en vuelta única. Sin embargo, ante la posibilidad de que por
primera vez en la historia de Honduras una presidenta democrática y
popular acceda al gobierno, la movilización de la derecha con la activa
intromisión de los Estados Unidos y el alerta de las fuerzas armadas
anuncian una nueva confrontación. Habrá que ver hasta qué punto las
conversaciones entre Zelaya y un sector empresario pueden facilitar la
transición.
En los comicios serán elegidos el/la presidente/a de la república, 128 diputados y los representantes de los gobiernos municipales. Según la Constitución, tienen derecho (pero no obligación) a votar quienes han cumplido 18 años de edad y no han perdido este derecho por condena penal. Para participar en las elecciones se requiere estar previamente inscripto en los registros electorales y presentar la cédula de identidad.
En estas elecciones se presentan nueve candidatos presidenciales: Xiomara Castro de Zelaya, del Partido Libre; Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional, con militares hasta hace poco en servicio entre sus candidatos, hace propaganda electoral con la recién fundada Policía Militar; Romeo Vásquez Velásquez, de la Alianza Patriótica, fue el comandante en jefe del Ejército que derrocó a Zelaya en 2009; Mauricio Villeda Bermúdez, del tradicional Partido Liberal, que se repartió el gobierno del país con el Nacional durante un siglo; Salvador Nasralla, presentador de TV que hace poco ha fundado el Partido Anti Corrupción; Andrés Pavón, de Unidad Democrática-Frente Amplio Político Electoral en Resistencia, también surgido después del golpe; Orle Aníbal Solis Meras, de la pequeña Democracia Cristiana, y Jorge Rafael Aguilar, del Partido Innovación y Unidad, otro partido nuevo. Cuatro de los nueve partidos que presentan candidatos fueron entonces fundados recientemente.
En los comicios serán elegidos el/la presidente/a de la república, 128 diputados y los representantes de los gobiernos municipales. Según la Constitución, tienen derecho (pero no obligación) a votar quienes han cumplido 18 años de edad y no han perdido este derecho por condena penal. Para participar en las elecciones se requiere estar previamente inscripto en los registros electorales y presentar la cédula de identidad.
En estas elecciones se presentan nueve candidatos presidenciales: Xiomara Castro de Zelaya, del Partido Libre; Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional, con militares hasta hace poco en servicio entre sus candidatos, hace propaganda electoral con la recién fundada Policía Militar; Romeo Vásquez Velásquez, de la Alianza Patriótica, fue el comandante en jefe del Ejército que derrocó a Zelaya en 2009; Mauricio Villeda Bermúdez, del tradicional Partido Liberal, que se repartió el gobierno del país con el Nacional durante un siglo; Salvador Nasralla, presentador de TV que hace poco ha fundado el Partido Anti Corrupción; Andrés Pavón, de Unidad Democrática-Frente Amplio Político Electoral en Resistencia, también surgido después del golpe; Orle Aníbal Solis Meras, de la pequeña Democracia Cristiana, y Jorge Rafael Aguilar, del Partido Innovación y Unidad, otro partido nuevo. Cuatro de los nueve partidos que presentan candidatos fueron entonces fundados recientemente.
Perfiles de los principales candidatos. Xiomara Castro nació
en 1958 y se formó en colegios católicos de Tegucigalpa, la capital de
Honduras. En 1976, contrajo matrimonio con Manuel Zelaya Rosales e
inmediatamente se mudaron a Catacamas, departamento de Olancho. Allí
nacieron sus cuatro hijos. Durante años llevó la típica vida de “esposa
de”. Recién en 2005 entró en la política apoyando la candidatura
presidencial de su marido, pero lo hizo con una potencia antes
desconocida.
Cuando Mel fue depuesto el 28 de junio de 2009, Xiomara se puso a la cabeza de la resistencia y organizó un amplio Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), con todo tipo de colectivos. Después de estar cuatro meses refugiado en la embajada brasileña, en enero de 2010 Mel Zelaya finalmente se exilió en la República Dominicana, de donde pudo volver sólo dos años más tarde. Ante la proscripción que los golpistas impusieron a su marido, el 1° de julio de 2012, en un acto masivo realizado en el departamento de Santa Bárbara, Xiomara oficializó su candidatura presidencial por el recién fundado Partido Libertad y Refundación (Libre), en el que confluyeron cinco grandes movimientos: el obrero, el campesino, el estudiantil, el de mujeres y el de la diversidad sexual.
Libre propone construir el “socialismo democrático”. Bajo esta consigna y con la propuesta de una Asamblea Constituyente que refunde el país, el joven partido buscará romper con cien años de bipartidismo oligárquico. Su plan de gobierno incluye eliminar el modelo neoliberal, recuperar los recursos naturales, descentralizar el Estado y acabar con la militarización del país creando una Policía Civil Comunitaria. Sobre la integración regional, la candidata Xiomara Castro propone “mantener relaciones con todo el mundo, con respeto y no injerencia, pero sobre todo con países hermanos de Centro y Suramérica”. La perspectiva de que una mujer gobierne Honduras por primera vez siempre sería un acontecimiento, pero, además de tratarse de la esposa del presidente depuesto en 2009, su acceso al gobierno sería una revolución, porque Honduras tiene el mayor índice de femicidios del mundo.
Por su parte, con sólo 45 años de edad, el candidato del tradicional Partido Nacional es el postulante más joven. Juan Orlando realizó sus estudios en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras donde se convirtió en licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, abogado y notario. Además, obtuvo en Estados Unidos un título de Maestría en Administración Pública con énfasis legislativo. Cuando Juan Orlando cursaba sus estudios en la UNAH se involucró activamente en la política universitaria hasta llegar a ser presidente de la Asociación de Estudiantes de Derecho entre 1988 y 1989.
En 1990, su hermano Marco Augusto ocupó la Primera Secretaría del Poder Legislativo y decidió llamarle para que fuera su asistente ejecutivo. Desde 1994 es diputado nacional por el departamento de Lempira. En enero de 2010, después del golpe que apoyó activamente, fue electo presidente del Congreso. El 12 de junio pasado abandonó su banca para candidatearse a la Presidencia por el Partido Nacional (PN).
Cuando Mel fue depuesto el 28 de junio de 2009, Xiomara se puso a la cabeza de la resistencia y organizó un amplio Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), con todo tipo de colectivos. Después de estar cuatro meses refugiado en la embajada brasileña, en enero de 2010 Mel Zelaya finalmente se exilió en la República Dominicana, de donde pudo volver sólo dos años más tarde. Ante la proscripción que los golpistas impusieron a su marido, el 1° de julio de 2012, en un acto masivo realizado en el departamento de Santa Bárbara, Xiomara oficializó su candidatura presidencial por el recién fundado Partido Libertad y Refundación (Libre), en el que confluyeron cinco grandes movimientos: el obrero, el campesino, el estudiantil, el de mujeres y el de la diversidad sexual.
Libre propone construir el “socialismo democrático”. Bajo esta consigna y con la propuesta de una Asamblea Constituyente que refunde el país, el joven partido buscará romper con cien años de bipartidismo oligárquico. Su plan de gobierno incluye eliminar el modelo neoliberal, recuperar los recursos naturales, descentralizar el Estado y acabar con la militarización del país creando una Policía Civil Comunitaria. Sobre la integración regional, la candidata Xiomara Castro propone “mantener relaciones con todo el mundo, con respeto y no injerencia, pero sobre todo con países hermanos de Centro y Suramérica”. La perspectiva de que una mujer gobierne Honduras por primera vez siempre sería un acontecimiento, pero, además de tratarse de la esposa del presidente depuesto en 2009, su acceso al gobierno sería una revolución, porque Honduras tiene el mayor índice de femicidios del mundo.
Por su parte, con sólo 45 años de edad, el candidato del tradicional Partido Nacional es el postulante más joven. Juan Orlando realizó sus estudios en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras donde se convirtió en licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, abogado y notario. Además, obtuvo en Estados Unidos un título de Maestría en Administración Pública con énfasis legislativo. Cuando Juan Orlando cursaba sus estudios en la UNAH se involucró activamente en la política universitaria hasta llegar a ser presidente de la Asociación de Estudiantes de Derecho entre 1988 y 1989.
En 1990, su hermano Marco Augusto ocupó la Primera Secretaría del Poder Legislativo y decidió llamarle para que fuera su asistente ejecutivo. Desde 1994 es diputado nacional por el departamento de Lempira. En enero de 2010, después del golpe que apoyó activamente, fue electo presidente del Congreso. El 12 de junio pasado abandonó su banca para candidatearse a la Presidencia por el Partido Nacional (PN).
Una embajadora y varios pastores parlanchines. Uno de los
condimentos de la campaña fue el extremo protagonismo de la embajadora
norteamericana Lisa Kubiske. El 30 de octubre, por ejemplo, sugirió a
los electores “pensar bien qué candidato creará más empleo y el ambiente
en el cual el sector privado sienta confianza para invertir”; el pasado
día 3 recomendó a los miembros de las mesas electorales “ser
responsables y dar a conocer los datos de forma ética”; el 8, en una
ceremonia de graduación universitaria, aconsejó “conozcan a los
candidatos y sus propuestas. ¿Cuáles pueden ser realistamente
implementadas, porque pueden ser financiadas?”
Allí, tras insistir en el llamado a la participación, sinceró el trasfondo de su exhorto: “No sería honesta si no les dijera que lo que sucede en Honduras tiene un impacto directo sobre el bienestar de Estados Unidos.” Y hasta se animó a hacer un anuncio premonitorio: “Debido a lo apretado de las elecciones, es probable que esa misma noche no se obtengan los resultados”. También informó que EE.UU. pondrá hoy más de 100 observadores. La preocupación también se reflejó en el discurso del secretario de Estado John Kerry en la OEA: “Tenemos una oportunidad de ayudar a garantizar que esta elección sea transparente, pacífica y justa”. Es que EE.UU. tiene una importante base aérea en el país que puede recobrar importancia ante el proyecto nicaragüense de construir un segundo canal a través del istmo centroamericano, con apoyo ruso y chino.
¿Puede Castro llegar a convertirse en la primera presidenta de Honduras y la cuarta de Centroamérica? La respuesta la tienen unos 5,3 millones de hondureños que están convocados a votar y que elegirán al candidato que crean más idóneo para hacer frente a los graves problemas del país: la violencia que mata a un promedio de 20 personas al día, con una tasa de homicidios de 85,5 por cada 100.000 habitantes (la más alta del mundo); una corrupción fuertemente enraizada en el sector público; una policía que requiere una profunda depuración, por estar infiltrada por el crimen organizado, y la pobreza que agobia al 65% de la población. El descontento de los hondureños es tal que el 52% de ellos considera que la dirección que lleva el país es pésima, mientras que un 28% la considera mala.
Hay quien afirma que el verdadero jefe es el ex presidente: “Zelaya mantiene un fuerte activismo político al lado de su esposa”, explica Carlos Meza, ex ministro de Interior durante el gobierno de Zelaya. “A veces –continúa–, da la impresión de que el candidato es él. Con su inconfundible bigote y cabello engomado, el otrora político liberal fue elevado a la categoría de héroe tras el golpe y se ha forjado como el líder de un movimiento que pretende imponer un cambio político en Honduras.” “El liderazgo de Zelaya es indiscutible y su respaldo a Xiomara es un factor clave en la popularidad de la candidata. Se complementa con el liderazgo propio que ella ha ido creando gradualmente desde el momento en que se puso al frente de las marchas de la resistencia en contra del golpe de Estado”, finaliza.
En un país donde el 90% de los habitantes son creyentes y con una tasa de analfabetismo real del 15%, Dios puede decidir presidentes o, al menos, es lo que creen las Iglesias hondureñas que intervienen en la campaña electoral a favor o en contra de algunos candidatos. Hace menos de un mes, el pastor de la Iglesia Evangélica Ministerio Manantial, Roy Santos, apareció en los medios de comunicación para decir que Dios mismo le había hablado mientras oraba, para criticar la candidatura de Xiomara Castro. La comunidad evangélica en Honduras ronda los dos millones de fieles, un cuarto de la población. En 2009, los jerarcas de las iglesias evangélica y católica se pronunciaron a favor del gobierno de facto.
La semana pasada, el pastor Evelio Reyes –otro peso pesado de los evangélicos en Honduras–, en entrevista con El País de España, se mostró más moderado que su colega Santos, pero aseveró que “es nuestra obligación lograr por parte del pueblo la mayoría de votos a fin de legislar de una manera que no sea contraria a la fe”. En este sentido, pidió al pueblo que vea “qué hay detrás de los sombreros, de las boinas, de los bigotes”, en una clara referencia al Partido Libre en tanto Castro como Zelaya –quien luce bigote– usan el sombrero campesino hondureño como símbolo de su origen agrario.
Se trata del mismo pastor que a finales de agosto fue sobreseído del delito de discriminación sexual, al haber declarado que “en el nombre de Jesús atamos todos los intentos de dar poder y autoridad a través del voto a candidatos inmorales, incapaces. No voten por homosexuales y lesbianas, que corrompen los modelos de Dios. Que los hondureños no voten por los enemigos de Dios”.
Allí, tras insistir en el llamado a la participación, sinceró el trasfondo de su exhorto: “No sería honesta si no les dijera que lo que sucede en Honduras tiene un impacto directo sobre el bienestar de Estados Unidos.” Y hasta se animó a hacer un anuncio premonitorio: “Debido a lo apretado de las elecciones, es probable que esa misma noche no se obtengan los resultados”. También informó que EE.UU. pondrá hoy más de 100 observadores. La preocupación también se reflejó en el discurso del secretario de Estado John Kerry en la OEA: “Tenemos una oportunidad de ayudar a garantizar que esta elección sea transparente, pacífica y justa”. Es que EE.UU. tiene una importante base aérea en el país que puede recobrar importancia ante el proyecto nicaragüense de construir un segundo canal a través del istmo centroamericano, con apoyo ruso y chino.
¿Puede Castro llegar a convertirse en la primera presidenta de Honduras y la cuarta de Centroamérica? La respuesta la tienen unos 5,3 millones de hondureños que están convocados a votar y que elegirán al candidato que crean más idóneo para hacer frente a los graves problemas del país: la violencia que mata a un promedio de 20 personas al día, con una tasa de homicidios de 85,5 por cada 100.000 habitantes (la más alta del mundo); una corrupción fuertemente enraizada en el sector público; una policía que requiere una profunda depuración, por estar infiltrada por el crimen organizado, y la pobreza que agobia al 65% de la población. El descontento de los hondureños es tal que el 52% de ellos considera que la dirección que lleva el país es pésima, mientras que un 28% la considera mala.
Hay quien afirma que el verdadero jefe es el ex presidente: “Zelaya mantiene un fuerte activismo político al lado de su esposa”, explica Carlos Meza, ex ministro de Interior durante el gobierno de Zelaya. “A veces –continúa–, da la impresión de que el candidato es él. Con su inconfundible bigote y cabello engomado, el otrora político liberal fue elevado a la categoría de héroe tras el golpe y se ha forjado como el líder de un movimiento que pretende imponer un cambio político en Honduras.” “El liderazgo de Zelaya es indiscutible y su respaldo a Xiomara es un factor clave en la popularidad de la candidata. Se complementa con el liderazgo propio que ella ha ido creando gradualmente desde el momento en que se puso al frente de las marchas de la resistencia en contra del golpe de Estado”, finaliza.
En un país donde el 90% de los habitantes son creyentes y con una tasa de analfabetismo real del 15%, Dios puede decidir presidentes o, al menos, es lo que creen las Iglesias hondureñas que intervienen en la campaña electoral a favor o en contra de algunos candidatos. Hace menos de un mes, el pastor de la Iglesia Evangélica Ministerio Manantial, Roy Santos, apareció en los medios de comunicación para decir que Dios mismo le había hablado mientras oraba, para criticar la candidatura de Xiomara Castro. La comunidad evangélica en Honduras ronda los dos millones de fieles, un cuarto de la población. En 2009, los jerarcas de las iglesias evangélica y católica se pronunciaron a favor del gobierno de facto.
La semana pasada, el pastor Evelio Reyes –otro peso pesado de los evangélicos en Honduras–, en entrevista con El País de España, se mostró más moderado que su colega Santos, pero aseveró que “es nuestra obligación lograr por parte del pueblo la mayoría de votos a fin de legislar de una manera que no sea contraria a la fe”. En este sentido, pidió al pueblo que vea “qué hay detrás de los sombreros, de las boinas, de los bigotes”, en una clara referencia al Partido Libre en tanto Castro como Zelaya –quien luce bigote– usan el sombrero campesino hondureño como símbolo de su origen agrario.
Se trata del mismo pastor que a finales de agosto fue sobreseído del delito de discriminación sexual, al haber declarado que “en el nombre de Jesús atamos todos los intentos de dar poder y autoridad a través del voto a candidatos inmorales, incapaces. No voten por homosexuales y lesbianas, que corrompen los modelos de Dios. Que los hondureños no voten por los enemigos de Dios”.
El modelo sudamericano atrae a los empresarios. A pesar de los
pastores, ante un empate técnico entre el candidato oficialista y la
esposa del ex mandatario, los actores se reposicionan. A la presentación
del programa de Libre en octubre pasado asistieron la embajadora
norteamericana y Adolfo Facussé, el presidente de la Asociación Nacional
de Industriales, que agrupa alrededor de 600 medianas y grandes
empresas y que en 2009 apoyó el golpe. Facussé forma parte de una de las
estirpes empresariales más poderosas del país, que cuenta con el mayor
terrateniente hondureño y un ex presidente liberal, y él mismo está
considerado por el Departamento de Estado como uno de los artífices del
golpe que derrocó hace cuatro años a Zelaya. Al candidato oficialista,
Juan Orlando Hernández Facussé, lo califica como “un pequeño dictador en
cierne”. “Ha destruido el sistema de separación de poderes, destituyó
sin procedimiento a cuatro magistrados de la Corte Suprema, su partido
presionó hasta controlar la fiscalía, bajo este gobierno ha habido una
corrupción enorme y un despilfarro tremendo y somos el país más violento
del mundo. Hay que cambiar”, agrega.
En una reciente entrevista con Telesur, el empresario reconoció que entonces se equivocó y encumbró a los intereses que más frenan el desarrollo económico del país. Honduras es un país en quiebra. Esta situación también afecta a los empresarios, que ven disminuir sus negocios. “¿De qué nos sirve a nosotros una población muerta de hambre? ¿Qué negocio hacemos nosotros?”, confiesa Facussé, y propone avanzar en un modelo similar al de Brasil o Ecuador. En ese sentido, apuesta por “un gobierno de izquierdas que llegue a un acuerdo con la empresa privada, estamos con Xiomara siempre que no instigue la confrontación”. Sus rivales de la Confederación Empresaria de Honduras (COEH), en cambio, siguen apoyando fielmente a la derecha.
Estas declaraciones suponen un giro radical para un sector de la patronal que en 2009 se enfrentó abiertamente con Zelaya a raíz del incremento en un 60% del salario mínimo urbano y su propuesta de reformar la Constitución. Ahora Castro vuelve a levantar la bandera de instaurar una Asamblea Constituyente como uno de sus pilares de campaña. Los industriales ya no se oponen, sólo ponen como condición que sea dentro del Congreso. “Que se cree una asamblea revisora o independiente a la que puedan ir los talentos que tiene el pueblo hondureño. Gente capaz, inteligente y honesta que busque un consenso para la transformación de Honduras, y se someta a un plebiscito”, explica su líder.
Para el sociólogo hondureño Eugenio Sosa, este giro ideológico se enmarca dentro de la coyuntura actual en la que cabría una victoria de Castro con un Congreso fragmentado en nueve fuerzas políticas. “Libre no va a poder en una legislatura cambiar el modelo económico, va a hacer política social a favor de los pobres, pero no pondría en peligro la empresa privada. Lo han visto en Nicaragua, en Sudamérica. Y por otro lado, Juan Orlando Hernández tiene un grupo de poder que lo apoya, que son las elites más emergentes, pero ha desplazado a gran parte de las elites tradicionales. Yo no desconocería que hayan existido conversaciones y negociaciones de Xiomara y Mel Zelaya con estos grupos económicos”, concluye Sosa.
La pregunta que muchos se hacen en Honduras es si, de ganar la presidencia, Castro tomaría medidas contra quienes perpetraron el golpe de Estado contra su esposo. Zelaya se niega a responder en nombre de su esposa, pero asegura que no guarda “rencor” contra quienes lo echaron del poder. Incluso asegura que se ha dado la mano con el general Romeo Vásquez, el hombre que ejecutó su expulsión en pijama hacia Costa Rica, y que hoy participa como contrincante de su esposa en las elecciones del 24 de noviembre. “Estamos en un proyecto de reconciliación, no guardamos odio ni pedimos venganza contra nadie. Esa es nuestra posición”, dice el ex mandatario.
Zelaya puede tener las mejores intenciones de paz y armonía, pero a sus enemigos no escapa el significado que tendría el acceso de Xiomara Castro a la presidencia. Con ellos o por su intermedio irrumpirá en la política el pueblo profundo y esclavizado que nunca en medio milenio tuvo oportunidad de decidir sobre los destinos de su país y los propios. El observador despierto debe contar con todas las reacciones posibles: el ejército hondureño está desplegado puede obstaculizar la concurrencia a las urnas de los partidarios de Libre. Si el escrutinio muestra una ventaja indiscutible de Xiomara, puede haber fraude. Si éste no es efectivo, el ejército todavía puede intervenir. No es de esperar que Hernández acepte calmo una derrota. Su resistencia puede dar nuevas excusas para una intervención militar. Sólo no está clara la actitud que adoptará Obama y aun si está contra un golpe de Estado, quizás no pueda controlar a los mismos militares que antes encumbró. En síntesis, esta elección se decide entre dos partidos: pueblo o fuerzas armadas.
En una reciente entrevista con Telesur, el empresario reconoció que entonces se equivocó y encumbró a los intereses que más frenan el desarrollo económico del país. Honduras es un país en quiebra. Esta situación también afecta a los empresarios, que ven disminuir sus negocios. “¿De qué nos sirve a nosotros una población muerta de hambre? ¿Qué negocio hacemos nosotros?”, confiesa Facussé, y propone avanzar en un modelo similar al de Brasil o Ecuador. En ese sentido, apuesta por “un gobierno de izquierdas que llegue a un acuerdo con la empresa privada, estamos con Xiomara siempre que no instigue la confrontación”. Sus rivales de la Confederación Empresaria de Honduras (COEH), en cambio, siguen apoyando fielmente a la derecha.
Estas declaraciones suponen un giro radical para un sector de la patronal que en 2009 se enfrentó abiertamente con Zelaya a raíz del incremento en un 60% del salario mínimo urbano y su propuesta de reformar la Constitución. Ahora Castro vuelve a levantar la bandera de instaurar una Asamblea Constituyente como uno de sus pilares de campaña. Los industriales ya no se oponen, sólo ponen como condición que sea dentro del Congreso. “Que se cree una asamblea revisora o independiente a la que puedan ir los talentos que tiene el pueblo hondureño. Gente capaz, inteligente y honesta que busque un consenso para la transformación de Honduras, y se someta a un plebiscito”, explica su líder.
Para el sociólogo hondureño Eugenio Sosa, este giro ideológico se enmarca dentro de la coyuntura actual en la que cabría una victoria de Castro con un Congreso fragmentado en nueve fuerzas políticas. “Libre no va a poder en una legislatura cambiar el modelo económico, va a hacer política social a favor de los pobres, pero no pondría en peligro la empresa privada. Lo han visto en Nicaragua, en Sudamérica. Y por otro lado, Juan Orlando Hernández tiene un grupo de poder que lo apoya, que son las elites más emergentes, pero ha desplazado a gran parte de las elites tradicionales. Yo no desconocería que hayan existido conversaciones y negociaciones de Xiomara y Mel Zelaya con estos grupos económicos”, concluye Sosa.
La pregunta que muchos se hacen en Honduras es si, de ganar la presidencia, Castro tomaría medidas contra quienes perpetraron el golpe de Estado contra su esposo. Zelaya se niega a responder en nombre de su esposa, pero asegura que no guarda “rencor” contra quienes lo echaron del poder. Incluso asegura que se ha dado la mano con el general Romeo Vásquez, el hombre que ejecutó su expulsión en pijama hacia Costa Rica, y que hoy participa como contrincante de su esposa en las elecciones del 24 de noviembre. “Estamos en un proyecto de reconciliación, no guardamos odio ni pedimos venganza contra nadie. Esa es nuestra posición”, dice el ex mandatario.
Zelaya puede tener las mejores intenciones de paz y armonía, pero a sus enemigos no escapa el significado que tendría el acceso de Xiomara Castro a la presidencia. Con ellos o por su intermedio irrumpirá en la política el pueblo profundo y esclavizado que nunca en medio milenio tuvo oportunidad de decidir sobre los destinos de su país y los propios. El observador despierto debe contar con todas las reacciones posibles: el ejército hondureño está desplegado puede obstaculizar la concurrencia a las urnas de los partidarios de Libre. Si el escrutinio muestra una ventaja indiscutible de Xiomara, puede haber fraude. Si éste no es efectivo, el ejército todavía puede intervenir. No es de esperar que Hernández acepte calmo una derrota. Su resistencia puede dar nuevas excusas para una intervención militar. Sólo no está clara la actitud que adoptará Obama y aun si está contra un golpe de Estado, quizás no pueda controlar a los mismos militares que antes encumbró. En síntesis, esta elección se decide entre dos partidos: pueblo o fuerzas armadas.
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Eduardo J. Vior