Afganistán se corta solo
Año 7. Edición número 301. Domingo 23 de Febrero de 2014
Medio Oriente.
Al retirarse derrotadas, las fuerzas de la OTAN demostrarán este año la
invencibilidad del país de Asia Central. Por otro lado, permanece el
status de Kabul como un gigantesco productor de heroína.
Afganistán nunca fue dominado por potencia extranjera alguna. Este
año, cuando se retiren las fuerzas de la OTAN, habrá revalidado su
récord, pero después de 35 años de guerra lo único claro en el país
centroasiático es su rol como mayor exportador mundial de opio y la
consecuente epidemia mundial de heroína.
Maulvi Abdul Rashib, ex ministro del gobierno talibán (1996-2001), fue asesinado a balazos el lunes pasado en Peshawar, en el norte de Pakistán. Rashib pertenecía a una facción talibán partidaria de negociar con el gobierno de Hamid Karzai, para lo que había abierto una oficina en Dubai, en los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Su muerte coincidió con una reunión allí entre su grupo y el Alto Consejo de Paz, un organismo independiente afgano. Aga Shan Mutasim, el ex ministro talibán expulsado hace meses del movimiento, informó el lunes pasado a Associated Press que “en las reuniones tomaron parte importantes comandantes. Nuestro grupo es el más grande, tenemos a varios comandantes y controlamos dos provincias”, añadió. Por su parte, el vocero talibán Zabihullah Muyahid condenó el jueves la negociación, por ser “contrario a la yihad y favorecer a EE.UU.”
El analista político y profesor de la Universidad de Kabul Feizullah Yalal declaró a la agencia Xinhua que para Karzai la paz con los talibanes es una precondición para un acuerdo de seguridad con EE.UU. Por el contrario, el analista y ex parlamentario Salej Mohammad Rigistani dijo en un panel televisivo que “el gobierno afgano, EE.UU. y la OTAN fracasaron en derrotar a los talibanes, éstos saben que la vida política del presidente termina con las elecciones del 5 de abril próximo y no quieren dialogar con él”.
Negociando en Duba, el gobierno afgano elude el control paquistaní sobre los islamistas, en tanto acusa a Washington de conspirar con los talibanes y critica a Pakistán por impedirle el acceso a la conducción miliciana refugiada allí. En una reciente conferencia de prensa en Kabul Karzai dijo que “ la paz en Afganistán depende de EE.UU. y Pakistán”. Según Masum Stanikzai, del Consejo de Paz, “el mayor desafío actual es la división de los talibanes y su falta de proyectos”. Por su lado, la vocera de la cancillería paquistaní ratificó el jueves el respaldo de su gobierno al proceso de paz. Antes de las últimas elecciones, el actual primer ministro Nawaz Sharif prometió negociaciones con los talibanes paquistaníes que canceló la semana pasada, cuando una facción miliciana en un área tribal ejecutó a 23 comandos paquistaníes que tenía como rehenes desde 2010. Como respuesta, el gobierno bombardeó la zona y atacó bases en Afganistán, desatando una protesta de Kabul.
Pakistán mostró su ambigüedad en setiembre de 2013, cuando anunció la liberación de Mullah Abdul Ghani Baradar. Cofundador del Talibán y uno de sus comandantes mayores, fue arrestado en Pakistán en 2010 con ayuda norteamericana. Miembros del Consejo de Paz lo entrevistaron entonces para que ayudara al proceso de paz. Sin embargo, poco después se cortó la comunicación y los afganos temen que Pakistán lo haya secuestrado para impedir la paz. Un funcionario paquistaní informó desde Washington que Baradar podía salir a un tercer país para negociar, pero Sartaj Aziz, el principal asesor de seguridad nacional de Nawaz Sharif, advirtió esta semana a Reuters que el status del jefe talibán es delicado, porque Washington lo ve como una amenaza.
Maulvi Abdul Rashib, ex ministro del gobierno talibán (1996-2001), fue asesinado a balazos el lunes pasado en Peshawar, en el norte de Pakistán. Rashib pertenecía a una facción talibán partidaria de negociar con el gobierno de Hamid Karzai, para lo que había abierto una oficina en Dubai, en los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Su muerte coincidió con una reunión allí entre su grupo y el Alto Consejo de Paz, un organismo independiente afgano. Aga Shan Mutasim, el ex ministro talibán expulsado hace meses del movimiento, informó el lunes pasado a Associated Press que “en las reuniones tomaron parte importantes comandantes. Nuestro grupo es el más grande, tenemos a varios comandantes y controlamos dos provincias”, añadió. Por su parte, el vocero talibán Zabihullah Muyahid condenó el jueves la negociación, por ser “contrario a la yihad y favorecer a EE.UU.”
El analista político y profesor de la Universidad de Kabul Feizullah Yalal declaró a la agencia Xinhua que para Karzai la paz con los talibanes es una precondición para un acuerdo de seguridad con EE.UU. Por el contrario, el analista y ex parlamentario Salej Mohammad Rigistani dijo en un panel televisivo que “el gobierno afgano, EE.UU. y la OTAN fracasaron en derrotar a los talibanes, éstos saben que la vida política del presidente termina con las elecciones del 5 de abril próximo y no quieren dialogar con él”.
Negociando en Duba, el gobierno afgano elude el control paquistaní sobre los islamistas, en tanto acusa a Washington de conspirar con los talibanes y critica a Pakistán por impedirle el acceso a la conducción miliciana refugiada allí. En una reciente conferencia de prensa en Kabul Karzai dijo que “ la paz en Afganistán depende de EE.UU. y Pakistán”. Según Masum Stanikzai, del Consejo de Paz, “el mayor desafío actual es la división de los talibanes y su falta de proyectos”. Por su lado, la vocera de la cancillería paquistaní ratificó el jueves el respaldo de su gobierno al proceso de paz. Antes de las últimas elecciones, el actual primer ministro Nawaz Sharif prometió negociaciones con los talibanes paquistaníes que canceló la semana pasada, cuando una facción miliciana en un área tribal ejecutó a 23 comandos paquistaníes que tenía como rehenes desde 2010. Como respuesta, el gobierno bombardeó la zona y atacó bases en Afganistán, desatando una protesta de Kabul.
Pakistán mostró su ambigüedad en setiembre de 2013, cuando anunció la liberación de Mullah Abdul Ghani Baradar. Cofundador del Talibán y uno de sus comandantes mayores, fue arrestado en Pakistán en 2010 con ayuda norteamericana. Miembros del Consejo de Paz lo entrevistaron entonces para que ayudara al proceso de paz. Sin embargo, poco después se cortó la comunicación y los afganos temen que Pakistán lo haya secuestrado para impedir la paz. Un funcionario paquistaní informó desde Washington que Baradar podía salir a un tercer país para negociar, pero Sartaj Aziz, el principal asesor de seguridad nacional de Nawaz Sharif, advirtió esta semana a Reuters que el status del jefe talibán es delicado, porque Washington lo ve como una amenaza.
EE.UU. negocia con los talibanes. Los rebeldes, por su parte, según el Council
on Foreign Relations (“The Taliban in Afghanistan”,
http://www.cfr.org/afghanistan/taliban-afghanistan/p10551?cid=nlc-dai...6
de 7 21/02/2014), tienen fatiga de guerra, están preocupados por su
lugar en Afganistán y buscan independizarse de Pakistán. Según una
investigación del Congreso norteamericano, Mullah Omar “está rodeado de
pragmáticos que adjudican a la pasada asociación con al Qaida su pérdida
de poder y quieren negociar con EE.UU., pero otros comandantes se
niegan. Esta división se profundizará al retirarse la OTAN.
No se sabe si después de las elecciones habrá en Afganistán un traspaso pacífico del poder. Algunos analistas prevén que Karzai retrasará la transición. Probablemente no se den grandes negociaciones, pero sí treguas locales, reintegración de milicianos e intercambios de prisioneros. Mullah Omar, por su lado, rechaza toda negociación y declara que combatirá hasta que se retiren todas las tropas extranjeras.
La única certeza del país centroasiático reside hoy en el opio. La inseguridad política y económica y las exacciones de la clase política, los imanes y la guerrilla han demostrado a los campesinos afganos que el opio es la única inversión segura. Según un reciente informe de la ONU, en 2013 se ha sembrado con la adormidera el récord de 200.000 hectáreas. La amapola da a los campesinos dinero, relaciones de poder y seguridad ante el futuro. Aunque los precios de 130 dólares por kilo están en la mitad de los de 2011, siguen mucho más altos que los de 2007. Los campesinos saben quesu cultivo está prohibido, pero como pagan a funcionarios, imanes y milicianos el diezmo, no temen ser perseguidos.
Como consecuencia en un informe de Newsweek del 10 de enero pasado se expone el alcance mundial de la epidemia de heroína. El negocio del opio afgano reportó en 2013 68 mil millones de dólares, de los cuales el diez por ciento quedaron en Afganistán, según Jean-Luc Lemahieu, de la Onudc. El país exporta droga por cuatro mil millones de dólares de los cuales un cuarto queda para los campesinos. El resto va a los funcionarios, guerrilleros, los señores de la guerra y los narcotraficantes.
Obama sólo puede retirar sus tropas, pero las fuerzas afganas no van a negociar seriamente hasta que haya nuevo gobierno y aún entonces Pakistán tratará de evitar el restablecimiento de la unidad nacional de su vecino. Éste, a su vez, seguirá dividido y afectado por la economía de la droga. Sólo el establecimiento de algún tipo de autoridad estatal puede hacer que el país encuentre una alternativa a la economía del crimen.
No se sabe si después de las elecciones habrá en Afganistán un traspaso pacífico del poder. Algunos analistas prevén que Karzai retrasará la transición. Probablemente no se den grandes negociaciones, pero sí treguas locales, reintegración de milicianos e intercambios de prisioneros. Mullah Omar, por su lado, rechaza toda negociación y declara que combatirá hasta que se retiren todas las tropas extranjeras.
La única certeza del país centroasiático reside hoy en el opio. La inseguridad política y económica y las exacciones de la clase política, los imanes y la guerrilla han demostrado a los campesinos afganos que el opio es la única inversión segura. Según un reciente informe de la ONU, en 2013 se ha sembrado con la adormidera el récord de 200.000 hectáreas. La amapola da a los campesinos dinero, relaciones de poder y seguridad ante el futuro. Aunque los precios de 130 dólares por kilo están en la mitad de los de 2011, siguen mucho más altos que los de 2007. Los campesinos saben quesu cultivo está prohibido, pero como pagan a funcionarios, imanes y milicianos el diezmo, no temen ser perseguidos.
Como consecuencia en un informe de Newsweek del 10 de enero pasado se expone el alcance mundial de la epidemia de heroína. El negocio del opio afgano reportó en 2013 68 mil millones de dólares, de los cuales el diez por ciento quedaron en Afganistán, según Jean-Luc Lemahieu, de la Onudc. El país exporta droga por cuatro mil millones de dólares de los cuales un cuarto queda para los campesinos. El resto va a los funcionarios, guerrilleros, los señores de la guerra y los narcotraficantes.
Obama sólo puede retirar sus tropas, pero las fuerzas afganas no van a negociar seriamente hasta que haya nuevo gobierno y aún entonces Pakistán tratará de evitar el restablecimiento de la unidad nacional de su vecino. Éste, a su vez, seguirá dividido y afectado por la economía de la droga. Sólo el establecimiento de algún tipo de autoridad estatal puede hacer que el país encuentre una alternativa a la economía del crimen.
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Eduardo J. Vior