Peligra la negociación por Siria
Año 7. Edición número 298. Domingo 2 de Febrero de 2014
Vuelven a tronar las armas
Aunque la Conferencia de Ginebra no alcanzó acuerdos, inició el
diálogo que necesitan EE.UU. y Rusia para reordenar Siria y el Medio
Oriente con ayuda de Irán. Las partes se separaron el viernes en Ginebra
con la invitación del representante de la ONU y de la Liga Árabe Lajdar
Brahimi, para reencontrarse el próximo 10 de febrero, pero con la
disposición manifiesta de la delegación gubernamental a discutir toda la
agenda, incluida la formación de un gobierno de transición, un
gigantesco avance inadvertido para la mayoría. Mientras tanto, el
Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres, informó que
cerca de 1.900 personas murieron durante la semana en combates en el
norte, centro y sur de Siria. A pesar de ello, el viernes llegó ayuda al
campo de refugiados palestinos de Yarmuk, al sur de Damasco, sitiado
por el ejército desde hacía meses, aunque el casco antiguo de Homs sigue
bloqueado.
Se produjo un conflicto sobre el retiro de las armas químicas de Siria. Washington acusó el jueves que sólo el 5% fue sacado del país para ser destruido y el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, amenazó a Damasco con un ataque militar. Al contrario, Mijaíl Uliánov, del Ministerio de Exteriores ruso, rechazó el viernes la necesidad de presionar a Siria y pidió paciencia. "Los estadounidenses presionan aun si no es necesario y tienen una agenda rígida e irreal", agregó. Denuncias de Human Rights Watch (HRW) con fotos mostraron también que el ejército sirio ha destruido muchas viviendas para castigar a la población civil.
La suerte de la guerra en Siria se decide dentro de sus fronteras, en las mesas de negociaciones formales e informales, en los medios y, en gran parte, en la región, sobre todo en Irak, donde siguen los atentados terroristas, mientras la ciudad de Faluya, 50 km al oeste de la capital, continúa ocupada por el Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS), el grupo salafista más radical, y milicias locales y 140.000 personas fueron desplazadas por los combates. La estrecha interrelación entre ambas guerras civiles afecta también la exportación de petróleo iraquí por el oleoducto que conduce a Turquía, porque en el desierto sirio-iraquí se concentran miles de yihadistas.
Entre tanto, el lunes 27 Israel bombardeó una base militar del gobierno sirio en la provincia de Latakia, en la costa norte, para destruir unas lanzaderas de cohetes rusos S-300 de alcance medio destinados a la milicia chiíta libanesa Hezbolá. Aunque Israel intenta mantenerse fuera de la guerra civil siria, periódicamente ataca blancos tácticos y no puede aislarse del conflicto. Al mismo tiempo, según informa el Middle East Monitor, delegados de Al Fatah visitaron Damasco y Teherán. Aunque dicen no buscar una alianza con Irán, los líderes palestinos están sustituyendo a Hamas, aliada a los yihadistas y recuperando espacio regional.
A su vez en Egipto se ha intensificado desde el golpe de Estado en julio pasado la represión contra los islamistas. Para ello el gobierno cuenta con el apoyo norteamericano y ruso y la tolerancia saudita y qatarí. También esta semana el presidente turco Recep T. Erdoyan conversó en Teherán con su colega iraní Hassan Rohaní y acordaron en la lucha antiterrorista.
En el Medio Oriente se consolida una gran coalición antisalafista bajo la conducción ruso-norteamericana con la colaboración de Irán. Enemigos recientes hallan intereses comunes, tejiendo un entramado regional impensado. Los países occidentales adoptan las tesis rusas, para cambiar en Siria el gobierno, pero no el régimen. Arabia Saudita, Qatar, los Emiratos y Omán, en tanto, se mantienen expectantes, pero no soportarán mucho tiempo más la competencia iraní. Israel, por su parte, puja por salir del aislamiento.
El presidente Assad quiere ganar tiempo, mientras avanza en el campo de batalla. La oposición laica, por el contrario, necesita rápido un acuerdo que la empodere. Gracias al pacto antiterrorista probablemente se logren pronto treguas locales y medidas humanitarias, quizás hasta tratativas políticas. El miedo a Al Qaida obra milagros.
Se produjo un conflicto sobre el retiro de las armas químicas de Siria. Washington acusó el jueves que sólo el 5% fue sacado del país para ser destruido y el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, amenazó a Damasco con un ataque militar. Al contrario, Mijaíl Uliánov, del Ministerio de Exteriores ruso, rechazó el viernes la necesidad de presionar a Siria y pidió paciencia. "Los estadounidenses presionan aun si no es necesario y tienen una agenda rígida e irreal", agregó. Denuncias de Human Rights Watch (HRW) con fotos mostraron también que el ejército sirio ha destruido muchas viviendas para castigar a la población civil.
La suerte de la guerra en Siria se decide dentro de sus fronteras, en las mesas de negociaciones formales e informales, en los medios y, en gran parte, en la región, sobre todo en Irak, donde siguen los atentados terroristas, mientras la ciudad de Faluya, 50 km al oeste de la capital, continúa ocupada por el Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS), el grupo salafista más radical, y milicias locales y 140.000 personas fueron desplazadas por los combates. La estrecha interrelación entre ambas guerras civiles afecta también la exportación de petróleo iraquí por el oleoducto que conduce a Turquía, porque en el desierto sirio-iraquí se concentran miles de yihadistas.
Entre tanto, el lunes 27 Israel bombardeó una base militar del gobierno sirio en la provincia de Latakia, en la costa norte, para destruir unas lanzaderas de cohetes rusos S-300 de alcance medio destinados a la milicia chiíta libanesa Hezbolá. Aunque Israel intenta mantenerse fuera de la guerra civil siria, periódicamente ataca blancos tácticos y no puede aislarse del conflicto. Al mismo tiempo, según informa el Middle East Monitor, delegados de Al Fatah visitaron Damasco y Teherán. Aunque dicen no buscar una alianza con Irán, los líderes palestinos están sustituyendo a Hamas, aliada a los yihadistas y recuperando espacio regional.
A su vez en Egipto se ha intensificado desde el golpe de Estado en julio pasado la represión contra los islamistas. Para ello el gobierno cuenta con el apoyo norteamericano y ruso y la tolerancia saudita y qatarí. También esta semana el presidente turco Recep T. Erdoyan conversó en Teherán con su colega iraní Hassan Rohaní y acordaron en la lucha antiterrorista.
En el Medio Oriente se consolida una gran coalición antisalafista bajo la conducción ruso-norteamericana con la colaboración de Irán. Enemigos recientes hallan intereses comunes, tejiendo un entramado regional impensado. Los países occidentales adoptan las tesis rusas, para cambiar en Siria el gobierno, pero no el régimen. Arabia Saudita, Qatar, los Emiratos y Omán, en tanto, se mantienen expectantes, pero no soportarán mucho tiempo más la competencia iraní. Israel, por su parte, puja por salir del aislamiento.
El presidente Assad quiere ganar tiempo, mientras avanza en el campo de batalla. La oposición laica, por el contrario, necesita rápido un acuerdo que la empodere. Gracias al pacto antiterrorista probablemente se logren pronto treguas locales y medidas humanitarias, quizás hasta tratativas políticas. El miedo a Al Qaida obra milagros.
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Eduardo J. Vior