lunes, 10 de febrero de 2014

Uribe boicotea la reelección de Santos en Colombia

Mi enemigo me custodia

Año 7. Edición número 299. Domingo 9 de Febrero de 2014
Mientras el presidente Juan Manuel Santos “hace la plancha” para llegar a la reelección en mayo sin alteraciones, su predecesor, Álvaro Uribe, sabotea las negociaciones de paz en La Habana.

En un giro sorpresivo, apenas 24 horas después de acusar a “fuerzas oscuras” de estar detrás de las escuchas a los negociadores del Gobierno en La Habana, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, dijo el miércoles que esas operaciones de inteligencia son “totalmente lícitas”. La revista Semana.com había revelado el martes que un grupo de militares, ex militares y expertos en informática espiaron desde una central clandestina de Bogotá a líderes de la izquierda y a los negociadores del Gobierno en el proceso de paz con las FARC. Por su parte, desde La Habana, el jefe negociador de las FARC, alias “Iván Márquez”, no dudó en señalar al ex presidente colombiano Álvaro Uribe como las “fuerzas oscuras” de las que habló Santos.
Cambiando abruptamente de opinión, el pasado miércoles el mandatario colombiano dijo en un acto en Bogotá que “las fachadas de inteligencia, como la que se allanó (registró), son operaciones de inteligencia que están contempladas dentro de la Ley de inteligencia”. No obstante, el mandatario ordenó abrir una “investigación a fondo” que derivó en el relevo el mismo miércoles del jefe de Inteligencia del Ejército, el general Mauricio Ricardo Zúñiga, y del director de la Central de Inteligencia Técnica del Ejército (Citec), el general Óscar Zuluaga. En tanto Uribe dijo que el relevo de los dos oficiales militares “es otro golpe de desmotivación a las Fuerzas Armadas de la patria por complacer al terrorismo de las FARC”.
El viraje de Santos sorprende especialmente, pues el miércoles el comandante del Ejército, el general Juan Pablo Rodríguez, había dicho que “Andrómeda” (nombre del operativo de espionaje) estaba destinada a interceptar ilegalmente a los negociadores de paz y manifestó que la prioridad es actuar dentro de la legalidad. “No seremos un obstáculo para la paz”, subrayó el comandante. Santos no sólo justificó la legalidad del espionaje, sino que aseguró que el fiscal general Eduardo Montealegre, con quien habló el miércoles, le dijo que “si hubiese sabido que el local registrado era una fachada de inteligencia, no habría hecho el allanamiento”.
Colombia cuenta con unos 500.000 militares y policías, ambos cuerpos dependientes del Ministerio de Defensa, y algunos de sus sectores se han mostrado inquietos ante los diálogos de paz por el papel que les aguarda en una etapa de posconflicto. Las FARC, en tanto, se manifiestan también preocupadas por el aumento de las amenazas de violencia en contra de políticos y simpatizantes de partidos y movimientos de izquierda. Para las FARC eso y las “chuzadas” –como llaman en Colombia a las escuchas ilegales– son parte de la misma estrategia.
No obstante, la organización insurgente se dice dispuesta, pese a todo, a seguir adelante con el proceso. “Ante el peligro en que se encuentra este nuevo intento de reconciliación, llamamos a que toda la ciudadanía, en cada rincón de la patria, actúe con todas sus potencialidades en defensa y salvación del proceso de paz”, concluye un comunicado que dio a conocer el miércoles 5.
La explicación más benévola para las escuchas es que al menos un sector dentro del ejército está interesado en conocer el detalle de lo que se está discutiendo en La Habana, pero también es posible que la intención última sea sabotear el proceso de paz. En cualquiera de los dos casos sería evidente que las fuerzas militares están divididas y sus máximas autoridades son impotentes para controlar la inteligencia militar.

Seis millones de víctimas. Mientras las partes negocian y se combaten al mismo tiempo, en medio año el número de víctimas del conflicto armado registradas por el Estado en Colombia para su reparación aumentó en casi medio millón de personas. De acuerdo a la estadística oficial dada a conocer el pasado viernes 7, se trata de colombianos de todas las regiones del país que sufrieron todo tipo de violencias a manos de los protagonistas uniformados de la guerra que sacude al país desde hace 65 años.
Del total, 222.000 personas fueron afectadas en 2012 y otras 122.000 el año pasado. Una inmensa mayoría son desplazados por la violencia (5.368.138 de acuerdo a las estadísticas oficiales), un fenómeno que se continúa dando en algunas zonas rurales. El segundo grupo son los asesinados por fuerzas combatientes y bandas criminales (636.134) que, de acuerdo a una decisión reciente de la Corte Constitucional, deben considerarse también como víctimas de guerra, ya que gran parte de esos grupos están formados por ex paramilitares.

Comienza la campaña electoral. El electorado colombiano está convocado a elegir nuevo presidente en una primera vuelta el próximo 25 de mayo. Si las elecciones presidenciales fueran hoy, uno de cada cuatro votos depositados sería en blanco. A este resultado se le suma otra tendencia: el 23 por ciento de los colombianos aún está indeciso sobre a quién apoyar en la primera vuelta. Este es uno de los hallazgos más destacados de la primera panorámica de la campaña electoral de 2014. Los datos de la Gran Encuesta confirman que ningún aspirante despunta.
Juan Manuel Santos conservó tanto el primer puesto en las preferencias de los electores en la primera vuelta como los mismos niveles de respaldo. Un cuarto de los colombianos apoya la intención del primer mandatario de reelegirse. El jefe del Estado mantiene una holgada diferencia sobre su más cercano competidor, Óscar Iván Zuluaga, del uribista Centro Democrático. Zuluaga no ha podido recortar la distancia que lo separa del presidente Santos y sólo alcanza el 8 por ciento de intención de voto. El estancamiento hacia la baja del candidato derechista contrasta con el apoyo que tiene la postulación del ex presidente Álvaro Uribe al Senado, un 61 por ciento.
Muy cerca del aspirante uribista se encuentran otros dos opositores con el 6 por ciento de apoyo. Se trata de la candidata del Polo Democrático (de centroizquierda), Clara López Obregón, y del ex alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa, quien lucha por el aval de la Alianza Verde. Sin embargo, López no ha sido capaz de canalizar el ambiente de protesta contra el presidente Santos imperante desde 2013 y los niveles de respaldo que obtiene se mantienen estáticos.
La situación de Peñalosa es más peculiar. La dirigencia de su partido, la Alianza Verde, obedece a los lineamientos del alcalde de Bogotá Gustavo Petro que quiere bloquear la candidatura presidencial peñalosista, aunque el ex alcalde bogotano empate en el tercer lugar de las preferencias electorales. De hecho Peñalosa es con el 24 por ciento de simpatía el segundo aspirante mejor ubicado después de Santos. La lista de los candidatos se cierra con la conservadora Marta Lucía Ramírez con el 4 por ciento y Aída Abella, de la Unión Patriótica (de izquierda), con el 1 por ciento.
Sin embargo, la sumatoria de los apoyos a todos los candidatos se equipara a la suma del voto en blanco y los indecisos. Mientras un cuarto de los colombianos le apuesta al blanco, un poco menos, el 23 por ciento, aún no sabe por quién votar. No obstante, el estancamiento de la campaña electoral conviene al presidente Santos quien necesita que no se presenten mayores sorpresas en su camino hacia la reelección. En ninguna medición el mandatario pierde su primer lugar ni hay opositor que amenace su continuidad. En todos los escenarios de segunda vuelta Santos derrota por más de 20 puntos a sus contenedores.
Álvaro Uribe no perdona a su sucesor y ex ministro de Defensa que se haya apartado del rumbo belicista y saqueador de su gobierno, para buscar la paz negociada con la guerrilla e introducir las reformas imprescindibles para desarrollar la economía colombiana, aunque sea en una matriz neoliberal. Ésta no ha sido la primera ni la única maniobra de la ultraderecha para sabotear las negociaciones de paz en La Habana y permitir la reintegración de las fuerzas guerrilleras a la vida democrática. Seguramente otras le seguirán. Juan Manuel Santos, por su parte, intenta repetir en la Presidencia calmando las aguas, pero en Colombia en cualquier momento puede venir un oleaje destructor.

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Eduardo J. Vior