MIL SOLES QUE CONGELARON LA MEMORIA
Eduardo J. Vior 01 de Agosto de 2015 |
12:00
A 70 años de los
bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, los efectos perdurables de estas
atrocidades vuelven a la superficie de la política internacional
amenazando con el resurgir del militarismo nipón avalado por Estados
Unidos. Harry Truman (1945-1953) fue el presidente norteamericano que
tomó la decisión de lanzar la bomba atómica. Desde entonces, gobernantes
y funcionarios estadounidenses justifican la decisión diciendo que las
bombas atómicas salvaron miles de vidas de los soldados que habrían
muerto en la invasión de Honshu, la mayor isla japonesa, pero al hacerlo
legitiman los ataques a Hiroshima y Nagasaki del 6 y el 9 de agosto de
1945. EE UU se apresuró entonces a arrojar las bombas para obtener la
rendición total del Japón antes de que la Unión Soviética entrara de
lleno en la guerra en Asia Oriental, pero también para alcanzar el
liderazgo del mundo mediante una aterradora demostración de poder.
¿Qué habría sucedido si EE UU no hubiese arrojado las bombas? Es difícil
argumentar contrafácticamente, pero las comparaciones a veces ayudan.
El costoso fin de la guerra en Alemania (400 mil soldados rusos murieron
en la batalla final por Berlín) legitimó los juicios de Nuremberg
(1946-47) y permitió que durante los años '60 y '70 el pueblo de
Alemania Federal revisara los crímenes nazis, fundando así un nuevo
consenso democrático. Los procesos contra los criminales de guerra
japoneses bajo la ocupación norteamericana, en cambio, fueron vividos en
las islas como "justicia de vencedores", mientras que el perdón del
general Douglas Mac Arthur, máxima autoridad de ocupación (1945-50), al
emperador Hirohito y su familia en 1947 alentó el revisionismo japonés.
Recién en la década de 1990 la opinión pública nipona debatió sobre los crímenes de guerra, pero después de 2000 la discusión se redujo. La combinación entre el resentimiento por las masacres nucleares y el perdón al emperador alimenta el revanchismo nacionalista. Particularmente, el actual primer ministro Shinzo Abe rechaza asumir la responsabilidad por la reducción de cientos de miles de mujeres de los países ocupados a la prostitución forzada, las llamadas "mujeres para el confort". Los tribunales japoneses, en tanto, se niegan a compensar individualmente a ex prisioneros de guerra u otras víctimas de la ocupación nipona en Asia y el Pacífico.
Reforzando esta tendencia, en julio de 2014 el gobierno japonés reinterpretó el artículo 9 de la Constitución pacifista de 1947,autorizando a la Fuerza de Defensa (JDF, por su sigla en inglés) a auxiliar a los aliados de Japón en Asia, si peligran la seguridad o "la búsqueda de la felicidad" del pueblo nipón. Si bien el 60% de la población rechaza el militarismo, la memoria del horror atómico y del perdón norteamericano al emperador atenúan las exigencias de verdad y justicia. Las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki siguen encendiendo el resentimiento nipón y congelando la memoria histórica de su pueblo. «
Recién en la década de 1990 la opinión pública nipona debatió sobre los crímenes de guerra, pero después de 2000 la discusión se redujo. La combinación entre el resentimiento por las masacres nucleares y el perdón al emperador alimenta el revanchismo nacionalista. Particularmente, el actual primer ministro Shinzo Abe rechaza asumir la responsabilidad por la reducción de cientos de miles de mujeres de los países ocupados a la prostitución forzada, las llamadas "mujeres para el confort". Los tribunales japoneses, en tanto, se niegan a compensar individualmente a ex prisioneros de guerra u otras víctimas de la ocupación nipona en Asia y el Pacífico.
Reforzando esta tendencia, en julio de 2014 el gobierno japonés reinterpretó el artículo 9 de la Constitución pacifista de 1947,autorizando a la Fuerza de Defensa (JDF, por su sigla en inglés) a auxiliar a los aliados de Japón en Asia, si peligran la seguridad o "la búsqueda de la felicidad" del pueblo nipón. Si bien el 60% de la población rechaza el militarismo, la memoria del horror atómico y del perdón norteamericano al emperador atenúan las exigencias de verdad y justicia. Las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki siguen encendiendo el resentimiento nipón y congelando la memoria histórica de su pueblo. «
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Estimad@s lector@s:
Este es un blog moderado. Sus comentarios serán evaluados antes de la publicación, para evitar spam.
Agradezco su atención.
Eduardo J. Vior