jueves, 29 de septiembre de 2016

El Pentágono dirige las relaciones con Medio Oriente

Desde ayer Obama es un "pato rengo"
Al rechazar el veto a la ley que permite a los familiares de las víctimas del 11-9 demandar a autoridades sauditas, el Congreso dio a los militares el control de la política hacia Levante
por Eduardo J. Vior
29-09-16
En la tradición política norteamericana habitualmente se denomina “pato rengo” al Presidente que se encuentra en los últimos meses de su gobierno sin poder ser reelecto. Barack Hussein Obama intentó mantener la iniciativa hasta el último minuto de su gobierno, pero una avalancha de turbios intereses acaba de sepultarlo.

El Senado de los Estados Unidos decidió ayer por 97 votos contra uno rechazar el veto presidencial contra la ley que permite a los familiares de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001 demandar judicialmente a las antiguas y actuales autoridades de Arabia Saudí que fueran halladas cómplices de los terroristas.

Poco después de la decisión senatorial, la Cámara de Representantes se sumó al rechazo por 348 votos contra 77. Fue la primera vez en ocho años de mandato que Obama sufre tal derrota.

De este modo, entró en vigor la "Ley de Justicia contra Promotores del Terrorismo", que permite a los familiares de víctimas del 11 de septiembre demandar a líderes sauditas ante cortes de EE.UU. por su supuesto apoyo a los terroristas de 2001. Como entre los sospechosos se encuentran figuras de primera línea del reino árabe, el voto parlamentario fractura las relaciones con uno de los dos principales aliados del Imperio en Levante (el otro es Israel).

La factura deberá pagarla el o la próxima presidenta a elegirse el 8 de noviembre, quien asumirá el cargo condicionado/a por una crisis diplomática de proporciones. La defenestración antes de tiempo del más exitoso presidente norteamericano de los últimos 25 años dará a sus adversarios militares el manejo de la política para el Medio Oriente.

Tanto la ley votada el pasado 9 de septiembre como el rechazo del veto presidencial resuelto ayer se dieron sin gran debate parlamentario, sino más bien por la masiva presión de los familiares de las víctimas (y de los grandes estudios de abogados) que aprovecharon el 15° aniversario de los atentados y el año electoral para persuadir a los congresistas. También contribuyó la frustración de gran parte de la clase política norteamericana ante la falta de voluntad de la dirigencia saudita para adoptar mínimas reformas democráticas.

Las idas y vueltas que en ambos partidos jalonaron el camino hacia la aprobación de la ley y el rechazo al veto muestran a la vez el deseo de muchos en Washington de reconsiderar sus relaciones con la retrógrada monarquía peninsular y la ambivalencia de los republicanos sobre el curso futuro.

En el Partido Republicano nadie duda de la importancia de la alianza con Ryad, pero saben que después del acuerdo nuclear con Irán el mapa ha cambiado y no pueden seguir apostando a sólo dos fichas en esa región del mundo, aunque nadie tenga una alternativa.

Por su parte, las autoridades sauditas han amenazado a EE.UU. con vender o llevarse a otro país las inversiones por cientos de miles de millones de dólares que sus príncipes tienen en la economía estadounidense y de ese modo evitar que sean embargados por algún tribunal.

A pesar de los intentos tardíos del Ejecutivo por frenar el rechazo del veto, casi todos los aliados de Obama en los últimos ocho años se sumaron al voto negativo de ayer. Es que el presidente se va en enero y los votantes quedan, pensaron muchos.

Ahora habrá que esperar las dimensiones de la respuesta saudita y los nombres de los imputados en las primeras querellas. Por lo pronto, los puentes diplomáticos están rotos y sólo quedan los militares. Pésima perspectiva en momentos en que el Levante se encuentra en plena transformación.

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Eduardo J. Vior