Macri vs el G20
Lo que dejó la cumbre en China: ¿va la política económica argentina a contramano de la corriente mundial?
Después de la reunión cumbre de los veinte países
más desarrollados del mundo en Hangzhu, en el este de China, los
observadores están divididos sobre su utilidad. Existe coincidencia en
que no aportó un mejoramiento inmediato de la economía global, pero,
bajo la conducción china, impuso una coordinación mundial de las
políticas macroeconómicas, fiscales, financieras y monetarias. Esta
cumbre devolvió a la política el gobierno de la economía global.
Como si viviera en otro mundo, en cambio, la
prensa porteña pierde el tiempo informando sobre el buen recibimiento
que el Presidente chino Xi Jinping dio a Mauricio Macri y los elogios de
su par norteamericano, Barack Obama.
La 11a.
conferencia cumbre del Grupo de los 20 sesionó el 4 y 5 de septiembre
pasados en la ciudad de Hangzhu (en el delta del Yang Zejiang, cerca de
Shanghai). Fue la primera cumbre del grupo realizada en China e,
intencionalmente, en este emporio tecnológico de nueve millones de
habitantes.
Ya el pasado 26 de mayo, el Ministro de Relaciones
Exteriores Wang Yi anunció que la cumbre se centraría en la elaboración
de un plan de acción para que la economía mundial retome el crecimiento
innovador, en la adopción de una estrategia común para implementar la
Agenda 2030 de la ONU para el desarrollo
sostenible, la introducción de reformas estructurales en la economía
global, el renovado crecimiento del comercio mundial, el establecimiento
de un régimen común para los más de 3000 acuerdos bilaterales de
inversión, la reforma de las instituciones financieras internacionales,
el combate contra la corrupción y los paraísos fiscales, el
relanzamiento de la industrialización de África, la innovación en las
empresas y, finalmente, la puesta en práctica el Acuerdo de París sobre
el Cambio Climático.
Como era de esperar, el comunicado final de diez
puntos se quedó muy por debajo de estas expectativas. Se alcanzaron
acuerdos en torno a la lucha contra la evasión impositiva, la promoción
del comercio internacional y las inversiones, la implementación de
medidas de estímulo fiscal y de innovación para impulsar el crecimiento
económico, el rechazo de los “ataques populistas” contra la globalización y la protección a los refugiados.
En su discurso de cierre, el pasado lunes 5, el
Presidente chino Xi Jinping reiteró las cinco propuestas que había hecho
en la inauguración, especialmente las de coordinar mejor las políticas
macroeconómicas y mejorar la gobernanza económica global. También su
colega ruso, Vladimir Putin, puso el acento en la coordinación de las
inversiones, al evaluar la cumbre ante periodistas rusos. “Por primera
vez -dijo-, comenzamos a negociar el establecimiento de reglas comunes
para las inversiones internacionales”. Y sobre el valor de las
decisiones adoptadas, apuntó que “los documentos acordados sientan una
tendencia y, si alguien se mueve en una dirección contraria al deseo de
la comunidad mundial, quedará fuera del juego”.
Por su parte, Obama y Xi anunciaron juntos el
sábado 3 la ratificación del Acuerdo de París sobre Cambio Climático. De
hecho, China lo hizo ese mismo día. Se trata de un campo innovativo en
el que las principales potencias y corporaciones piensan realizar
gigantescas inversiones. En cambio, Rusia y
EE.UU. no se pusieron de acuerdo sobre el cese del fuego en Siria. Putin
y Obama discutieron durante noventa minutos y tampoco coincidieron
sobre Ucrania ni sobre la responsabilidad por los ataques cibernéticos a
la Convención Nacional Demócrata en julio pasado.
Sin embargo, casi todos los líderes estuvieron de
acuerdo en condenar las campañas “populistas” contra la globalización.
Por tal se refieren hoy a los líderes derechistas como Donald Trump o
Marine Le Pen, que agitan sentimientos xenófobos, o al brexit. En este
contexto Obama avisó a la Primera Ministra
británica Theresa May que su país no tiene urgencia en firmar un acuerdo
bilateral de comercio con Gran Bretaña, mientras que la delegación
nipona entregó a la londinense un memorando en el que advierte que las
compañías japonesas podrían abandonar la isla de concretarse su salida
de la UE.
Los documentos de este tipo de cumbres son muy
generales, pero algunos compromisos son indiscutibles. Así, el punto 7
del comunicado final establece que “la política monetaria seguirá
dirigida a sostener la actividad económica y asegurar la estabilidad de
los precios, pero la política monetaria por sí sola no conduce a un
crecimiento balanceado. (…) enfatizamos que las estrategias fiscales son
igualmente importantes, para alcanzar nuestros objetivos de
crecimiento. Estamos (…) asegurando que la deuda pública se mantenga en
un nivel sostenible en su relación con el PBI”.
En este contexto no se justifica el autoelogio de
la delegación argentina. Mauricio Macri no alcanzó ningún nuevo acuerdo y
sólo pudo reparar en algo la porcelana que rompió en las relaciones con
Rusia y China al inicio de su mandato. El encuentro con Putin sólo dejó
promesas, a diferencia de China con la que se consolidaron los 25.000
millones de dólares en inversiones que ese país está realizando en
Argentina y se firmó una addenda al acuerdo sobre la instalación de la
estación de observación espacial china en Neuquén, asegurando su uso
civil, que China nunca cuestionó.
El comunicado final confirma que los principales
líderes del mundo coinciden en la necesidad de impulsar el crecimiento
innovativo. China aprovechó la conferencia para avanzar un paso más
hacia el liderazgo de la economía mundial. Incluso promocionó el
proyecto “Un cinto, un camino”, que unirá a Asia con un cinturón de
carreteras, ferrovías, poliductos y líneas de alta tensión. Asimismo
focalizó el encuentro en la combinación de crecimiento e inclusión. Al
ratificar el Acuerdo de París e insistir en la prioridad del Plan 2030
de la ONU para el Desarrollo Sostenible, finalmente, Beijing puso muy
alta la marca que debe alcanzar Alemania, próxima presidenta del G20.
Sin embargo, en la reunión entre los 20 líderes se
alcanzaron pocos acuerdos concretos y la mayoría de los conflictos
regionales quedaron sin resolver. Si se la mira desde la coyuntura, la
reunión de Hangzhu no sirvió para nada. En cambio, señaló un giro
estratégico del que nadie sensatamente se puede apartar.
Por el contrario, el gobierno de Mauricio Macri
hace de la estabilidad monetaria un fetiche, aplica una política fiscal
recesiva e implementa una política cambiaria que sólo atiende a la
especulación financiera. Si contraría de tal modo la corriente mundial,
¿qué está festejando?
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Eduardo J. Vior