La paz en Venezuela depende de Colombia
Si el próximo domingo 2 el
referendo ratifica el acuerdo de paz firmado entre Santos y las FARC,
avanzará el diálogo entre Maduro y la oposición
Cuando el pasado lunes 26 en Cartagena se firmó el
acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC-EP, no sólo el
pueblo colombiano suspiró aliviado. También los oficialistas y
opositores sensatos de la vecina Venezuela se sienten alentados a
ensayar el diálogo democrático con una pequeña ayuda del Vaticano. Por
eso, si el referendo colombiano del próximo domingo 2 ratifica el
documento de Cartagena, hay grandes posibilidades de que se destrabe la
búsqueda de una salida negociada a la crisis política venezolana.
Mientras que el pasado lunes 25 el Secretario
General de la ONU, Ban Ki-moon, comprometía ante el presidente Nicolás
Maduro la mediación de la organización internacional en el diferendo
fronterizo que Venezuela sostiene con Guyana desde el siglo XIX, el
Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, se reunía también con
el primer mandatario venezolano en Cartagena después de la firma del
acuerdo de paz, para reparar las dañadas relaciones bilaterales.
Anteriormente, el pasado 22 de septiembre el
gobierno venezolano había invitado formalmente a la Iglesia Católica a
formar parte del diálogo político entre el gobierno venezolano y la
oposición, bajo los auspicios de la Unión de Naciones Suramericanas
(Unasur). La oposición insiste en varias condiciones antes de formalizar
las negociaciones, entre las que destacan la participación del Vaticano
y la realización de un referendo revocatorio presidencial este año para
que Maduro pueda ser depuesto y un nuevo presidente resulte electo
hasta las elecciones regulares que deben realizarse en 2018.
Por su parte, ese mismo día 22 la Santa Sede
expresó su satisfacción por el acuerdo de paz entre el gobierno
colombiano y las FARC y exhortó a buscar soluciones negociadas a todos
los conflictos que hay en el mundo. El Secretario de Estado vaticano,
Pietro Parolin, no mencionó explícitamente una posible mediación del
Papado en el conflicto que se vive en Venezuela, pero estaba
sobreentendido que, si las principales partes contendientes lo invitan,
el Vaticano accedería.
Aunque todavía no ha traído mayores resultados, el proceso de diálogo en curso desde mayo pasado es respaldado por la mayoría de la población. De acuerdo a las informaciones de líderes de ambos campos políticos parece haber avanzado algo en los últimos meses. No la tienen fácil los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Martín Torrijos (Panamá), Leonel Fernández (República Dominicana) y Ernesto Samper (Colombia), secretario general de Unasur, que intentan mediar entre oficialistas y opositores. Ilustra la variedad de actores involucrados y la imbricación entre temas muy complejos la declaración de Henrique Capriles, gobernador del Estado de Miranda y dirigente opositor, quien informó la semana pasada que representantes de los gobiernos de Ecuador y Bolivia -aliados de Nicolás Maduro- se le acercaron para hallar juntos vías para la superación de la crisis económica, caracterizada por una inflación que supera el cien por ciento anual.
Dentro de la misma alianza opositora (Mesa de Unidad Democrática, MUD) hay fuertes tensiones entre los dialoguistas y los radicalizados que quieren realizar a toda costa el referendo revocatorio este mismo año. Para ello anunciaron hace pocos días que el 28 y 29 de octubre saldrán a recolectar nuevamente las firmas necesarias para solicitar su implementación, pero que desacatarán la obligación impuesta por el Consejo Nacional Electoral de que las adhesiones se discriminen por cada estado federado.
En las negociaciones sobre Venezuela Maduro aparece muy debilitado, después de haber perdido el paraguas político de Brasil tras el derrocamiento de Dilma Rousseff. Sin embargo, hay una coincidencia entre todos los actores serios: nadie quiere que haya una salida caótica; todos desean una salida pacífica a la crisis actual. Ya sea la oposición civilizada, el gobierno, Cuba, EE.UU. o el Vaticano.
Aunque todavía no ha traído mayores resultados, el proceso de diálogo en curso desde mayo pasado es respaldado por la mayoría de la población. De acuerdo a las informaciones de líderes de ambos campos políticos parece haber avanzado algo en los últimos meses. No la tienen fácil los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Martín Torrijos (Panamá), Leonel Fernández (República Dominicana) y Ernesto Samper (Colombia), secretario general de Unasur, que intentan mediar entre oficialistas y opositores. Ilustra la variedad de actores involucrados y la imbricación entre temas muy complejos la declaración de Henrique Capriles, gobernador del Estado de Miranda y dirigente opositor, quien informó la semana pasada que representantes de los gobiernos de Ecuador y Bolivia -aliados de Nicolás Maduro- se le acercaron para hallar juntos vías para la superación de la crisis económica, caracterizada por una inflación que supera el cien por ciento anual.
Dentro de la misma alianza opositora (Mesa de Unidad Democrática, MUD) hay fuertes tensiones entre los dialoguistas y los radicalizados que quieren realizar a toda costa el referendo revocatorio este mismo año. Para ello anunciaron hace pocos días que el 28 y 29 de octubre saldrán a recolectar nuevamente las firmas necesarias para solicitar su implementación, pero que desacatarán la obligación impuesta por el Consejo Nacional Electoral de que las adhesiones se discriminen por cada estado federado.
En las negociaciones sobre Venezuela Maduro aparece muy debilitado, después de haber perdido el paraguas político de Brasil tras el derrocamiento de Dilma Rousseff. Sin embargo, hay una coincidencia entre todos los actores serios: nadie quiere que haya una salida caótica; todos desean una salida pacífica a la crisis actual. Ya sea la oposición civilizada, el gobierno, Cuba, EE.UU. o el Vaticano.
La salida a la que apuesta el chavismo es apartar a
Maduro después del 10 de enero próximo, cuando se cumple la mitad de su
período presidencial. De acuerdo a la Constitución de 1999, si el
Presidente renuncia o su mandato es revocado después de los tres años de
haber asumido (los mandatos duran seis), ya no se convoca a nuevas
elecciones, sino que el vicepresidente ejecutivo termina el mandato
constitucional. En este caso asumiría el mando Aristóbulo Istúriz,
también vicepresidente del gobernante Partido Socialista Unificado de
Venezuela (PSUV) para Caracas y el vecino estado de Vargas. Sin embargo,
el profesor universitario de 70 años a lo sumo sólo podría ser un
presidente transitorio negociado con la oposición, hasta que se celebren
las elecciones presidenciales en 2018. Detrás de él, el
exvicepresidente Diosdado Cabello, a quien se le adjudica el control
político del ejército, conduciría la transición para salvar la unidad
nacional y lo más que pudieran rescatar del socialismo bolivariano. El
éxito del diálogo es imprescindible para evitar que la confrontación
actual se desboque.
Esta negociación es parte de un complejo ajedrez
regional: le conviene a Cuba para seguir recibiendo una cuota de
petróleo venezolano, a Juan Manuel Santos para no tener un foco de
violencia en su vecindad inmediata mientras Colombia consolida la paz, a
Barack Obama, quien durante la transición hacia el gobierno que asumirá
en enero de 2017 no quiere dar aún más poder a los militares con
quienes vive en permanente conflicto y, finalmente, al Papa Francisco,
quien con cada proceso pacífico que se afirma en el mundo y,
especialmente en nuestro continente, aumenta su influencia política y
espiritual sobre gobiernos y pueblos.
Para que el diálogo venezolano pudiera dar sus
primeros pasos fue necesario que Cuba y Noruega mediaran en Colombia,
para que a su vez el Vaticano mediara entre Cuba y Estados Unidos, de
modo que todos juntos –incluida la ONU- pudieran mediar en Venezuela.
Por eso es que todos los venezolanos sensatos este domingo estarán
haciendo fuerza para que en Colombia triunfe el “sí”.