El repliegue de EE.UU. desplaza el conflicto mundial
Al
retirar sus fuerzas de Siria y Afganistán y aceptar la tregua local en
Yemen, tras la renuncia del secretario de Defensa Trump desplaza la
confrontación a América y Asia
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
23 de diciembre de 2018
Infobaires24
23 de diciembre de 2018
Las
decisiones del presidente norteamericano de retirar sus tropas de
Siria, reducir sus efectivos en Afganistán y avalar el cese del fuego en
el puerto de Hodeida, Yemen, provocaron la renuncia del secretario de
Defensa, general James Mattis. Por sus implicaciones y alcances la
triple decisión se asemeja al retiro estadounidense de Vietnam en 1973.
Entonces, como ahora, el Imperio se retiró para concentrar sus fuerzas y
contraatacar.
El pasado jueves 20
el jefe del Pentágono anunció que abandonaría el cargo a finales de
febrero por sus diferencias estratégicas con el presidente. “Porque
usted tiene el derecho de tener a un Secretario de la Defensa cuyos
puntos de vista estén mejor alineados con los suyos, creo que es
correcto que yo me retire de mi cargo”, informó Mattis en una
inusualmente dura misiva dirigida al mandatario.
Mattis
pertenece al grupo de los militares globalistas que acompañaron a Trump
al inicio de su administración y condicionaron su política. Luego de la
salida del general MacMaster, a fin de año se retira Kelly y dos meses
después Mattis. Todavía queda el consejero de Seguridad Nacional, John
Bolton, quien, aunque civil, sigue abanderando el globalismo más
agresivo.
Según diversas versiones,
la decisión de abandonar Siria fue tomada unilateralmente por Trump. El
presidente justificó la salida de Siria en el “triunfo” que los 2000
efectivos de las fuerzas especiales habrían alcanzado sobre el Estado
Islámico (EI). Sin embargo, está demostrada la ineficiencia de sus
tropas, cuando no su falta de voluntad para combatir a los terroristas.
Más bien las fuerzas especiales de EE.UU. se concentraron en proteger a
las milicias kurdas que ocupan el tercio norte del territorio sirio.
En
lo inmediato el presidente sacó las conclusiones correctas de la
aplastante superioridad estratégica rusa entre el Éufrates y el
Mediterráneo. Siria recibió recientemente entre seis y ocho baterías de
misiles antiaéreos rusos S-300/PMU2, con un radio de acción de 250
kilómetros, para proteger su aviación y sus instalaciones militares. Más
importante aún es la implementación en el país árabe del sistema ruso
de gestión automatizada del espacio aéreo Polyana D4M1, que coordina la
defensa antiaérea con la aviación. Polyana D4M1 puede abarcar 800
kilómetros cuadrados, seguir simultáneamente 500 objetivos para la
aviación y la cohetería y ordenar a la vez el derribo de 250 blancos.
Gracias a este sistema los mandos de la aviación siria reciben también
informaciones de los aviones rusos de control radioeléctrico A-50U y de
los satélites rusos de vigilancia. Desde el despliegue de las nuevas
baterías las incursiones aéreas occidentales se redujeron en 80%. Los
aviones israelíes cesaron de sobrevolar territorio sirio desde el 18 de
septiembre.
Más allá de la
superioridad tecnológica rusa, equiparar este desarrollo habría obligado
a EE.UU. a un despliegue gigantesco de fuerzas imposible de justificar
en el momento actual.
Algo similar
sucede en Afganistán donde, después de 17 años de guerra continuada, los
talibanes han avanzado hasta convertirse en unidades altamente
tecnificadas capaces de coordinar acciones simultáneas en gran parte del
territorio. Como al mismo tiempo los respalda el histórico patriotismo
de su pueblo, es imposible que la coalición occidental y sus aliados
locales puedan vencerlos. Por esta razón, el presidente ha ordenado
también el retiro de 7.000 efectivos en los próximos meses, casi la
mitad del total de los norteamericanos involucrados allí.
Las
repentinas decisiones de Donald Trump, sin consultar ni informar a sus
aliados occidentales ni a los locales, es especialmente un duro golpe
para Gran Bretaña, segundona en ambos frentes de batalla y con intereses
propios en el Oriente Medio ampliado. Para reafirmarlos, el secretario
británico de la Defensa, Gavin Williamson, viajó urgentemente a Kiev el
pasado viernes 21. Durante su visita aseguró a sus anfitriones que el
Reino Unido no aceptará que el Mar Negro caiga bajo exclusivo control
ruso. Para respaldar su declaración, la Royal Navy envió el buque de
reconocimiento HMS Echo que el secretario visitó en el puerto de Odessa.
Williamson respaldó la posición ucraniana, después de que el mes pasado
tres navíos de ese país quisieron forzar el paso por el estrecho de
Kerch, entre Crimea y el continente, y fueron abordados por buques
rusos.
El viernes
asimismo el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó unánimemente
encomendar a un equipo de la organización el monitoreo por 30 días del
alto el fuego acordado hace pocos días entre la resistencia yemenita y
las fuerzas de la coalición internacional liderada por Arabia Saudita en
el puerto de Hodeida, en el norte de Yemen. Para que la unanimidad
fuera posible, ante la presión rusa la delegación norteamericana debió
renunciar a un pasaje de la enmienda que propusiera al borrador
presentado por los británicos, en la que acusaba a los iraníes de violar
la prohibición de enviar armas a los defensores del puerto.
No
sólo es importante que la resolución haya sido adoptada unánimemente,
sino también que haya tenido el apoyo de sauditas y emiratíes, los
principales involucrados en la invasión al país surarábigo, y que
Washington haya cedido ante la defensa rusa de la posición iraní.
Evidentemente, también aquí el presidente Trump retrocede y hace gestos
de paz a su par ruso.
Las
concesiones del mandatario norteamericano no son una muestra de
debilidad sino de realismo. Desde 2002 los Estados Unidos se han
involucrado entre Libia y Afganistán, entre el Cáucaso y el Océano
Índico, en un sinnúmero de guerras y conspiraciones en las que
–siguiendo la teoría del almirante Arthur Cebrowski (1942-2005)-
buscaban destruir los estados nacionales de la región, para hacerla más
fácilmente dominable, debilitar la influencia de Rusia y China y poner
sus recursos naturales a disposición de las grandes corporaciones. Más
allá de los enormes destrozos humanos y materiales provocados, los
militares estadounidenses han fracasado: Irán no ha caído, Irak se
reconstruye, Siria ha vencido y Rusia y China tienen más influencia
regional que antes.
De la derrota
Donald Trump ha sacado las conclusiones correctas. Por eso ahora retira
las tropas, para concentrar fuerzas y consolidar la defensa de sus
principales áreas de dominio: Asia Oriental, Europa y América Latina.
Nuestro problema es pertenecer a la tercera de ellas. El fin de la gran
guerra del Medio Oriente es el comienzo de un nuevo round por el dominio
mundial.
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Eduardo J. Vior