lunes, 29 de junio de 2020

La economía mundial tardará en recuperarse


No es una “V” sino un serrucho interminable 

La expansión de la pandemia en el mundo y la indefinición de EE.UU. hacen prever que la recuperación económica tendrá muchos altibajos y demorará mucho

por Eduardo J. Vior
Infobaires24
29 de junio de 2020
Eduardo J. Vior
El domingo pasado el mundo superó los diez millones de contagiados y pasó los 500.000 muertos por coronavirus. Con contagios crecientes en Rusia, India, Suráfrica, Brasil y en los estados norteamericanos de California, Texas, Florida y Arizona, la recuperación de la economía mundial se aleja de la “V” soñada por los economistas (brusca subida después de la abrupta caída de marzo y abril), para acercarse a la imagen de un serrucho, con numerosas caídas y ascensos, dependiendo de las oleadas de contagio por Covid-19. Para peor, precisamente en el momento en que más imprescindible se hace la cooperación internacional, la exclusiva concentración de los líderes estadounidenses en la campaña para la elección de noviembre próximo impide todo entendimiento con la mayor  potencia del globo.

En EE.UU. los datos de movilidad de los teléfonos celulares equipados con Android indicaron el viernes pasado que la economía norteamericana había parado de crecer en junio, tras un leve repunte en mayo. La asistencia a los puestos de trabajo permaneció inalterada en junio respecto al mes anterior, es decir en un 30% por debajo del promedio prepandemia. Este dato no toma en cuenta a quienes trabajan desde sus casas, pero igualmente muestra que la recuperación económica está estancada.

En el promedio nacional se registró sólo un 10% menos de concurrencia a comercios minoristas restaurantes y similares que el promedio anterior al Covid-19, por sobre el 50% de disminución contabilizado en abril pasado. Este masivo retorno de los norteamericanos a la actividad económica explica también que desde el pasado 24 de junio el número de nuevos contagios por coronavirus haya sobrepasado los índices de abril pasado. En consecuencia, en muchos estados de la Unión están restringiendo nuevamente las actividades, e incluso en Texas, cuyo gobernador Greg Abbott estaba entre los más fervientes “aperturistas”, ahora están pidiendo a la población que se quede en casa.

Este panorama permite avizorar que durante todo el verano boreal la economía estadounidense estará muy débil. Algunos analistas de Wall Street prevén altibajos muy pronunciados de mes en mes, lo que puede inducir a confusiones, ya que, cuando un mes la actividad cae muy pronunciadamente, hasta el repunte más débil puede ser percibido como muy alto. Más que repuntar en “V” (rápida y abruptamente) o en “U” (lenta, pero constantemente), parece que la economía norteamericana se recuperará en “W” (o serrucho), con avances y retrocesos condicionados por la evolución de la pandemia. La ola actual, que afecta especialmente a California, Texas, Florida y Arizona, influye sobre las regiones responsables por alcanzar un tercio del PBI y obliga a paralizaciones parciales o totales, con lo que, lógicamente, vuelve a frenarse el ciclo económico.

Los datos del PMI de países de Asia, Europa y Estados Unidos daría la impresión de que, efectivamente, la recuperación se está dando en forma de “V”. De acuerdo a la agencia Bloomberg ésta es la evolución comparativa de los índices de gestores de compras (PMI, por su nombre en inglés) de las principales potencias:
Negro: Japón; rojo: Alemania; azul: Francia; verde: Reino Unido y gris: EE.UU.
Negro: Japón; rojo: Alemania; azul: Francia; verde: Reino Unido y gris: EE.UU.
Sin embargo, el desagregado de los datos de demanda, empleo y evolución de los precios aconseja una visión más prudente. De acuerdo a las previsiones de la misma agencia Bloomberg, la economía mundial puede tardar hasta fines de 2021, para recuperarse al nivel prepandemia. Sus analistas estiman que, mediando una progresiva superación de la pandemia, el producto bruto global puede caer un 4,7% en 2020, pero si los contagios continúan y/o se agravan, la caída promedio de la actividad económica mundial puede llegar al 6,7%.

Al mismo tiempo, el FMI estima que la deuda pública mundial va a alcanzar por primera vez el 100% del PBI global, lo que también implica que muchos países se van a endeudar en una proporción mucho mayor.

Este agravamiento de la situación económica mundial puede tener distinto tipo de repercusiones políticas. Como muestra el cuadro siguiente, en EE.UU., típicamente, la crisis económica, el aumento del desempleo y el empobrecimiento masivo de grandes sectores de la población pueden influir sobre la elección presidencial de noviembre próximo.

lunes, 22 de junio de 2020

La sociedad de EE.UU. cambió, la política no

Los vientos de cambio no llegan a Washington

Eduardo J. Vior
Si bien las encuestas indican que la mayoría de los norteamericanos ha girado hacia posiciones liberales, el triunfo demócrata aún no es seguro y sólo implicaría la vuelta del “Estado profundo”.
Por Eduardo J. Vior
Infobaires24
22 de junio de 2020
How many roads must a man walk down
Before you call him a man?
How many seas must a white dove sail
Before she sleeps in the sand?…
(…)
The answer, my friend, is blowin’ in the wind,
The answer is blowin’ in the wind.”[1]

(Blowin’ in the wind, Bob Dylan, 1962)

 

Especialmente desde el comienzo de la pandemia y luego del asesinato de George Floyd en Minneapolis, todas las encuestas revelan una masiva deriva de la opinión pública blanca hacia posiciones liberales. La mayoría reclama medidas efectivas contra la discriminación racial y la reforma de la policía. Con su dedo al viento, también la Corte Suprema extendió la semana pasada la protección para trabajadores homosexuales y prohibió la expulsión del país de jóvenes inmigrantes que fueron llevados ilegalmente cuando eran niños y ahora están terminando sus estudios (los llamados “dreamers”, soñadores).

“LA MAYORÍA SILENCIOSA ESTÁ MÁS FUERTE QUE NUNCA” (así, con mayúsculas) respondió el presidente el viernes en su cuenta de Twitter. Es que, como en la campaña de 2016, Trump apuesta a la movilización de aquellos blancos trabajadores y de baja clase media, que viven en las provincias, asisten regularmente a las iglesias evangélicas y hacen un culto de portar armas, pero se sienten ninguneados por las noticias televisivas. Aunque todos los sondeos políticos dan al candidato demócrata Joe Biden una ventaja de unos ocho puntos, la elección del 3 de noviembre está lejos de haber sido resuelta. Y aun si el Partido Demócrata venciera, ¿cómo compaginaría el avance de los derechos civiles con la vuelta al globalismo económico y militar?

En realidad, Trump nunca tuvo la mayoría del voto popular ni se interesó en tenerla. En 2016 Hillary Clinton lo superó en número de sufragios, pero el republicano obtuvo los electores de suficientes estados basculantes (los que cambian su voto de elección en elección), como para ganar la mayoría en el Colegio Electoral. Ahora está apostando a la misma ficha.Sin embargo, se le va a hacer cuesta arriba. Tras el asesinato de George Floyd el presidente perdió el apoyo de la mayoría de la población blanca. En 2010, 2012 y 2014 cerca del 60 por ciento de los votantes de ese origen optó por el Partido Republicano (GOP, por su nombre en inglés). En 2016 esa cifra ya bajó al 58 por ciento y en la legislativa de 2018, al 54 por ciento. En 2016 Trump todavía obtuvo suficientes votos bien repartidos geográficamente como para conquistar la mayoría en el Colegio Electoral, pero Clinton lo superó en el voto popular por un dos por ciento. En 2018 los republicanos ya recibieron un ocho por ciento menos de votos para la Cámara de Representantes que los demócratas.

Los votantes blancos se han distanciado del GOP especialmente en temas de educación, salud y discriminación racial. Asimismo, concordando con el último fallo de la Corte Suprema, una encuesta de CBS News mostró que el 82 por ciento de los norteamericanos cree que los homosexuales requieren una protección legal especial. El mismo estudio indicó que el 85% piensa que los llamados “dreamers” deben recibir la residencia legal.

Sin embargo, Trump nunca ha hecho política desde las mayorías, sino que las ha conquistado polarizando al máximo los enfrentamientos culturales internos. La estrategia presidencial consiste en movilizar a sus partidarios más fervientes, atacar ferozmente el liberalismo de la Corte Suprema, poner a Joe Biden como un “dormilón” incapaz de liderar el país y obligar a los demócratas a posicionarse en temas económicos y de política exterior, para restarles el apoyo de la juventud de izquierda.Su tuiteo agresivo, sus teorías conspirativas y sus tergiversaciones imponen la agenda política y obligan a sus oponentes a justificarse y a perder tiempo desenmascarándolas.

Al día de hoy Biden lidera por ocho puntos en el promedio de las encuestas. También parece tener la mayoría de estados necesaria para ganar en el Colegio Electoral. Sin embargo, todavía hace pocas semanas la gestión de gobierno de Trump tenía el apoyo del 46 por ciento y entre los republicanos ascendía al 89 por ciento. O sea, que tiene una buena base de partida. Si logra recuperar sólo un poco la economía, puede ganar.

Por otra parte, Biden es un mal candidato. Es muy mayor (79 años), en los debates durante las primarias fue poco claro y careció de energía. Trump, por el contrario, es penetrante y agresivo. Por el otro lado, las encuestas muestran también que los votantes jóvenes y progresistas quieren cambiar el sistema, no votar por un candidato del establishment como Biden. Es muy probable que no concurran a votar y su ausencia, aunque no masiva, puede hacer la diferencia.

El Partido Demócrata ha sido incapaz de formar una alianza social ganadora. No ha vuelto a hacer pie entre los votantes blancos sin estudio universitario y se ha convertido en un partido del liberalismo cultural y social. En la política económica, al mismo tiempo, los demócratas abogan por la vuelta a la globalización, apoyan a los gigantes de la economía digital y a los trabajadores desplazados de la industria sólo les ofrecen capacitarlos en tecnologías de vanguardia. Por supuesto que tienen prevista una vasta gama de subsidios y ayudas para los trabajadores precarios o sin formación, pero los más pobres no piden cualquier trabajo, sino uno de calidad que les permita cumplir su sueño de ascenso social, una mentalidad que el liderazgo demócrata no puede entender.

Los votantes norteamericanos están entre la sartén y el fuego. El nacionalismo de Trump va a agudizar peligrosamente la polarización sociocultural del país y, como tampoco va a impulsar el acceso equitativo a la educación, no va a formar el número de técnicos y científicos altamente calificados necesarios para competir exitosamente en el mercado internacional de los próximos años. Por su parte, aun si los demócratas eventualmente vencieran en noviembre, comprometidos como están con Wall Street y Silicon Valley, tampoco ofrecen una alternativa.

Como prometía la vieja canción de Bob Dylan, “la respuesta está flotando en el viento”. Los vientos culturales de Estados Unidos están cambiando aceleradamente su rumbo, pero todavía no airean Washington.

[1] “Cuántos caminos debe caminar una persona            Antes de que lo llamen un hombre?               Cuántos mares debe atravesar una paloma blanca    Antes de dormir sobre la arena?       (…)         La respuesta, mi amigo, está flotando en el viento,    La respuesta está flotando en el viento”.

martes, 16 de junio de 2020

Brasil marcha hacia la anarquía y el caos


El inmoderado avance del “poder moderador” conduce al abismo

Mientras Bolsonaro sigue escudándose detrás de las Fuerzas Armadas para instaurar la dictadura y la elite política se muestra incapaz de detenerlo, la Corte Suprema erige la última barrera
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
16 de junio de 2020
Eduardo J. Vior
Cuando el pasado lunes 15 de junio el Procurador General de la República (PGR) ordenó la detención de la jefa de la milicia bolsonarista “Los 300 de Brasil” y el Supremo Tribunal Federal (STF) avisó que estaría pronto a detener al ministro de Educación Abraham Weintraub por haber participado en el acto de la milicia, el presidente Jaír Messias Bolsonaro todavía amagó retroceder, pero su choque final con el alto tribunal se acerca peligrosamente. La máxima autoridad judicial del país está apareciendo como la última barrera civil capaz de frenar el avance presidencial hacia la dictadura, pero es dudoso que los jueces supremos puedan resistir largo tiempo los embates de la banda criminal encaramada en el Planalto. Más que hacia la dictadura, Brasil avanza aceleradamente hacia el caos, la anarquía y la disgregación.

La activista bolsonarista Sara Winter fue detenida en la mañana del lunes 15 por la Policía Federal (PF) en cumplimiento de una orden del STF, la máxima corte constitucional del país, acusada de graves atentados contra el orden democrático. Winter, la primera dirigente bolsonarista que va presa, dirige el movimiento “Los 300 de Brasil”, una milicia derechista que la semana pasada acampó en Brasilia, amenazó a los jueces supremos y atacó el tribunal y el Congreso. Otros cinco dirigentes del movimiento fueron asimismo detenidos por agentes de la PF.

En mayo pasado Sara Winter amenazó al ministro del STF Alexandre de Moraes como reacción a una investigación sobre las usinas de trolls que habrían dado el triunfo electoral a Bolsonaro en 2018 y siguen activas agrediendo a magistrados y políticos desafectos. Sumadas ambas demandas, la provocadora podría recibir una condena de entre 7 y 22 años de prisión.

Entre tanto, este lunes por la noche el presidente criticó en una entrevista televisiva al ministro de Educación Weintraub por haber participado el domingo en el acto de Los 300 en Brasilia. Con este anuncio el mandatario buscó transitoriamente apaciguar las aguas y postergar un enfrentamiento con el STF que todos juzgan inevitable.

Ya en la noche del domingo 14 el Procurador General de la República, Augusto Aras, puso en marcha por orden del presidente del STF, José Antonio Dias Toffoli, una investigación preliminar sobre el ataque que la milicia había llevado a cabo el sábado por la noche usando fuegos de artificio contra la sede del Supremo Tribunal Federal en Brasilia. Además de Sara Winter, Toffoli pidió también la detención de Renan da Silva Sena, quien ya estaba imputado por haber agredido a médicos y otros profesionales de la salud siguiendo el pedido del presidente, para que sus militantes invadan hospitales y centros sanitarios, para corroborar si, efectivamente, están atendiendo a pacientes con coronavirus y a cuántos.

El enfrentamiento entre el presidente y el Supremo Tribunal Federal (STF) viene subiendo de tono, desde que los jueces el mes pasado le impidieron tomar el control de la Policía Federal y escaló hasta convertirse en una disputa constitucional. En un discurso ante la Cámara de Diputados, la vicepresidenta del bloque oficialista Bia Kicis afirmó el pasado 21 de mayo que las Fuerzas Armadas son un “poder moderador” que actuaría como la “última instancia” para resolver conflictos entre los poderes. “De acuerdo al art. 142 [de la Constitución], dijo, no es el Supremo la última instancia, sino las Fuerzas Armadas quienes tienen que reponer la ley y el orden”. También el Procurador-General de la República afirmó entonces que las Fuerzas Armadas tienen el derecho a “una acción efectiva de cualquier naturaleza” en caso de conflicto entre los poderes. Ya el 22 de abril Bolsonaro había citado el artículo constitucional durante una reunión ministerial.

El artículo 142 de la Constitución de 1988 establece que las Fuerzas Armadas tienen como misión “la defensa de la Patria, la garantía de los poderes constitucionales y, por iniciativa de cualquiera de ellos, el restablecimiento de la ley y el orden”. Más allá de la rémora autoritaria de permitir a las fuerzas armadas la intervención para restaurar “la ley y el orden”, nada autoriza a los militares a pretender regular las relaciones entre los poderes del Estado. La referencia al “poder moderador” tiene una larga tradición autoritaria desde la fundación del Imperio (1822-1889).

El “poder moderador” fue una figura introducida en la Constitución imperial de 1824, la primera del Brasil independiente, que daba al Emperador la facultad en última instancia de vetar leyes, designar senadores y jueces, hacer tratados y declarar la guerra sin consultar al Congreso, así como de intervenir provincias o terciar en los conflictos entre los poderes. Este “cuarto poder” siguió vigente hasta el fin de la monarquía (1889). Desaparecido el Imperio, durante la “República vieja” (1891-1930) se adjudicaba a las fuerzas armadas la facultad de intervenir como árbitro de última instancia. También en el comienzo de la dictadura de 1964-1985 el régimen alegó que las fuerzas armadas eran el “poder moderador” del Estado brasileño y que su toma del Estado estaba justificada por la necesidad de restaurar “la ley y el orden”.

A este tremendo dislate intentó poner fin el pasado viernes el ministro del STF Luiz Fux determinando que la actuación de las Fuerzas Armadas en relación a los otros poderes del Estado debe ceñirse a sus misiones constitucionales y que de ninguna manera pueden arrogarse un lugar por encima de los poderes constituidos. Las FF.AA., reafirmó, no dependen de los gobiernos circunstanciales y su misión de restaurar eventualmente la ley el orden no puede interferir en el funcionamiento de los demás poderes ni en las relaciones entre ellos.

Mientras que líderes opositores celebraron la comunicación del tribunal, el gobierno y los militares guardaron silencio. Es que en la óptica del alto mando militar los sucesivos frenos que el STF ha ido poniendo a los avances del presidente no sólo están limitando sus excesos, sino disminuyendo sus poderes y dificultando la gobernabilidad. Los militares están asimismo irritados con el Congreso por el aluvión de pedidos de juicio político contra el presidente. Sin embargo, el alto mando sigue invirtiendo la lógica de los acontecimientos. “Si hay algún golpe, dijo la semana pasada un ministro militar no identificado, viene de los otros poderes.”

El alto mando no apoya todas las medidas y los exabruptos del presidente, pero, ante la agudización de la crisis política y constitucional, se ha visto compelido a apoyarlo. Todavía, en los últimos días los ministros militares (ocho de 20) mantuvieron reuniones con el presidente del STF, José Dias Toffoli, y los jueces Alexandre de Moraes, Rosa Weber y Luís Fux, en busca de una pacificación, pero nada asegura que una nueva provocación presidencial no rompa la tregua. En realidad, más que por los jueces, los jefes militares están preocupados por las manifestaciones opositoras que, aunque todavía pequeñas, se vienen sucediendo en las grandes ciudades. Ellos temen que se repita el escenario de 2013, cuando las pequeñas marchas por el boleto estudiantil se multiplicaron en una ola masiva que destrozó la popularidad de Dilma Rousseff.

Sin política propia y a la zaga de las provocaciones de Jair Bolsonaro y su banda, el alto mando militar brasileño corre detrás de los acontecimientos en medio de una descontrolada pandemia que ya mató a más de 40.000 personas, de una crisis económica que hundirá al país por años y de una crisis política y constitucional que desató la estampida de la incapaz elite que rige el país desde la suave transición a la democracia en 1985. Es el momento de los arriesgados y Bolsonaro lo sabe, pero él y su banda de criminales son capaces de asaltar el poder, mas no de organizar un nuevo orden. Más peligroso que el golpe en ciernes son la anarquía y el caos que el capitán presidente está trayendo a la mayor potencia de América Latina.

lunes, 8 de junio de 2020

En EE.UU. las elecciones valen más que la vida


Trabajando con la muerte

Mientras que Donald Trump hace campaña electoral con la reactivación de la economía, la pandemia sigue avanzando y los trabajadores vuelven a sus puestos sin protección alguna
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
8 de junio de 2020
Eduardo J. Vior
Gracias al subsidio a los salarios pagado a principios de mayo pasado, la tasa de desempleo de ese mes en Estados Unidos arrojó una baja del 1,5%. El presidente Donald Trump inmediatamente salió a festejar el descenso como un éxito propio, desconsiderando los enormes riesgos de contagio que corren trabajadores y empleados que retornan a sus empleos teniendo que comprarse ellos mismos los medios para protegerse. El presidente hace campaña con sus supuestos logros económicos y confrontando con la oposición demócrata, pero su estilo le ha granjeado adversarios dentro del propio partido y va a tener que mostrar éxitos palpables para vencer en noviembre.

Los principales valores de la Bolsa de Nueva York subieron el viernes entre 2% y 3%, después de que el Departamento de Trabajo informó el aumento en 2,5 millones de empleos en la primera mitad de mayo, principalmente en la gastronomía, hotelería y el sector sanitario. Este dato desmintió a las empresas de investigación del mercado de trabajo, que habían previsto la pérdida de 7,5 millones de puestos de trabajo en el mismo período y, con ello, una tasa al 19%. Es curioso que analistas tan avezados hayan omitido considerar los cuadros de movilidad laboral que Google publica cada día en base a los datos que arroja el GPS y que daban cuenta de un ligero aumento entre mediados de abril y mitad de mayo. La segunda mitad de mayo, en tanto, no mostró nuevos aumentos en la movilidad.

 
De acuerdo a los mismos datos, la movilidad laboral se encuentra actualmente en un 40% debajo de sus valores normales, después de haber descendido al inicio de la pandemia al 50%. Los datos de Google sugieren que algunas actividades han reabierto y retomado trabajadores. No obstante, EE.UU. está muy lejos de la recuperación. En el informe reciente del Departamento de Trabajo se refleja una pequeña mejora entre abril y mayo, pero nada autoriza el optimismo del presidente.

En primer lugar, cada día hay 20.000 nuevos contagiados por Covid-19. Cuando hace un mes comenzaron en Estados Unidos los testeos masivos, el altísimo alza en el número de infectados se atribuyó al número de diagnósticos, pero sigue habiendo muchos nuevos contagios y el riesgo de que advenga una segunda ola de infecciones es más alto en EE.UU. que en Europa o Asia Oriental.

Segundo, las pymes tienen mucho miedo de reclutar personal y el promedio de las más pequeñas empresas prevé comenzar 2021 con menos del 75% de los asalariados que tenía al comenzar 2020.

Tercero, se espera que este año los consumidores estadounidenses consuman menos y ahorren más, como forma de precaverse en tiempos difíciles y también, porque la Reserva Federal ha reducido tanto las tasas de interés bancarias que los norteamericanos se ven forzados a ahorrar más para hacerse de un colchón que les permita sobrevivir en la vejez.

Mientras tanto, el viernes 5 el Centro de Control de Enfermedades y Epidemias de EE.UU. (CDC, por su nombre en inglés), el mayor organismo estatal para el control de patologías infecciosas, reportó un total de 1.862.656 nuevos casos desde el inicio de la pandemia y una suma de 108.064 muertes. De jueves a viernes se registraron 20.555 nuevos casos y 1.035 nuevos decesos.

El siguiente mapa muestra el estado actual de difusión de la pandemia en los distintos estados y distritos del territorio continental de Estados Unidos (los más afectados se muestran en colores más intensos; más tenues los de menos contagios):
Las previsiones oficiales apuntan a una baja progresiva del crecimiento de los contagios, que van a seguir aumentando, pero más lentamente que hasta ahora. Sin embargo, se van a registrar grandes variaciones entre los diferentes estados. En el cuadro siguiente puede verse la tendencia de crecimiento de los contagios por Covid-19:
A pesar de la persistencia de la pandemia y de la profundidad de la crisis económica, la elite política está en plena campaña electoral. A los choques permanentes con los demócratas, a quienes acusa de “izquierdistas” por su apoyo a las protestas posteriores al asesinato de George Floyd en Minneapolis, el estilo confrontador del Donald Trump le ha sumado poderosos adversarios entre los propios republicanos. Así, el sábado pasado el ex secretario de Estado de George W. Bush, Colin Powell, anunció que votará al candidato demócrata Joe Biden. La semana pasada también el ex secretario de Defensa, James Mattis, dijo que su ex jefe no era “un líder maduro” y lo acusó de “intentar deliberadamente” dividir al país. Antes, otro general retirado, el ex jefe de gabinete John Kelly, le había pedido a los estadounidense que “miren con atención a quién” eligieron y advirtió que “la disputa partidaria se había descontrolado” en Estados Unidos. Finalmente se expresó contra el presidente el almirante retirado William McRaven que en 2011 dirigió el asesinato de Osama bin Laden, el líder de Al Qaeda.

En todas las encuestas el presidente figura entre cuatro y ocho puntos por debajo de su contendiente demócrata. Sin embargo, como los sondeos tienen un previsible margen de error de 3,5 puntos, puede afirmarse que en este momento existe un empate técnico entre demócratas y republicanos. Además, ninguno de los dos tiene la seguridad de cómo van a votar los “estados oscilantes”, aquellos 10 o 12 distritos que cambian de color de una elección a otra.

Gran parte del resultado electoral va a depender de la evolución de la economía y de que no haya un fuerte rebrote de la pandemia que eleve aún más el número de muertos. Sólo así el presidente puede dejar sin argumentos a sus adversarios demócratas y republicanos. Sin embargo, en un país donde la vida humana y su dignidad importan poco, las impresiones momentáneas y los reflejos emocionales pesan muchas veces más que los datos duros de la realidad. Buena materia para la manipulación mediática y comunicacional que puede volver a imponerse el próximo 3 de noviembre.

lunes, 1 de junio de 2020

La salida de la crisis depende de los gobiernos

En Alemania y en EE.UU. el Estado interviene en la economía
Mientras que Berlín participa en las mayores compañías, la Reserva Federal norteamericana compra la deuda impaga de grandes sociedades, pero ambos cuidan a sus empresas
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
1 de junio de 2020
Eduardo J. Vior
Entre los 180 pasajeros del vuelo de Lufthansa procedente de Berlín que el sábado llegó a Tianjin, en el nordeste de China, las autoridades chinas hallaron a uno con coronavirus. Se trata de un ingeniero de 34 años, asintomático, a quien el control de salida de Alemania consideró saludable. Al igual que la inmensa mayoría de los viajeros, el profesional es uno de los empleados y trabajadores de Volkswagen que retornan a China, para retomar el control de calidad en la fábrica de dispositivos de trasmisión automática que la empresa alemana tiene en la ciudad costera. El vuelo chárter fue el primero de una serie organizada por la Cámara de Comercio Alemana en China junto con el gobierno de ese país, para llevar de vuelta al personal alemán que había sido repatriado en febrero, durante el pico de la pandemia. Aunque ya estaba previsto que todos los pasajeros pasen una cuarentena de 14 días, antes de reintegrarse a sus puestos de trabajo, el hallazgo de un infectado ilustra las dificultades del “retorno a la normalidad”. Pero también marca la decisión de ambos países de restablecer rápidamente sus vínculos, para iniciar juntos la recuperación conjunta de sus economías.

Buscando superar la crisis de 2007/08, el gobierno de Barack Obama (2009-17) inyectó sumas enormes en los mayores bancos del país. En una pequeña variación del mismo libreto, ahora la Reserva Federal está comprando los certificados de la deuda de numerosas empresas al borde de la bancarrota y aliviando así a los fondos de inversión que les habían prestado ingentes cantidades. En Estados Unidos el Estado no planifica la economía ni se ocupa del combate a la pandemia, sino que deja en manos de los bancos propietarios de la Reserva Federal la responsabilidad de recuperar la economía con el dinero que ésta emite en nombre del pueblo.

Entre tanto, el viernes 29 el gobierno alemán y la Comisión Europea se pusieron de acuerdo sobre las concesiones que Lufthansa hará, para que Bruselas autorice a Berlín a ayudarla con 9.500 millones de euros, incluida la compra estatal del 20% de las acciones de la aerolínea. Con esta adquisición, sumada al 5% que el Estado posee en la empresa como resto de la privatización de 1997, la Federación tendrá el 25% necesario para bloquear toda adquisición indeseada de la firma y así defender el capital nacional de todos los alemanes. Cumpliendo lo requerido por la UE, a última hora del viernes el directorio de la sociedad anónima aceptó ceder a la competencia espacios y franjas de vuelo en los aeropuertos de Francfort y Múnich.

Según el comunicado de la compañía, en cada uno de los dos aeropuertos uno de los dos competidores beneficiados recibirá respectivamente estacionamientos para hasta cuatro aviones y un máximo de 24 franjas de vuelo y aterrizaje. Se trata de una concesión sensiblemente menor a los 20 aviones anteriormente exigidos por Margrethe Vestager, vicepresidenta de la Comisión Europea, a cargo de la defensa de la competencia. Como las empresas europeas que ingresen a cada uno de los aeropuertos no pueden haber recibido ayudas estatales por el coronavirus, casi seguramente el principal beneficiado por estas concesiones sea Ryanair, la low cost irlandesa que está pasando la crisis sin recurrir al Estado y que criticó vehementemente la ayuda del gobierno alemán a Lufthansa por “distorsión de la competencia”. Si la compañía de bandera alemana no cedía franjas de vuelo y estacionamientos en sus dos principales bases, Michael O’Leary, presidente de la irlandesa, había amenazado con una demanda ante el tribunal europeo de la competencia.

El compromiso entre Berlín y Bruselas representa una media victoria para cada uno: mientras que la danesa Vestager festejó que Ryanair hiciera pie en Francfort e Easy Jet ampliara su presencia en Múnich, el ministro de Economía alemán, Peter Altmaier, puede ahora presentarse como salvador de Lufthansa.

Otra geografía, otro modelo. Según un informe dado a conocer el pasado viernes 29, el Banco Central privado de Estados Unidos adquirió parte de las fortunas corporativas del país, después de haber comprado 1,3 millones de dólares en certificados de la deuda de empresas en las más diversas ramas de la economía, desde Apple hasta un montón de pequeñas compañías en quiebra. Para ello ha invertido fondos del Programa de Créditos Empresarios del Mercado Secundario de la Reserva Federal, uno de los doce planes de emergencia del Banco.

Este fondo de inversión tiene 30 bonos de Apple por 5,7 millones y bonos de otras empresas que estaban en poder de la telefónica. La adquisición de papeles basura también dio al Banco posiciones en la empresa de alquiler de autos Hertz, en la cadena de supermercados JC Penney y en la cadena de tiendas por secciones Neiman Marcus. Todas las compras se hicieron entre el 12 y el 18 de mayo. Es la primera vez en la historia que la Reserva Federal adquiere pagarés impagos de empresas privadas.

La Reserva Federal fue creada por ley en 1913 para funcionar como Banco Central. Es un sistema compuesto de tres instituciones: el Consejo de Gobierno, los doce bancos regionales de la Reserva Federal y el Comité Federal del Mercado Abierto (FOMC, por su nombre en inglés), además de una gran cantidad de bancos obligados a participar a partir de un cierto tamaño. Aunque el sistema oficialmente tiene prohibido comprar acciones, se las ha ingeniado ahora para comprar certificados de deuda de empresas privadas y así evitar el colapso del mercado privado de crédito. De este modo, la mayoría de los 2,3 billones de dólares que la Reserva Federal ha volcado a la economía desde el estallido de la presente crisis se ha destinado a la compra de bonos del Tesoro y de garantías respaldadas por hipotecas, de una forma similar a lo hecho durante la crisis anterior, entre 2008 y 2009.

No hay diferencias entre el combate contra la pandemia y la recuperación de las economías de la mayor crisis que el capitalismo ha sufrido desde 1930. Para ambas tareas se requiere una afinada planificación estatal y la movilización de todos los recursos poblacionales y económicos. Para ganarse la confianza de la ciudadanía, esta imprescindible intervención estatal en la economía y la sociedad necesita garantizar el buen uso que las empresas y los bancos den a los fondos públicos recibidos. Pero, además, en un momento en que la crisis ha hundido el valor bursátil de compañías grandes y eficientes, los estados deben hacerse cargo de ellas para protegerlas de compradores oportunistas que luego destruyan el patrimonio que los pueblos han acumulado durante décadas. Se pueden discutir las vías e instrumentos de la intervención estatal planificadora en la economía y cómo llevar a buen puerto el esfuerzo sanitario, pero no hay otra opción que fortalecer la capacidad directiva del Estado, para proteger la vida, la libertad y la seguridad de los pueblos.