Merkel deshoja la margarita
Año 6. Edición número 282. Domingo 13 de Octubre de 2013
Alemania. Los posibles partidos políticos con los
que la canciller alemana puede formar un gobierno de coalición presentan
fuertes dilemas al oficialismo conservador teutón.
Mientras que tres semanas después de las elecciones generales la
Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel y sus
socios bávaros de la Unión Socialcristiana (CSU) siguen sondeando al
Partido Socialdemócrata (SPD) y a Alianza 90/Los Verdes para ver con
quién encaran negociaciones para la formación de una coalición de
gobierno, las complicaciones del tema han hecho que desaparezca de las
primeras planas de los principales medios. Aunque probablemente se forme
una gran coalición CDU/CSU-SPD, ninguna opción es claramente ventajosa
para la triunfante Merkel.
La democracia cristiana y los verdes se encontrarán el próximo martes una segunda vez, para decidir si arriesgan una negociación formal, ya que en la reunión del jueves 10 no agotaron la agenda. El secretario general de la CDU, Hermann Gröhe, señaló que ambas fuerzas quieren adecuar la producción y consumo de energía a criterios de sostenibilidad ecológica, pero disienten en los medios e instrumentos para hacerlo. Su par bávaro Alexander Dobrindt, por su parte, anunció que la Unión decidirá la próxima semana con quién negociar la formación de gobierno después de las reuniones con el SPD y los Verdes. Gröhe, en cambio, estiró el plazo hasta la reunión del nuevo Parlamento, el próximo 22 de octubre, aunque adelantó que la Unión tiene más acuerdos con los socialdemócratas. Dorbrindt ratificó esta apreciación, pero reconoció a los ecologistas “seriedad” y “profesionalidad”.
Los Verdes decidirán sobre las eventuales negociaciones en un congreso convocado para el próximo fin de semana. El SPD lo hará al mismo tiempo en su convención. La vicepresidenta socialdemócrata Manuela Schwesig prevé que la reunión con la CDU/CSU el próximo lunes será “más complicada”, ya que deben comenzar a conversar sobre algunos detalles. Para marcar la cancha, el presidente del bloque de diputados federales de la CDU, Volker Kauder, ya puso la introducción de la pensión por crianza y el rechazo a cualquier aumento de impuestos como condiciones intraspasables. Los socialdemócratas le contraponen un subsidio general para jardines maternales e infantiles, que permita a las mujeres compatibilizar la profesión con la familia, y la reintroducción del impuesto a las grandes fortunas, eliminado por Helmut Kohl en 1996. Les será más fácil introducir el salario mínimo para reducir “la pobreza asalariada”. La CDU sabe que debe hacer algunas concesiones al SPD, para calmar el rechazo de las bases de éste a una gran coalición.
Por su parte, la renunciante copresidenta de los Verdes, Claudia Roth, informó que en la reunión con la Unión tratarán los temas relativos a la equidad: salario mínimo, salud pública y atención a la infancia. También discutirán sobre “una política exterior orientada por criterios de derechos humanos” y modificaciones en la política de cooperación para el desarrollo. En tanto, el saliente copresidente del bloque verde Jürgen Trittin atacó frontalmente al ministro del Interior, Hans-Peter Friedrich (CSU), quien a raíz de los 300 muertos de Lampedusa pidió “más dureza” con los inmigrantes. Ambos pertenecen a las comisiones negociadoras que se encontraron el pasado jueves.
La tragedia del Mediterráneo (todavía no se conocía el segundo hundimiento del viernes) sirvió por lo menos, para que algunos políticos democratacristianos reclamaran el salvataje de los migrantes en alta mar. La ministra de Inmigración, Maria Böhmer, criticó a la policía de fronteras de la Unión Europea (UE), Frontex, que desde 2011 tiene como una de sus misiones proteger la vida de los inmigrantes en riesgo y “no lo hace adecuadamente”. Sin embargo, el vicepresidente del bloque de la CDU en el Bundestag, Michael Fuchs, se quejó, porque “Alemania ya recibe al 23% de los que llegan a Europa y mucho más no podemos hacer”. “Hay que tratar de que se puedan quedar bien en sus países de origen”, remarcó el político oficialista.
Entre tanto, hasta el presidente de la CSU, Horst Seehofer, bajó el tono con el que se refiere a los Verdes. El ex secretario general de la CDU Heiner Geissler, a su vez, reclamó en una radio que “ya es hora de que la Unión y los Verdes se dispongan a coaligar. En ambos partidos hay todavía demasiadas cabezas duras que impiden pensar”, concluyó.
Por su parte, el también dimitido copresidente verde Cem Özdemir –astuto hijo de inmigrantes turcos crecido en el gueto– dijo que había que conducir las negociaciones con la CDU “decentemente”, como para poder seguir hablando “no sólo hoy, sino también en el futuro, aunque que conversemos no quiere decir todavía que ya podamos gobernar juntos”.
Aunque la salida del Partido Liberal Democrático (FDP) del Parlamento federal obliga a la CDU/CSU a buscarse un aliado y los Verdes parecen ofrecer una versión del liberalismo adaptada al siglo XXI, Angela Merkel no quiere hacer demasiadas concesiones en un contexto de crisis económica europea aún sin superar. Por eso, la gran coalición con el SPD aparece como más probable que una pequeña con los Verdes.
No obstante, la base socialdemócrata está hipersensible. Ya se decidió que los 470.000 afiliados del partido, en una votación vinculante, tendrán la última palabra sobre la formación de una gran coalición. En la CDU, en cambio, decide la presidencia colectiva.
Angela Merkel va a anunciar dentro de las próximas dos semanas, hasta la sesión constitutiva del nuevo Parlamento, con quién negociará el contrato de coalición. Cualquier coalición que se forme después del 22 de octubre estará tironeada por contradicciones insalvables y posiblemente se rompa antes de cumplir los cuatro años. El estilo arrollador de Angela Merkel le ha deparado grandes triunfos, pero la dejó sin interlocutores en Alemania y en Europa. Ella y su patria se han quedado solos.
La democracia cristiana y los verdes se encontrarán el próximo martes una segunda vez, para decidir si arriesgan una negociación formal, ya que en la reunión del jueves 10 no agotaron la agenda. El secretario general de la CDU, Hermann Gröhe, señaló que ambas fuerzas quieren adecuar la producción y consumo de energía a criterios de sostenibilidad ecológica, pero disienten en los medios e instrumentos para hacerlo. Su par bávaro Alexander Dobrindt, por su parte, anunció que la Unión decidirá la próxima semana con quién negociar la formación de gobierno después de las reuniones con el SPD y los Verdes. Gröhe, en cambio, estiró el plazo hasta la reunión del nuevo Parlamento, el próximo 22 de octubre, aunque adelantó que la Unión tiene más acuerdos con los socialdemócratas. Dorbrindt ratificó esta apreciación, pero reconoció a los ecologistas “seriedad” y “profesionalidad”.
Los Verdes decidirán sobre las eventuales negociaciones en un congreso convocado para el próximo fin de semana. El SPD lo hará al mismo tiempo en su convención. La vicepresidenta socialdemócrata Manuela Schwesig prevé que la reunión con la CDU/CSU el próximo lunes será “más complicada”, ya que deben comenzar a conversar sobre algunos detalles. Para marcar la cancha, el presidente del bloque de diputados federales de la CDU, Volker Kauder, ya puso la introducción de la pensión por crianza y el rechazo a cualquier aumento de impuestos como condiciones intraspasables. Los socialdemócratas le contraponen un subsidio general para jardines maternales e infantiles, que permita a las mujeres compatibilizar la profesión con la familia, y la reintroducción del impuesto a las grandes fortunas, eliminado por Helmut Kohl en 1996. Les será más fácil introducir el salario mínimo para reducir “la pobreza asalariada”. La CDU sabe que debe hacer algunas concesiones al SPD, para calmar el rechazo de las bases de éste a una gran coalición.
Por su parte, la renunciante copresidenta de los Verdes, Claudia Roth, informó que en la reunión con la Unión tratarán los temas relativos a la equidad: salario mínimo, salud pública y atención a la infancia. También discutirán sobre “una política exterior orientada por criterios de derechos humanos” y modificaciones en la política de cooperación para el desarrollo. En tanto, el saliente copresidente del bloque verde Jürgen Trittin atacó frontalmente al ministro del Interior, Hans-Peter Friedrich (CSU), quien a raíz de los 300 muertos de Lampedusa pidió “más dureza” con los inmigrantes. Ambos pertenecen a las comisiones negociadoras que se encontraron el pasado jueves.
La tragedia del Mediterráneo (todavía no se conocía el segundo hundimiento del viernes) sirvió por lo menos, para que algunos políticos democratacristianos reclamaran el salvataje de los migrantes en alta mar. La ministra de Inmigración, Maria Böhmer, criticó a la policía de fronteras de la Unión Europea (UE), Frontex, que desde 2011 tiene como una de sus misiones proteger la vida de los inmigrantes en riesgo y “no lo hace adecuadamente”. Sin embargo, el vicepresidente del bloque de la CDU en el Bundestag, Michael Fuchs, se quejó, porque “Alemania ya recibe al 23% de los que llegan a Europa y mucho más no podemos hacer”. “Hay que tratar de que se puedan quedar bien en sus países de origen”, remarcó el político oficialista.
Entre tanto, hasta el presidente de la CSU, Horst Seehofer, bajó el tono con el que se refiere a los Verdes. El ex secretario general de la CDU Heiner Geissler, a su vez, reclamó en una radio que “ya es hora de que la Unión y los Verdes se dispongan a coaligar. En ambos partidos hay todavía demasiadas cabezas duras que impiden pensar”, concluyó.
Por su parte, el también dimitido copresidente verde Cem Özdemir –astuto hijo de inmigrantes turcos crecido en el gueto– dijo que había que conducir las negociaciones con la CDU “decentemente”, como para poder seguir hablando “no sólo hoy, sino también en el futuro, aunque que conversemos no quiere decir todavía que ya podamos gobernar juntos”.
Aunque la salida del Partido Liberal Democrático (FDP) del Parlamento federal obliga a la CDU/CSU a buscarse un aliado y los Verdes parecen ofrecer una versión del liberalismo adaptada al siglo XXI, Angela Merkel no quiere hacer demasiadas concesiones en un contexto de crisis económica europea aún sin superar. Por eso, la gran coalición con el SPD aparece como más probable que una pequeña con los Verdes.
No obstante, la base socialdemócrata está hipersensible. Ya se decidió que los 470.000 afiliados del partido, en una votación vinculante, tendrán la última palabra sobre la formación de una gran coalición. En la CDU, en cambio, decide la presidencia colectiva.
Angela Merkel va a anunciar dentro de las próximas dos semanas, hasta la sesión constitutiva del nuevo Parlamento, con quién negociará el contrato de coalición. Cualquier coalición que se forme después del 22 de octubre estará tironeada por contradicciones insalvables y posiblemente se rompa antes de cumplir los cuatro años. El estilo arrollador de Angela Merkel le ha deparado grandes triunfos, pero la dejó sin interlocutores en Alemania y en Europa. Ella y su patria se han quedado solos.
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Eduardo J. Vior