TIEMPO ARGENTINO
16 de Noviembre de 2014
OPINIÓN
Controlando al capital
Después de que Xi Jinping y Barack Obama
definieran esta semana en Beijing la agenda para la gobernanza mundial
de los próximos años, y de que la crisis en el este de Ucrania
recrudeciera violentamente, la cumbre del G-20 reunida este fin de
semana en Brisbane se aparta de su agenda para discutir sobre los
conflictos geoestratégicos.
El gobierno australiano del conservador Tony Abbott propuso para la conferencia una agenda centrada en el relanzamiento del crecimiento económico mundial y la creación de empleo, así como en el fortalecimiento de las instituciones globales.
Sin embargo, ya en los últimos meses se produjo un sensible desplazamiento en las discusiones preparatorias hacia la búsqueda de mecanismos para obligar a las grandes corporaciones multinacionales y los megabancos a pagar impuestos allí donde ganan su dinero. Aunque Canberra sigue una línea neoliberal y en la ONU ha votado contra la propuesta argentina, para que el organismo internacional regule el pago de las deudas soberanas, la indignación de las opiniones públicas en Europa y los países emergentes contra la evasión impositiva y las manipulaciones monetarias la compele a solidarizarse con los afectados. Este posicionamiento legitima el embate argentino, para que la reunión se aboque al tratamiento de la regulación de las deudas soberanas. Representada por el ministro de Economía, Axel Kicillof, y el canciller, Héctor Timerman, Argentina –junto a otras naciones emergentes– reclama la necesidad de acordar medidas que permitan dar certeza a los canjes de deuda.
Sin embargo, será difícil evitar que el foro sea absorbido por cuestiones geopolíticas como los conflictos en Ucrania y Medio Oriente, así como la amenaza del ébola. Acusando a Rusia de falta de colaboración en el esclarecimiento del derribamiento del avión malayo MH-17 en junio pasado, que provocó la muerte de 43 australianos, el primer ministro de ese país evocó inclusive la posibilidad de desinvitar a Rusia de la cumbre, pero los demás participantes se opusieron.
Como respuesta Moscú acaba de estacionar una flotilla naval frente a la costa norte de Australia y sus diplomáticos cuestionan extraoficialmente la cumbre, argumentando que "para discutir los temas importantes de la economía mundial tenemos el BRICS". Los mandatarios de China y EE UU, a su vez, sólo tienen interés en la conferencia para los contactos bilaterales con representantes europeos, africanos y latinoamericanos, porque en días pasados, reunidos en Beijing, mediante una serie de acuerdos económicos, medioambientales, militares y de seguridad ya fijaron la hoja de ruta mundial para los próximos años.
Las condiciones en las que se desenvuelve la cumbre demuestran la inextricable vinculación entre los grandes temas de la economía mundial y el transcurso del conflicto geoestratégico entre los países eurasiáticos y los occidentales. Sin posicionamiento estratégico no habrá resolución de nuestros problemas económicos internacionales.
El gobierno australiano del conservador Tony Abbott propuso para la conferencia una agenda centrada en el relanzamiento del crecimiento económico mundial y la creación de empleo, así como en el fortalecimiento de las instituciones globales.
Sin embargo, ya en los últimos meses se produjo un sensible desplazamiento en las discusiones preparatorias hacia la búsqueda de mecanismos para obligar a las grandes corporaciones multinacionales y los megabancos a pagar impuestos allí donde ganan su dinero. Aunque Canberra sigue una línea neoliberal y en la ONU ha votado contra la propuesta argentina, para que el organismo internacional regule el pago de las deudas soberanas, la indignación de las opiniones públicas en Europa y los países emergentes contra la evasión impositiva y las manipulaciones monetarias la compele a solidarizarse con los afectados. Este posicionamiento legitima el embate argentino, para que la reunión se aboque al tratamiento de la regulación de las deudas soberanas. Representada por el ministro de Economía, Axel Kicillof, y el canciller, Héctor Timerman, Argentina –junto a otras naciones emergentes– reclama la necesidad de acordar medidas que permitan dar certeza a los canjes de deuda.
Sin embargo, será difícil evitar que el foro sea absorbido por cuestiones geopolíticas como los conflictos en Ucrania y Medio Oriente, así como la amenaza del ébola. Acusando a Rusia de falta de colaboración en el esclarecimiento del derribamiento del avión malayo MH-17 en junio pasado, que provocó la muerte de 43 australianos, el primer ministro de ese país evocó inclusive la posibilidad de desinvitar a Rusia de la cumbre, pero los demás participantes se opusieron.
Como respuesta Moscú acaba de estacionar una flotilla naval frente a la costa norte de Australia y sus diplomáticos cuestionan extraoficialmente la cumbre, argumentando que "para discutir los temas importantes de la economía mundial tenemos el BRICS". Los mandatarios de China y EE UU, a su vez, sólo tienen interés en la conferencia para los contactos bilaterales con representantes europeos, africanos y latinoamericanos, porque en días pasados, reunidos en Beijing, mediante una serie de acuerdos económicos, medioambientales, militares y de seguridad ya fijaron la hoja de ruta mundial para los próximos años.
Las condiciones en las que se desenvuelve la cumbre demuestran la inextricable vinculación entre los grandes temas de la economía mundial y el transcurso del conflicto geoestratégico entre los países eurasiáticos y los occidentales. Sin posicionamiento estratégico no habrá resolución de nuestros problemas económicos internacionales.
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Eduardo J. Vior