Erdoğan cosecha tormentas
El atentado al aeropuerto Atatürk muestra las encrucijadas internas y regionales del gobierno turco, junto al peligro de que estalle un conflicto global.
SÁBADO, 02 DE JULIO DE 2016
POR EDUARDO J. VIOR
ANALISTA INTERNACIONAL
Los 44 muertos y 19 heridos que dejó el brutal atentado del
pasado martes 28 en el aeropuerto Atatürk de Estanbul fueron la factura
sangrienta que el presidente Recep Tayip Erdoğan tuvo que pagar por la
irresponsabilidad de una política norteamericana oscilante y errores
propios. Ahora, si su gobierno no halla la salida a los dilemas que lo
ahogan, el guardián del Bósforo puede estallar y desatar un conflicto
intercontinental. En aplicación del acuerdo migratorio del pasado marzo
que permitió clausurar la ruta del Egeo el jueves pasado, la Unión
Europea (UE) y Turquía abrieron una nueva ronda de negociaciones sobre
la adhesión turca al bloque comunitario. Sin embargo, en medio del clima
xenófobo agudizado por el brexit es poco probable que los europeos
concedan a los turcos la prometida libre circulación por la Unión. Como
condición Bruselas exige que Ankara ajuste sus leyes antiterroristas a
las normas jurídicas europeas, pero Turquía lo rechaza para no debilitar
su política antiterrorista.
No obstante, el gobierno turco accedió a
la negociación para superar en algo su aislamiento. Ya el lunes 27 el
presidente turco había anunciado la normalización de las relaciones con
Israel, suspendidas en 2010, después de que fuerzas israelíes atacaran
una flotilla con ayuda humanitaria para Gaza y mataran a diez turcos.
Como precio del arreglo, Turquía aceptó el bloqueo israelí a Gaza y su
potestad para controlar la ayuda de Ankara a los habitantes de la
Franja. A cambio Tel Aviv compensará con 20 millones de dólares a los
deudos de los muertos de 2010 y permitirá que empresas turcas
reconstruyan la infraestructura de Gaza. Israel y Turquía cooperarán
asimismo para llevar a Europa el gas de la cuenca marítima frente a
Jafa. Por su parte, el presidente ruso Vladímir Putin mantuvo el martes
una conversación telefónica con su colega turco, a quien dio las
condolencias por el atentado terrorista y prometió reanudar
inmediatamente los vuelos turísticos suspendidos después de que en
noviembre de 2015 los turcos derribaran en la zona fronteriza con Siria
un bombardero ruso que participaba en operaciones militares en ese país y
mataran al piloto. Además, el gobierno ruso prometió normalizar las
relaciones con Ankara, reanudando, por ejemplo, la importación de
productos agrícolas. Para hacer posible la reconciliación, Erdoğan se
disculpó por escrito por el incidente militar. No se sabe si el
presidente turco reconoció que el avión derribado no había traspasado la
frontera siria, si simplemente lo hizo para distender su relación son
Rusia o ambas cosas, pero la disculpa fue aceptada.
Al mejorar los
lazos con Rusia e Israel, Turquía avala la intervención rusa en Siria y
obtiene el apoyo de la Mossad, para purgar de islamistas su aparato de
inteligencia. Las fuerzas armadas turcas, nacionalistas, laicas y
prooccidentales, pueden acompañar el viraje, pero en el propio partido y
en la hermandad musulmana que lo sostiene cruje el piso.
Erdoğan
sembró vientos y está cosechando tormentas. No va a conseguir el ingreso
de su país a la UE, de Putin sólo obtuvo una tregua, el Papa ha
movilizado a los armenios y a todos los cristianos de Turquía contra la
negación del holocausto de 1915, por el acuerdo de marzo pasado con la
UE carga con la atención de los refugiados, la guerra civil continúa sin
atenuantes en el sureste, el arreglo con Israel es mal visto por la
opinión pública árabe y la guerra contra el EI se ha trasladado al
interior de Turquía.
Los compromisos de la pasada semana responden a la urgencia por descomprimir tremenda acumulación de conflictos, pero el presidente turco sólo podrá zafar del brete si retoma el curso exterior de sus primeros años. Sin embargo, este giro lo enfrentaría a Estados Unidos, Europa, los islamistas internos y no está claro si tendría el apoyo del ejército. Dentro de Turquía no hay alternativas visibles a Erdoğan y este no encuentra salidas en la política interna ni en la externa. Como los terroristas suicidas del aeropuerto de Estanbul, todo el país puede saltar por el aire en cualquier momento. «
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Eduardo J. Vior