Shell busca legitimar la ocupación de las Malvinas
Debemos estar prevenidos para que el gobierno de Macri y Shell no aprovechen la ampliación de nuestras fronteras marítimas y convaliden la ocupación ilegal de las Islas Malvinas.
Por Eduardo J. Vior
Uno de los factores que da continuidad al dominio mundial de las
grandes corporaciones internacionales es su capacidad para actuar
sistémicamente, desplazando sus inversiones de una zona del globo a otra
según cambien las circunstancias. Así, ante la inestabilidad que
prometen el “Brexit” y la eventualidad de que Escocia se independice del
Reino Unido, Royal Dutch Shell PLC amenaza con trasladar sus
inversiones del Mar del Norte a la recién ampliada plataforma
continental argentina. La maniobra esconde el reconocimiento fáctico de
la usurpación de las Islas Malvinas.
Según informó la BBC el pasado viernes 1°, Ben van Beurden,
Presidente del Directorio de Royal Dutch Shell PLC, se propone “echar
una mirada atenta” a las inversiones de la compañía en el Mar del Norte.
Aunque no lo manifieste, con la amenaza de cerrar o vender viejos pozos
frente a las islas Shetland es evidente que el jerarca holandés está
presionando a Escocia, para que después del “Brexit” no se independice
del Reino Unido. Para ello agita sus alternativas de inversión, entre
otras en el Mar Argentino.
Aunque Shell es una de las mayores pagadoras de dividendos del Reino
Unido (15 mil millones de dólares anuales), los bajos precios del
petróleo hacen que en la City se dude de que pueda seguir cumpliendo con
los ahorristas. Ya el año pasado la empresa anunció que recortaría sus
inversiones en 30 mil millones de dólares y que eliminaría varios miles
de puestos de trabajo en todo el mundo. El anuncio de van Beurden de
este viernes va en la misma línea.
No obstante, todavía el 10 de junio Paul Goodfellow, Vicepresidente
de exploraciones y yacimientos de Shell para Gran Bretaña, anunció
inversiones por cuatro mil millones de dólares hasta 2018 para renovar
pozos viejos al oeste de las islas Shetland (al noroeste de Escocia). O
sea que las declaraciones del Director General deben tomarse con
precaución, como fintas políticas en el contexto del “Brexit”.
La mayoría de los analistas coincide en que los precios de las
commodities –especialmente los de los hidrocarburos- repuntarán hacia
2020. Una corporación que piensa mundialmente como Shell no puede,
entonces, descuidar el tomar previsiones estratégicas para asegurar su
preeminencia también cuando la situación mejore.
En este sentido, en la reunión del capítulo latinoamericano del Foro
Económico Mundial de Davos que se realizó en Medellín, Colombia, el 15 y
16 de junio pasados, muchos empresarios veían con optimismo el futuro
mediato de la economía energética en el subcontinente. Alentados por los
bajos costos financieros persistentes, la instauración de gobiernos
neoliberales en Argentina y Brasil y la ampliación transcontinental de
las zonas de libre comercio, prevén para los próximos años un sensible
crecimiento de la demanda. Obviamente no les interesan los enormes
recursos hidroeléctricos, sino los hidrocarburos que pueden ser
exportados fuera de la región. En ese contexto representantes de Shell y
de la italiana Eni informaron que piensan incrementar sus inversiones
en América Latina ante la duplicación de la demanda regional de recursos
energéticos hasta 2030.
Ante la reciente resolución de la ONU que reconoció la ampliación de
la plataforma continental argentina en un 35%, muchos analistas
especulan con la posibilidad de que Shell, aprovechando su privilegiada
posición en el gobierno de Mauricio Macri, quiera apropiarse de los
yacimientos de aguas profundas y combinarlos con los de las Islas
Malvinas donde participa de modo indirecto.
No obstante los avances tecnológicos, para la ampliación de las
exploraciones en la plataforma continental y su combinación con las de
Malvinas subsiste aún el conflicto por la soberanía sobre las islas que
el gobierno de Macri intenta obviar. Así, informes recientes en medios
argentinos proponen aplicar allí fórmulas de cooperación transfronteriza
que eludan las disputas por límites, como sucede entre Saudiarabia y
Bahrein y en otros 60 campos alrededor del mundo. La falacia de la
argumentación reside, empero, en que en todos esos casos se trata de
marginar por motivos económicos disputas de límites entre dos países
soberanos que se reconocen mutuamente, mientras que Argentina nunca ha
aceptado el dominio británico sobre las Islas Malvinas. La única
posibilidad de que empresas con concesiones del gobierno argentino
cooperen con otras que operen en la zona de Malvinas sería, por
consiguiente, que éstas últimas recaben la correspondiente autorización
argentina, lo que a su vez no pueden aceptar los británicos.
En el contexto de la renovada hegemonía neoliberal en América del Sur
los gigantes petroleros se dividen entre sí el coto de caza. Sin
embargo, las dificultades técnicas y los altísimos costos de la
exploración de nuevas áreas en el Mar Argentino dificultan un pronto
aprovechamiento del recurso. Los precios actuales bajos del recurso
tampoco justifican invertir grandes sumas en la exploración de nuevos y
difíciles yacimientos. Por lo tanto, momentáneamente al gigante
angloholandés sólo le interesa asegurarse el control de las nuevas
áreas, mientras amenaza a los escoceses, pero debemos estar prevenidos
para que el gobierno y Shell no aprovechen la ampliación de nuestras
fronteras marítimas y convaliden la ocupación ilegal de las Islas
Malvinas.
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Eduardo J. Vior