La compra de aviones norteamericanos cede soberanía y bloquea integración con Brasil
El actual presidente entrega el espacio aéreo, inicia la
liquidación de la industria aeronáutica nacional y confunde seguridad
con defensa
Por Eduardo J. Vior
El pasado 8 de agosto el diario Ámbito Financiero anunció que el
gobierno nacional había iniciado negociaciones con Estados Unidos para
adquirir aviones destinados al entrenamiento de los pilotos de la Fuerza
Aérea Argentina (FAA) y de la Gendarmería Nacional así como a las
acciones antidrogas en la frontera norte. Con esta compra el gobierno
argentino profundiza el desmantelamiento de la industria aeronáutica
nacional, boicotea la cooperación productiva con Brasil, involucra
peligrosamente a nuestras fuerzas armadas en tareas de seguridad
interior y abre las puertas a negocios espurios.
Según anunció el 29 de julio la Agencia de Cooperación en Defensa y
Seguridad de EE.UU. (Defense Security Cooperation Agency), el Pentágono
aprobó la venta de 24 aeronaves T6-C Texan II previa confirmación del
Congreso norteamericano. El comunicado se difundió horas antes de la
visita del secretario de Estado, John Kerry, el pasado miércoles3.
La compra se origina en una visita que en marzo pasado realizaron el
jefe de la Fuerza Aérea, brigadier mayor Enrique Amreim, y el secretario
de Logística del ministerio de Defensa, Walter Ceballos, a la Feria
Internacional del Aire y el Espacio (FIDAE 2016) donde se decidieron por
la máquina del grupo Textron. Las 24 aeronaves se compraron sin
requerir ni transferencia de tecnología ni participación de la industria
aeronáutica nacional.
A mediados de mayo pasado Ángel Tello, viceministro de Defensa y su
segundo, el subsecretario de Asuntos Internacionales, José Vila,
recabaron en el Pentágono y en el Congreso estadounidense la
autorización para la operación, lo que obtuvieron sin dificultades.
Como la transacción tendrá un costo estimado en 300 millones de
dólares (9 millones por avión), el gobierno argentino espera obtener un
crédito para realizarla. Las dos escuadrillas de turbohélices biplazas
de ataque ligero remplazarán los Tucano brasileños y el Pucará nacional
como unidades de adiestramiento avanzado y de ataque, porque el arma
norteamericana incluye sistemas de tiro para ametralladoras y cohetería
que las versiones locales hasta ahora no tenían.
Si el Congreso norteamericano da su acuerdo en base a la condición de
aliado extra-OTAN de la Argentina, el gobierno argentino deberá tratar
directamente con la empresa fabricante del T6-C Texan, BeechcraftDefense
Company, de Kansas City.
Las unidades se destinarían en parte para el entrenamiento de los
pilotos de la FAA y también para la creación de un grupo de
interceptación de vuelos ilegales por pilotos de la Gendarmería. Esa
fuerza realiza hoy seguimientos de aviones narcos con avionetas de uso
civil y desea tener la capacidad de derribarlos, como autorizó el
decreto del Presidente Macri que, a poco de asumir, reimplantó por
decreto esta modalidad de pena de muerte sin juicio previo. El argumento
oficial reza que los Pampa no están artillados y los Pucará no pueden
grabar la secuencia de disparo, algo que podría exponer a un piloto a
decisiones judiciales adversas por no existir pruebas de su actuación en
caso de derribo.
El T6-C Texan es un biplaza de entrenamiento y ataque desarrollado
por la empresa BeechcraftDefense Company. Se trata de un turbohélice
biplaza de entrenamiento avanzado y ataque liviano que cuenta con seis
puntos externos en los que se puede colocar armamento. Su velocidad
crucero es de 550 kilómetros por hora y puede operar hasta 1637
kilómetros, extendiéndose ese alcance a más de 2500 kilómetros con dos
tanques de combustible suplementarios. Es utilizado por México para el
control de fronteras y es el principal adiestrador avanzado de la Fuerza
Aérea de los Estados Unidos (USAF).
La compra actual tiene una prehistoria significativa. Cuando la
actual Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA) era propiedad de Lockheed
Martin, en 1998 participó en EE.UU. con el Pampa II de una licitación
para proveer a la USAF de aviones de entrenamiento que perdió ante
Texan, sólo porque su máquina estaba sobrecalificada para la tarea. Con
esta operación se bloquea el desarrollo del IA-73/UNASUR I, la
modernización de los Pucará y de los Tucano.
Dentro de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) los ánimos están caldeados,
porque no se ve la conveniencia de remplazar la producción nacional por
la importada. No son pocos quienes creen que estos contratos se
explican por las simpatías del secretario de Logística de la cartera
militar, Walter Ceballos, con los representantes locales de Beechcraft.
Este acuerdo acarreará también la caída del entendimiento con Brasil
para la compra de cazas de patente sueca Gripen NG y el desarrollo
conjunto del superavión de transporte Embraer KC-390. Previamente ya se
había obturado la compra de aeronaves a China y a Rusia.
La ahora anunciada compra de 24 aviones de entrenamiento y ataque
ligero a Estados Unidos está destinada a liquidar la industria
aeronáutica nacional, fracturar el Mercosur aeronáutico, mezclar
ilegalmente las tareas de seguridad con las de defensa y abrir la
oportunidad para llenar bolsillos. Todo en un solo paquete.
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Eduardo J. Vior