jueves, 4 de agosto de 2016

Sin neoliberalismo la economía marcha mejor

Rusia supera la crisis sin el FMI


El gobierno de la Federación Rusa decide aumentar las inversiones en infraestructura, especialmente en la integración euroasiática y financiar con fondos presupuestarios el relanzamiento de la actividad económica
Por Eduardo J. Vior
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Vladimir Putin sacó la semana pasada las conclusiones adecuadas de la coyuntura mundial creadas por el Brexit y la indecisión de la política norteamericana ante el empate técnico entre sus candidatos presidenciales. Desde la crisis económica de 2014, bajo la inspiración del ex–ministro de Finanzas Alexei Kudrin, el gobierno ruso venía aplicando una política de estabilización ortodoxa hasta que, según trascendió el lunes 25, el Presidente Putin encargó un plan alternativo al jefe de sus asesores económicos, Andrei Belusov, de orientación nacionalista. Con una enérgica presencia internacional y mediando los conflictos en su propio gobierno, Vladimir Putin sacó a su país de la crisis y ahora apuesta al crecimiento. Rusia está superando la crisis mundial sin someterse a los dictados del capital financiero especulativo internacional concentrado.
La propuesta de Belusov se basa en un plan del Club Stolypin, un centro de investigaciones estratégicas dirigido por Boris Titov, presidente de la Cámara Federal Rusa de Empresarios Industriales y desde febrero de 2016 líder del partido industrialista de la Causa Justa. El plan había sido publicado ya en marzo pasado y fue presentado internacionalmente en la 20ªReunión del Foro de San Petersburgo que sesionó del 14 al 16 de junio.
En el documento se aconseja al gobierno ruso aumentar las inversiones en infraestructura, especialmente para la integración euroasiática y financiar con fondos presupuestarios el relanzamiento de la actividad económica. También propone que el Banco Central colabore financiando el desarrollo. Estas propuestas chocan con la estrategia aplicada hasta ahora, impulsada por el Centro para la Investigación Estratégica (CSF, por su sigla en inglés), que desde junio pasado dirige el ex–ministro de Finanzas Alexei Kudrin. Kudrin es un discípulo de Iegor Gaidar, el ministro de Economía de Boris Ielzin que después de la desaparición de la Unión Soviética, junto con Jeffrey Sachs (el hombre de George Soros), privatizó gran parte de la economía rusa y liberalizó el mercado de capitales, concentrando el poder económico en una nueva oligarquía mafiosa que llevó al país a la catástrofe de 1998.
El plan neoliberal proponía mantener la estabilidad macroeconómica, una baja tasa de inflación y la libre convertibilidad del rublo, así como reducir el déficit público, para inducir a los empresarios a invertir. Belusov, por el contrario, sostiene que a partir de 2018 el PBI podría aumentar un cuatro por ciento anual. Para ello, empero, el Estado debe intervenir invirtiendo en sectores estratégicos. Cuando en el Foro de San Petersburgo Putin defendió la importancia de la estabilidad macroeconómica, se pensó que Kudrin había triunfado pero ahora se dio vuelta la taba.
En un ensayo publicado el pasado 26 de julio por el Financial Times, Ruchir Sharma, Director de Gestión de Inversiones del banco Morgan Stanley y uno de los intelectuales señeros del neoliberalismo actual, elogió a Putin por sus medidas ortodoxas adoptadas desde 2014. No obstante, quien suprimió el control de cambios y dejó que el rublo cayera en picada fue Elina Nabiullina, la presidenta del autónomo Banco Central, creado en 1991, quien está ahogando la economía rusa con tasas anuales del 10,5%.
La mayoría de los puestos relevantes del gabinete económico del Primer Ministro Dmitry Medvediev está ocupada por discípulos de Iegor Gaidar obedientes a las directivas del FMI.
Los opositores al neoliberalismo se congregan, desde 2012, en el Club Stolypin (así denominado por el primer ministro Petr Stolypin, quien entre 1906 y 1911 modernizó Rusia) un grupo coherente de economistas nacionalistas que está desarrollando una estrategia alternativa de desarrollo inspirada en la planificación democrática de Charles De Gaulle (1958-70). Estos expertos insisten en la necesidad de incrementar la producción de bienes, estimular la demanda, atraer inversiones productivas, así como bajar los impuestos y las tasas del Banco Central. Su presupuesto es que el bienestar de la población y el desarrollo de sus capacidades son más importantes que los datos econométricos.
De acuerdo con el Banco Mundial, la economía rusa todavía retrocederá este año pero a partir de 2017 volverá a crecer. La inflación bajó desde el 15% de 2015 hasta el 6% de 2016, la fuga de capitales se redujo, el país ha cancelado 200.000 millones de dólares de deuda extranjera en últimos dos años y la deuda soberana está en el 11% del PBI. Al mismo tiempo el plan de modernización del equipamiento militar hasta 2020 funciona como un importante inductor de la actividad industrial y el empleo aunque insume grandes sumas (el presupuesto de Defensa aumentó 21% en 2015 respecto al año anterior). La devaluación del rublo ha hecho también aumentar las exportaciones de trigo en 3,3%. Todos estos factores se traducen en pronósticos internacionales que dan un crecimiento económico de Rusia de alrededor del 2% para los próximos años. El empleo se mantuvo relativamente estable gracias a que las empresas públicas (empleadoras de la tercera parte de los rusos) sirvieron como “máquinas de protección de empleo”. Sin embargo, el deterioro de las condiciones de vida amenaza las chances del Partido de la Rusia Unida, la formación política del Presidente, en las elecciones generales el próximo 18 de setiembre. El mandatario tiene actualmente un 80 por ciento de aceptación popular por su política exterior y el modo en que superó la crisis y no va a desperdiciar esa legitimidad.

Claro que la economía rusa debe aumentar la producción agropecuaria, reducir los costos en la industria, aumentar la igualdad entre regiones y clases sociales, incorporar más tecnología a la industria civil y desarrollar su infraestructura, si pretende retomar el camino del desarrollo. Para ello, empero, debe reformar la Constitución neoliberal que confiere la dirección de la economía al primer ministro y sus tecnócratas. Esta reforma sólo puede realizarse, si el Presidente obtiene en la Duma Federal suficiente mayoría, como para deshacerse de las rémoras de los seguidores de Yelsint. Con este objetivo Vladimir Putin dio un golpe de timón y ha vuelto al camino del desarrollo basado en las fuerzas internas, la integración social, regional y euroasiática, la fuerte intervención del Estado y la independencia internacional que su claridad de objetivos, su voluntad de poder y una calmapotencialidad estratégica le hacen posible.

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Eduardo J. Vior