miércoles, 6 de diciembre de 2017

Corea pone al mundo al borde de la guerra

El belicismo creciente hace peligrar la paz en Asia Oriental 

 Las masivas maniobras de EE.UU., China y Rusia en torno a Corea agudizan el riesgo de guerra, también por la menguada autoridad de Trump sobre los militares

 por Eduardo J. Vior



Desde el lunes 4 la multiplicación de maniobras militares norteamericano-coreanas, rusas y chinas alrededor de la península coreana agudizó al extremo el riesgo de que en el este de Asia estalle una guerra de proporciones. Esta deriva culmina un ciclo de provocaciones mutuas entre EE.UU. y Corea del Norte con el que ambos chantajean a Rusia y China, sea para cambiar la agenda internacional, el primero, como para seguir en el centro de la escena, el segundo. Para peor, la abierta crítica de altos militares contra la política de Donald Trump obliga a dudar sobre el liderazgo de Estados Unidos.

En Extremo Oriente aumenta la tensión por maniobras militares

Mientras los Estados Unidos y Cora del Sur comenzaban el lunes 4 ejercicios aéreos que involucran a 230 aviones y 12.000 efectivos, Rusia anunciaba la realización de maniobras de desembarco y aprovisionamiento de la infantería de marina en la región de Vladivostok, a pocos kilómetros de la frontera norcoreana, y China iniciaba prácticas de vigilancia aérea sobre zonas marítimas habitualmente no sobrevoladas que están muy cerca de la frontera norcoreana.

Desde hace años EE.UU. y Corea del Norte se vienen provocando mutuamente con una retórica agresiva. 
Los primeros utilizan el conflicto coreano, cada vez que necesitan desviar la atención de otros temas de la agenda mundial. Los segundos, en tanto, buscan con sus provocaciones mantenerse en el centro de la escena internacional. Hasta hace poco tiempo China y Rusia defendían a Corea del Norte con el argumento de que se siente amenazada por Estados Unidos y sus aliados. Sigue siendo verdad, pero después de que Pyongyang probara una bomba de hidrógeno hace tres meses y de que la semana pasada lanzara un cohete balístico intercontinental que cayó en el mar al este de Japón (pero podría alcanzar California), ambas potencias han constatado que el juego va demasiado lejos. También han comenzado a acompañar las sanciones de la ONU, aunque han dejado en claro que solamente aceptarán aquéllas que obstaculicen el programa nuclear y no dañen a la población civil.

En declaraciones ante la cadena bielorrusa STV, el pasado sábado 2, el ministro ruso de Relaciones Exteriores Serguei Lavrov afirmó que “al condenar las aventuras misilísticas y nucleares de Pyongyang, no podemos no hacer lo mismo ante el comportamiento provocativo de nuestros socios estadounidenses”.

En tanto, también China advirtió severamente contra la provocación norteamericana. En un editorial del oficioso “Global Times” se advirtió el mismo día que “el programa armamentístico norcoreano produjo un desequilibrio geopolítico en Asia Nororiental”. Luego advierte que “está aumentando la posibilidad de que estalle una guerra en la península coreana, por lo cual China está completamente preparada para utilizar su potencial en defensa del interés nacional. No le debemos nada a nadie y los demás países deberían saberlo”, finalizó.

La nueva estrategia militar de Trump y la queja de los generales

Este fin de semana se supo que el presidente de Estados Unidos ha aceptado el núcleo de la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS, por su sigla en inglés) en elaboración. El borrador está prácticamente completo y ha sido aprobado por los principales colaboradores del mandatario. Se espera que la versión final salga próximamente.

El documento servirá de marco para todas las decisiones de su gobierno sobre defensa y seguridad nacional. 

Fue elaborado durante semanas por dos estrechas colaboradoras del jefe de asesores del Consejo de Seguridad Nacional, el general Herbert McMaster. Según fuentes que lo han leído, el documento es “duro” y “realista”. Consecuente con las críticas que Trump ha hecho a la política exterior de los últimos 16 años, el borrador se concentra en la seguridad interior y la protección del territorio estadounidense, en mejorar la competitividad de la economía norteamericana como imperativo de seguridad nacional (contra China) y en la defensa contra las amenazas tecnológicas en el ciberespacio y en el espacio circunterrestre (contra Rusia).
No por casualidad militares y lobbistas echan pestes sobre la política militar del presidente. Según informa el prestigioso blog Politico, en la conferencia anual sobre seguridad nacional que se realizó este fin de semana en la Biblioteca Ronald Reagan en California altos jefes militares y líderes parlamentarios se quejaron por la falta de avances en el fortalecimiento de las fuerzas armadas que el presidente prometió al iniciar su gestión.
Es que, si el documento estratégico se aprueba con la orientación expuesta, representará un importante giro realista de la estrategia mundial de EE.UU. Por supuesto que seguirán interviniendo en áreas –como América Latina- que consideran “naturalmente” propias y no escatimarán choques con Rusia y China por la delimitación de áreas de influencia, pero dejarán de inventar guerras por doquier con el pretexto de defender la libertad en el mundo. Muchas carreras y mucho dinero pueden perderse en ese giro.

Nadie quiere seriamente la guerra en Asia Oriental. Sin embargo, la falta de foros compartidos por todos los actores aumenta el riesgo de malentendidos. La ONU es allí muy débil y siempre ha tenido un rol partidista contra Corea del Norte. Por su parte, Beijing y Moscú están dispuestos a mediar y a ejercer presión sobre Pyongyang, hasta con la benevolencia de Seúl. Pero, si no se aquieta la lucha por el poder que agita Washington y el lobby militar-industrial-inteligencia no es vencido y sometido a la disciplina del Estado, no habrá interlocutor confiable con quien negociar un plan de paz para la península coreana. El riesgo de que un fósforo mal arrojado incendie el arsenal es inmenso.

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Eduardo J. Vior