El belicismo creciente hace peligrar la paz en Asia Oriental
Las masivas maniobras de EE.UU., China y Rusia en torno a Corea agudizan el riesgo de guerra, también por la menguada autoridad de Trump sobre los militares
por Eduardo J. Vior
Desde
el lunes 4 la multiplicación de maniobras militares
norteamericano-coreanas, rusas y chinas alrededor de la península
coreana agudizó al extremo el riesgo de que en el este de Asia estalle
una guerra de proporciones. Esta deriva culmina un ciclo de
provocaciones mutuas entre EE.UU. y Corea del Norte con el que ambos
chantajean a Rusia y China, sea para cambiar la agenda internacional, el
primero, como para seguir en el centro de la escena, el segundo. Para
peor, la abierta crítica de altos militares contra la política de Donald
Trump obliga a dudar sobre el liderazgo de Estados Unidos.
En Extremo Oriente aumenta la tensión por maniobras militares
Mientras
los Estados Unidos y Cora del Sur comenzaban el lunes 4 ejercicios
aéreos que involucran a 230 aviones y 12.000 efectivos, Rusia anunciaba
la realización de maniobras de desembarco y aprovisionamiento de la
infantería de marina en la región de Vladivostok, a pocos kilómetros de
la frontera norcoreana, y China iniciaba prácticas de vigilancia aérea
sobre zonas marítimas habitualmente no sobrevoladas que están muy cerca
de la frontera norcoreana.
Desde
hace años EE.UU. y Corea del Norte se vienen provocando mutuamente con
una retórica agresiva.
Los primeros utilizan el conflicto coreano, cada
vez que necesitan desviar la atención de otros temas de la agenda
mundial. Los segundos, en tanto, buscan con sus provocaciones mantenerse
en el centro de la escena internacional. Hasta hace poco tiempo China y
Rusia defendían a Corea del Norte con el argumento de que se siente
amenazada por Estados Unidos y sus aliados. Sigue siendo verdad, pero
después de que Pyongyang probara una bomba de hidrógeno hace tres meses y
de que la semana pasada lanzara un cohete balístico intercontinental
que cayó en el mar al este de Japón (pero podría alcanzar California),
ambas potencias han constatado que el juego va demasiado lejos. También
han comenzado a acompañar las sanciones de la ONU, aunque han dejado en
claro que solamente aceptarán aquéllas que obstaculicen el programa
nuclear y no dañen a la población civil.
En
declaraciones ante la cadena bielorrusa STV, el pasado sábado 2, el
ministro ruso de Relaciones Exteriores Serguei Lavrov afirmó que “al
condenar las aventuras misilísticas y nucleares de Pyongyang, no podemos
no hacer lo mismo ante el comportamiento provocativo de nuestros socios
estadounidenses”.
En tanto, también
China advirtió severamente contra la provocación norteamericana. En un
editorial del oficioso “Global Times” se advirtió el mismo día que “el
programa armamentístico norcoreano produjo un desequilibrio geopolítico
en Asia Nororiental”. Luego advierte que “está aumentando la posibilidad
de que estalle una guerra en la península coreana, por lo cual China
está completamente preparada para utilizar su potencial en defensa del
interés nacional. No le debemos nada a nadie y los demás países deberían
saberlo”, finalizó.
La nueva estrategia militar de Trump y la queja de los generales
Este
fin de semana se supo que el presidente de Estados Unidos ha aceptado
el núcleo de la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS, por su sigla en
inglés) en elaboración. El borrador está prácticamente completo y ha
sido aprobado por los principales colaboradores del mandatario. Se
espera que la versión final salga próximamente.
El
documento servirá de marco para todas las decisiones de su gobierno
sobre defensa y seguridad nacional.
Fue elaborado durante semanas por
dos estrechas colaboradoras del jefe de asesores del Consejo de
Seguridad Nacional, el general Herbert McMaster. Según fuentes que lo
han leído, el documento es “duro” y “realista”. Consecuente con las
críticas que Trump ha hecho a la política exterior de los últimos 16
años, el borrador se concentra en la seguridad interior y la protección
del territorio estadounidense, en mejorar la competitividad de la
economía norteamericana como imperativo de seguridad nacional (contra
China) y en la defensa contra las amenazas tecnológicas en el
ciberespacio y en el espacio circunterrestre (contra Rusia).
No
por casualidad militares y lobbistas echan pestes sobre la política
militar del presidente. Según informa el prestigioso blog Politico,
en la conferencia anual sobre seguridad nacional que se realizó este
fin de semana en la Biblioteca Ronald Reagan en California altos jefes
militares y líderes parlamentarios se quejaron por la falta de avances
en el fortalecimiento de las fuerzas armadas que el presidente prometió
al iniciar su gestión.
Es que, si el
documento estratégico se aprueba con la orientación expuesta,
representará un importante giro realista de la estrategia mundial de
EE.UU. Por supuesto que seguirán interviniendo en áreas –como América
Latina- que consideran “naturalmente” propias y no escatimarán choques
con Rusia y China por la delimitación de áreas de influencia, pero
dejarán de inventar guerras por doquier con el pretexto de defender la
libertad en el mundo. Muchas carreras y mucho dinero pueden perderse en
ese giro.
Nadie quiere seriamente la
guerra en Asia Oriental. Sin embargo, la falta de foros compartidos por
todos los actores aumenta el riesgo de malentendidos. La ONU es allí
muy débil y siempre ha tenido un rol partidista contra Corea del Norte.
Por su parte, Beijing y Moscú están dispuestos a mediar y a ejercer
presión sobre Pyongyang, hasta con la benevolencia de Seúl. Pero, si no
se aquieta la lucha por el poder que agita Washington y el lobby
militar-industrial-inteligencia no es vencido y sometido a la disciplina
del Estado, no habrá interlocutor confiable con quien negociar un plan
de paz para la península coreana. El riesgo de que un fósforo mal
arrojado incendie el arsenal es inmenso.
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Eduardo J. Vior