Conflictos innecesarios y entendimientos necesarios
Washington
apoya la campaña británica contra Rusia, pero se muestra más cauto en
su conflicto comercial con China, mientras evalúa su debilidad en
Oriente Medio
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
27 de marzo de 2018
Infobaires24
27 de marzo de 2018
La
radicalización de la política exterior norteamericana, producto de los
recientes cambios en su gobierno, se hizo sentir inmediatamente en su
adhesión a la maniobra británica contra Rusia. Por el contrario, en su
entredicho comercial con China la Casa Blanca parece ser más cauta,
quizás influida por la evidencia de los huecos y fallas del sistema
defensivo que ha puesto a disposición de sus aliados en Oriente Medio.
Bolton al gobierno, la CIA al poder
El
presidente Donald Trump ordenó este lunes 26 la expulsión de 60
diplomáticos rusos en represalia por el supuesto ataque químico contra
el ex espía Serguéi Skripal y su hija en Gran Bretaña el pasado 4 de
marzo. En total, más de 130 representantes del gobierno ruso fueron
expulsados de 20 países de América y Europa en solidaridad con Gran
Bretaña.
La decisión sobrevino tras
una intensa batalla dentro de la Casa Blanca sobre el mejor modo de
responder a lo que se calificó como “provocación” de Vladimir Putin. Las
divisiones internas afloraron nuevamente la semana pasada, luego de que
el presidente norteamericano conversara durante media hora y felicitara
a su colega ruso por su reelección en la elección del domingo 18 de
marzo, sin mencionar el atentado contra Skripal.
No
es casual que EE.UU. se haya plegado a la denuncia británica contra
Rusia inmediatamente después de que el presidente designara a John
Bolton para dirigir el Consejo Nacional de Seguridad. Ex-embajador ante
la ONU, Bolton es conocido por sus posiciones extremadamente racistas y
agresivas en política exterior. Una semana antes también había sido
nombrado en la Secretaría de Estado el jefe de la CIA, Mike Pompeo,
igualmente agresivo.
Trump está muy
presionado internamente, para que abandone su intento de entendimiento
con Rusia y la enfrente. Ansioso por recuperar la iniciativa después del
Brexit, también el gobierno británico trata de arrastrar a EE.UU. a una
confrontación con Rusia, para preservar sus intereses coloniales en
Oriente Medio, África y el Atlántico Sur.
Rusia
todavía evalúa su respuesta que seguramente se hará sentir. Por ahora
no se avizoran mediadores ni voluntad occidental de disminuir la
tensión. El conflicto puede escalar.
Beijing tiene una paciencia china, pero con límites
Después
de que la semana pasada EE.UU. y China entrecruzaran amenazas de guerra
comercial, este fin de semana se vieron señales de distensión. El lunes
26 el precio de las principales acciones de Wall Street subió un dos
por ciento en promedio, después de que el secretario del Tesoro, Steven
Mnuchin, diera a Fox News una entrevista en la que declaró que estaba
“prudentemente esperanzado” en alcanzar con China un entendimiento.
En
los últimos días Steven Mnuchin y Liu He, nuevo viceprimer ministro de
China a cargo de la política económica, tuvieron un intenso intercambio
de opiniones y propuestas. China estaría dispuesta a reducir las tarifas
para la importación de autos norteamericanos y a autorizar una mayor
presencia de firmas de ese país en el sector financiero, para aumentar
su eficiencia. Asimismo existe un prioritario interés chino en la
inversión extranjera en servicios de salud para la tercera edad.
No
obstante, los líderes chinos rechazan la exigencia de reciprocidad en
la relación comercial presentada por el presidente Trump. La economía
china, dicen ellos, todavía es muy dependiente de industrias con
chimenea, como el acero y el aluminio, así como de manufacturas con mano
de obra barata. El promedio de las familias chinas gana un cuarto de lo
que reciben sus pares occidentales, y en las regiones rurales, así como
en el centro y oeste del país, todavía hay una extendida pobreza.
China
parece estar respondiendo a las amenazas arancelarias de Donald Trump
con un intenso trabajo de lobby en Wall Street. Sus fondos soberanos de
inversión tienen participaciones en entidades financieras
estadounidenses por unos 2.500 billones de dólares. Como dice el New
York Times, se trata de una buena fuente de honorarios que asesores y
lobistas no desprecian.
Por su
parte, Wang Shuwen, viceministro de Comercio de China, declaró el
domingo pasado que su país estaría hasta dispuesto a suprimir todo tipo
de limitaciones sobre la propiedad extranjera en entidades financieras.
No obstante, dejó en claro que, si las concesiones que hace China no son
suficientes para el gobierno de Trump, “vamos a tener que tomar
medidas”.
Un escudo poroso
El
domingo trajo además muy malas noticias sobre el funcionamiento de los
sistemas de defensa anticohetes que EE.UU. vendió a sus aliados en Medio
Oriente. Mientras que la defensa saudita fue incapaz de repeler un
ataque de los rebeldes huti de Yemen contra su capital, Riyad, en el sur
de Israel el sistema de defensa reaccionó erróneamente ante ruido de
armas de fuego en la vecindad, disparando una salva de cohetes
interceptores que, a su vez, detonaron las alarmas e hicieron que miles
de pobladores buscaran los refugios antiaéreos.
Entre
tanto, si bien las fuerzas armadas sauditas comunicaron que el mismo
domingo por la noche habían interceptado siete cohetes lanzados desde el
norte de Yemen contra Riyad, expertos internacionales citados por la
cadena catarí Al Jazeera dudaron sobre la intercepción. De hecho, se
sabe que en un suburbio obrero de la capital saudita murió un trabajador
egipcio y otros fueron heridos por fragmentos de un cohete.
Arabia
Saudita inmediatamente culpó a Irán por el ataque. En la guerra que
desde hace tres años azota a Yemen se enfrentan una coalición liderada
por los sauditas con los rebeldes huti y un sector del ejército
yemenita, a su vez apoyados por los iraníes. Todavía no queda claro qué
tipo de cohetes dispararon los yemenitas, pero los huecos y errores en
los sistemas de intercepción entregados por EE.UU. deberían servir de
freno a la agresividad de la coalición saudita-israelí.
Cercado
por el aparato militar y de inteligencia, el presidente Donald Trump
tiene cada vez menos poder. Trata de salvar el diálogo con Rusia, pero
la provocación británica lo arrastra a un conflicto sin salida. En
cambio, en la mucho más sustantiva competencia estratégica con China
parece estar hallando un resquicio de entendimiento. En este peligroso
balance de poder todas las potencias seguramente han mirado con atención
las limitaciones y fallas de los sistemas de defensa anticohetes en
Israel y Arabia Saudita. En definitiva, si las armas son el último
reaseguro del poder, la debilidad relativa de la alianza occidental
debería ser tenida en cuenta en sus decisiones políticas y económicas.
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Eduardo J. Vior