miércoles, 21 de marzo de 2018

Estamos en un planeta diferente

La gran transformación mundial

Las elecciones en Rusia y China, el quinto aniversario del papado de Francisco y los choques en el G 20 demuestran que estamos en una nueva época histórica
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
21 de marzo de 2018
Eduardo J. Vior
Las reelecciones de Vladimir Putin y Xi Jinping confirman la solidez del ascenso de ambas potencias y la percepción de sus elites de que se avecinan fuertes convulsiones en el balance mundial de poder. La contracara del mismo proceso está simbolizada por el quinto cumpleaños del papado de Francisco y el impresionante balance de movilización y organización de movimientos populares que su liderazgo muestra.

Unidad para la modernización

Tras su victoria en las elecciones de este domingo, Vladimir Putin ocupará la presidencia de Rusia por cuarta vez hasta 2024, cuando sumará 25 años en el poder.
El mandatario obtuvo más del 76% de los votos, superando por más de 50 puntos a su seguidor, el candidato comunista Pável Grudinin. Además, Putin también superó su votación de 2012, cuando obtuvo el 64% de los votos. Una encuesta oficial indica que hubo un 63,7% de participación en las elecciones, más que en 2016, pero menos que en 2012, probablemente debido a la convicción de muchos votantes de que Putin ganaría de todos modos por un amplio margen y que carecía de sentido concurrir a las urnas.
El resultado plebiscitario de la elección se explica, ante todo, por los éxitos exteriores del presidente. Al reincorporar Crimea a Rusia en marzo de 2014, después del golpe de estado en Ucrania, y apoyar a las repúblicas rusófonas en el este de ese país, Putin dejó claro que protegería a la numerosa minoría rusa y conservó para la flota rusa del Mar Negro la importante base de Sebastopol. En tanto, después de que en septiembre de 2015 las fuerzas armadas rusas acudieron a Siria llamadas por el presidente Baschar al Assad, derrotaron a los grupos terroristas, rechazaron la intervención extranjera y consiguieron bases en el noroeste del país que les permiten operar en todo el Mediterráneo Oriental. Además, probaron exitosamente 200 nuevos tipos de armas que dan a Rusia la superioridad estratégica sobre EE.UU. Estos triunfos granjearon al presidente la simpatía mayoritaria de su población.
Sin embargo, aunque la situación económica y social ha mejorado mucho y la pobreza ha disminuido sensiblemente, desde que Putin asumió la presidencia en 2000, se ha incrementado la desigualdad social y regional. Si bien Rusia es una gran exportadora de hidrocarburos, minerales (también preciosos) y armas, el resto de su economía está muy atrasado. Para el nuevo mandato el presidente se propone, entonces, impulsar el desarrollo económico. Su consagración en las urnas muestra el apoyo de la población, pero la decisión de extender tanto su gobierno es un signo de que la elite rusa prevé graves conmociones internacionales y quiere un liderazgo fuerte y experimentado.

Un “gran timonel” para pilotar tormentas

El presidente chino, Xi Jinping, instó ayer martes a realizar mayores esfuerzos para hacer de China un poderoso país socialista moderno para mediados del presente siglo. En su discurso, pronunciado en la reunión de clausura de la Asamblea Popular Nacional (APN), Xi exhortó a funcionarios y legisladores a profundizar la reforma en todas las áreas, a ampliar la apertura de la economía, a revisar la visión de desarrollo aplicada, a mejorar la calidad del mismo y a modernizar aún más la economía de mercado socialista. El líder chino subrayó, además, que su país seguirá la vía pacífica de desarrollo. El presidente reiteró que China no va a imponer su voluntad a otros y tampoco permitirá que intenten imponerle una voluntad ajena. “China defenderá su soberanía, su integridad territorial y los intereses de su pueblo”, concluyó el presidente chino.
El presidente de China lanzó una advertencia a Taiwán y EEUU al afirmar que los intentos de dividir el país están condenados a fracasar. El líder chino hizo esta advertencia después de que el presidente de EEUU, Donald Trump, promulgara una ley que alienta los viajes de funcionarios públicos y ejecutivos de empresas estadounidenses a Taiwán, y viceversa.
Durante la Revolución Cultural (1966-76) Mao Zedong fue bautizado “el gran timonel”, para llevar a China a puerto seguro en medio de grandes tormentas. Sin embargo, Xi acumula igual o más poder que Mao. Incluso, la propaganda oficial ha empezado a nombrarle con el título informal de “Lingxiu” (Líder), como se identificaba al fundador de la RPCh. Xi controla hoy día no menos de doce cargos políticos, militares, económicos y de seguridad. La lucha contra la corrupción ha sido el símbolo distintivo de su administración.
Hay abundante debate sobre las verdaderas razones para la perpetuación de Xi en la cúspide del poder. Una de las razones más plausibles es la necesidad de preservar la continuidad y la consolidación de China como potencia del nuevo siglo en un momento de decadencia de la hegemonía mundial de Estados Unidos, en el que dirigentes aventureros en Washington o en otros países pueden verse tentados de atacar a China, para recuperar la confianza de sus poblaciones y la iniciativa internacional. La potencia asiática debe superar también grandes desequilibrios internos que pueden generar agitación social y, nuevamente, alentar la intromisión occidental. Como el presidente Xi sabe cuán deslegitimados están amplios sectores de la burocracia estatal y partidaria por su corrupción, no ha dudado en entenderse con la Iglesia Católica que, fiel a la política del Papa Francisco, ha organizado una red de movimientos populares que contienen el descontento y canalizan la participación de la población.

La alternativa crece desde abajo

Mientras se rompe el monopolio del poder mundial, el Papa Francisco celebra el quinto año de su pontificado organizando a los movimientos populares del mundo. Dice Granma (órgano del Comité Central del Partido Comunista de Cuba): “Ahora que se cumplen cinco años de su papado, (…) puede decirse que a Su Santidad lo caracterizan la espontaneidad y la intensa proyección hacia los más desposeídos”. ¡Éste es el efecto de Bergoglio Papa sobre los ajenos! Imagínense los propios.
Con un apostolado de tonos franciscanos (de ahí el nombre elegido) el Papa pone el acento en la renovación de la fe mediante la oración y la acción por la justicia, la armonía y la belleza. En su acción pastoral el Santo Padre combina la dignificación de los humildes con la democratización de la organización eclesial y el ecumenismo más amplio posible. Apoyado en este trípode ha puesto en marcha una revolución cultural mundial.
Por su edad y su precaria salud tiene prisa. Está cambiando vertiginosamente la composición del colegio de cardenales, para que el próximo papado mantenga el rumbo. Ha hecho la Curia romana más ágil, transparente y democrática. En el gobierno de la Iglesia el pontífice ha dado el gran paso de la monarquía a la república y acelerado la transición de la Iglesia europea a la universal. Por ello tantas miradas están puestas en el Cardenal ghanés Peter Turkson. Experimentado en el gobierno vaticano, desde hace casi tres años dirige el nuevo Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Integral, una especie de Secretaría de Trabajo y Previsión desde donde coordina a los movimientos populares en todo el mundo y se prepara para asumir la dirección de toda la Iglesia.
“Viejos soñadores y jóvenes profetas son la salvación de nuestra sociedad desarraigada”, dijo Bergoglio el lunes pasado en la reunión preparatoria del Sínodo Mundial de la Juventud que se reunirá en Roma el domingo 25. La sentencia caracteriza todo su pontificado.

La decadencia de un gran imperio acarrea innumerables peligros. Los nostálgicos de la vieja gloria pueden buscar la restauración. Pequeñas y grandes potencias de antaño se arrojan sobre los restos del poderoso caído. Mafias de todo tipo y colusiones empresarias se aprovechan de la falta de gobernanza internacional. Frente al nuevo caos las potencias continentales han adoptado programas de emergencia y liderazgos enérgicos. No obstante, no han podido devolver a las instituciones de gobierno la credibilidad perdida. Por ello es que el mensaje de Francisco tiene tanta resonancia, porque la revolución cultural que él ha iniciado devuelve la confianza en el mundo.

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Eduardo J. Vior