Eduardo J. Vior: Medio Oriente, nueva guerra y Argentina involucrada
Si
el próximo 25 de septiembre los kurdos que habitan el norte de Irak
hacen el referendo convocado por el gobierno regional para separarse de
Bagdad, puede comenzar una nueva guerra internacional. Durante su
reciente visita a Argentina el primer ministro israelí Benjamin
Netanjahu ya proclamó su apoyo a la fractura de Irak, mientras firmaba
acuerdos con Mauricio Macri y su par paraguayo Horacio Cartes que pueden
extender el conflicto al Cono Sur de América.
Desde
que Donald Trump es presidente se ha hecho habitual la bifurcación de
la política exterior norteamericana: mientras que el mandatario cumple
seriamente su promesa de combatir al terrorismo, el “Estado profundo”
(la comunidad de inteligencia y el Pentágono) insiste en recurrir al
terrorismo, al tráfico de armas y de drogas, para desestabilizar
gobiernos y justificar guerras. La historia se está repitiendo en torno
al referendo kurdo.
Ante un grupo de
enviados de la ONU, Estados Unidos y el Reino Unido el presidente
regional kurdo, Masud Barzani, se comprometió este jueves 14 a postergar
eventualmente el referendo independentista, aunque advirtió luego que
el mismo es irrenunciable.La delegación internacional propuso a Barzani
un plan de concesiones mutuas entre Bagdad y Erbil, pero el mandatario
kurdo adujo que primero debía consultar a otros líderes de la región
autónoma.
La Casa Blanca teme que la
separación de Kurdistán provoque una guerra con el gobierno central de
Irak y debilite la lucha contra el Estado Islámico (EI) que todavía
controla algunas zonas en el oeste del país. Agudizando el conflicto, el
mismo día 14 el parlamento central iraquí destituyó al gobernador de la
norteña provincia de Kirkuk impuesto por las milicias kurdas. Kirkuk es
una provincia poblada por árabes y kurdos, rica en petróleo, que, al
ser expulsado el EI, fue tomada por los kurdos. La advertenciadel
parlamento central fue acremente rechazada por el legislativo regional
kurdo.Por su parte, Siria, Turquía e Irán están alarmados por la
eventualidad del referendo kurdo en Irak, porque también tienen minorías
kurdas y temen la fractura de sus territorios.
Desde
hace muchos años la CIA y el Mossad financian y entrenan a los
milicianos del Partido Democrático del Kurdistán en Irak, acaudillado
por la dinastía Barzani, contra los gobiernos de Bagdad. Cuando en 2014
irrumpió el Estado Islámico, capturando extensas regiones del norte y
centro del país, el gobierno de coalición de Haider al Abadi, con el
apoyo conjunto de iraníes y norteamericanos, incorporó a los kurdos para
poder vencer a los terroristas con una base amplia. Ahora, cuando Irak y
Siria, con el apoyo de Irán, Rusia y el libanés Hizbulá, están
alcanzando el triunfo, Benjamin Netanjahu empuja a sus aliados kurdos,
para desatar un gran conflicto internacional que obligue a Estados
Unidos a enfrentar a Irán.
El
anuncio del primer ministro israelí desde Buenos Aires siguió en pocos
días a una conferencia que el Mayor General Yair Golan, ex-subcomandante
del Ejército Israelí, dio en Washington en la que apoyó la
independencia de Kurdistán y dijo que el Partido de los Trabajadores del
Kurdistán (PKK, por su sigla en kurdo), que desde hace treinta años
intenta separarse de Turquía, no es una “organización terrorista”, como
la califica, entre otros, Estados Unidos.
Las
declaraciones del militar tuvieron un gran eco internacional, primero,
porque evidencian que Israel busca una nueva guerra para dividir a sus
vecinos del norte y derrotar a Irán y, segundo, porque hace plausible la
denuncia rusa sobre la colusión entre la CIA, el Mossad y el Estado
Islámico. Según informó el portal Sputnik Internacional, el pasado 7 de
septiembre helicópteros norteamericanos habrían rescatado a una veintena
de jefes del EI de la ciudad oriental de Deirez-Zor, prácticamente
recuperada por el Ejército Árabe Sirio. Si bien el pasado viernes 15 el
mismo portal admitió que podrían haber sido informantes norteamericanos o
yihadistas desertores, el hecho de que la USA F haya hecho la operación
sin consulta con sirios y rusos es, por lo menos, sospechoso.
Los lazos de la inteligencia occidental e israelí con organizaciones salafistas son largamente conocidos. Lo novedoso es que “Bibi” Netanjahu haya lanzado la última operación desde Buenos Aires.
El
primer ministro y su esposa Sara están imputados entres procesos por
corrupción. En uno de ellos están inculpados casi todos sus amigos y
colaboradores. Si la justicia no ha logrado, por el momento, inculpar a
Netanyahu, sí ha demostrado que el primer ministro israelí se rodea de
mafiosos.No obstante, éste es cada vez más popular. Sus electores lo
describen como un tipo peligroso…, pero lo apoyan precisamente por eso.
La mayoría de los israelíes no comparten su afán expansionista, pero se
creen amenazados por los árabes y ven al primer ministro como el único
capaz de protegerlos. “Bibi” se aprovecha de ese temor patológico, para
huir de sus problemas internos y, de paso, hacer negocios.
Precisamente
por sus estrechos lazos personales con la familia Trump (y todavía más
con la del yerno del presidente, Jared Kushner), el jefe de gobierno
israelí sabe que el presidente norteamericano no quiere guerras que
desvíen esfuerzos de la reconstrucción de la economía norteamericana.
Para superar esos reparos y obligar al gobierno norteamericano a
apoyarlo, Netanjahu busca ampliar al máximo el alcance del conflicto
venidero. En su intento encontró en la Casa Rosada un socio igualmente
inescrupuloso, necesitado de apoyo para su política represiva y que ya
se aprovechó de haber desviado la responsabilidad por los atentados de
1992 y 1994 hacia Irán y Hizbulá, para tomar el poder y afirmarse en él.
A Mauricio Macri no le importa si, al revolver el avispero en las
fronteras con Brasil y Paraguay, se despiertan eventuales células
yihadistas dormidas. Al contrario, si Israel logra desatar una guerra en
gran escala en Oriente Medio y Argentina y Paraguay provocan una ola de
atentados en la región, será una bienvenida oportunidad para instaurar
dictaduras y conquistar apoyo norteamericano.
El
afán de poder y las tramas corruptas en las que se imbricó Carlos Menem
llevaron a que entre 1992 y 1994 casi 120 personas perdieran la vida en
los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA. Mauricio Macri tiene
más deseo de poder y es más corrupto que su antecesor. ¿Cuán fuertes son
sus negocios con Netanjahu, como para que esté tan dispuesto meternos
en un conflicto con el que no tenemos nada que ver y que va a tener
consecuencias luctuosas para nuestros pueblos?
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Eduardo J. Vior