Un diálogo face to face
Año 7. Edición número 297. Domingo 26 de Enero de 2014
El principal logro de la Cumbre Ginebra II fue
conseguir que el gobierno sirio y los movimientos opositores aceptaran
compartir, por primera vez, un mismo espacio para negociar.
Después de superar una grave crisis por las agendas de discusión
encontradas que casi la lleva a disolverse antes de comenzar, ayer se
reunieron, por primera vez, los representantes del gobierno sirio y de
la oposición laica en una misma sala, aunque no se sentaron a la misma
mesa. Éste fue el primer gran éxito del mediador de la ONU, Lajdar
Brahimi. El segundo triunfo se lo apuntó el gobierno sirio: por ahora,
no se hablará del desplazamiento del presidente Baschar Al Assad. Las
tratativas en esta primera ronda que durará una semana se concentrarán
en alcanzar el cese del fuego en la ciudad de Homs, en el norte del
país, controlada por las fuerzas gubernamentales, para ayudar a la
población civil e intercambiar prisioneros. Ante la ausencia forzada de
Irán y el boicot de las facciones islamistas, no es muy seguro anticipar
un éxito rotundo para el final de la cumbre. Entre tanto, Israel está
seriamente preocupado por el crecimiento del yihadismo en Siria y está
reconsiderando sus opciones estratégicas.
La conferencia fue convocada por las Naciones Unidas en acuerdo con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad bajo la dirección conjunta de EE.UU. y Rusia, y en ella participan 29 países, así como representantes del gobierno y la Coalición Nacional Siria. Fue organizada como continuación de la primera reunión cumbre realizada en Ginebra en junio de 2012 y tiene como objetivo la formación de un gobierno de transición con representantes de todas las facciones. Sin embargo, el gobierno sirio rechaza esta meta y propone discutir sobre “la lucha contra el terrorismo”. Esta disonancia de agendas casi lleva el jueves al fin del encuentro, pero el viernes el avezado negociador de la ONU (con experiencia en Irak) halló la fórmula mágica que permitió comenzar ayer los trabajos para destrabar un conflicto en el que durante los tres años de guerra civil ya murieron 130.000 personas, un tercio de los 22 millones de habitantes fueron desplazados y la mitad de la población necesita ayuda.
Por otro lado, además de concentrarse en acercar ayuda a la población civil de Homs, en los primeros días Brahimi quiere que se acuerden pequeñas medidas prácticas que generen confianza y sienten las bases para que las partes sigan dialogando.
En comparación con los frontales ataques verbales que se propinaron las delegaciones durante la sesión de apertura en Montreux el miércoles pasado estas tratativas a través del mediador ya son un gigantesco avance, aunque –como dijo un diplomático presente- "está claro que cada día va a haber algún ataque de histeria".
Aunque se vislumbra un hilo de luz que puede resolver algunas cuestiones prácticas, según el ministro de Relaciones Exteriores francés Laurent Fabius, en declaraciones a France 24, “es irreal esperar rápidos avances en las cuestiones políticas de fondo". Por lo pronto, las facciones islamistas enfrentadas han calificado de “traidores” a los opositores asistentes a la reunión. De este modo aumentan enormemente la presión sobre ellos para alcanzar sustanciales concesiones del gobierno sirio.
En la primera jornada los participantes expusieron sus opiniones encontradas. Mientras que el representante oficial, el ministro del Exterior, Walid al-Mouallem, puso el acento en “la lucha contra el terrorismo” y acusó a los gobiernos de Turquía, Qatar y Arabia Saudita –representados en la conferencia– de “tener las manos sucias con sangre del pueblo sirio”, el delegado opositor echó toda la culpa por la guerra al gobierno de Baschar al Assad y reclamó su partida como condición para comenzar a negociar.
Durante la inauguración, el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, resaltó que el objetivo principal de la conferencia para la paz en Siria es el establecimiento de un órgano de transición e insistió en que el terrorismo, aunque es un tema importante, no debe constituir el centro de la discusión. En tanto, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, afirmó en la reunión inaugural que el presidente Bashar Al-Assad no será parte de un gobierno de transición. Añadió que tampoco habrá lugar en ese órgano para los miles de extremistas violentos que diseminan una ideología de odio y que acrecientan el sufrimiento del pueblo sirio.
Por otro lado, el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, a su vez, manifestó en la apertura que el futuro de Siria depende del consenso entre el gobierno de ese país y los grupos de la oposición. Lavrov instó a los asistentes a este encuentro a respetar el principio de soberanía y la voluntad del pueblo sirio.
Los diálogos se están llevando a cabo sin la participación de Irán, cuya invitación fue retirada tras las objeciones de Estados Unidos y la oposición. En un episodio confuso, Ban Ki-moon había anunciado el domingo pasado que había invitado a Irán a participar, porque su gobierno había aceptado la agenda fijada por la Conferencia de Ginebra I. Inmediatamente, le llovieron críticas de la oposición y de EE.UU. y los propios representantes iraníes desmintieron haber aceptado dialogar sobre un gobierno de transición. Entonces, el secretario general de la ONU retiró el convite. Por último, el martes, el gobierno iraní lo acusó de ceder ante la presión estadounidense.
Las negociaciones comenzaron al tiempo que un nuevo informe acusaba al régimen de Assad de crímenes de guerra. Un equipo de tres fiscales internacionales publicó imágenes obtenidas de un desertor sirio que muestran cuerpos demacrados y mutilados, probablemente a causa de torturas. Se dice que el desertor es un fotógrafo militar que entregó miles de fotografías tomadas por él mismo de las víctimas del régimen de Assad. El ex fiscal de crímenes de guerra en Sierra Leona, Desmond de Silva, advirtió que las imágenes prueban asesinatos a escala “industrial”. El jurista afirmó: “Llegamos a la conclusión de que los asesinatos fueron del tipo industrial. Fueron regulares, persistentes y sistemáticos, y han tenido lugar durante años. De tal modo que la evidencia hallada definitivamente respalda cualquier cargo de crimen en leyes internacionales.”.
El estudio fue encargado por el gobierno de Qatar –que aparentemente alberga al desertor- a tres ex fiscales que trabajaron en los procesos por crímenes de guerra en la ex Yugoslavia, en Sierra Leona y en Liberia. Junto con peritos fotógrafos, certificaron la autenticidad de las pruebas y elaboraron un dictamen que autorizaría el inicio de un proceso por crímenes de guerra contra el presidente al Assad y otros miembros del gobierno sirio. Los observadores consideran que no fue casual que el gobierno qatarí, que apoya al Frente Islámico, haya dado a publicidad este informe pocos días antes de la conferencia que quiere hacer fracasar, pero las pruebas son contundentes y deberán ser consideradas en el futuro.
Mientras tanto, fuentes de la inteligencia israelí declararon a la agencia ABC News que están “seriamente preocupados” por el vertiginoso aumento en el número de combatientes ligados a Al Qaeda en Siria. “Al principio de la guerra –declararon–, eran solamente dos mil. Ahora ya son 30 mil.” Si bien el régimen de Al Assad siempre ha sido enemigo de Israel, que desde 1973 ocupa las alturas del Golán, y un acercamiento a él es impensable, el aumento de la amenaza islamista está induciendo a las autoridades israelíes a reconsiderar sus opciones estratégicas en la región.
El único logro de esta cumbre es, hasta ahora, tener a las partes dialogando, que es algo que ni siquiera se daba por seguro hace sólo unos días. Después del decepcionante comienzo las potencias auspiciantes se han vuelto modestas y sólo aspiran a obtener pequeñas treguas locales que permitan intercambiar prisioneros y atender a heridos. Ya es bastante.
La conferencia fue convocada por las Naciones Unidas en acuerdo con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad bajo la dirección conjunta de EE.UU. y Rusia, y en ella participan 29 países, así como representantes del gobierno y la Coalición Nacional Siria. Fue organizada como continuación de la primera reunión cumbre realizada en Ginebra en junio de 2012 y tiene como objetivo la formación de un gobierno de transición con representantes de todas las facciones. Sin embargo, el gobierno sirio rechaza esta meta y propone discutir sobre “la lucha contra el terrorismo”. Esta disonancia de agendas casi lleva el jueves al fin del encuentro, pero el viernes el avezado negociador de la ONU (con experiencia en Irak) halló la fórmula mágica que permitió comenzar ayer los trabajos para destrabar un conflicto en el que durante los tres años de guerra civil ya murieron 130.000 personas, un tercio de los 22 millones de habitantes fueron desplazados y la mitad de la población necesita ayuda.
Por otro lado, además de concentrarse en acercar ayuda a la población civil de Homs, en los primeros días Brahimi quiere que se acuerden pequeñas medidas prácticas que generen confianza y sienten las bases para que las partes sigan dialogando.
En comparación con los frontales ataques verbales que se propinaron las delegaciones durante la sesión de apertura en Montreux el miércoles pasado estas tratativas a través del mediador ya son un gigantesco avance, aunque –como dijo un diplomático presente- "está claro que cada día va a haber algún ataque de histeria".
Aunque se vislumbra un hilo de luz que puede resolver algunas cuestiones prácticas, según el ministro de Relaciones Exteriores francés Laurent Fabius, en declaraciones a France 24, “es irreal esperar rápidos avances en las cuestiones políticas de fondo". Por lo pronto, las facciones islamistas enfrentadas han calificado de “traidores” a los opositores asistentes a la reunión. De este modo aumentan enormemente la presión sobre ellos para alcanzar sustanciales concesiones del gobierno sirio.
En la primera jornada los participantes expusieron sus opiniones encontradas. Mientras que el representante oficial, el ministro del Exterior, Walid al-Mouallem, puso el acento en “la lucha contra el terrorismo” y acusó a los gobiernos de Turquía, Qatar y Arabia Saudita –representados en la conferencia– de “tener las manos sucias con sangre del pueblo sirio”, el delegado opositor echó toda la culpa por la guerra al gobierno de Baschar al Assad y reclamó su partida como condición para comenzar a negociar.
Durante la inauguración, el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, resaltó que el objetivo principal de la conferencia para la paz en Siria es el establecimiento de un órgano de transición e insistió en que el terrorismo, aunque es un tema importante, no debe constituir el centro de la discusión. En tanto, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, afirmó en la reunión inaugural que el presidente Bashar Al-Assad no será parte de un gobierno de transición. Añadió que tampoco habrá lugar en ese órgano para los miles de extremistas violentos que diseminan una ideología de odio y que acrecientan el sufrimiento del pueblo sirio.
Por otro lado, el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, a su vez, manifestó en la apertura que el futuro de Siria depende del consenso entre el gobierno de ese país y los grupos de la oposición. Lavrov instó a los asistentes a este encuentro a respetar el principio de soberanía y la voluntad del pueblo sirio.
Los diálogos se están llevando a cabo sin la participación de Irán, cuya invitación fue retirada tras las objeciones de Estados Unidos y la oposición. En un episodio confuso, Ban Ki-moon había anunciado el domingo pasado que había invitado a Irán a participar, porque su gobierno había aceptado la agenda fijada por la Conferencia de Ginebra I. Inmediatamente, le llovieron críticas de la oposición y de EE.UU. y los propios representantes iraníes desmintieron haber aceptado dialogar sobre un gobierno de transición. Entonces, el secretario general de la ONU retiró el convite. Por último, el martes, el gobierno iraní lo acusó de ceder ante la presión estadounidense.
Las negociaciones comenzaron al tiempo que un nuevo informe acusaba al régimen de Assad de crímenes de guerra. Un equipo de tres fiscales internacionales publicó imágenes obtenidas de un desertor sirio que muestran cuerpos demacrados y mutilados, probablemente a causa de torturas. Se dice que el desertor es un fotógrafo militar que entregó miles de fotografías tomadas por él mismo de las víctimas del régimen de Assad. El ex fiscal de crímenes de guerra en Sierra Leona, Desmond de Silva, advirtió que las imágenes prueban asesinatos a escala “industrial”. El jurista afirmó: “Llegamos a la conclusión de que los asesinatos fueron del tipo industrial. Fueron regulares, persistentes y sistemáticos, y han tenido lugar durante años. De tal modo que la evidencia hallada definitivamente respalda cualquier cargo de crimen en leyes internacionales.”.
El estudio fue encargado por el gobierno de Qatar –que aparentemente alberga al desertor- a tres ex fiscales que trabajaron en los procesos por crímenes de guerra en la ex Yugoslavia, en Sierra Leona y en Liberia. Junto con peritos fotógrafos, certificaron la autenticidad de las pruebas y elaboraron un dictamen que autorizaría el inicio de un proceso por crímenes de guerra contra el presidente al Assad y otros miembros del gobierno sirio. Los observadores consideran que no fue casual que el gobierno qatarí, que apoya al Frente Islámico, haya dado a publicidad este informe pocos días antes de la conferencia que quiere hacer fracasar, pero las pruebas son contundentes y deberán ser consideradas en el futuro.
Mientras tanto, fuentes de la inteligencia israelí declararon a la agencia ABC News que están “seriamente preocupados” por el vertiginoso aumento en el número de combatientes ligados a Al Qaeda en Siria. “Al principio de la guerra –declararon–, eran solamente dos mil. Ahora ya son 30 mil.” Si bien el régimen de Al Assad siempre ha sido enemigo de Israel, que desde 1973 ocupa las alturas del Golán, y un acercamiento a él es impensable, el aumento de la amenaza islamista está induciendo a las autoridades israelíes a reconsiderar sus opciones estratégicas en la región.
El único logro de esta cumbre es, hasta ahora, tener a las partes dialogando, que es algo que ni siquiera se daba por seguro hace sólo unos días. Después del decepcionante comienzo las potencias auspiciantes se han vuelto modestas y sólo aspiran a obtener pequeñas treguas locales que permitan intercambiar prisioneros y atender a heridos. Ya es bastante.
Política nuclear
Preacuerdo histórico entre Occidente e Irán
El pasado lunes Yukiya Amano, director general de la Agencia
Internacional de la Energía Atómica (AIEA), anunció la puesta en marcha
del acuerdo del pasado 24 de noviembre entre Irán y el llamado “Grupo
E3/UE+3” (las tres potencias rectoras de la Unión Europea –Alemania,
Gran Bretaña y Francia– más EE.UU., Rusia y China). El pacto prevé que,
en una primera etapa, Irán desmonte sus instalaciones de enriquecimiento
de uranio, a cambio de que se relajen las sanciones comerciales y
financieras por siete mil millones de dólares, se le reparen los daños
provocados por aquéllas y se lo autorice a vender petróleo a seis países
previamente acordados.
Las seis potencias cofirmantes se habían propuesto obtener suficientes concesiones como para después de seis meses poder negociar confiadamente un contrato amplio sobre el programa nuclear iraní. No obstante, Teherán obtuvo la autorización para seguir enriqueciendo uranio para uso pacífico al 5% y Mohammad Javad Zarif, ministro de Relaciones Exteriores de irán, declaró el mismo 24 de noviembre que tal programa se mantendrá y será parte de cualquier arreglo futuro. Por el contrario, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, postergó por seis meses toda decisión al respecto.
En cumplimiento del acuerdo, Irán ya detuvo el desarrollo de sus plantas de enriquecimiento, desmontó la mitad de las centrifugadoras instaladas en Natanz y tres cuartos de las que funcionaban en Fordow. También paró la construcción de una fábrica de agua pesada en Arak. La República Islámica aceptó asimismo someterse a “una supervisión intrusiva” de sus instalaciones, permitiendo el acceso sin preaviso a las mismas de los inspectores de la AIEA, lo que ya está sucediendo semanalmente. Significativamente, también autorizó a la Agencia a inspeccionar las centrifugadoras y las minas de uranio.
Para que las partes puedan sumar más coincidencias todavía deben convenir la duración de las limitaciones al enriquecimiento de uranio que otros países firmantes del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP) no sufren. El texto prevé que los signatarios “se pondrán de acuerdo” sobre este plazo, pero también establece que, si Irán “está a la altura” de esos futuros consensos, será tratado igual que los demás signatarios del TNP.
Tras el anuncio oficial sobre la aplicación de los primeros acuerdos, el 1° de febrero Teherán recibirá una primera cuota de las reparaciones por las sanciones que sufrió por un valor de 550 millones de dólares. Otros cinco pagos por el mismo monto y 900 millones más para dos instalaciones para diluir su uranio enriquecido se transferirán hasta fines de julio. Entre tanto ya se autoriza a empresas europeas de navegación y de seguros a transportar y asegurar los envíos de petróleo iraní a seis países determinados previamente. A cambio de desmantelar su programa de enriquecimiento de uranio, Irán reingresa así al mercado petrolero, para beneplácito propio y de sus clientes europeos.
Las seis potencias cofirmantes se habían propuesto obtener suficientes concesiones como para después de seis meses poder negociar confiadamente un contrato amplio sobre el programa nuclear iraní. No obstante, Teherán obtuvo la autorización para seguir enriqueciendo uranio para uso pacífico al 5% y Mohammad Javad Zarif, ministro de Relaciones Exteriores de irán, declaró el mismo 24 de noviembre que tal programa se mantendrá y será parte de cualquier arreglo futuro. Por el contrario, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, postergó por seis meses toda decisión al respecto.
En cumplimiento del acuerdo, Irán ya detuvo el desarrollo de sus plantas de enriquecimiento, desmontó la mitad de las centrifugadoras instaladas en Natanz y tres cuartos de las que funcionaban en Fordow. También paró la construcción de una fábrica de agua pesada en Arak. La República Islámica aceptó asimismo someterse a “una supervisión intrusiva” de sus instalaciones, permitiendo el acceso sin preaviso a las mismas de los inspectores de la AIEA, lo que ya está sucediendo semanalmente. Significativamente, también autorizó a la Agencia a inspeccionar las centrifugadoras y las minas de uranio.
Para que las partes puedan sumar más coincidencias todavía deben convenir la duración de las limitaciones al enriquecimiento de uranio que otros países firmantes del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP) no sufren. El texto prevé que los signatarios “se pondrán de acuerdo” sobre este plazo, pero también establece que, si Irán “está a la altura” de esos futuros consensos, será tratado igual que los demás signatarios del TNP.
Tras el anuncio oficial sobre la aplicación de los primeros acuerdos, el 1° de febrero Teherán recibirá una primera cuota de las reparaciones por las sanciones que sufrió por un valor de 550 millones de dólares. Otros cinco pagos por el mismo monto y 900 millones más para dos instalaciones para diluir su uranio enriquecido se transferirán hasta fines de julio. Entre tanto ya se autoriza a empresas europeas de navegación y de seguros a transportar y asegurar los envíos de petróleo iraní a seis países determinados previamente. A cambio de desmantelar su programa de enriquecimiento de uranio, Irán reingresa así al mercado petrolero, para beneplácito propio y de sus clientes europeos.