China: los trabajadores pierden la paciencia oriental
Año 7. Edición número 304. Domingo 16 de Marzo de 2014
Mientras que la baja oferta de mano
de obra aumenta el poder de presión
de los asalariados, la desregulación
de la economía despierta reacciones sindicales todavía no organizadas.
La reciente huelga de los trabajadores de una planta de IBM cerca de
Hong Kong ilustra en qué medida los trabajadores chinos han comenzado a
participar en las empresas y la preocupación de las multinacionales,
porque en un panorama de alta conflictividad social el Estado y el
Partido Comunista aún no saben encauzar la ola de protestas sindicales
que se extiende por el país.
Más de mil empleados y obreros de la fábrica de IBM en Shenzen, en el límite con Hong Kong, sostuvieron por diez días hasta el pasado miércoles 12 una huelga, después de que los ejecutivos de la empresa informaron los términos del traspaso de propiedad de la empresa al gigante Lenovo. La huelga terminó con un arreglo por el cual se pagó a los trabajadores una compensación de 30.000 yuan (4.889 dólares) por el traspaso de la empresa. Sin embargo, veinte delegados fueron despedidos y la Sección Municipal local de la Federación de Sindicatos Chinos (la central oficial controlada por el Partido Comunista) demandó legalmente a IBM para que los reincorpore.
El acontecimiento es sintomático de las nuevas luchas sindicales en China. La reducción de la oferta de mano de obra por el menor crecimiento demográfico ha aumentado el poder de presión de los trabajadores, mientras que el uso extendido de los celulares inteligentes y de las redes sociales les están permitiendo formas inéditas de organización sindical, informan los expertos del China Labour Bulletin, publicación del centro homónimo de estudio y defensa sindical con sede en Hong Kong.
“Después de haber sido largamente explotados, los trabajadores chinos están cada vez más conscientes de sus derechos y unidos. Ahora tienen noción de lo que es la acción colectiva”, dice el abogado laboralista Duan Yi, del mismo centro. Según un informe que el centro publicó el mes pasado, entre junio de 2011 y diciembre de 2013 hubo en China 1.171 huelgas y protestas laborales. Por ejemplo en la provincia de Guangdong, donde está la planta de IBM, muchas protestas se produjeron por cierres de empresas, fusiones o relocalización de plantas.
En noviembre pasado cientos de empleados hicieron huelga en una planta de Nokia en Dongguan, cerca de Shenzen, después de que la empresa finlandesa vendiera la planta a Microsoft. En agosto pasado, 5.000 trabajadores fueron a la huelga en la provincia de Shandong, en la costa Este, para protestar contra el traspaso de la fábrica de neumáticos de la empresa Cooper, de Ohio, a la india Apollo por 2.500 millones de dólares. Como la huelga hizo fracasar la venta, Cooper perdió allí 29 millones de dólares en el último cuatrimestre de 2013.
La escasez de mano de obra hizo subir los salarios, obligó a los empleadores a buscar empleados por todo el país y mejoró los beneficios que las empresas otorgan a sus personales. Sin embargo, en un país tan inmenso hay muchas desigualdades y los trabajadores menos calificados son los que más sufren.
Seis años después de la sanción de la Ley de Contratos de Trabajo, todavía la gran mayoría de los 40 millones de obreros de la construcción carece de contrato de trabajo escrito. Una investigación conducida por la conocida socióloga laboral Pun Ngai desde la Universidad de la Ciencia y la Tecnología de Hong Kong, entre 1.445 trabajadores de la construcción en cinco ciudades de distintas regiones, halló que sólo el 17,4% tiene un contrato de trabajo escrito y de éstos últimos pocos conservan una copia. En todos los casos siempre divergen la letra del contrato y las condiciones y remuneraciones reales de los trabajadores.
La falta de contrato escrito es la causa principal de los mayores problemas de los obreros de la construcción: el pago de los salarios adeudados y la indemnización por accidentes de trabajo. Para el 60% de los entrevistados, su incapacidad para demostrar el vínculo laboral fue el mayor obstáculo para recibir una indemnización por accidentes de trabajo. Un poco menos del 50% de los entrevistados carece de todo tipo de seguro social y solo el 7% tiene seguros contra accidentes de trabajo.
El estudio descubrió también que el salario realmente percibido por los obreros de la construcción es mucho más bajo de lo que difunden los medios chinos. Los trabajadores reciben en promedio unos 4.800 yuan mensuales (782 dólares) por semanas de siete días y doce horas diarias. También las diferencias regionales son enormes. Los salarios de la construcción se retrasaron asimismo respecto de los alquileres y la mayoría de las familias en el sector tiene dificultades para llegar a fin de mes.
Por otra parte, la pesquisa mostró que solo el 20% de los trabajadores de la construcción cobra regularmente sus salarios mensuales. Los trabajadores habitualmente reciben dinero para cubrir sus gastos diarios y el resto del salario, al terminar la obra.
Más de mil empleados y obreros de la fábrica de IBM en Shenzen, en el límite con Hong Kong, sostuvieron por diez días hasta el pasado miércoles 12 una huelga, después de que los ejecutivos de la empresa informaron los términos del traspaso de propiedad de la empresa al gigante Lenovo. La huelga terminó con un arreglo por el cual se pagó a los trabajadores una compensación de 30.000 yuan (4.889 dólares) por el traspaso de la empresa. Sin embargo, veinte delegados fueron despedidos y la Sección Municipal local de la Federación de Sindicatos Chinos (la central oficial controlada por el Partido Comunista) demandó legalmente a IBM para que los reincorpore.
El acontecimiento es sintomático de las nuevas luchas sindicales en China. La reducción de la oferta de mano de obra por el menor crecimiento demográfico ha aumentado el poder de presión de los trabajadores, mientras que el uso extendido de los celulares inteligentes y de las redes sociales les están permitiendo formas inéditas de organización sindical, informan los expertos del China Labour Bulletin, publicación del centro homónimo de estudio y defensa sindical con sede en Hong Kong.
“Después de haber sido largamente explotados, los trabajadores chinos están cada vez más conscientes de sus derechos y unidos. Ahora tienen noción de lo que es la acción colectiva”, dice el abogado laboralista Duan Yi, del mismo centro. Según un informe que el centro publicó el mes pasado, entre junio de 2011 y diciembre de 2013 hubo en China 1.171 huelgas y protestas laborales. Por ejemplo en la provincia de Guangdong, donde está la planta de IBM, muchas protestas se produjeron por cierres de empresas, fusiones o relocalización de plantas.
En noviembre pasado cientos de empleados hicieron huelga en una planta de Nokia en Dongguan, cerca de Shenzen, después de que la empresa finlandesa vendiera la planta a Microsoft. En agosto pasado, 5.000 trabajadores fueron a la huelga en la provincia de Shandong, en la costa Este, para protestar contra el traspaso de la fábrica de neumáticos de la empresa Cooper, de Ohio, a la india Apollo por 2.500 millones de dólares. Como la huelga hizo fracasar la venta, Cooper perdió allí 29 millones de dólares en el último cuatrimestre de 2013.
La escasez de mano de obra hizo subir los salarios, obligó a los empleadores a buscar empleados por todo el país y mejoró los beneficios que las empresas otorgan a sus personales. Sin embargo, en un país tan inmenso hay muchas desigualdades y los trabajadores menos calificados son los que más sufren.
Seis años después de la sanción de la Ley de Contratos de Trabajo, todavía la gran mayoría de los 40 millones de obreros de la construcción carece de contrato de trabajo escrito. Una investigación conducida por la conocida socióloga laboral Pun Ngai desde la Universidad de la Ciencia y la Tecnología de Hong Kong, entre 1.445 trabajadores de la construcción en cinco ciudades de distintas regiones, halló que sólo el 17,4% tiene un contrato de trabajo escrito y de éstos últimos pocos conservan una copia. En todos los casos siempre divergen la letra del contrato y las condiciones y remuneraciones reales de los trabajadores.
La falta de contrato escrito es la causa principal de los mayores problemas de los obreros de la construcción: el pago de los salarios adeudados y la indemnización por accidentes de trabajo. Para el 60% de los entrevistados, su incapacidad para demostrar el vínculo laboral fue el mayor obstáculo para recibir una indemnización por accidentes de trabajo. Un poco menos del 50% de los entrevistados carece de todo tipo de seguro social y solo el 7% tiene seguros contra accidentes de trabajo.
El estudio descubrió también que el salario realmente percibido por los obreros de la construcción es mucho más bajo de lo que difunden los medios chinos. Los trabajadores reciben en promedio unos 4.800 yuan mensuales (782 dólares) por semanas de siete días y doce horas diarias. También las diferencias regionales son enormes. Los salarios de la construcción se retrasaron asimismo respecto de los alquileres y la mayoría de las familias en el sector tiene dificultades para llegar a fin de mes.
Por otra parte, la pesquisa mostró que solo el 20% de los trabajadores de la construcción cobra regularmente sus salarios mensuales. Los trabajadores habitualmente reciben dinero para cubrir sus gastos diarios y el resto del salario, al terminar la obra.
La organización autónoma cunde. Al comenzar la huelga en IBM,
contó un ex trabajador de la empresa, los empleados de la misma leyeron
todo lo que hallaron sobre experiencias similares. “Estábamos preparados
para que no hubiera negociación”, relató por teléfono al China Labour Bulletin. En ambos casos el conflicto se agudizó, porque la delegación del sindicato oficial en la empresa es inoperante.
Los sindicatos independientes están prohibidos en China y el Estado sostiene la Federación de Sindicatos de Toda China, cuyos miembros tienen fama de burócratas. Según especialistas, las huelgas estallan tan fácilmente porque no hay comunicación en las empresas.
Los trabajadores chinos se han convertido en los últimos años en una fuerza colectiva unificada y fuerte. Repetidamente han demostrado su voluntad y capacidad para responder a prácticas gerenciales abusivas y arrogantes, así como para reclamar mejores salarios y condiciones de trabajo adecuadas. Sin embargo, todavía carecen de una organización sindical efectiva que pueda articular la solidaridad, negociar con las patronales y proteger a los delegados ante represalias empresarias. Para suplir esta falta, los trabajadores están recurriendo a grupos de derechos laborales que los asesoran y apoyan, al mismo tiempo que presionan al sindicato oficial para que cambie.
También en otras ramas cunde la protesta: los transportistas han hecho huelgas por la suba de los costos, reglamentaciones engorrosas y competencias desleales. Los docentes, en tanto, han protestado por el atraso y bajo nivel de sus salarios y contra el intento del gobierno de introducir en las escuelas un sistema de remuneración por rendimiento. A su vez, los trabajadores de la sanidad, entre los peor pagados de China, han hecho numerosas huelgas y protestas y en Cantón han obtenido incluso el pago de un aumento largamente postergado.
Muchas veces los gobiernos regionales quedan involucrados involuntariamente en esos conflictos y reaccionan con una mezcla de coerción y conciliación presionando a ambas partes para que alcancen un acuerdo. De acuerdo al China Labour Bulletin, la policía solo intervino en el 20% de los conflictos relevados. Hubo enfrentamientos y detenciones, pero no son la regla.
Algunas secciones locales del sindicato oficial respondieron positivamente a las demandas de apoyo de los trabajadores, pero, a pesar de los intentos de la conducción del Partido Comunista para reactivar la Federación de Sindicatos, ésta sigue inmóvil. Previsiblemente, el movimiento sindical de base va a continuar reclamando participación dentro de las empresas y una efectiva representación sindical en el país, pero aún faltan respuestas claras del Partido Comunista. Mucho más tiempo no va a poder seguir con esa inercia.
Los sindicatos independientes están prohibidos en China y el Estado sostiene la Federación de Sindicatos de Toda China, cuyos miembros tienen fama de burócratas. Según especialistas, las huelgas estallan tan fácilmente porque no hay comunicación en las empresas.
Los trabajadores chinos se han convertido en los últimos años en una fuerza colectiva unificada y fuerte. Repetidamente han demostrado su voluntad y capacidad para responder a prácticas gerenciales abusivas y arrogantes, así como para reclamar mejores salarios y condiciones de trabajo adecuadas. Sin embargo, todavía carecen de una organización sindical efectiva que pueda articular la solidaridad, negociar con las patronales y proteger a los delegados ante represalias empresarias. Para suplir esta falta, los trabajadores están recurriendo a grupos de derechos laborales que los asesoran y apoyan, al mismo tiempo que presionan al sindicato oficial para que cambie.
También en otras ramas cunde la protesta: los transportistas han hecho huelgas por la suba de los costos, reglamentaciones engorrosas y competencias desleales. Los docentes, en tanto, han protestado por el atraso y bajo nivel de sus salarios y contra el intento del gobierno de introducir en las escuelas un sistema de remuneración por rendimiento. A su vez, los trabajadores de la sanidad, entre los peor pagados de China, han hecho numerosas huelgas y protestas y en Cantón han obtenido incluso el pago de un aumento largamente postergado.
Muchas veces los gobiernos regionales quedan involucrados involuntariamente en esos conflictos y reaccionan con una mezcla de coerción y conciliación presionando a ambas partes para que alcancen un acuerdo. De acuerdo al China Labour Bulletin, la policía solo intervino en el 20% de los conflictos relevados. Hubo enfrentamientos y detenciones, pero no son la regla.
Algunas secciones locales del sindicato oficial respondieron positivamente a las demandas de apoyo de los trabajadores, pero, a pesar de los intentos de la conducción del Partido Comunista para reactivar la Federación de Sindicatos, ésta sigue inmóvil. Previsiblemente, el movimiento sindical de base va a continuar reclamando participación dentro de las empresas y una efectiva representación sindical en el país, pero aún faltan respuestas claras del Partido Comunista. Mucho más tiempo no va a poder seguir con esa inercia.
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Eduardo J. Vior