El camino a Damasco
Año 7. Edición número 305. Domingo 23 de Marzo de 2014
Mientras Washington se apresta de nuevo a intervenir
masivamente en Siria usando a la ONU, las victorias de Assad y sus
aliados extienden
la guerra al Líbano.
En tanto el ejército sirio y las milicias aliadas avanzan raudamente
para liberar el camino que une Damasco con el Mediterráneo, en una
fáctica declaración de guerra el secretario de Estado John Kerry ordenó
el miércoles el cierre de la embajada siria en Washington y la expulsión
de su personal. Coincidentemente, conocidos funcionarios
internacionales de los derechos humanos reclamaron en Ginebra procesos
contra miembros del gobierno y milicias sirias. Mientras el
enfrentamiento sectario se extiende a Líbano, se conoce un pacto de no
agresión entre Israel y Hezbolá. En su cuarto año, la guerra civil siria
se internacionaliza.
Al reconquistar la ciudad de Yabrud en la frontera con Líbano el pasado domingo, el gobierno sirio y sus aliados de la milicia chiíta libanesa Hezbolá cortaron las rutas de abastecimiento transfronterizo de los islamistas y se aprestan a recuperar toda la provincia de Damasco. Las fuerzas oficialistas procuran ahora restablecer la conexión de la capital con el norte y la costa mediterránea. En su avance, el jueves mataron a once rebeldes del Frente Al Nusra en el extremo norte de la frontera con Líbano. Desde noviembre pasado el ejército sirio y Hezbolá llevan una ofensiva conjunta en las montañas fronterizas en el norte de la provincia de Damasco, para cortar los suministros de los islamistas. Particularmente Hezbolá está obteniendo grandes triunfos, pero los mismos activan las reacciones sunitas en Líbano donde ya existen redes de Al Qaida. También el Frente Al Nusra de Líbano y las Brigadas Abdullah Azzam han cometido atentados suicidas con bombas dentro del país y han disparado cohetes contra áreas asociadas con Hezbolá. Según Imad Salamey, profesor de Ciencia Política en la Universidad Americana de Beirut, la victoria de Assad y Hezbolá en Yabrud va a “desesperar” a los sunitas libaneses y a hacerlos más proclives a la violencia sectaria. Por su parte, en medio de complejas negociaciones para las elecciones presidenciales del próximo mes el ejército libanés intenta mantener el equilibrio interconfesional.
Entre tanto, sin ruptura de relaciones diplomáticas ni resolución de la ONU, el gobierno de Obama cerró el martes 18 unilateralmente la embajada siria en Washington y ordenó la expulsión de sus diplomáticos y personal. El secretario de Estado, John Kerry, justificó la medida diciendo que el régimen de Bashar al-Assad había perdido el derecho a reclamar la legitimidad diplomática.
Por su parte, el ministro de Defensa israelí, Moshe Yaalon, amenazó el miércoles a Siria con represalias si se repiten ataques en las alturas del Golán, como la bomba que el día anterior estalló a la vera de un camino cerca de la línea de tregua e hirió a cuatro soldados israelíes. Doce horas más tarde la fuerza aérea israelí bombardeó blancos sirios en la zona. No obstante las protestas sirias, en el Ministerio de Defensa israelí no creen que recrudezca la violencia en el Golán, porque “ninguna parte está interesada”.
A la vez, el mismo día el periódico londinense Asharq al-Awsat informó que el líder de Hezbolá, Hassan Nasralá, envió el año pasado “un mensaje indirecto” a Israel trasmitiéndole que “la frontera sur de Líbano es el lugar más tranquilo del mundo”. El periódico cita una reunión entre el viceministro de Relaciones Exteriores de Siria, Faisal Mokdad, y su homólogo ruso, Mijail Bogdanov, el 23 de mayo de 2013, en la que el segundo informó a su interlocutor sobre una reunión que acababa de tener con Nasralá en Beirut. No se sabe quién filtró la comunicación, pero la versión explica la ausencia de choques en la frontera israelo-libanesa.
En sintomática coincidencia con las victorias de Assad y sus aliados y la expulsión de los diplomáticos sirios de EE.UU., también el miércoles la fiscal suiza Carla Del Ponte y el diplomático brasileño al servicio de la ONU Paulo Sergio Pinheiro presentaron ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra un informe sobre los derechos humanos en Siria que aporta las pruebas necesarias para sumariar a altos funcionarios y oficiales gubernamentales, así como a comandantes milicianos no mencionados.
Tal como comenta Jeffrey White en una publicación del Council for Foreign Relations (CFR) del pasado jueves 20. “Si el gobierno sirio logra afirmarse, la correlación de fuerzas y las percepciones de los actores intervinientes girarán en 180 grados. Bashar al-Assad y sus aliados pueden tentarse a apurar la solución militar y abandonar las negociaciones,” escribe. Por su parte, el ex embajador norteamericano Frederic C. Hof pone en la misma publicación que “lo mejor que puede pasar en Siria es que el presidente de los Estados Unidos pida nuevamente al sistema nacional de seguridad opciones de intervención sobre las que decidir.”
La coincidencia temporal de la medida ilegal de Washington con la presentación del informe sobre los crímenes de lesa humanidad, las victorias del gobierno sirio y Hezbolá, y la difusión del pacto de no agresión de ésta con Israel indican que la guerra civil siria se internacionaliza. Obama se apresta a intervenir en la guerra, para forzar a Assad a retirarse, pero sabe que Vladimir Putin le ha puesto límites y que una intervención directa puede acarrear una confrontación con Rusia. Por eso es probable que quiera bombardear Siria en nombre de los derechos humanos, para obligarla a negociar. Quizá la capacidad preventiva de las diplomacias rusa y china pueda frenar la escalada belicista, pero después de esta semana ya nadie puede evitar la internacionalización de la guerra civil siria.
Al reconquistar la ciudad de Yabrud en la frontera con Líbano el pasado domingo, el gobierno sirio y sus aliados de la milicia chiíta libanesa Hezbolá cortaron las rutas de abastecimiento transfronterizo de los islamistas y se aprestan a recuperar toda la provincia de Damasco. Las fuerzas oficialistas procuran ahora restablecer la conexión de la capital con el norte y la costa mediterránea. En su avance, el jueves mataron a once rebeldes del Frente Al Nusra en el extremo norte de la frontera con Líbano. Desde noviembre pasado el ejército sirio y Hezbolá llevan una ofensiva conjunta en las montañas fronterizas en el norte de la provincia de Damasco, para cortar los suministros de los islamistas. Particularmente Hezbolá está obteniendo grandes triunfos, pero los mismos activan las reacciones sunitas en Líbano donde ya existen redes de Al Qaida. También el Frente Al Nusra de Líbano y las Brigadas Abdullah Azzam han cometido atentados suicidas con bombas dentro del país y han disparado cohetes contra áreas asociadas con Hezbolá. Según Imad Salamey, profesor de Ciencia Política en la Universidad Americana de Beirut, la victoria de Assad y Hezbolá en Yabrud va a “desesperar” a los sunitas libaneses y a hacerlos más proclives a la violencia sectaria. Por su parte, en medio de complejas negociaciones para las elecciones presidenciales del próximo mes el ejército libanés intenta mantener el equilibrio interconfesional.
Entre tanto, sin ruptura de relaciones diplomáticas ni resolución de la ONU, el gobierno de Obama cerró el martes 18 unilateralmente la embajada siria en Washington y ordenó la expulsión de sus diplomáticos y personal. El secretario de Estado, John Kerry, justificó la medida diciendo que el régimen de Bashar al-Assad había perdido el derecho a reclamar la legitimidad diplomática.
Por su parte, el ministro de Defensa israelí, Moshe Yaalon, amenazó el miércoles a Siria con represalias si se repiten ataques en las alturas del Golán, como la bomba que el día anterior estalló a la vera de un camino cerca de la línea de tregua e hirió a cuatro soldados israelíes. Doce horas más tarde la fuerza aérea israelí bombardeó blancos sirios en la zona. No obstante las protestas sirias, en el Ministerio de Defensa israelí no creen que recrudezca la violencia en el Golán, porque “ninguna parte está interesada”.
A la vez, el mismo día el periódico londinense Asharq al-Awsat informó que el líder de Hezbolá, Hassan Nasralá, envió el año pasado “un mensaje indirecto” a Israel trasmitiéndole que “la frontera sur de Líbano es el lugar más tranquilo del mundo”. El periódico cita una reunión entre el viceministro de Relaciones Exteriores de Siria, Faisal Mokdad, y su homólogo ruso, Mijail Bogdanov, el 23 de mayo de 2013, en la que el segundo informó a su interlocutor sobre una reunión que acababa de tener con Nasralá en Beirut. No se sabe quién filtró la comunicación, pero la versión explica la ausencia de choques en la frontera israelo-libanesa.
En sintomática coincidencia con las victorias de Assad y sus aliados y la expulsión de los diplomáticos sirios de EE.UU., también el miércoles la fiscal suiza Carla Del Ponte y el diplomático brasileño al servicio de la ONU Paulo Sergio Pinheiro presentaron ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra un informe sobre los derechos humanos en Siria que aporta las pruebas necesarias para sumariar a altos funcionarios y oficiales gubernamentales, así como a comandantes milicianos no mencionados.
Tal como comenta Jeffrey White en una publicación del Council for Foreign Relations (CFR) del pasado jueves 20. “Si el gobierno sirio logra afirmarse, la correlación de fuerzas y las percepciones de los actores intervinientes girarán en 180 grados. Bashar al-Assad y sus aliados pueden tentarse a apurar la solución militar y abandonar las negociaciones,” escribe. Por su parte, el ex embajador norteamericano Frederic C. Hof pone en la misma publicación que “lo mejor que puede pasar en Siria es que el presidente de los Estados Unidos pida nuevamente al sistema nacional de seguridad opciones de intervención sobre las que decidir.”
La coincidencia temporal de la medida ilegal de Washington con la presentación del informe sobre los crímenes de lesa humanidad, las victorias del gobierno sirio y Hezbolá, y la difusión del pacto de no agresión de ésta con Israel indican que la guerra civil siria se internacionaliza. Obama se apresta a intervenir en la guerra, para forzar a Assad a retirarse, pero sabe que Vladimir Putin le ha puesto límites y que una intervención directa puede acarrear una confrontación con Rusia. Por eso es probable que quiera bombardear Siria en nombre de los derechos humanos, para obligarla a negociar. Quizá la capacidad preventiva de las diplomacias rusa y china pueda frenar la escalada belicista, pero después de esta semana ya nadie puede evitar la internacionalización de la guerra civil siria.
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Eduardo J. Vior