Publicado 29 diciembre 2014 (Hace 6 horas 42 minutos)
La
capital china será sede del encuentro entre mandatarios del organismo
latino-caribeño y funcionarios del Gobierno asiático, que tiene como
objeto evaluar nuevos sectores de cooperación económica.
El Gobierno de la República Popular China anunció
que albergará los próximos 8 y 9 de enero el primer encuentro
ministerial con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(CELAC), un foro en el que la nación asiática espera abrir nuevos
sectores de cooperación para fortalecer la economía de la región.
"En la reunión China y los miembros de la CELAC
analizarán las áreas prioritarias de cooperación y la construcción de
nuevos mecanismos para ella", destacó este lunes, la
vocera del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Hua Chunying, en
rueda de prensa.
Los participantes discutirán principalmente la
cooperación en áreas de colaboración y temas vinculados con la creación
de instituciones.
Hua destacó a América Latina como complemento para
impulsar proyectos económicos y de tecnología, y dijo que China está
deseosa de reunirse con los mandatarios de la región.
Pekín (capital de China) y los países de la CELAC,
que integra a todas las naciones de América, excepto Estados Unidos y
Canadá, acordaron mantener encuentros frecuentes tras la cumbre que el
organismo y China sostuvieron en Brasil en julio, a la que asistió el
presidente chino, Xi Jinping.
El
Foro China-Celac fue aprobado durante la Cumbre de ese bloque
multilateral realizado en La Habana en enero de 2014 con el propósito
de intercambiar y diálogar en política, economía, comercio y cultura.
Evaluación (E.J. Vior):
El pasaje de las relaciones de China con muchos países latinoamericanos del nivel bilateral al multilateral es por un lado resultado de una necesidad de la superpotencia, para organizar e integrar sus vínculos con el continente y alcanzar sinergias articulando proyectos en distintos países en un solo paquete, pero por el otro también surge de la covneniencia regional de negociar juntos con el gigante asiático. Tanto el perfil del comercio como el de las inversiones chinas en la región varía mucho de país en país y seguramente será muy difícil armonizar los vínculos a lo largo y a lo ancho de una región tan variada. Sin embargo, la institucionalización de una plataforma para la negociación entre el bloque regional y la República Popular representa un avance que ni Estados Unidos ni la Unión Europea han podido realizar. Con ninguno de los dos bloques negocia el conjunto de América Latina y el Caribe. China adquiere, por consiguiente un lugar privilegiado como interlocutor especial del continente.
Es difícil prever qué puede convenirse en un primer encuentro que, seguramente, ha sido precedido por negociaciones discretas durante todo el año. Puede imaginarse que ambas partes (si es que se puede considerar a la CELAC como un negociador unificado) intenten avanzar en la concertación de mecanismos monetarios y crediticios para facilitar los intercambios (swaps, líneas de crédito, canasta de monedas, etc.) y en la fijación de metas comerciales para los próximos años. También es probable que los negociadores latinoamericanos y caribeños pongan sobre la mesa un menú de requerimientos de infraestructura que deberán conciliarse con las porpias necesidades chinas, orientadas a facilitar la salida de recursos primarios hacia los puertos (principalmente sobre el Océano Pacífico).
No se debe sobrevalorar el encuentro, ya que las dificultades para coordinar objetivos y metas de países muy diferentes, con historias y orientaciones ideológicas variadas aunque crecientemente covnergentes, son enormes. Tampoco hay que idealizar la política de la República Popular China. No se trata de un buen samaritano que viene a rescatar al viajero abatido, sino de una superpotencia mundial que está compitiendo con EE.UU. y Europa por el orden mundial y tiene objetivos estratégicos e intereses que no necesariamente deben coincidr con los nuestros en todos los aspectos. La derecha continental curiosamente pone el grito en el cielo contra el "imperialismo chino", después de que durante dos siglos se han postrado ante todos los imperialismos occidentales. China, por cierto, sabe defender sus intereses y no es una negociadora blanda, pero respecto a las potencias occidentales tiene, al menos por ahora, dos ventajas para nosotros: carece de una ideología universalista con la cual colonizar las cabezas de nuestras elites y clases medias y no tiene un potencial militar tal que pueda amenazar la soberanía de nuestro continente.
La conferencia de Beijing del 8 y 9 de enero representa una ruptura del orden económico continental que Estados Unidos seguramente vengará con acciones y bloqueos comerciales y financieros, cuando no mediáticos y políticos, pero es un paso importante hacia un promisorio futurod e independencia y unidad continental.
Es difícil prever qué puede convenirse en un primer encuentro que, seguramente, ha sido precedido por negociaciones discretas durante todo el año. Puede imaginarse que ambas partes (si es que se puede considerar a la CELAC como un negociador unificado) intenten avanzar en la concertación de mecanismos monetarios y crediticios para facilitar los intercambios (swaps, líneas de crédito, canasta de monedas, etc.) y en la fijación de metas comerciales para los próximos años. También es probable que los negociadores latinoamericanos y caribeños pongan sobre la mesa un menú de requerimientos de infraestructura que deberán conciliarse con las porpias necesidades chinas, orientadas a facilitar la salida de recursos primarios hacia los puertos (principalmente sobre el Océano Pacífico).
No se debe sobrevalorar el encuentro, ya que las dificultades para coordinar objetivos y metas de países muy diferentes, con historias y orientaciones ideológicas variadas aunque crecientemente covnergentes, son enormes. Tampoco hay que idealizar la política de la República Popular China. No se trata de un buen samaritano que viene a rescatar al viajero abatido, sino de una superpotencia mundial que está compitiendo con EE.UU. y Europa por el orden mundial y tiene objetivos estratégicos e intereses que no necesariamente deben coincidr con los nuestros en todos los aspectos. La derecha continental curiosamente pone el grito en el cielo contra el "imperialismo chino", después de que durante dos siglos se han postrado ante todos los imperialismos occidentales. China, por cierto, sabe defender sus intereses y no es una negociadora blanda, pero respecto a las potencias occidentales tiene, al menos por ahora, dos ventajas para nosotros: carece de una ideología universalista con la cual colonizar las cabezas de nuestras elites y clases medias y no tiene un potencial militar tal que pueda amenazar la soberanía de nuestro continente.
La conferencia de Beijing del 8 y 9 de enero representa una ruptura del orden económico continental que Estados Unidos seguramente vengará con acciones y bloqueos comerciales y financieros, cuando no mediáticos y políticos, pero es un paso importante hacia un promisorio futurod e independencia y unidad continental.