lunes, 29 de diciembre de 2014

La cumbre CELAC-China abre un nuevo capítulo mundial

Transcribo y comento la siguiente información tomada de Telesur (http://www.telesurtv.net/news/CELAC-fortalecera-cooperacion-economica-con-China-20141229-0011.html):

La capital china será sede del encuentro entre mandatarios del organismo latino-caribeño y funcionarios del Gobierno asiático, que tiene como objeto evaluar nuevos sectores de cooperación económica.
El Gobierno de la República Popular China anunció que albergará los próximos 8 y 9 de enero el primer encuentro ministerial con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un foro en el que la nación asiática espera abrir nuevos sectores de cooperación para fortalecer la economía de la región. 
"En la reunión China y los miembros de la CELAC analizarán las áreas prioritarias de cooperación y la construcción de nuevos mecanismos para ella", destacó este lunes, la vocera del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Hua Chunying, en rueda de prensa.
Los participantes discutirán principalmente la cooperación en áreas de colaboración y temas vinculados con la creación de instituciones.
Hua destacó a América Latina  como complemento para impulsar proyectos económicos y de tecnología, y dijo que China está deseosa de reunirse con los mandatarios de la región.
Pekín (capital de China) y los países de la CELAC, que integra a todas las naciones de América, excepto Estados Unidos y Canadá, acordaron mantener encuentros frecuentes tras la cumbre que el organismo y China sostuvieron en Brasil en julio, a la que asistió el presidente chino, Xi Jinping.
El Foro China-Celac fue aprobado durante la Cumbre de ese bloque multilateral realizado en La Habana en enero de 2014 con el propósito de intercambiar y diálogar en política, economía, comercio y cultura.
Evaluación (E.J. Vior):
El pasaje de las relaciones de China con muchos países latinoamericanos del nivel bilateral al multilateral es por un lado resultado de una necesidad de la superpotencia, para organizar e integrar sus vínculos con el continente y alcanzar sinergias articulando proyectos en distintos países en un solo paquete, pero por el otro también surge de la covneniencia regional de negociar juntos con el gigante asiático. Tanto el perfil del comercio como el de las inversiones chinas en la región varía mucho de país en país y seguramente será muy difícil armonizar los vínculos a lo largo y a lo ancho de una región tan variada. Sin embargo, la institucionalización de una plataforma para la negociación entre el bloque regional y la República Popular representa un avance que ni Estados Unidos ni la Unión Europea han podido realizar. Con ninguno de los dos bloques negocia el conjunto de América Latina y el Caribe. China adquiere, por consiguiente un lugar privilegiado como interlocutor especial del continente.
Es difícil prever qué puede convenirse en un primer encuentro que, seguramente, ha sido precedido por negociaciones discretas durante todo el año. Puede imaginarse que ambas partes (si es que se puede considerar a la CELAC como un negociador unificado) intenten avanzar en la concertación de mecanismos monetarios y crediticios para facilitar los intercambios (swaps, líneas de crédito, canasta de monedas
, etc.) y en la fijación de metas comerciales para los próximos años. También es probable que los negociadores latinoamericanos y caribeños pongan sobre la mesa un menú de requerimientos de infraestructura que deberán conciliarse con las porpias necesidades chinas, orientadas a facilitar la salida de recursos primarios hacia los puertos (principalmente sobre el Océano Pacífico).
No se debe sobrevalorar el encuentro, ya que las dificultades para coordinar objetivos y metas de países muy diferentes, con historias y orientaciones ideológicas variadas aunque crecientemente covnergentes, son enormes. Tampoco hay que idealizar la política de la República Popular China. No se trata de un buen samaritano que viene a rescatar al viajero abatido, sino de una superpotencia mundial que está compitiendo con EE.UU. y Europa por el orden mundial y tiene objetivos estratégicos e intereses que no necesariamente deben coincidr con los nuestros en todos los aspectos. La derecha continental curiosamente pone el grito en el cielo contra el "imperialismo chino", después de que durante dos siglos se han postrado ante todos los imperialismos occidentales. China, por cierto, sabe defender sus intereses y no es una negociadora blanda, pero respecto a las potencias occidentales tiene, al menos por ahora, dos ventajas para nosotros: carece de una ideología universalista con la cual colonizar las cabezas de nuestras elites y clases medias y no tiene un potencial militar tal que pueda amenazar la soberanía de nuestro continente.
La conferencia de Beijing del 8 y 9 de enero representa una ruptura del orden económico continental que Estados Unidos seguramente vengará con acciones y bloqueos comerciales y financieros, cuando no mediáticos y políticos, pero es un paso importante hacia un promisorio futurod e independencia y unidad continental.

 

domingo, 28 de diciembre de 2014

EE.UU. afronta la rebelión de sus propios mercenarios

Medio Oriente

Estado Islámico, el hecho político terrorista del año

El grupo fundamentalista sunita logró voz de mando en una superficie, entre Irak y Siria, donde viven ocho millones de personas. Planean ampliar su dominio en 2015.

Estado Islámico, el hecho político terrorista del año
Propaganda. El Isis se dio a conocer al mundo con la decapitación de periodistas.

Después de un siglo de dominio británico sobre India, en 1857, 200 mil soldados cipayos se alzaron contra sus amos británicos pidiendo respeto y consideración. Fueron derrotados y horrorosamente masacrados por las tropas imperiales.
Actualmente, el llamado Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL), hoy simplemente Estado Islámico (EI), nació en 2005 contra la ocupación norteamericana en Irak y creció sostenido desde la península arábiga. Después de la destrucción de Al Qaeda en la Mesopotamia en 2007, el EIIL se reorganizó bajo la conducción de Abu-Bakr al Baghdadi.
Cuando comenzaron las protestas en el mundo árabe a principios de 2011, en pocos meses EE.UU. y sus aliados cooptaron, controlaron o reprimieron los levantamientos. Como en la época de Bush/Cheney el objetivo era sitiar a Rusia y aislar a Irán, pero a Barack Obama le falló el cálculo en Siria. Al finalizar la ocupación norteamericana en 2011, la política sectaria del gobierno iraquí del chií Nuri al Maliki (2006-2014) alienó a la dirigencia sunita que rápidamente se alió con los takfiritas (musulmanes que atacan a otros musulmanes).
Ese mismo año EE.UU. y sus aliados convirtieron las protestas contra el gobierno sirio en una rebelión que desde 2012 fue conducida por organizaciones islamistas como el Frente al Nusra (“Frente de la Victoria”), integrado a Al Qaeda y conducido por Abu Mohammad al-Julani. Durante un año éste combatió bajo el mando de Al-Baghdadi, pero como en abril de 2013 el iraquí quiso fusionar ambas organizaciones desobedeciendo al jefe de al Qaeda, Ayman al-Zawahiri, Al-Julani rompió las relaciones entre ambos.
Al desistir Obama en agosto de 2013 de bombardear Siria para castigar el supuesto uso de armas químicas contra la población civil, incitó a los bandos en pugna a convertir la guerra civil en un conflicto confesional y étnico de la coalición chií de Irán con el gobierno iraquí, Asad y la libanesa Hezbolá contra el EIIL y otras facciones, con sus apoyos turcos y árabes. Rusia y China apoyan al primer partido. Estados Unidos, en cambio, sólo sostiene tibiamente al gobierno de Bagdad y a los rebeldes laicos en Siria.
Tanto Damasco como el EIIL aplicaron adecuadas estrategias militares. Mientras que la coalición chií controla el eje norte-sur de Siria y el área de Damasco, el EIIL tomaba en enero pasado Faluya, al oeste de Bagdad, y alzaba a los nómades del desierto sirio-iraquí. Fortalecidos por los miles de voluntarios que fluyen de todo el mundo, a caballo de las fronteras, dominando las carreteras que desde Turquía conducen hasta el corazón de Irak, los takfiritas se desplazan largas distancias y golpean por sorpresa.
La ofensiva de junio pasado estuvo magníficamente preparada y auxiliada –según un posterior informe de Reuters– por el sabotaje del alto mando iraquí que entregó Mosul sin lucha, para debilitar al primer ministro Al- Maliki. Disuelta la mitad del ejército iraquí, todo el centro sunita de Irak cayó en manos de los insurgentes, que avanzaron hasta cien kilómetros de Bagdad y ocuparon la totalidad de la occidental provincia de Anbar. El 29 de junio proclamaron el Califato y a Al- Baghdadi como Ibrahim, emir de los creyentes.
La conducción del “Califato” está dividida en tres: a Ibrahim reportan Abu Muslim al-Turkmani y Abu Alí al-Anbari, ex generales de Saddam Hussein. El primero tiene a cargo el territorio del EI en el norte de Irak y siete gobernadores. El segundo, en tanto, maneja los territorios ocupados en Siria y manda sobre cinco gobernadores. Este triunvirato gobierna a ocho millones de personas apoyado por nueve consejos que funcionan como ministerios.
A medida que EI conquistaba territorios empezó a autofinanciarse con el petróleo extraído en las zonas controladas, el dinero robado de los bancos asaltados, el contrabando y el tráfico de esclavas. Sus armas provienen de los ejércitos sirios e iraquíes y del contrabando por Turquía. En los territorios ocupados impuso literal y brutalmente la ley islámica (sharia).
Según el anciano periodista alemán Jürgen Todenhöfer, que en diciembre pasado visitó los campamentos de EI con su autorización, éste se sostiene en el entusiasmo de voluntarios que llegan de todo el mundo. El llamado Califato pretende remedar los inicios del Islam dejando vivos solamente a los sunitas estrictos, cristianos y judíos y aniquilando al resto de la humanidad.
Desde que en agosto pasado EE.UU. comenzó a bombardear al EI en Irak y Siria, las fuerzas que lo resisten recuperaron algo de terreno o mantuvieron sus posiciones, pero los cerca de 40.000 milicianos no podrán ser derrotados sin el apoyo de los jefes sunitas.
Como sus antepasados cipayos, los mercenarios y ex aliados que auxiliaron a Washington durante los últimos 35 años también se sienten desmerecidos. Por ese motivo, eI Estado Islámico apuesta a ampliar la guerra para involucrar a todas las grandes potencias mundiales y regionales y acumular un poder que obligue a Occidente a dialogar. Es la lógica de la prepotencia que aprendieron del imperio y ahora usan. No conocen otra.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Rusia y Brasil defienden su soberanía energética

Vladimir Putin calienta la guerra del petróleo

El jefe de Estado ruso sube las tasas de interés y pacta una reconciliación con las corporaciones internas para paliar el déficit activado por el desplome del crudo.

Vladimir Putin calienta  la guerra del petróleo
Devaluación. El rublo retrocedió al ritmo de la caída en el precio del petróleo.

La calma transitoria que los gobiernos de Rusia y Brasil alcanzaron luego de las corridas cambiarias de principios de la semana sólo se obtuvo con concesiones estratégicas a las corporaciones internas y los Estados Unidos que debilitan su resistencia.
De acuerdo con las predicciones del presidente ruso Vladimir Putin en su conferencia de prensa anual el pasado jueves por la tarde, la actual crisis de la economía rusa puede durar a lo sumo dos años. El mandatario ruso consideró que las actuales reservas del Banco Central (419 mil millones de dólares) son suficientes para mantener la estabilidad económica, pero que no deben ser “quemadas” y que la diversificación productiva es “perentoria”.
El día anterior fue liberado Vladimir Yevtushenkov, presidente del holding Sistema, detenido en su domicilio desde septiembre pasado por lavado de dinero y fuga de divisas, al comprar la petrolera Bashneft en 2009. Sistema es el mayor conglomerado del país, presente en por lo menos diez ramas diversas. Bashneft, a su vez, es una de las mayores petroleras rusas. Al ser detenido Yevtushenkov, el Estado se apropió de sus acciones en la empresa petrolera, pero ahora se rumorea que se las devolverá.
Después de subir las tasas de interés del 10,5% al 17% a principios de la semana y de gastar siete mil millones de dólares para estabilizar las reservas, la liberación de Yevtushenkov calmó el mercado local. La semana cerró con una cotización de 60 rublos por dólar, 20 menos que el martes. Sin embargo, si las autoridades siguen gastando las reservas, reducirán sus chances para combatir la recesión prevista para 2015.
La crisis puso de manifiesto las diferencias entre las tendencias internas del gobierno ruso y la debilidad del presidente frente a las grandes corporaciones. La crisis rusa fue impulsada por las sanciones económicas occidentales y por la baja de los precios de los hidrocarburos, pero también por manipulaciones internas. Desde el fin de la Unión Soviética en 1991 la economía rusa está manejada por las grandes corporaciones que el presidente no logra controlar. Para peor, a principios de este mes Putin amnistió a los culpables de lavado de dinero y fuga de divisas. Su propio primer ministro, Dimitri Mevdeyev, propone hacer más concesiones a Occidente.
Por influencia del ex viceprimer ministro Vladimir Surkov –con gran ascendiente sobre Putin– el presidente ruso calculó mal la respuesta occidental al anexar Crimea en marzo pasado y sobreestimó la capacidad financiera rusa para resistir. Por otra parte, las autoridades rusas aprecian suficientemente el potencial subversivo de los ataques contra el rublo. Finalmente, en el reciente encuentro secreto del presidente con su par francés, François Hollande, en el aeropuerto de Moscú, se comprometió a respetar la “integridad territorial” de Ucrania, lo que aparece como una rendición ante la presión occidental.
Mientras tanto, en Brasil también repuntó el real, después de que el martes superara los 2,70 reales por dólar. Sin embargo, las tasas de interés a futuro se mantienen a un alto nivel y los observadores esperan que en enero vuelva a subir la tasa interbancaria Selic.
La economía brasileña registra muy buenos índices macroeconómicos y el Banco Central posee ingentes reservas, pero 2015 será un año de gigantescos pagos de intereses de la deuda pública, 98.150 millones de dólares, y ya hoy Brasil está pagando en los mercados internacionales tasas del 11,75%.
Los grupos especulativos impulsan al mismo tiempo la campaña mediática por los casos de corrupción en Petrobras, para hundir su valor bursátil. Durante 2014 sus acciones perdieron el 46% de su valor, aunque los pozos del presal están produciendo 600 mil barriles diarios a 45 dólares de costo por barril y el yacimiento tiene reservas de 45 mil millones de barriles.
La crisis brasileña es política: no se ha reformado el sistema electoral ni el financiamiento de los partidos políticos, que son muy dependientes del financiamiento privado o, como el PT, del manejo de las empresas estatales. Quienes más se beneficiaron esta vez fueron políticos del PMDB, uno de los dos partidos creados por la dictadura en 1969 que sobrevivió durante la democracia como un instrumento clientelar y nada más. Como el PT depende de sus votos (y de los de otros 16 partidos) para tener mayoría en el Congreso, el PMDB se ha adueñado de ministerios, gobernaciones y puestos en la administración pública y las empresas estatales, asegurando la continuidad de la corrupción.
Cuando el año pasado se produjeron masivas protestas en las grandes ciudades del país, Dilma Rousseff prometió la reforma política, pero fue frenada por sus aliados. El incumplimiento de su promesa casi le cuesta la elección pasada, pero se impuso, porque los electores valoraron las conquistas sociales de los últimos once años. Sin embargo, después de las elecciones el PT omitió movilizar a sus electores para realizar las reformas. Por el contrario, el gobierno entregó la política económica al neoliberalismo.
Mientras Rusia se desangra y Brasil se estanca, la Reserva Federal norteamericana anunciaba el miércoles pasado que las tasas de interés recién subirán después de abril próximo. La promesa de más dinero gratis para los bancos norteamericanos empujó los índices de los mercados financieros.
Para esta última corrida ha sido determinante la delirante estrategia norteamericana para Levante. John Kerry persuadió en junio pasado al gobierno saudita a inundar el mundo con petróleo, para debilitar a Rusia e Irán y derrocar a Assad. Desde entonces el precio del petróleo bajó en un 40%. Sin embargo, la baja en los precios del petróleo impide a las empresas energéticas conseguir fondos para trabajar. En esta situación deben vender sus reservas bajo el costo de producción o quebrar. El colapso puede afectar también los todavía descapitalizados bancos norteamericanos. Al mismo tiempo, esta industria está ligada a otros sectores y extiende el riesgo a todo el país.
En estas condiciones es normal que los fondos de inversión se lancen a arrollar los países emergentes con grandes reservas de hidrocarburos en consonancia con la estrategia de conquista de la Casa Blanca y el Pentágono. Sólo aquellos países que democraticen sus estados y diversifiquen su producción, industrializando con equidad, estarán en condiciones de resistir el embate.

domingo, 14 de diciembre de 2014

En Levante EE.UU. está preso de sus dilemas

Guerra en Siria

Los marines ceden terreno

La crisis por el precio del petróleo y las dilaciones por la estrategia militar a seguir debilitan la posición del Pentágono.

Los marines ceden terreno
En la mira. Esta semana la aviación israelí efectuó varios ataques aéreos contra Damasco, la capital Siria.

Los bombardeos israelíes del domingo pasado en las afueras de Damasco complementan un antiguo plan del Pentágono para dividir el Medio Oriente en cantones étnicos y confesionales, sin que la Casa Blanca haya resuelto qué estrategia aplicar en la región. Esta parálisis es aprovechada por el gobierno sirio y sus aliados, por un lado, y el Estado Islámico (EI), por el otro. Arabia Saudita, Turquía y los monarcas del Golfo, a su vez, usan el petróleo como arma para forzar la intervención estadounidense.
Medios árabes señalaron que el domingo 7 fueron bombardeados un depósito de misiles vecino a la terminal aérea de Damasco, un convoy de Hezbolá que transportaba cohetes rusos tierra-aire hacia la frontera con Líbano y fueron destruidos en tierra algunos drones iraníes utilizados por Siria y Hezbolá. Aparentemente el ataque buscó evitar que la milicia chií libanesa acceda a armamentos sofisticados, lo que el gobierno israelí advirtió que no admitiría.
Aunque el ataque israelí parece tener objetivos limitados, distintos observadores lo ven como parte de una estrategia general para atomizar el Levante y reorganizarlo en pequeños cantones según criterios étnicos y confesionales. Se trata de un antiguo plan del Pentágono para dividir Siria e Irak y hacer de Alepo la capital de un Estado sunita que abarcaría todo el Norte y el Este del país. La mitad sur del país se dejaría al actual gobierno y en la costa mediterránea se separaría un pequeño cantón alauita.
Esta ida tiene un siglo de antigüedad y fue replicada en distintos escenarios desde entonces. La otra corriente en puja dentro de la elite norteamericana aboga por el “nation-building”, esto es, el fortalecimiento de las instituciones nacionales según criterios de modernización económica y organizacional. Esta política se aplicó en muchos países después de la Segunda Guerra Mundial con éxito diverso y recientemente en Afganistán e Irak,  donde fracasó.
Los planes norteamericanos para Siria carecen hoy en día de sustento, porque ni sus propios aliados los creen. Según Charles Lister, de la Brookings Institution, muchos jefes rebeldes en la región de Alepo critican los bombardeos contra el Estado Islámico cerca de Kobani, porque –afirman– distraen del combate contra Al-Asad y de la batalla por Alepo, la segunda ciudad del país. “Si Alepo cae en manos del gobierno –sostienen–, el régimen habrá ganado la guerra.”
La mitad oriental de la milenaria ciudad fue conquistada por los rebeldes en 2012, pero entonces el ejército sirio los frenó y la ciudad quedó partida por la mitad. En los últimos meses refuerzos libaneses, iraquíes y afganos permitieron que el gobierno comenzara a aislar la ciudad de la ruta que por el norte conduce a la frontera turca (60 km), por donde llegan los pertrechos y suministros rebeldes. Si el cerco se cierra, la caída de Alepo será sólo cuestión de tiempo.
Los comandantes rebeldes desconfían de Washington, por la falta de ataques a las unidades del EI que ocupan el nordeste de la provincia. Además, rechazan la reciente propuesta del enviado de la ONU Staffan de Mistura para congelar las posiciones de ambos bandos en Alepo, porque –piensan– favorece al gobierno sirio. Estas percepciones deslegitiman a los aliados de EE.UU. e intensifican el pasaje de milicianos hacia las organizaciones islamistas. Los jefes laicos temen que pronto sólo tres fuerzas se mantengan en guerra: el gobierno, Al-Nusra y el Estado Islámico.
Ente tanto, el jefe de la milicia Jaysh al-Islam, hasta ahora financiada por los sauditas, anunció el martes 9 que pasaría con sus 45.000 hombres a combatir junto al ejército sirio en la región de Damasco. La milicia era parte del Frente Islámico y aceptó concesiones gubernamentales con la mediación de representantes rusos.
Por falta de fuerza y de tiempo probablemente la Casa Blanca no aplique el plan de división étnica y religiosa del Levante que tampoco conviene a sus aliados turcos y sauditas, porque soliviantaría a sus múltiples minorías. Más seguro parece que Washington se involucre militarmente –sobre todo en Irak– sin plan ni objetivo claro, pero es dudoso que mande tropas a Siria ni que decrete el bloqueo aéreo en el norte del país por el prestigio ganado por los defensores kurdos de Kobani.
En la guerra civil siria se están perfilando dos movimientos convergentes: por un lado el conflicto se internacionaliza crecientemente a lo largo de divisiones religiosas y étnicas, en las que Israel toma partido por los sunitas más radicales. Por el otro, en el campo opositor los islamistas se están imponiendo a las fuerzas laicas, mientras que el gubernamental está atrayendo a opositores que se acogen a las concesiones del gobieno. La intervención de Israel parece mantenerse limitada, aunque las cercanas elecciones parlamentarias pueden incitar a Benjamin Netanyahu a una aventura. En general, el campo chií consolida sus fuerzas y avanza paso a paso. Estados Unidos va a mantener su ambivalencia hasta que la Casa Blanca y el Senado de mayoría republicana lleguen a un acuerdo sobre la política exterior, lo que probablemente suceda hacia el fin del primer semestre de 2015. Hasta entonces los monarcas del Golfo seguirán usando la única arma efectiva que tienen: el petróleo. Todo el mundo seguirá de rehén de la guerra colonial en Levante.

domingo, 7 de diciembre de 2014

EE.UU. va a pagar muy cara su ambigüedad en Levante

La encrucijada del conflicto en Siria

La encrucijada del conflicto en Siria
El “pasero” sacó del camión el paquete alargado envuelto en plástico negro, se lo cargó al hombro y se sumó a la larga fila que atravesaba la frontera siria. La cámara lo siguió, hasta que en medio de la tierra de nadie que separa la turca Mursitpinar de la siria Kobani lo alcanzaron las balas de las Unidades de Defensa Popular (YPG) kurdas. Se dobló y cayó. Los demás “paseros” siguieron su marcha hacia los camiones que del otro lado esperaban para llevar suministros al territorio controlado por el Estado Islámico (EI).
El documental de La Voz de Alemania (Deutsche Welle) sólo fue emitido el miércoles 26 en su edición en inglés, pero es la prueba irrefutable de la complicidad del gobierno turco con el terrorismo sunita. Durante 4’47 minutos, el periodista alemán conversa con los camioneros turcos que han traído las cargas hasta el confín. Ninguno sabe quiénes son sus contratistas. Les han dado direcciones de contacto en “ciudades del oeste de Turquía” donde han cobrado y recogido la carga, prolijamente rotulada. El espectador puede leer en una caja “Rakka” como destino, la “capital” del EI en el norte de Siria. En una panorámica se ve una larga fila de camiones de 45 toneladas y más.
El terrorismo del Estado Islámico (EI) se apoya en una trama de negocios e influencias que abarcan todo el Levante. Mientras no se afecten esos intereses, los continuos bombardeos de la aviación aliada servirán de poco.
Esta impresión fue ratificada por Louise Shelley en un artículo publicado en Foreign Affairs el pasado domingo 30 quien niega que bombardeando los pozos y refinerías de petróleo bajo control terrorista se dañe sustancialmente su financiamiento. “Por el contrario –argumenta– el EI es una empresa diversificada en la que el petróleo es sólo una rama de negocios. Por cierto, se ha apropiado de los yacimientos más productivos de Siria e Irak y embolsa un millón de dólares diarios ‘exportando’ petróleo, pero también sus enemigos sacan provecho de sus negocios”, añade. Los contrabandistas kurdos en Irak ganan 300.000 dólares mensuales comprándoles petróleo y vendiéndolo a las propias refinerías. Un diario de Erbil (la capital de la región autónoma del Kurdistán oriental) denunció recientemente a los dignatarios kurdos y sus parientes que hacen negocios con el EI. A su vez venden a los terroristas camiones, garrafas de gas y otros implementos.
Además del petróleo, señala la autora, el EI recibe ayudas desde el Golfo, se financia con contrabando en general, secuestros, extorsión y saqueos. El tráfico de celulares, documentos y cigarrillos hacia Turquía, por ejemplo, ha subido dramáticamente en los últimos meses. La estructura del Estado Islámico asemeja a un holding de empresas que distribuye el riesgo superponiéndose a la pérdida de producción petrolera por los bombardeos aliados. Al mismo tiempo, mediante el comercio cultiva fuera de su zona de influencia una red de lealtades con la que debilita a sus enemigos. Mientras EE.UU. no adopte una estrategia integral en la guerra contra los islamistas –concluye Shelley– los bombardeos tendrán poca efectividad.
Los enemigos de mis enemigos. Como corolario de la reunión de la alianza de 60 países coaligados contra el EI en la sede de la OTAN en Bruselas, el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, por el contrario, evaluó el martes como “positivos” los bombardeos aéreos de los últimos meses. Según Kerry, los bombardeos aliados detuvieron el avance del EI, aunque advirtió que llevaría años derrotar al terrorismo. Comentando la información dada el mismo día por el Pentágono sobre la intervención de la aviación iraní en los combates en la provincia oriental iraquí de Diyala, el funcionario de Obama sugirió que existe un acuerdo tácito para que Teherán emplee sus antiguos F4 en el Este del país, donde la USAF no actúa. Se trata de rezagos de la guerra de Vietnam recibidos por Teherán antes de la revolución de 1979. Irán, por su parte, niega su intervención.
Sin embargo, el presidente sirio Bashar al-Asad se mostró escéptico sobre el resultado de la campaña aérea. Entrevistado por la francesa Paris Match, Al-Asad sostuvo que no se puede vencer al terrorismo con ataques aéreos, sino que “es esencial utilizar sobre el terreno tropas que conozcan el país”.
Para entender la dispersión y ambivalencia de las alianzas entre las fuerzas contrarias al Estado Islámico, es útil dar una ojeada al campo de batalla, especialmente en Siria. Así, en la sureña provincia de Dera’a, nuevas unidades del Ejército Libre Sirio (ELS) formadas por la CIA en la vecina Jordania han lanzado en las últimas semanas una ofensiva que logró ocupar varias aldeas buscando cortar la ruta que comunica con Damasco y controlar una faja de territorio que hacia el Oeste se comunique con la zona que ocupa el Frente al Nusra (representante oficial de al Qaeda en Siria), en el confín del Golán bajo dominio israelí desde 1973. A partir de esta base territorial la coalición CIA-Al Qaeda espera poder forzar a Assad a una salida negociada y a renunciar.
Según el Instituto para el Estudio de la Guerra, con sede en Washington, las fuerzas gubernamentales, apoyadas por unidades de Hezbolá, milicianos chiítas iraquíes y unidades de la Guardia de la Revolución Iraní respondieron al ataque tomando nuevas posiciones sobre la estratégica ruta.
Por su parte, la batalla de Alepo, comenzada hace dos años, parece acercarse a su fin. Las fuerzas oficiales controlan el Oeste de la ciudad, mientras que los rebeldes son fuertes en el Este, pero, como el ejército sirio apoyado por milicias chií y refuerzos iraníes (según Al-Jazeera) avanzó sobre la ruta que por el Nordeste conecta la ciudad con Turquía, Al-Nusra respondió atacando al noroeste, sobre la otra ruta hacia la frontera. Sin embargo, la coalición pro-Assad se sostiene en la población civil local, mayoritariamente chiíta, y en su aviación. Si logra defenderse y a la vez cortar las comunicaciones de Alepo con Turquía, la ciudad más grande de Siria caerá en manos del gobierno.
Entre tanto, en Kobani, los milicianos de las YPG, apoyados por los peshmerga del Kurdistán iraquí, rechazaron el martes un ataque del EI que buscaba cortar la comunicación de la ciudad con la frontera. Según las YPG, el ataque provino de territorio turco, lo que Ankara negó. El mismo día dos milicianos chechenos atacaron el este de la ciudad sufriendo fuertes pérdidas, entre ellas un comandante del mismo origen.
Este panorama demuestra que la guerra en Siria está altamente internacionalizada y que no existe por el momento la posibilidad de unir a las fuerzas que se oponen al Estado Islámico.
En Irak, a su vez (como informa la agencia oficial iraní de noticias Fars), el ejército iraquí retomó el miércoles 3, junto con los peshmerga y ayudado por el alzamiento de los nómades sunitas locales, una amplia área al Sur de Mosul. El levantamiento siguió al llamado del primer ministro iraquí Haidar al-Abadi para liberar Nínive, cuya capital es Mosul.
Ente tanto, buscando diferenciarse de Asad, el gobierno norteamericano reclamó el miércoles 3 controles más estrictos sobre el cumplimiento del cronograma acordado en septiembre de 2013, para que el gobierno sirio desmantele su arsenal químico.
En estas condiciones, la campaña de bombardeos es indudablemente útil, pero insuficiente, porque lo que la coalición anti-EI destruye desde el aire lo reconstruyen sus miembros por tierra. Washington está encerrado en un dilema del que sólo puede salir mediante un acuerdo con Rusia, Siria, Irán y Hezbolá con el que perdería a todos sus aliados regionales que siguen impertérritos, haciendo negocios con el Estado Islámico, o mandando a sus propias tropas a combatir por largos años y en varios frentes simultáneamente. Cualquiera de las decisiones que adopte tendrá costos altos, pero cuanto más tarde en decidirse, éstos serán aún mayores.

domingo, 30 de noviembre de 2014

EE.UU. retrocede ante la creciente importancia de Irán

“Es la dignidad, ¡estúpido!”

Al prolongar ocho meses la negociación sobre el programa nuclear iraní, Occidente reconoce la importancia de Teherán en el futuro ordenamiento del Levante y Asia Central.

“Es la dignidad, ¡estúpido!”
Cuando sonó la hora cero del lunes 24, ni John Kerry estaba bañado en champaña ni Mohamed Y. Zarif, el canciller iraní, se refugió llorando en los rincones del palacio vienés donde los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, Alemania e Irán venían negociando sobre el programa nuclear de este último. La prolongación de las negociaciones hasta el 30 de junio próximo es un gran triunfo de la República Islámica.
Consecuente fue el festejo del líder máximo de la Revolución Iraní: “Irán no va a ponerse de rodillas ante los colonialistas norteamericanos y europeos”, tronó el ayatolá Seyyid Alí Jamenei el lunes en Teherán.
EE.UU., Gran Bretaña, Francia, Rusia, China y Alemania acordaron el lunes firmar con Irán el 1° de marzo de 2015 un acuerdo político y el 1° de julio siguiente otro técnico que zanjen el conflicto en torno del programa nuclear persa.
Por su parte, en un mensaje a la nación, el presidente Hasán Rouhaní comunicó el lunes que “se ha alcanzado una gran victoria” y que “se va a llegar tarde o temprano a un acuerdo”.
Los comentaristas norteamericanos se preguntan azorados por qué fracasaron. Hasta hace seis meses las potencias occidentales apretaban el torniquete para que Irán desmantelara su programa atómico. Impusieron sanciones económicas brutales que casi ahogaron la vida de los 80 millones de iraníes. ¿Por qué la derrota?
Nuevamente las potencias occidentales no entendieron la diferencia de perspectivas y mentalidades con una potencia emergente:
1. Creyeron poder oponer al presidente Rouhaní y al ministro Zarif al líder Alí Jamenei y se equivocaron. Puede ser que ambos sean más flexibles que su jefe, pero ni juegan su propio partido ni son pronorteamericanos. Irán es un Estado teocrático, pero con una vida política riquísima, llena de tensiones y debates resumidos en la cúspide por una elite religiosa conservadora, pero inteligentísima y muy despierta. Rouhaní respeta el espacio que le deja el Líder Supremo. 2. Supusieron que Irán negociaría a toda costa y fallaron. La República Islámica necesita acordar, para superar el bloqueo económico, pero tiene tiempo. Mientras que los gobiernos estadounidenses tienen agendas a cuatro u ocho años, Alí Jamenei conduce la Revolución Islámica desde 1989, tiene sólo 75 años y, cuando muera, será sucedido por otro Seyyid (descendiente de Husein, hijo de Fátima, hija del Profeta), electo por una asamblea de clérigos que saben que de su unidad depende la suerte de la República. Irán ha demostrado una (para Washington) inesperada capacidad para resistir las sanciones económicas y la baja en el precio del petróleo. Redirigió las ventas de hidrocarburos hacia China y otros países asiáticos y hasta las aumentó. El mes pasado, además, Irán y Rusia acordaron el trueque de petróleo por bienes de todo tipo por un volumen de 20 mil millones de dólares. Por otra parte, después de 30 meses de recesión la economía iraní está creciendo nuevamente al 2,5% anual. 3. El Departamento de Estado apostó a que el interés por los negocios pesaría más que el orgullo y la embarró. El ayatolá Jamenei vinculó exitosamente el programa nuclear con la dignidad de la patria y el pueblo lo acompaña. El honor nacional primó sobre el bolsillo. 4. Washington apuntó a alcanzar un acuerdo a mitad de camino entre ambas partes, mientras que Irán buscaba permanentemente defender la porción más grande posible de su programa nuclear. Para ello tuvo un auxilio inesperado: la ofensiva del Estado Islámico en las vecinas Irak y Siria a partir de junio pasado valorizó enormemente su influencia sobre ambos países y la ayuda de Hezbolá en la guerra contra el terrorismo wahabita. Los ayatolás saben que las negociaciones sancionarán su nuevo rol regional con la firma de las mayores potencias mundiales y por eso no piensan renunciar a su poder nuclear como disuasión contra las potencias atómicas circundantes.
¿Qué pasa si el nuevo Senado republicano quiere a su vez subir la cota para un entendimiento? Que chocarán con Rusia y China, que presionan a Washington para imponerle un acuerdo antiterrorista general para el Levante. Puede ser que en los meses venideros los halcones republicanos escenifiquen todavía algún berrinche, pero al final tendrán que firmar. Cuanto más tarden, peor para ellos.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Tokio amenaza con profundizar la crisis económica

Japón presiona al mundo

En el límite de sus reformas conservadoras, el primer ministro Shinzo Abe usa una “recesión de papel” para ganar posiciones en la economía global.

Japón presiona al mundo
Mientras la noticia de la sorpresiva recesión de la economía japonesa comienza a ser digerida en las principales economías del mundo, el primer ministro Shinzo Abe aprovecha para llamar a elecciones anticipadas para aumentar su poder, profundizar las reformas conservadoras y comprometer al globo en la solución de la crisis nipona.
Después de que el viernes 14 se supiera que la economía nipona se había reducido en un 8,9% por ciento acumulado en el segundo y tercer trimestre de 2014, el lunes 17 el primer ministro Abe anunció la convocatoria a elecciones parlamentarias anticipadas para el 14 de diciembre, dos años antes de lo previsto, y pospuso a 2017 la programada subida del IVA. El impuesto había sido aumentado del 1% al 5% en 2012 y entró en vigor en abril pasado, provocando –dicen– la actual retracción. La segunda etapa, del 5% al 10%, debía regir a partir de octubre próximo. La introducción del impuesto fue un instrumento para reducir el déficit fiscal del 227% del PBI, el mayor de los países industrializados, pero fue resentida por los consumidores y el país cayó en la tercera recesión desde 2008.
La reducción del PBI se produjo por la retracción de la compra de inmuebles y la acumulación de stocks en los depósitos, porque la introducción del IVA hace siete meses elevó la inflación al 3% anual después de más de veinte años de inflación cero, en tanto salarios y pensiones apenas subieron. El 25% de la población es mayor de 65 años y recibe ingresos fijos. Además proporcionalmente pocas mujeres participan en el mercado de trabajo por tradición y por la falta de infraestructura para la atención de los niños y el ingreso de muchas familias depende de un solo salario. Por ello, no hay espacio para la inflación que la macroeconomía tan imperiosamente necesita.
Sin embargo, no todos son perdedores. Sus mayores corporaciones –Mitsubishi, Sony y Panasonic– aprovechan la debilidad actual del yen para aumentar sus ventas al exterior. Las exportaciones subieron 9,6% en un año, mientras que las importaciones lo hicieron en un 2,7%, dejando de todos modos un déficit de balanza comercial de seis mil millones de dólares debido a las compras de hidrocarburos forzadas por el cierre de las centrales nucleares después del desastre de Fukuyima en 2011. No obstante, se espera que la baja del pecio del petróleo disminuya ya en noviembre los gastos externos.
Gracias a las gigantescas inyecciones de liquidez que el Banco de Japón (BoJ, por su sigla en inglés) dio al sector financiero en estos dos años, el yen perdió durante 2014 el 11% de su valor frente al dólar, forzando a las corporaciones a invertir más dentro del país, en tanto los bancos dan más créditos. Es lo que Abe quería: más inflación, inversiones y créditos. Si en las elecciones anticipadas logra aumentar su poder parlamentario (como se estima), puede llegar a 2018 sin mayores tropiezos y hasta inaugurar como jefe de gobierno los Juegos Olímpicos de 2020 en Tokio.
Desde noviembre de 2012 Shinzo Abe gobierna el país en coalición con el partido budista Nuevo Komeito. Durante su gobierno se propuso relanzar la economía, paralizada desde hace un cuarto de siglo. Sin embargo, por su nostalgia del Japón militarista y sus reivindicaciones territoriales en el Mar de la China Meridional agudizó las tensiones con China y ambas Coreas. Al mismo tiempo pidió la reforma de la Constitución, para que el país vuelva a tener fuerzas armadas, prohibidas en la Constitución autorizada por los ocupantes norteamericanos en 1955. Para calmarlo, Xi Jinping y Barack Obama lo llevaron hace dos semanas a acordar con China un mecanismo de consulta mutua para evitar choques militares.
Las reformas económicas de Abe incluyen estímulos monetarios y financieros, el desarrollo de la industria de la salud y de los cuidados para mayores, la incorporación de más mujeres al mercado de trabajo, la reorientación de los fondos de pensiones hacia inversiones productivas, el aumento de la producción de alimentos y la innovación tecnológica para recuperar competitividad.
Al principio, las reformas hicieron crecer la economía durante 2013, pero durante 2014 ésta se contrajo. Uno de los mayores logros de Abe fue elevar la inflación a cerca del uno por ciento anual, para superar uno de los dramas de su economía que consiste en que desde 1990 la inflación se mantuvo en cero y por lo tanto no aumentó la masa monetaria, aunque sí las deudas. De modo que la proporción deuda/PBI aumenta constantemente. Por eso la promesa del Banco de Japón de subir la inflación al 2% anual es crucial para el éxito del proyecto.
Al terminar la cumbre del G20 en Brisbane el pasado domingo 16, David Cameron previno en un artículo que publicó The Guardian que la economía mundial está al borde de un nuevo estallido. Por su parte, Peter Cardillo, de la consultora londinense Rockwell Global Capital, opinó que “Japón va a impactar tarde o temprano sobe la economía norteamericana”. En mayor riesgo está empero el intercambio chino-nipón. La mayoría de las maquinarias que Japón exporta van hacia China y, si los productos medidos en yen se hacen más caros y el tipo de cambio no varía, los equipos serán demasiado caros para los chinos, agravando el efecto que el menor ritmo de la economía china tiene ya sobre las compras a su vecino. En la medida en que la economía china crece más lenta y la europea está estancada, algunos analistas prevén para los próximos meses una mayor volatilidad de los mercados financieros que también puede dañar la recuperación japonesa.
La recesión nipona no va a afectar la economía mundial en lo inmediato, pero, como una población atada a ingresos fijos no puede aumentar su consumo, si la inflación sube, la solución debe provenir de la coyuntura internacional. Si la economía mundial no levanta vuelo, Japón seguirá estancado y, al comprar menos, lastrará los intercambios globales.
Shinzo Abe busca relanzar la economía japonesa mejorando la oferta interna y recuperando competitividad, pero en tanto él y sus pares occidentales no mejoren la participación de los salarios y pensiones en las respectivas economías, la cuenta global no cerrará. Esta decisión política requiere empero mucho más que trucos electoralistas.

domingo, 16 de noviembre de 2014

China fija sus condiciones a un Estados Unidos debilitado

Cumbres borrascosas

Las citas del eje Asia-Pacífico en China y del G-20 en Brisbane confirman el desplazamiento del poder mundial hacia el este, pero también cierta tensión entre los principales bloques.

Cumbres borrascosas
Al igual que sus antecesoras desde 2008, la actual conferencia del G-20 en la nordaustraliana Brisbane está cruzada por las diferencias sobre la mejor estrategia para salir de la crisis mundial. No se esperan de esta cumbre medidas concretas para superar la crisis mundial y los varios conflictos regionales que enfrentan a sus participantes, pero tampoco que haya grandes choques.
La cumbre del G-20 sólo puede entenderse en el contexto de los movimientos que se produjeron durante los días previos en Asia Oriental y el Pacífico. La semana se abrió con la decisiva victoria de China sobre Estados Unidos, cuando la Conferencia de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico (APEC, por su nombre en inglés), que se celebró los pasados lunes y martes en Beijing, decidió incluir en las negociaciones sobre el Área de Libre Comercio de Asia y el Pacífico (FTAA, por su nombre en inglés) todas las agendas regionales para la liberalización del comercio, incluida la Cooperación Transpacífica (TPP, por su nombre en inglés) que Washington impulsaba junto con países de ambas márgenes del océano, pero sin China. Con esta decisión Beijing neutralizó la iniciativa norteamericana y, en tanto bisagra de la cooperación económica con Asia Central y Rusia, se colocó en el centro de la economía mundial.
En general los encuentros y acuerdos que se dieron en Beijing hasta el miércoles dieron la impresión de que Xi aprovechó la debilidad de Obama después de las elecciones del 4 de noviembre, para avanzar posiciones, pero dándole argumentos en materias sensibles como acordar medidas contra el cambio climático, cooperar en la lucha antiterrorista, crear mecanismos de confianza mutua en materia militar y consultar regularmente sobre conflictos regionales, para que pueda resistir mejor los embates del Senado opositor.
China consolidó sus acuerdos con EE.UU. mediante entendimientos con otros participantes en la conferencia. Con Rusia, por ejemplo, convino comenzar la construcción del gasoducto transiberiano que la ayudará a superar su fatal dependencia del carbón. Con Japón, por su parte, estableció mecanismos de consulta regulares sobre el Mar de la China Meridional, para prevenir conflictos bélicos.
Todavía durante la semana sesionaron en Brisbane las conferencias empresaria (B20) y sindical (L20) preparatorias de las cumbres de los jefes de Estado (G20) y de los ministros de Economía y Finanzas (F20) que se están reuniendo en paralelo ayer y hoy. La reunión del G20 cristaliza desplazamientos severos en las relaciones internacionales de poder.
Como anfitrión de la conferencia, Australia propuso una agenda centrada en el relanzamiento del crecimiento económico y una mayor creación de empleos, la resiliencia de la economía mundial ante futuras crisis y la reforma de las instituciones internacionales (especialmente el FMI y el BM).
Aunque no estaba originariamente previsto, los últimos acontecimientos hicieron que la imposición de las grandes corporaciones y del capital internacional ocupe un lugar central en las discusiones. La resistencia de monstruos como Google, Facebook o Ikea a pagar impuestos en los países donde obtienen sus ganancias, las críticas de los países europeos a su vecino Luxemburgo por ofrecer beneficios fiscales a empresas que actúan en todo el continente y las multas que varios países están aplicando a los mayores bancos internacionales por manipulación de las cotizaciones de divisas han despertado la ira de la opinión pública europea que presiona a sus gobernantes.
Menos acuerdo existe sobre el camino para superar la crisis económica mundial. Los líderes de los países occidentales insisten en impulsar el crecimiento, mientras que los emergentes ponen el acento en la regulación de los flujos de capital y algunos de ellos –como Argentina y Brasil– en la distribución de la riqueza.
Para evitar que la agenda se “sature y distraiga del tratamiento del crecimiento económico”, según dijo, el conservador primer ministro australiano Tony Abbott retiró el cambio climático del temario, generando bastante irritación entre los asistentes a la cumbre. Por eso, Estados Unidos y China acordaron ya el miércoles bilateralmente la reducción combinada de sus emisiones de gases de efecto invernadero a partir de 2020.
La reunión cumbre está teñida por agudas tensiones entre Australia y Rusia después del derribo del avión de Malaysian Airlines sobre Ucrania en junio pasado, cuando murieron 43 australianos. Canberra acusa a Moscú de no colaborar en el esclarecimiento del incidente e incluso consideró la posibilidad de excluir a Vladimir Putin de la conferencia, pero los demás participantes se opusieron. Subrayando las malas relaciones, Rusia envió entonces una pequeña flota que estacionó frente a la costa norte del país oceánico.
Además de la agenda general, cada país intenta poner sobre la mesa sus problemas más acuciantes. Argentina aprovecha para advertir sobre el accionar de los fondos buitre y la necesidad de acordar medidas que permitan dar certeza a los canjes de deuda soberana. Nuestro país está representado por el ministro de Economía, Axel Kicillof, y el canciller Héctor Timerman, debido a que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner debe permanecer en reposo por cuestiones de salud.
Por su parte, la presidenta brasileña Dilma Rousseff se encontrará durante la cumbre con los presidentes de Estados Unidos, Rusia, China y la canciller alemana Ángela Merkel.
Quien está más solicitado es el primer ministro de India, Narendra Modi. En el gobierno desde junio pasado, todavía hay muchos líderes mundiales que no han conversado con el millonario hinduista y tienen prisa por hacer negocios con el gigante surasiático.
A pesar de que la cumbre tiene un temario fundamentalmente económico, las conversaciones políticas sobre las crisis más candentes (Ucrania, Irán, Siria, ébola, terrorismo e inmigración) darán el tono.
Desde que en 2008 se abrió la brecha entre los miembros del Brics y los del G-7 las reuniones del G-20 se han devaluado, aunque siguen sirviendo como foro para presentar las plataformas políticas de los bloques enfrentados y son muy útiles para buscar acuerdos en reuniones bilaterales o en pequeñas rondas.
Ante la debilidad norteamericana y el avance chino, esta conferencia del G-20 en el extremo norte de Australia se recordará como la del enfrentamiento entre bloques cada vez más perfilados que compiten sobre la conducción del mundo, mientras buscan puentes para enfrentar juntos los problemas más acuciantes. La polarización –lo enseñó la Guerra Fría– puede ser muy mala, pero tiene la virtud de poner en claro las diferencias de intereses y orientaciones y de colocar a los contendientes ante la responsabilidad de entenderse para no caer al abismo. ¿Podrán? Cuando en la próxima reunión en Estambul el presidente Barack Obama llegue con los pasos marcados por un Senado opositor, se sabrá.

La cumbre del G20 avala la posición argentina

OPINIÓN

Controlando al capital

Después de que Xi Jinping y Barack Obama definieran esta semana en Beijing la agenda para la gobernanza mundial de los próximos años, y de que la crisis en el este de Ucrania recrudeciera violentamente, la cumbre del G-20 reunida este fin de semana en Brisbane se aparta de su agenda para discutir sobre los conflictos geoestratégicos.
El gobierno australiano del conservador Tony Abbott propuso para la conferencia una agenda centrada en el relanzamiento del crecimiento económico mundial y la creación de empleo, así como en el fortalecimiento de las instituciones globales.
Sin embargo, ya en los últimos meses se produjo un sensible desplazamiento en las discusiones preparatorias hacia la búsqueda de mecanismos para obligar a las grandes corporaciones multinacionales y los megabancos a pagar impuestos allí donde ganan su dinero. Aunque Canberra sigue una línea neoliberal y en la ONU ha votado contra la propuesta argentina, para que el organismo internacional regule el pago de las deudas soberanas, la indignación de las opiniones públicas en Europa y los países emergentes contra la evasión impositiva y las manipulaciones monetarias la compele a solidarizarse con los afectados. Este posicionamiento legitima el embate argentino, para que la reunión se aboque al tratamiento de la regulación de las deudas soberanas. Representada por el ministro de Economía, Axel Kicillof, y el canciller, Héctor Timerman, Argentina –junto a otras naciones emergentes– reclama la necesidad de acordar medidas que permitan dar certeza a los canjes de deuda.
Sin embargo, será difícil evitar que el foro sea absorbido por cuestiones geopolíticas como los conflictos en Ucrania y Medio Oriente, así como la amenaza del ébola. Acusando a Rusia de falta de colaboración en el esclarecimiento del derribamiento del avión malayo MH-17 en junio pasado, que provocó la muerte de 43 australianos, el primer ministro de ese país evocó inclusive la posibilidad de desinvitar a Rusia de la cumbre, pero los demás participantes se opusieron.
Como respuesta Moscú acaba de estacionar una flotilla naval frente a la costa norte de Australia y sus diplomáticos cuestionan extraoficialmente la cumbre, argumentando que "para discutir los temas importantes de la economía mundial tenemos el BRICS". Los mandatarios de China y EE UU, a su vez, sólo tienen interés en la conferencia para los contactos bilaterales con representantes europeos, africanos y latinoamericanos, porque en días pasados, reunidos en Beijing, mediante una serie de acuerdos económicos, medioambientales, militares y de seguridad ya fijaron la hoja de ruta mundial para los próximos años.
Las condiciones en las que se desenvuelve la cumbre demuestran la inextricable vinculación entre los grandes temas de la economía mundial y el transcurso del conflicto geoestratégico entre los países eurasiáticos y los occidentales. Sin posicionamiento estratégico no habrá resolución de nuestros problemas económicos internacionales.

domingo, 9 de noviembre de 2014

EE.UU. marcha hacia la guerra interna y externa

Estados Unidos

Barack Obama busca medidas para aliviar su crisis política

El presidente norteamericano intenta fijar una agenda de gobierno conjunta con los republicanos para eludir el encierro institucional que dibujó la aplastante victoria de los halcones el último martes.

Barack Obama busca medidas para aliviar su crisis política
Cuando el Presidente Barack Obama recibió el viernes 7 a los líderes parlamentarios de ambos partidos, ya había marcado los límites de su futuro trabajo con el Congreso después de la victoria republicana en las elecciones del pasado martes 4. Sin respiro, todas las fuerzas políticas están dando los primeros pasos para las presidenciales de 2016. El dominio opositor sobre ambas Cámaras del Congreso, la mayoría de los gobiernos estaduales, la Suprema Corte, el Pentágono y las agencias de seguridad e inteligencia pueden conducir al “gobierno compartido” o a la parálisis política, más probablemente a una combinación entre acuerdos espurios y vetos recíprocos, pero el resultado dependerá de las coyunturas y de la habilidad de los líderes contendientes.
Por primera vez en ocho años, el Partido Republicano (“Grand Old Party” o GOP) obtuvo en las elecciones de mitad de mandato el control de ambas Cámaras del Congreso, al ganar siete senadurías y aumentar en 13 escaños su mayoría en la Cámara de Representantes. Se espera que el senador por Kentucky Mitch McConnell sea el próximo líder de la mayoría en el Senado. McConnell ha liderado la campaña contra la reforma financiera de Obama en 2010 y apoyó el fallo “Citizens United” que permite desde 2011 el gasto ilimitado en campañas electorales. La cifra récord de cuatro mil millones de dólares gastados en esta elección le dio la razón.
Los republicanos también quitaron a los demócratas varias gobernaciones estaduales muy disputadas como Maryland, Arkansas, Illinois y Massachusetts. Algunos mandatarios republicanos también derrotaron a fuertes desafiantes, entre ellos Scott Walker de Wisconsin, Rick Scott de Florida y Rick Snyder de Michigan. No obstante, el demócrata Tom Wolf venció al gobernador republicano de Pennsylvania Tom Corbett.
En estas elecciones se votaron casi 150 iniciativas de leyes a lo largo del país. En Alaska, Nebraska, Dakota del Sur, Illinois y Arkansas se elevó el salario mínimo, en Massachusetts se aprobó para los trabajadores una licencia paga por enfermedad de hasta 40 horas al año, la más extensa del país, en Washington DC y Oregon, en tanto, se legalizó la marihuana, pero en Florida se rechazó su uso medicinal. Los votantes de Colorado y Dakota del Norte, por su parte, se negaron a definir los óvulos fertilizados como seres humanos, protegiendo así el derecho al aborto, pero en Tennessee se facultó a la legislatura estadual para aprobar leyes antiabortistas. Los electores de Colorado rehusaron exigir el etiquetado de los alimentos transgénicos y en el estado de Washington, finalmente, se impuso comprobar los antecedentes en todas las ventas de armas.
Las elecciones de mitad del período presidencial reforzaron la división del país en dos campos socioculturales opuestos: los demócratas ganaron el voto femenino (53%), pero los republicanos se impusieron con un margen mayor entre los hombres (55%). El 59% de los blancos (75% del total de los votantes) optó por el GOP, pero el 90% de los negros (12% del total) votó a los demócratas, al igual que el 64% de los hispanos (8%). Sin embargo, la proporción de este grupo que concurrió a las urnas aumentó menos que su peso demográfico. El 75% de los votantes fue blanco y votó a la derecha. Además de una profunda insatisfacción con el gobierno de Obama y un persistente miedo por la situación económica, los republicanos lograron movilizar a los votantes blancos, masculinos y de mayor edad. Por el contrario, los votantes entre 18 y 29 años favorecieron a los demócratas, pero fueron sólo el 13% de los electores.
Los demócratas lograron mantener unida la coalición de minorías que dio a Obama sus victorias en 2008 y 2012, pero no pudieron movilizarla. En encuestas a boca de urna los votantes se manifestaron disgustados con ambos partidos. La mitad desaprueba cómo el Ejecutivo actuó ante la epidemia de ébola y siete de cada diez temen un nuevo atentado terrorista dentro de EE.UU. Las opiniones siguen divididas por mitades sobre el seguro de salud obligatorio, el matrimonio igualitario y la legalización de la marihuana. En cambio importa poco la política exterior.
Los análisis postelectorales demuestran que el cambio demográfico que se está dando en el país hacia una disminución del peso relativo de la población blanca frente a las diversas minorías y el rejuvenecimiento de la población no se traduce aún en las urnas por la desconfianza hacia los partidos políticos y la falta de mensajes fuertes en una elección de medio término. Además los republicanos han superado a los demócratas en el uso de tecnologías sofisticadas para identificar a sus votantes y movilizarlos. El voto demócrata sigue dependiendo mucho de las mujeres, pero en varias competencias estaduales no pudieron movilizarlas.
En los próximos dos años el gobierno no podrá impulsar ninguna medida contra la voluntad del Congreso ni éste contra la del Presidente. La posibilidad de que ambos partidos compartan el gobierno y no repitan la parálisis reciente depende de los temas, de los posicionamientos preelectorales para 2016 y de cómo se vaya resolviendo la lucha por el poder dentro de cada partido. Mientras que los demócratas sólo tienen una precandidata con chances (Hillary Clinton), en el Partido Republicano asoma una docena de postulantes con posiciones muy diferentes y algunos con una alta dependencia del reaccionario Tea Party.
Si entre los republicanos se impone el ala derecha que pretende derogar la reforma fiscal de 2010 y el seguro de salud obligatorio, el Presidente podrá mostrarlos como amenaza para los intereses de la mayoría, reacios a los consensos que la población reclama y así podrá azuzar sus divisiones internas. Obama ya declaró el pasado miércoles que buscaría los compromisos necesarios para evitar el bloqueo mutuo, pero que no dudaría en usar los poderes presidenciales para impulsar la reforma migratoria que el Congreso viene frenando. Al mismo tiempo anunció que pedirá la autorización del Congreso para continuar la campaña militar contra el Estado Islámico en el Levante, mudando su posición anterior y traspasándole la responsabilidad por el casi seguro envío de tropas al Medio Oriente.
Los republicanos tendrán cómodas mayorías en la Cámara y el Senado, aunque serán insuficientes para rechazar vetos presidenciales (se precisan los dos tercios), por lo que deberán negociar, pero los analistas no están coinciden en sus predicciones sobre el rumbo que adoptará el GOP.
A principios de 2015 la insoslayable discusión sobre el límite del endeudamiento público evidenciará quién conduce el Partido Republicano. Mitch McConnell se verá probablemente desafiado por Ted Cruz, de Texas, Rand Paul, de Kentucky, u otras estrelas del nuevo firmamento reaccionario. Será el momento de definir quién conducirá el partido hasta 2016.
Después de la victoria republicana aumentó la posibilidad de que el Presidente avance en las negociaciones para el acuerdo comercial transpacífico, que los dirigentes sindicales rechazan, porque rebaja los derechos de los trabajadores norteamericanos. En acuerdo con el Senado de mayoría republicana la Casa Blanca buscaría primero obtener la facultad de negociar aceleradamente, para en una segunda etapa someter el tratado al Parlamento. El segundo acuerdo en negociación (con Europa), en cambio, probablemente no se concluya antes de 2016.
La presión de los hombres viejos de raza blanca que votaron a los republicanos para que defiendan su supremacía racial, nacional y de género con la militarización interna y la guerra externa endurecerá el control interno y casi seguramente enviará nuevamente a las tropas al Medio Oriente. Los próximos dos años serán muy duros para el mundo, porque la superpotencia tensará al máximo sus fuerzas agresivas hasta definir su rumbo. De la firmeza y la templanza de sus contendientes dependerá evitar nuevas catástrofes.

domingo, 2 de noviembre de 2014

La parálisis de EE.UU. es la catástrofe para el mundo

Un supermartes para los halcones

El conservador Partido Republicano llega, según los sondeos, más consolidado que los demócratas a las elecciones intermedias de esta semana. Incluso, podría pasar a ser mayoría en el Senado.

Un supermartes para los halcones
Caricatura. Fanáticos del grupo tea party militan el voto del partido republicano.
A pesar de algunas incertidumbres regionales, todos los pronósticos para las elecciones legislativas de este martes 4 de noviembre indican que el Partido Republicano (Grand Old Party, GOP, en inglés) conquistará la mayoría del Senado de EE.UU. Combinado con el dominio que tiene en la Cámara de Representantes, surgirá entonces lo que se conoce como “gobierno compartido”: el Ejecutivo y el Congreso deberán acordar en todos los ámbitos legislativos, so pena de bloquearse mutuamente. En cualquiera de las dos alternativas se presenta un panorama interno devastador y la certeza de que el imperio descargará su crisis en el exterior.
Los republicanos están capitalizando la frustración del electorado con las políticas de Obama. El seguro de salud accesible (llamado popularmente Obamacare) funciona mal y no fue introducido en muchos Estados republicanos, porque los gobiernos estaduales tienen potestad para bloquear su introducción. La reforma migratoria, para documentar a 12 millones de extranjeros, está frenada por falta de acuerdo entre los partidos. La infraestructura está en un estado calamitoso. En varios Estados crece la resistencia contra la fracturación de rocas para extraer el petróleo y gas de esquistos. La economía ha crecido en el último trimestre un 3,5% anual, pero sólo por la reducción del déficit comercial y el aumento de los gastos militares.
En las elecciones del 4 de noviembre se renuevan 33 bancas de la llamada Clase II del Senado de EE.UU. Desde la sanción de la Constitución en 1789 el Senado se divide en tres clases de 33 o 34 senadores cada una que se renuevan alternadamente cada dos años. El cuerpo se compone de un total de cien senadores y se necesitan 51 para tener la mayoría. El mandato dura seis años. En esta elección se vota en 33 estados, pero solamente un senador en cada uno. Desde principios del siglo XIX la Clase II representa entre el 50% y el 60% de la población norteamericana. Además de las bancas de esta clase se renuevan otras tres por motivos diversos (muerte o retiro de los titulares).
De los 36 cargos que deben elegirse ahora, 21 pertenecen al Partido Demócrata y 15 al Partido Republicano. Este martes también se elegirán miembros de la Cámara de Representantes (cuya mayoría republicana está garantizada), los gobernadores de los mismos estados y numerosas legislaturas estaduales.
Para alcanzar la mayoría, los republicanos necesitan 51 senadores, seis más de los actuales. A los demócratas, en cambio, les bastaría con conservar 48, si los independientes Angus King (Maine) y Bernie Sanders (Vermont) continúan votando con ellos y el vicepresidente Joe Biden, como presidente del Senado, desempata en caso de paridad. Sin embargo, los independientes han insinuado que podrían aliarse con los republicanos. Si otros dos independientes (Greg Orman en Kansas y Larry Pressler en Dakota del Sur) obtienen bancas, podría formarse un bloque independiente de cuatro miembros con alianzas cambiantes, aumentando así la inestabilidad política.
Para conquistar el Senado, los candidatos del GOP deberán derrotar a algunos líderes demócratas, lo que su partido nunca consiguió desde 1980. Dada la paridad que se registra en Luisiana y Georgia, podría suceder además que haya que esperar los balotajes en enero, para definir la mayoría del Senado.
Si los republicanos conquistan la mayoría del Senado, aumentarían la parálisis política actual y la polarización del país. Intentarán desmantelar el “Obamacare” y trabar la agenda legislativa del Presidente, particularmente la reforma inmigratoria para documentar a los 12 millones de inmigrantes que viven sin documentos de identidad.
Para frenar este avance, los demócratas están concentrando sus esfuerzos en algunos estados claves, como New Hampshire y Carolina del Norte, donde la inyección de donaciones para la campaña elevó el costo de cada banca a cien millones de dólares. Al mismo tiempo, para evitar críticas, se despegan del presidente y han lanzado al ruedo a Bill y Hillary Clinton, que han apoyado a sus compañeros de partido en varios Estados. Esta última, en particular, está calentando los motores en vistas a la elección presidencial de 2016.
Subrayando la polarización y las dimensiones de la batalla que se está librando, incluso periódicos de izquierda liberal, como The Nation, están apoyando a los candidatos demócratas, para evitar que una mayoría republicana en el Senado traiga la parálisis o –lo que temen aún más– el cogobierno entre Obama y la derecha. En un editorial del pasado martes 28, el histórico vocero de la izquierda norteamericana refutó la noción extendida entre los progresistas de que, ante el sesgo conservador del gobierno de Obama, una victoria republicana no cambiaría nada.
“Los republicanos no sólo son una cuadrilla de demolición de las pocas conquistas que los trabajadores y las minorías han alcanzado bajo este gobierno –argumenta el editorial–, sino que podrían apoyar al presidente en iniciativas negativas que actualmente son frenadas por el presidente del bloque demócrata de senadores, Harry Reid, como por ejemplo el otorgamiento al presidente de facultades especiales en temas candentes como la Asociación Transpacífica (TPP, por sus siglas en inglés), que los dirigentes sindicales califican como ‘Nafta con esteroides’”.
“Podrían convenir también –continúa– bajar los impuestos de las grandes corporaciones. No hay que olvidarse tampoco –concluye– que Obama ya agitó varias veces la bandera de la reducción de ayudas sociales como señal para un acuerdo con los republicanos.”
El miércoles 5 se sabrá qué perfil tiene el Congreso de los Estados Unidos. Probablemente sea mayoritariamente republicano y se reedite el gobierno compartido entre el presidente y el Congreso. Si, contra todos los pronósticos, el GOP no conquista el Senado, sufriría una gran derrota, porque apostó mucho a este éxito y se muestra triunfalista. Sin embargo, se mantendría el actual empate y los temas centrales de la agenda política (implementación del seguro médico obligatorio, inversión en infraestructura, creación de nuevos empleos, reforma inmigratoria, reducción del gasto en defensa) continuarían postergados por lo menos hasta 2017. Por el contrario, si los republicanos triunfan e imponen a sus líderes en las principales comisiones (Relaciones Exteriores, Energía y Recursos Naturales, Servicios Armados, Bancos, Viviendas y Asuntos Urbanos, Medio Ambiente y Obras Públicas), se reforzará el bloqueo de las pocas buenas iniciativas de Obama, se retrocederá en los derechos adquiridos, así como aumentará la polarización interna y la agresividad externa. ¿Se imaginan al Senador John McCain presidiendo la Comisión de las Fuerzas Armadas y liderando las nuevas guerras junto con Obama? Las mejores perspectivas para los próximos dos años son de parálisis, las peores, de retroceso reaccionario. Ninguno de ambos pronósticos es, empero, para alegrarse, ya que, cuando el Ejecutivo y el Congreso no gobiernan, las burocracias (particularmente la militar y la de seguridad) y las corporaciones se conducen solas y, si hay problemas, el pato de la boda lo paga el resto del mundo.

domingo, 26 de octubre de 2014

EE.UU. está preso de sus dilemas en el Levante

Kobani espera a los boinas verdes

Mientras las potencias sunitas del Levante boicotean la guerra contra el Estado Islámico, Assad, Jamenei y el PKK empujan a Washington a comprometerse en el combate.

Kobani espera a los boinas verdes
La guerra contra el Estado Islámico no se resuelve militarmente en Kobani, sino en Mosul, pero el heroísmo de las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en kurdo) y el hecho de que la batalla se libre ante las cámaras de televisión apostadas al otro lado de la frontera turca han hecho de la ciudad kurda un símbolo de la resistencia contra el islamismo. Entre tanto, cada paso que el presidente Barack Obama da para acabar con el flagelo lo enfrenta más con el bloque integrista que pretende reorganizar la región según líneas confesionales. Arabia Saudita, Turquía, Jordania, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), empero, han sido aliados de EE.UU. por décadas, y le cobran muy caro su reciente cooperación con Siria, Irán, los chiítas iraquíes y los kurdos de Siria.
Confirmando que Damasco está aprovisionando a las YPG, el ministro de Información Omran al-Zoubi declaró el jueves 23 que “la ciudad de Ein al-Arab (nombre árabe de Kobani) es tierra siria y sus vecinos son sirios”. Desde 2011, el Partido de la Unión Democrática del Kurdistán sirio (PYD, por sus siglas en kurdo) y su aliado, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán turco (PKK, por sus siglas en kurdo) declararon la neutralidad en la guerra siria, se apoderaron del norte del país y han advertido que, si Turquía invade, los kurdos defenderán Siria. Es lógico entonces que Damasco y no Estanbul sostenga Kobani. Lo ilógico es que EE.UU. los abastezca.
Esta “inconsecuencia” de Wa­shington y sus contactos con los líderes kurdos sobre los que informó el Wall Street Journal han enfurecido a sus aliados regionales que han abandonado la campaña aérea, mientras que el presidente turco Recep T. Erdogan el fin de semana pasado exigió que EE.UU. combata al mismo tiempo al EI y a Assad, si quiere que Turquía se sume a la coalición.
El líder turco apuesta a fragmentar Siria e Irak secundado por Francia y Gran Bretaña que desean recuperar su antigua influencia colonial. Daesh (por el acrónimo árabe del Estado Islámico) no surgió solo. Como demuestra un reciente informe de Reuters sobre la caída de Mosul en junio pasado, fueron oficiales iraquíes ligados al alto mando norteamericano quienes entregaron la segunda ciudad del país y disgregaron a las fuerzas leales. Y sigue teniendo ayuda, cuando no lo atacan seriamente.
La fragmentación de Irak permitió a Massud Barsani (presidente de la región autónoma y del Partido Democrático Kurdo, PDK) ampliar el territorio bajo su influencia y controlar importantes yacimientos petroleros. El actual líder de la región autónoma siempre tuvo el apoyo de la CIA y secundó a Turquía cuando ésta reprimía al PKK. Por eso en Kobani nadie espera a los peshmerga.
Poco a poco la conspiración colonialista pierde pie. El nuevo primer ministro de Irak Haider Al-Abadi, chiíta como su antecesor al Maliki, quiere restaurar la unidad del país combinando el apoyo norteamericano con el iraní que obtuvo generosamente la semana pasada en Teherán.
Si bien Irán rechaza unirse a la coalición contra el EI que lidera Estados Unidos, su líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, recibió personalmente al premier iraquí y le aseguró su apoyo. “Irán –declaró Jamenei– no dudará en ofrecer cualquier tipo de ayuda”, mientras criticaba la ofensiva occidental contra el EI diciendo que “creemos que el caso debe ser resuelto por los propios Estados de la zona”. El guía espiritual iraní insistió asimismo en que hay que restablecer la unidad nacional de los Estados de la región. Si bien Irán abastece y asesora al ejército iraquí y las milicias kurdas, no prevé mandar tropas a Irak, para evitar dar motivos a la agitación demagógica de los islamistas.
La evidencia de que la alianza Siria-Irak-Irán puede contener al Estado Islámico induce una discusión estratégica en la Comunidad de Inteligencia (IC, por sus siglas en inglés) norteamericana. En tanto un ex miembro directivo de la CIA propone la alianza con Damasco para combatir al Estado Islámico, un informe de la misma agencia publicado el miércoles 15 en el New York Times cuestionó la eficacia de armar a grupos rebeldes y aumentó las dudas de la CIA sobre el gasto de millones en milicias rebeldes en Siria.
El alto mando estadounidense sigue eludiendo tomar decisiones que seguramente alienarán a algún aliado regional. Así, el jefe del Comando del Ejército Zona Centro (Centcom), el teniente general Lloyd Austin, anunció el pasado viernes 17 que “lentamente” se está preparando una contraofensiva del ejército iraquí, aunque los comandantes norteamericanos estiman que éste necesitará asesores del ejército estadounidense. Austin señaló Mosul como la batalla decisiva en la guerra contra el EI, pero desconfía de la capacidad de los militares iraquíes y los peshmerga para reconquistar un objetivo tan difícil. Entre tanto prefiere continuar con los bombardeos de desgaste.
Mientras los aliados esperan, el EI atacó el lunes pasado simultáneamente quince objetivos en el Norte de Irak. A pesar de que los bombardeos norteamericanos han disminuido su capacidad para movilizarse en convoyes, el reducido número de blancos bombardeados le permite desplazar tropas hacia los pocos frentes de combate sin grandes problemas.
El gobierno norteamericano querría que sus aliados sunitas hicieran la guerra contra el Estado Islámico, pero éstos prefieren luchar contra Irán y los chiítas. Por su parte, el Pentágono no quiere dejar a iraníes, iraquíes y kurdos el honor de la victoria sobre el EI, pero si lo combate, se malquista con sus aliados de siempre.
Probablemente Obama no adopte decisiones importantes antes de las elecciones del 4 de noviembre próximo, pero si después –como anuncian las encuestas– el republicano John McCain preside la Comisión de Defensa del Senado, el presidente tendrá aún menos espacio de maniobra. Probablemente del empate de poder resulte el envío vergonzante de unos escasos contingentes, mientras los gobiernos de la región hacen lobbies encontrados dentro de EE.UU. y aumentan su parálisis. Kobani no necesita a los peshmerga entrenados por la CIA, sino a las propias “boinas verdes” norteamericanas, para que Washington se comprometa contra el islamismo. Mientras tanto la guerra de desgaste seguirá, inclusive dentro de los países occidentales.

domingo, 19 de octubre de 2014

El US-Army sufre de delirio paranoico

EE.UU. estrena el nuevo diseño de su estrategia bélica mundial

EE.UU. estrena el nuevo diseño  de su estrategia bélica mundial
Tres semanas antes de las elecciones para renovar la mitad del Congreso el próximo 4 de noviembre, el jefe del Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos, Gral. Raymond Odierno, presentó el pasado martes 14 en la reunión anual de la Asociación del Ejército de Estados Unidos (AUSA, por su sigla en inglés) el nuevo diseño estratégico para el período 2020-2040, con el que el alto mando norteamericano condiciona al futuro Congreso para que revise el plan de reducción de gastos adoptado en 2011. Sin embargo, el documento presentado ante la conferencia de expertos y empresarios de armamentos va mucho más allá y apunta a reorganizar todo el mundo, incluidos los propios Estados Unidos.
El texto fue redactado por el Comando de Entrenamiento y Doctrina del Ejército (Tradoc) en función de la Doctrina Militar 3-0 adoptada en 2011. El Diseño Operativo del Ejército (Army Operating Concept, AOC) se caracteriza por reiterar algunos términos: multiplicidad de objetivos y teatros de operaciones, múltiples aliados, múltiples formas de lucha simultáneas, pero sobre todo porque todo es “desconocido” (unknown): desconocidas son “las nuevas amenazas”, los enemigos, sus objetivos, fines y medios, igual que sus fuerzas, disposición, capacidades e intenciones. El Ejército norteamericano, entonces, debe dar batalla en todo terreno y frente a cualquier amenaza simultáneamente y en varios escenarios, para lo que debe intensificar la guerra informacional, las operaciones psicológicas y políticas y “crear al enemigo un sinfín de dilemas simultáneos”.
Por su parte, el Tte. Gral. Herbert McMaster, Subcomandante del Centro de Integración y Capacitación del Tradoc, acentuó la necesidad de actuar política e informacionalmente: “Debemos entender a los diversos grupos e influir sobre ellos por medios cooperativos, persuasivos y en última instancia coercitivos”, añadió. Para lograrlo, dijo, “el Ejército debe construir alianzas y ser más agresivo en su acción informacional, política y cultural”.
Suponiendo que los contextos de las futuras guerras, los enemigos y los escenarios son desconocidos, el Ejército norteamericano debe dar batalla en todos los escenarios al mismo tiempo, con cualquier aliado y contra cualquier enemigo. La competencia por poder y recursos –dice el documento– va a provocar futuros conflictos armados. Para triunfar en ellos, el Ejército debe alcanzar “la supremacía” antes que “el adversario responda”. Para ello se aplica la doctrina de la guerra preventiva en vigor desde 1992.
Significativamente, en este documento se da poca importancia a la “guerra contra el terror”. En cambio se señala a los “poderes competitivos”: China, Rusia y a Irán como potencia regional. El documento incluye especialmente la necesidad de “responder a y mitigar las crisis en el interior (de EE.UU.)”. El Ejército debe “fortalecer el apoyo a las autoridades civiles”, para lo que debe actuar política e informacionalmente.
Como las “nuevas amenazas” son desconocidas, cuadros y soldados deben tener capacidades “adaptativas”. Aunque el término se menciona reiteradamente, sólo se define que los cuadros deben pensar “transculturalmente”. Se supone que, si saben trasmitir sus actitudes y concepciones, ganarán la simpatía de las poblaciones, aislarán a los “terroristas” y construirán naciones “democráticas, liberales y decentes”.
En el documento es novedoso el énfasis puesto en la necesidad de librar la “guerra política”, incluso dentro de Estados Unidos. La percepción de las “nuevas amenazas” y el sometimiento del Estado liberal a la guerra permanente y ubicua y a la total vigilancia interna están interrelacionadas, pero el peso relativo se ha desplazado: ahora todo encuentro entre culturas supone su choque militar. La propia democracia liberal se somete a un reclamo permanente de “seguridad” interna y externa que debe ser satisfecho por los militares.
El documento AOC es una explosión paranoica de una burocracia descontrolada del control civil. La doctrina militar norteamericana vigente abarca todos los aspectos de la vida y todos los países, convirtiendo a sus fuerzas armadas en un partido armado que juzga y ejecuta sus sentencias en su nación y el mundo entero. Si es malo estar dominado por un imperio, que éste se vuelva paranoico requiere un hospicio de dimensiones planetarias.